Doctrina: El Reino

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Que venga tu reino, que se haga tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

MATEO 6:10

Nuestro mundo es constantemente frustrante, decepcionante y agotador. No importa cuánto dinero gastemos, el tiempo que invertimos, guerras que libremos, elecciones que celebremos y educación que financiemos, nada cura nuestro maldecido, torcido y corrupto planeta.

Dios hizo el mundo «muy bueno». Nosotros lo hemos hecho muy malo.

De vez en cuando, nos hacemos ilusiones solo para verlas frustradas. Se gana una guerra que da esperanzas de paz y prosperidad que nunca llegan a cumplirse. Un político llega al poder con una visión que nos inspira esperanza de que un día mejor está en el horizonte, pero todo es un espejismo.

En las caricaturas de Snoopy y Charlie Brown (Peanuts en inglés), Lucy sostenía una pelota de fútbol para que Charlie Brown la pateara. Con gran esperanza, Charlie Brown corría hacia la pelota, solo para que Lucy la apartara de él en el último minuto y lo enviara volando por los aires antes de aterrizar dolorosamente de espalda. La búsqueda de una vida mejor en este mundo es prácticamente la misma experiencia para cada generación.

Debido a que Dios nos hizo para vivir en un ambiente perfecto con paz en nosotros y prosperidad a nuestro alrededor, nuestros corazones permanecen sin descanso. [NOTA: Ecl. 3:11 NTV]. Anhelando el cielo, seguimos saliendo de vacaciones, mudándonos de casa y explorando el ambiente al aire libre…en vano. Entonces, empujamos nuestros anhelos más allá de esta vida. En su libro Heaven (El Cielo), Randy Alcorn menciona que los antropólogos nos dicen que cada cultura tiene algún concepto de una vida mejor después de la muerte. Si bien estas visiones varían, revelan que fuimos hechos para más, nunca nos sentimos como en casa en este planeta, y todos esperamos encontrar el camino a Casa algún día.

¿QUÉ SUCEDE CUANDO MORIMOS?

Perder a alguien que conoces y amas es quizás la experiencia más dolorosa en la vida. En esas temporadas de pérdida, algo en nosotros simplemente sabe que algo ha salido terriblemente mal, ya que lo que estamos experimentando no es natural. Habiendo asistido a numerosos funerales como pastores, hemos visto a familiares y amigos en duelo responder de una de seis maneras.

Uno, algunas personas no saben qué creer o decir, por lo que se hacen eco de refranes concisos de tarjetas de felicitación destinadas a hacer que las personas se sientan mejor. Los ejemplos incluyen, «Ahora está en un lugar mejor», «Están con El Gran Tipo de Arriba», y «está haciendo cola en las puertas de San Pedro». En lugar de brindar una esperanza real, estas son a menudo formas bien intencionadas en las que las personas expresan que no tienen idea de lo que sucede después de su muerte, pero esperan que de alguna manera todo salga bien.

Dos, algunas personas no creen en la vida después de la muerte, por lo que su dolor es definitivo. Sin nada más allá del horizonte eterno, la pérdida de la vida se vuelve amarga, sin ninguna esperanza que esta mejorará. El naturalismo es la creencia de que eres solo un cuerpo físico sin un alma espiritual, y que una vez que mueres no hay nada más. No es sorprendente que incluso los naturalistas más empedernidos encuentren psicológicamente devastador el aceptar la conclusión lógica de sus propias creencias. Subsecuentemente, tratan de vivir para siempre a través de la memoria de los demás, su descendencia o sus esfuerzos por cambiar el mundo de manera que su marca permanezca después de su muerte con cosas como Fundaciones, causas o memoriales.

Tres, algunas personas creen en el concepto del cielo, pero no en el infierno, y asumen que una vez que mueres, irás al cielo. El universalismo es la creencia de que, para ir al cielo, no es necesario arrepentirse del pecado y confiar en Jesús, sino simplemente morir. Cuando se les presiona, a los universalistas se les dificulta explicar cómo puede ser justo que las peores personas vivan toda su vida dañando a otros, sin cambiar nunca, y al final ser recompensadas eternamente. Si bien suena bien al principio, el universalismo hace que sea difícil emocionarse por vivir en un hogar entre Gengis Kan y Stalin, con pedófilos, depredadores sexuales y sociópatas impenitentes como nuestros compañeros de habitación para siempre.

Cuatro, algunas personas creen en el concepto de purgatorio. Un poco como un aeropuerto, es el lugar donde esperas mientras viajas de la tierra al cielo. Para los católicos, el purgatorio es un lugar o estado en el que aquellos que murieron en la gracia de Dios expían sus pecados no perdonados al ser castigados antes de ser admitidos en el cielo. En la práctica, esto significaría que nosotros debemos contribuir a la obra de Jesús por nuestros pecados y contradice el hecho de que Dios nos hizo «vivos junto con él [Jesús], habiéndonos perdonado todas nuestras ofensas, cancelando el registro de la deuda que estaba en nuestra contra con sus exigencias legales. Lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz.» [NOTA: Col. 2: 13-14]

Cinco, las personas que creen en la reencarnación afirman que, después de que mueras, volverás repetidamente hasta que hayas pagado tu deuda kármica, atrapado en un ciclo de renacimiento donde la única esperanza es que, después de millones de intentos, finalmente lo hagas bien y escapes hacia la unidad eterna (Nirvana) que es el fin de todos los atributos personales. Muchos estadounidenses siguen sus versiones personales diseñadas del neo-paganismo, el budismo tibetano, la cábala y el gnosticismo. Rechazan la mayoría de las disciplinas y creencias de las religiones originales a favor de algún tipo de ilusión de que lo están haciendo bien y que en su próxima vida serán maestros ascendidos del universo. La reencarnación no puede resolver el problema del pecado por la sencilla razón de que, incluso si pudieras vivir varias vidas, no estarías pagando tu antiguo pecado tan rápido como agregarías nuevo pecado, y por lo tanto regresarías cada vez como una forma de vida inferior, lo que significa que cuando mueras no tienes nada bueno que esperar para siempre, más que una condenación cada vez mayor.

Seis, los cristianos que creen en la Biblia lamentan la pérdida de un ser querido, pero con la seguridad de la vida eterna, la resurrección de los muertos y la reunión de toda la Familia eterna de Dios. Esto es lo que duele el corazón de Dios: «Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza». [NOTA: 1 Ts. 4:13 (NVI)]

Dios creó a los seres humanos como personas pensantes, sensibles y morales compuestas de espíritu y cuerpo estrechamente unidos. [NOTA: Gn. 2:7]. La muerte no es normal ni natural, sino un enemigo, la consecuencia del pecado. [NOTA: Gn 2:17; Rm. 5:12.] La muerte es el desgarro de estas dos partes entrelazadas, el fin de la relación con los seres queridos y el cese de la vida en esta tierra. El cuerpo va a la tumba y el espíritu a la otra vida [NOTA: Sal. 104:29; 146: 4; Ecl. 3:20-21; 12: 7; San. 2:26] para enfrentar el juicio. [NOTA: Hb. 9:27] La Biblia es clara en que un día habrá una resurrección corporal para todos, a la vida eterna con Dios o la condenación eterna sin Él en el infierno. [NOTA: Dn. 12:2; Mt. 25:46.]

Los cristianos creen que nuestro estado eterno depende de nuestra relación con Jesucristo. Realmente creemos que «De tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna … todo aquel que cree en el Hijo tiene vida eterna… El que no obedece al Hijo, no verá la vida, pero la ira de Dios permanece sobre él». [NOTA: Jn. 3:16, 36.]

Al morir, el espíritu de un creyente va inmediatamente al cielo para estar con Dios. [NOTA: 2 Cor. 5:1–10; Flp. 1:23.] Algunos, como los Adventistas del Séptimo Día, no pueden ver cómo un alma puede existir sin un cuerpo. Creen erróneamente que el alma duerme inconscientemente entre la muerte del cuerpo y su resurrección el día del juicio. Otros creen que el alma existe en la memoria de Dios hasta que sea «reconstruida» al final del tiempo. Tal existencia en la base de datos divina no encaja con la visión de Juan de las almas de los mártires que claman a gran voz: «¿Hasta cuándo juzgarás y vengarás nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?» [NOTA: Ap. 6:10.] La confianza de Pablo de que la muerte será «mucho mejor» que el trabajo fructífero aquí en la tierra difícilmente puede significar sólo una larga siesta con Jesús. [NOTA: Flp. 1:23.]

Jesús nos da una imagen en Lucas 16:19–31 de la existencia después de la muerte. Lázaro, el mendigo piadoso, va a estar con Abraham, mientras que el hombre rico auto-indulgente está en un lugar de tormento. Sus obras demuestran que no ama a Dios. [NOTA: 1 Jn. 3:10; 4: 8-21.] El hombre rico, absorbido en sí mismo hasta el final, espera que Abraham sea su sirviente y le traiga un poco de agua. En este lugar, no hay arrepentimiento por su pecado ni la expectativa de que pueda salir del tormento ahora que está muerto.

Jesús, que ha regresado de la muerte y, por lo tanto, es el experto en lo que nos espera al otro lado, fue enfáticamente claro que se acerca un día de juicio cuando todos se levantarán de sus tumbas y estarán ante Él para la sentencia eterna, ya sea a adorar en Su reino o sufrir en Su infierno. [NOTA: Jn. 5:21–30.]

En el juicio final, todos–incluso usted–estarán ante Jesús. Los seguidores de Jesús, cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida, estarán con él para siempre. La Biblia no podría ser más clara: «Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.» [NOTA: Ap. 20:15.]

¿QUÉ ES EL REINO DE DIOS?

En su forma más simple, el reino de Dios se trata de que Dios gobierne como Rey sobre todos y todo para siempre, llevando su gobierno y reinado a cada centímetro de la creación por toda la eternidad. Este es el resultado de la misión de Dios de rescatar y renovar su creación estropeada por el pecado. Jesús no solo salva nuestras almas, Él es Rey sobre todos los reyes y Señor sobre todos los señores, estableciendo Su gobierno y reinando sobre todo, derrotando los poderes malignos humanos y divinos, trayendo el orden perfecto a todo, promulgando justicia y siendo adorado como Señor.

El reino de Dios es tanto un viaje como un destino, tanto una operación de rescate en este mundo roto y un resultado perfecto en la nueva tierra por venir, ambos ya comenzados y aún no terminados. Esta distinción es increíblemente importante. Cuando se enfatiza demasiado la ya-venida-existencia del reino, el resultado es una escatología sobre-realizada. En este caso, la presencia y el poder del pecado no se toman en cuenta completamente, y hay una creencia ingenua de que la vida debe disfrutarse con salud y riqueza, como si el reino ya hubiera sido completamente revelado, y se instala una especie de optimismo simplista. Por el contrario, cuando se enfatiza demasiado el no-todavía-venido del reino, el resultado es una escatología sub-realizada. En este caso, el pecado parece ser al menos tan poderoso como el evangelio y hay poca esperanza o entusiasmo por el evangelismo, la plantación de iglesias o la oposición a la injusticia en el mundo, y se establece una especie de fatalismo sin esperanza. El mundo es visto como un lío sin esperanza, sin que el Reino de Dios se manifieste con algún poder hasta la Segunda Venida de Cristo.

Dios no quiere que seamos ingenuos, como si el reino ya estuviera completamente aquí. Y Dios no quiere que estemos desesperanzados, como si el reino aún no hubiera comenzado. El reino ha llegado con Jesús y volverá con la segunda venida de Jesús. Dios obrará su rescate, no destruyendo la tierra física sino re-creándola. Usará a los seres humanos, que son parte del problema pero que por gracia se convierten en parte de la solución, para bendecir, redimir y restaurar. En todo esto, no somos observadores de un drama divino, sino participantes que ayudan con la redención, cada uno desempeñando el papel que Dios nos ha asignado para hacer visible el reino invisible.

A pesar de nuestro pecado, el cual arruinó el mundo que Dios hizo, Él inauguró la misión de rescate de Su reino al llamar al gentil Abraham, bendecirlo y convertirlo en padre de una descendencia y una nación a través de la cual todas las familias arruinadas por el pecado serían bendecidas. [NOTA: Gn. 12:1–3.] Nuevamente, Dios obra a través de un hombre, Abraham, quién es parte del problema, pero es hecho parte de la solución. Dios le prometió a Abraham una propiedad de tierra que anteriormente había sido el jardín del Edén como un lugar desde el cual las naciones serían bendecidas.

Pero las cosas no salieron bien. Abraham, y luego su hijo Isaac y su nieto Jacob, fallaron cada vez más en ser fieles al llamado del pacto. La familia del reino se vio exiliada en el reino demoníaco de Egipto. En un giro irónico, los rescatistas necesitaban ser rescatados. Entonces, Dios en Su fidelidad los trajo de regreso para asegurar la continuación de su plan del reino. Como respuesta, Éxodo 15 canta el triunfo del Reino de Dios sobre el poder pagano del rey derrotado, los dioses de Egipto y las fuerzas oscuras detrás del reino falso. [NOTA: Éx. 12:12; Nm. 33: 4; Sf. 2:11.] En el monte Sinaí, al pueblo de Dios se le recordó una vez más su rol del reino entre las naciones, como nación Suya, «posesión preciada entre todos los pueblos, porque toda la tierra es mía; y serás para mí un reino de sacerdotes y una nación santa». [NOTA: Éx. 19:5-6.] Como tales, existieron para traer Su gloria a toda la tierra. Pero a pesar del regalo de Dios de una tierra hermosa, [NOTA: Éx. 3:8–9; Nm. 13] anhelaban volver a Egipto; [NOTA: Nm. 14: 3-10] prefirieron la esclavitud a la libertad y un reino terrenal pagano a Su perfecto reino celestial. A pesar del mandato de Dios, [NOTA: Éx. 20:3; 23:13–33] el pueblo se volvió hacia los dioses derrotados y continuamente prefirió un reino de tinieblas. [NOTA: Éx. 32]

La gloria del reino de Dios viene brevemente en el gobierno de David y en la promesa de la venida del Mesías como rey del reino. [NOTA: 2 Sm. 7:1-17; Sal. 89.] No obstante, el pecado muy grave de David arruina el reinado glorioso, [NOTA: 2 Sm. 11-12] y el conflicto gobierna durante el resto de su tiempo en el trono. En los años siguientes, los males gemelos de la idolatría y la injusticia dominaron la tierra. Toda la nación va al exilio en Babilonia hasta que Dios los rescate.

Tras su rescate de Babilonia, Dios le dice a Israel que verán el regreso del Señor a Sión, que es el lenguaje de la Biblia para el Reino de Dios. Esta no es solo una visión para la Jerusalén redimida, sino para todas las naciones, porque «todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios». [NOTA: Is. 52:8–10] Sin embargo, en lugar de ver a un rey con espléndidas túnicas de gloria, verán el cuerpo golpeado y mutilado de un siervo que sufre dolor y tortura, que es herido por nuestras transgresiones, que recibe el castigo por nuestros pecados, y quien murió por nuestros pecados solo para resucitar y hacer justos a muchos. [NOTA: Is. 52:14–53: 12]

La esperanza del reino se revela repetidamente en el Antiguo Testamento a través de Israel y el Mesías. El salmista pinta una visión misteriosa de un rey venidero que quebrará a las naciones con vara de hierro y las convertirá en herencia del Señor. [NOTA: Sal. 2:8–9] El salmista promete que el rey clamará: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» mientras le atraviesan las manos y los pies. [NOTA: Sal. 22] Debido a este rey mesías, no solo a Israel, sino a todas las naciones se les prometió la inclusión en la adoración solamente a Dios, porque el Señor gobierna sobre las naciones como Rey de reyes. Destrozará a reyes en el día de su ira. [NOTA: Sal. 110] Él debe ser temido y alabado por sobre todos los dioses. [NOTA: Sal. 95:3; 96:4-5; 97:7–9; 135:5; 136:2; 138:1]

La esperanza del Reino, del Antiguo Testamento, es que Dios obrará su misión de rescate en y a través de Israel para todas las naciones. El Mesías de Dios traerá justicia en medio de la injusticia, belleza en medio de la devastación, paz en medio del conflicto, unidad en medio de la división, perdón en medio del pecado, sanidad en medio de la enfermedad y adoración en medio de la idolatría. El Rey derrotará a los poderes del mal, revertirá la maldición, dará plenitud de vida en lugar de muerte y restaurará la armonía a toda la creación. Trágicamente, muchos de los judíos habían perdido de vista esta esperanza universal. Esperaban que Dios enviara un rey que lideraría un levantamiento militar para liberarlos del dominio Romano. Creyeron erróneamente que luego serían reivindicados para poder disfrutar de las bendiciones exclusivas de ser el pueblo de Dios.

Cuando Jesús vino, Él repitió los llamados de los profetas al arrepentimiento de pecado y volverse a Dios. Para los egoístas y orgullosamente religiosos, el mensaje de humilde arrepentimiento de Jesús no era atractivo. En la primera venida de Jesús, las semillas del reino se esparcieron, pero la tierra en el corazón de muchos no era buena y no respondieron con fe. [NOTA: Mt. 13] De igual manera, cuando Jesús les dijo a Sus discípulos que lo matarían, ellos se negaron a creerlo, [NOTA: Mt. 16:21-23; 17:22-23] prefiriendo un mesías que conquistaría a sus enemigos para ellos poder sentarse en tronos a su lado. [NOTA: Mt. 20:17-28]

El mensaje del reino de Jesús es una reiteración de los mismos temas que Dios ha revelado continuamente a su pueblo a lo largo del Antiguo Testamento. El mensaje del reino es que Jesús es Emanuel, Dios con nosotros. [NOTA: Mt. 1:23; 28:20; Jn. 1:14–18] La muerte espiritual, la relación rota con Dios, puede ser curada únicamente mediante Su muerte expiatoria. [NOTA: 2 Cor. 5:14-15; Ef. 2:1, 4–6; Col. 2:13] La destrucción interna que el pecado ha traído a nuestros corazones puede renovarse mediante el poder de Su Espíritu. [NOTA: Jn. 1:13; 3: 5-8; 2 Cor. 5:17; Tito 3: 5] El verdadero enemigo conquistado por su victoria no es político, sino el pecado y el dios de este mundo, Satanás mismo, junto con las fuerzas espirituales de las tinieblas. [NOTA: Jn. 12: 31–32; 16:11; Col. 2:15; Hb. 2:14] Jesús formó un nuevo movimiento, la iglesia, un pueblo redimido de todas las nacionalidades y etnias, que vendrán a la unidad del Espíritu para participar en la misión de rescate de Dios al mundo entero. [NOTA: Mt. 28:16-20; Hc. 1:5–8]

La resurrección de Jesús prefigura nuestra resurrección. [NOTA: 1 Cor.15: 12–57] En la muerte y resurrección de Jesús, no solo es pagado el precio de nuestro pecado y se asegura nuestra vida después de la muerte, sino que la vida eterna de Dios verdaderamente ha llegado a esta tierra maldecida; con la venida del Rey, el reino de Dios ha venido a este mundo. [NOTA: Jn. 3:16; 5:24; 6:40; 2 Cor. 4:10–11] Gracias al Rey Jesús, habrá vida física nuevamente después de un período de muerte física. [NOTA: 1 Cor. 15:44–46; 2 Cor. 5:1–8]

Es un hecho, la creación viene de Dios, pertenece a Dios y será restaurada por Dios en su reino. La Biblia es una historia contada en formato de principio-medio-principio. El libro con el que principia la Biblia, Génesis, comienza con dos capítulos de la creación, seguidos de un capítulo de juicio por el pecado. Asimismo, el libro de cierre de la Biblia, Apocalipsis, termina con dos capítulos de nueva creación precedidos por el juicio final por el pecado cuando Dios regresa a Su plan y diseño original para Su Reino.

¿CÓMO ES NUESTRO REY JESUCRISTO LEÓN Y CORDERO?

Un reino es la extensión del gobierno de un rey. El Reino de Dios está gobernado por el Rey Jesús sobre todo.

El Antiguo Testamento profetizó que Jesús gobernaría en gloria con cetro de rey y vendría con humildad montado en un burro. [NOTA: Gn. 49:10; Zc. 9:9 cf. Jn. 12:14-15.] Los enemigos burlándose de Jesús revelaron Su reinado cuando presionaron una corona de espinas en Su cabeza y colgaron sobre ella el letrero: «Jesús de Nazaret, el Rey de los judíos». [NOTA: Mt. 27:37; Mr. 15:26; Lc. 23:38; Jn. 19:19.]

Después de Su resurrección y ascensión al cielo, Jesús es revelado a lo largo de Apocalipsis no menos de cuarenta y cinco veces estando sentado en un trono, gobernando y reinando como Señor soberano por encima de todo. La verdad y el juicio vienen desde Su trono mientras que la adoración, la alabanza, la gloria y la adoración irán hacia Su trono. Al colocar el trono de Jesucristo en el centro de la creación y la historia, Juan está desplazando radicalmente a la humanidad; la meta de la redención y el reino es orientar toda la adoración hacia Dios solamente.

La mayoría de los cristianos ven a Jesucristo como León o Cordero y no como ambos. Aquellos de nosotros con más personalidad de cordero nos centraremos en las partes de la Biblia en las que Jesús fue manso, bondadoso, paciente, amoroso y parece más pasivo, si no tímido. Aquellos de nosotros con más personalidad de león nos enfocaremos en las partes de la Biblia donde Jesús fue fuerte, firme, urgente, controvertido y parece más activo, si no agresivo.

¿Eres más un león o un cordero? ¿Ves a Jesús más como un león o como un cordero?

La Biblia presenta a Jesús como ambos, un león y un cordero. Mirando hacia la eternidad y las realidades del cielo y el infierno, Apocalipsis 5:5-6 dice: «No llores más; he aquí, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido, para que pueda abrir el libro y sus siete sellos. Y entre el trono y los cuatro seres vivientes y entre los ancianos vi un Cordero de pie, como inmolado, con siete cuernos y con siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra.»

Un león es el rey de la selva. Un león come lo que quiere–búfalos, cerdos e incluso elefantes o caimanes. Un león macho vive en una manada con principalmente hembras y cachorros, e iría a la guerra contra cualquier cosa que amenace a su manada. A veces, Jesús es un León. Los ejemplos incluyen Sus repetidas guerras con Satanás, sus luchas con líderes religiosos demoníacos, y hacer un látigo para atacar a los cambistas en el Templo por intercambiar la adoración de Dios por el demonio dios del dinero, Mammon. Como león, Jesucristo es rudo.

Los corderos son criaturas mansas que se mantienen unidas a su rebaño porque son animales muy sociales. Los corderos son vulnerables y tan reconfortantes y seguros, que invitamos a los niños a contarlos por la noche hasta que se duerman. Los corderos comen pasto y no son una amenaza para ningún animal o humano. Atestiguamos a Jesús como cordero en su tierno amor por las mujeres, los niños, los marginados y los que sufren. Los ejemplos incluyen la curación de la hija de Jairo, perdonar a la mujer samaritana pecadora en el pozo de agua, llorar por la muerte de su amigo Lázaro y cuidar tiernamente a su madre María desde la cruz. Como un cordero, Jesús es tierno.

Aquellos que ven a Jesús más como un León se les dificulta ver a Dios perdonando y salvando a algunas personas a quienes ellos mismos se les dificulta perdonar. Aquellos que ven a Jesús más como un Cordero se les dificulta ver a Dios sin amar, salvar y perdonar a todos para siempre.

Jesús es rudo como un león y tierno como un cordero. En el cielo, el rey Jesús reinará como un tierno Cordero. En el infierno, el rey Jesús gobernará como un León duro.

Un soldado es un buen ejemplo de rudeza y ternura. Sirve en una unidad militar de élite que realiza misiones secretas para matar a líderes de cárteles de drogas, dictadores militares demoníacos y terroristas. En combate, es un león ferozmente despiadado. Al llegar a casa de una misión, su pequeña hija planea fiestas especiales de té para darle la bienvenida. En una ocasión, su hija le pidió que se sentara para la fiesta del té inmediatamente después de llegar a casa de una misión mientras todavía vestía su equipo de combate. Imagínese a un hombre gigante cubierto de sudor y suciedad de la batalla sentado en una silla pequeña en una habitación rosa con una niña con un vestido comiendo galletas y bebiendo té. Ese hombre es tan rudo como un león como es tierno como un cordero. Lucha para proteger a los que ama. Este soldado ama a Jesús, quien es perfectamente león y cordero para siempre mientras gobierna tanto el infierno para proteger a su pueblo como el cielo para bendecir a su pueblo.

¿QUÉ JUICIO ESPERA A LOS CRISTIANOS AL FINAL DE ESTA VIDA?

Los cristianos no serán juzgados al final de esta vida de la misma manera que lo serán los no cristianos. La Biblia enseña esta verdad clara y repetidamente. Jesús dijo: «De cierto, de cierto les digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna. No viene a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida». [NOTA: Jn. 5:24] Pablo dice, «Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús». [NOTA: Rm. 8:1] Dicho de manera sencilla, en Cristo, todo pecado es perdonado después de haber sido juzgado en la cruz de Jesús. [NOTA: Col. 2:13;1 Jn. 2:12] Subsecuentemente, los cristianos son miembros de la familia de Dios ahora y para siempre.

No obstante, los cristianos serán juzgados al final de esta vida de una manera diferente al juicio de los no cristianos. Esta vida, y lo que hacemos y no hacemos con ella, es muy importante. El Espíritu Santo le ha dado a cada cristiano tiempo, talento y tesoro que deben administrar bien para el Reino. El juicio del cristiano es un día de evaluación cuando «todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponde por lo que ha hecho en el cuerpo, sea bueno o malo.» [NOTA: 2 Cor. 5:10.]

Este tema de responsabilidad y recompensa recorre todas las Escrituras como un recordatorio continuo de no desperdiciar nuestra vida, sino de administrarla a la luz de la eternidad. [NOTA: Mt. 24: 45–47; 25: 14-30; Lc. 12:42–48; 16: 1-13; 17:7-10; 19:12-27; Rm. 2:16; 14:10; 1 Cor. 3:8-15; 4:5; 9:17-27; Col. 3:23-25; 1 Tm. 2:3-6; 2 Tm. 4:8; 1 Pd. 1:7; 5:4; Ap. 4: 4,10; 22:12.]

Para ilustrar este concepto, Jesús cuenta una historia del reino en la que les da a los creyentes diez minas, una gran cantidad de dinero, y les ordena que hagan negocios con ellas. [NOTA: Lc. 19:12–27.] El siervo que trae diez minas más recibe autoridad sobre diez ciudades en el reino, mientras que el siervo que trae cinco minas recibe autoridad sobre cinco. El último siervo, que esconde su mina por miedo al amo, tipifica a alguien que no tiene una relación de gracia con Jesús. El punto de la historia de Jesús es que, si somos verdaderamente cristianos y conocemos el amor de nuestro Maestro, debemos invertir fielmente nuestras vidas en el servicio de su reino. La calidad del trabajo que hacemos será revelada y probada al final, y solo el trabajo que sobreviva a la evaluación de Jesús será digno de recompensa. Positivamente, nuestro día de prueba puede ser un día de gran regocijo cuando escuchamos a Jesús declarar: «Bien hecho», si somos mayordomos fieles en esta vida.

Negativamente, algunos cristianos se entristecerán por la falta de recompensa que se les dará. Pablo dice: «Si la obra de alguien se quema, sufrirá pérdida, aunque él mismo se salvará, pero solo como por fuego». [NOTA: 1 Cor. 3:15.] La Biblia es clara en que hay consecuencias eternas para los creyentes que hacen tanto el bien como el mal. [NOTA: 2 Cor. 5:10.]

Los que aman a Jesús se esforzarán por ser como él. Debido a que somos hechura de Dios, creados para buenas obras, debemos ponerlas por obra. [NOTA: Ef. 2:10.] La Biblia nos exhorta repetidamente a «hacer todo lo posible» para ser fieles al llamado de Dios. [NOTA: Lc. 13:24; Rm. 14:19; Ef. 4:3; Hb. 4:11; 12:14; 2 Pd. 1:5-10; 3:14.]

Somos hijos de Dios con todo el derecho de la herencia. La participación en el Reino ya es nuestra, no por lo que hemos hecho por Dios, sino por lo que Dios ha hecho por nosotros. Debemos responder siendo dignos de confianza. Poco a poco, aprendemos y crecemos en fidelidad con las pequeñas obras del reino que se nos ha confiado. Sabemos que Dios es un Padre cuyo amor y devoción por Sus hijos es puramente por gracia y nunca cambiará. Aún así, como buen Padre, Él también da tareas y responsabilidades a cada uno de Sus hijos para ayudarlos a madurar y crecer para que Él pueda confiarles cosas cada vez más importantes; en el Reino, Él recompensa a los hijos que son fieles en esta vida de maneras que no recompensará a los hijos que son infieles en esta vida. [NOTA: Lc. 16: 10-12; 19: 17-19]

¿QUÉ JUICIO ESPERA A LOS NO CRISTIANOS AL FINAL DE ESTA VIDA?

Cuando finalmente se corrige con justicia una gran injusticia anterior, hay cánticos y celebración. Esto explica por qué la alegría aumenta cuando se captura a un criminal peligroso o un dictador demoníaco es derrocado. Debido a que Dios nos hizo a Su imagen con conciencia, anhelamos la justicia donde lo malo es corregido.

Romanos 2 es un capítulo de la Biblia que trata en profundidad con las bendiciones y beneficios del juicio de Dios. El juicio y la justicia humanas suelen ser imperfectos porque generalmente solo se conocen en parte y tienen prejuicios. Para empeorar las cosas, hasta cierto punto todos somos culpables de las mismas cosas por las que juzgamos a otros, «Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas.» [NOTA: Rm. 2:1] Tendemos a ver el pecado de los demás mucho más claramente que el nuestro. Afortunadamente, llegará un día en que Dios juzgará perfectamente a todos, «en el día de la ira cuando se revelará el justo juicio de Dios.» [NOTA: Rm. 2: 5.]

La razón por la que Dios aún no ha traído el juicio final no es porque sea indiferente, sino que Él es paciente dando a los pecadores una amplia oportunidad de confiar en el Salvador, «¿O presumes de las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, sin saberlo? que la bondad de Dios está destinada a llevarte al arrepentimiento? Pero debido a tu corazón duro y sin arrepentimiento, acumulas ira para ti mismo en el día de la ira cuando se revelará el justo juicio de Dios». [NOTA: Rm. 2:4-5.]

Así como Jesús dijo que los creyentes acumulan tesoros para sí mismos en el cielo por sus obras en el Espíritu, así Pablo dice que los incrédulos también acumulan ira para sí mismos en el infierno por sus obras de la carne. Pablo incluso usa la misma palabra griega que Jesús para contrastar el juicio de creyentes e incrédulos. [NOTA: Mt. 6:19; Rm. 2:5] Pablo concluye diciendo de Dios: «El pagará a cada uno según sus obras; a los que con paciencia en hacer el bien buscan gloria y honra e inmortalidad, él les dará vida eterna; pero para los que son egoístas y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia, habrá ira y furor…Porque Dios no hace acepción de personas.» [NOTA: Rm. 2: 6-8,11]

Jesús dijo, «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que no obedece al Hijo, no verá la vida, pero la ira de Dios permanece sobre él». [NOTA: Jn. 3:36] La nueva creación puede ser nueva solo si todos en ella aman a Dios y lo obedecen. No puede haber pecado ni pecadores. Deben estar separados. En el reino, los pecados gemelos de idolatría e injusticia se transformarán en obediencia a los mandamientos gemelos de Jesús de amar a Dios y al prójimo. [NOTA: Dt. 6: 5; 10:12; 30:6; Lv. 19:18; Mt. 22:37–40; Mr. 12:30–31; Lc. 10:27; Rm. 13:9-10; 15:2; Gal. 5:14; 6:10; San. 2:8.]

Se acerca el día en que Dios juzgará a vivos y muertos [NOTA: Hc. 10:42; 2 Tm. 4:1; 1 Pd. 4:5] a través del Hijo [NOTA: Sal. 2:12; Mr. 14:62; Jn.5:22; Hc. 17:31] Cuando el trono del Hijo del Hombre llegue a la tierra, todos estarán ante Él para ser juzgados. [NOTA: Mt. 25:31–46; Ap. 20:11-15.] Desde el principio de la creación [NOTA: Gn. 2:15-17] hasta el final, [NOTA: Ap. 20:12-13] la Biblia deja en claro que la base de la el juicio son nuestras obras. [NOTA: Jer. 17:10; 32:19; Mt. 16:27; Rm. 2:6; Gal. 6:7-8; Ap. 2:23; 22:12.]

Hay grados de castigo en el infierno, así como hay grados de recompensa en el cielo. Jesús le dijo a la gente de Capernaúm que sería peor para ellos en el juicio que para Sodoma. [NOTA: Mt. 11:21-24] El que peca a sabiendas y voluntariamente, recibirá un castigo más severo que el que no sabía. [NOTA: Lc. 12:47–48.] Tanto en la vida como en el infierno, algunos pecados reciben un castigo más severo, porque eso es justo. [NOTA: Nm. 15:22-30; Lv. 4:1–35; 5:15-19; Mt. 18:6; 1 Tm. 5:8; San. 3:1;1 Jn. 5:16–18.] Esto encaja a la enseñanza de las Escrituras de que algunos pecados son cualitativamente peores que otros en el sentido de que la profundidad de su maldad y el daño resultante es mucho mayor. Jesús ilustró esto cuando le dijo a Pilato: «El que me entregó a ti, mayor pecado tiene.» [NOTA: Jn.19:11]

¿QUÉ ENSEÑAN LAS ESCRITURAS SOBRE EL CIELO?

La mayoría de las personas no saben mucho sobre el cielo y lo que piensan a menudo es simplemente incorrecto. Basado en un mal arte religioso en la Capilla Sixtina, la persona promedio piensa en el Cielo como un lugar aburrido donde todos somos bebés regordetes sentados en nubes usando pañales tocando pequeñas arpas por toda la eternidad fingiendo que eso nos gusta.

Satanás fue expulsado del cielo y ha estado amargado desde entonces. Vino al cielo en la tierra, Edén, para que la humanidad también fuera expulsada del cielo. Desde entonces, Satanás ha emprendido una campaña de noticias falsas increíblemente efectiva para tergiversar el cielo y el infierno, y alentar a la gente a buscar crear su propio pequeño cielo en la tierra sin Dios. Todos buscamos ser felices y saludables, y eso debería llevarnos a Dios y al cielo en lugar de Satanás y la rebelión.

Según la Biblia, hay una realidad gobernada por Dios sobre dos reinos. Un reino es el mundo espiritual donde Dios, los seres divinos (incluidos los ángeles) y los santos difuntos viven ahora mismo. El otro reino es el mundo físico donde viven los seres humanos en este momento.

Originalmente, estos dos reinos estaban conectados. El Jardín del Edén en Génesis era literalmente el Cielo en la tierra donde el reino invisible y el reino visible se conectaban. Esto explica por qué Adán y Eva se reunieron con Dios allí, no se sorprendieron cuando apareció un ser divino (Satanás) y vieron a un ángel alejarlos del Árbol de la Vida una vez que pecaron. Una vez que pecamos, los reinos se desconectaron. Entonces, al morir, las dos partes de nuestro ser también se desconectan. Nuestro cuerpo va al suelo esperando la resurrección. Nuestra alma va a estar con Dios.

El apóstol Pablo dice que esto es «mucho mejor» que nuestra vida actual en la tierra, y todo lo que tenemos es «ganancia» al esperar estar «en casa con el Señor». [NOTA: 2 Cor. 5: 8; Flp. 1:21-23.] Entonces, si alguien ama a Jesús y muere hoy, está con Jesús en el cielo espiritual. Ese, sin embargo, no es su destino final. Cuando Jesús regrese a la tierra, traerá el cielo a la tierra con él para restaurar las cosas a como eran antes de que el pecado entrara en el mundo. Aquellos que aman a Jesús se levantarán de entre los muertos para vivir para siempre en su cuerpo en la tierra más el Cielo. Demasiadas personas piensan en el Cielo solo en términos del estado espiritual intermedio, y no de la realidad física terrenal que Dios ha planeado para toda la eternidad.

Ahora mismo, el cielo existe en el reino invisible y es tan real como el mundo que ocupamos en el reino visible. Al igual que una llamada de Zoom, Isaías, Ezequiel y Juan se comunicaron con el cielo y vieron lo que estaba sucediendo allí. Por ejemplo, Apocalipsis 6:9-11 dice: «Vi…las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que habían dado. Clamaron a gran voz, “Oh Señor Soberano, Santo y Verdadero, ¿Hasta cuándo juzgarás y vengarás nuestra sangre sobre los que habitan en la tierra?” Luego se le dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que descansaran un poco de tiempo más…»

Los cristianos difuntos en este momento están conscientes de lo que está sucediendo tanto en el cielo como en la tierra. Además, se comunican con Dios y entre ellos. Esta es una revelación asombrosa.

Algo aún más asombroso es que a las personas cuya alma está con Dios, y cuyo cuerpo está bajo suelo en la tierra, se les da ropa para vestir, es decir, túnicas blancas. Esto parece indicar que tienen cuerpos físicos de algún tipo.

Tendemos a pensar en el cielo como un lugar exclusivamente espiritual sin ningún cuerpo físico. Pero sabemos que hay al menos una persona en el reino invisible del Cielo espiritual ahora mismo con un cuerpo–Jesucristo. [NOTA: Hc. 1:11] Además, sabemos que Enoc y Elías en la Biblia nunca murieron, y fueron llevados al cielo aún vivos, lo que pondría el total de personas con cuerpos en el cielo en este momento en tres o más. Además, cuando Moisés y Elías bajaron a visitar a Jesús y Pedro en el monte de la Transfiguración, parecían aparecer en cuerpos. Esto deja abierta al menos la posibilidad de que un creyente en Jesucristo que muera pudiera ocupar un cuerpo temporal de algún tipo hasta que resucite de la muerte en su cuerpo eterno.

Cuando pensamos en el cielo, debemos dejar de pensar en como sería dejar este planeta y, en cambio, pensar en cómo será cuando la oración de Jesús sea respondida, y el Reino de los cielos venga a la tierra y la voluntad de Dios se haga desde un extremo del cosmos al otro. Dios no abandona Su plan de diseño desde la creación. Dios no será derrotado, disuadido ni distraído. Dios permanece enfocado en volver al punto de partida y en seguir con Su plan para que la vida humana florezca en la tierra y sea gobernada por el Cielo que viene a la tierra.

Aunque nosotros cambiamos, y el cielo y la tierra cambian, Dios no cambia, y Dios no cambia Su plan para Su pueblo y Su planeta. Esto explica por qué la Biblia usa muchas palabras como restaurar, redimir, resucitar, renovar, etc. Hechos 3:21 espera «el tiempo para restaurar todas las cosas de las que Dios habló por boca de sus santos profetas». Dios regresará a donde comenzó, a quitar la maldición, sentenciar a Satanás, resucitar a los muertos y hacer visible el reino del Edén en el mundo invisible en el reino visible de la tierra. Él alcanzará y liberará todo lo que ha sido maldecido por nuestro pecado para que sea sanado por Su Hijo.

La analogía que Pablo usa para la vida tal como la estamos experimentando ahora mismo, es como un parto. Nunca hemos conocido a una mujer a la que le guste el proceso del parto. Hemos conocido a muchas mujeres que aman al niño que dieron a luz. Para este cristiano, esta vida de gritos, llanto, estrés y empujones es nuestra versión del nacimiento donde Dios traerá una nueva vida hermosa y valiosa en el otro lado. Al igual que el parto, este proceso doloroso vale la pena por la nueva vida nacida al otro lado de todo el dolor. Para el cristiano, esto enmarca nuestro amor por el cielo y llena con increíble significado nuestro dolor presente, ya que un día tendremos la misma alegría que la de una nueva mamá sosteniendo a su bebé.

Ahora mismo, hay un lugar llamado Cielo que existe en el reino invisible. Allí viven Dios, seres divinos incluyendo los ángeles y los santos difuntos que amaron a Jesús en su vida en la tierra. Cuando mueres, vas allí para estar con ellos si amas a Jesús. Los teólogos llaman a esto el «cielo intermedio».

Un día, quizás en horas o siglos, Jesucristo regresará a este mundo empapado de lágrimas y maldecido por el pecado, con el Cielo como el Rey, y todos y todo en Su Reino harán su gran mudanza hacia la tierra. Así como Jesús unió el cielo y la tierra en su primera venida, unirá el cielo nuevo y la tierra nueva en su segunda venida. [NOTA: Is. 65:17; 2 Pd. 3:13; Ap. 21:1-3]

Para el cristiano, morir es simplemente mudarse. Como cualquier mudanza, es importante investigar un poco para que pueda prepararse para su nuevo hogar, obtener direcciones (que básicamente es seguir a Jesús, que es el camino a casa) y superar las molestias de esta vida para mudarse a su Hogar Permanente en el Cielo.

Hay seis formas en que la Biblia describe el Cielo: un Sábado (Sabbath «Día de Reposo»), un Reino, una Ciudad, un Hogar, un Jardín y una Fiesta. Para empezar, necesitarás usar tu imaginación. Cuando somos niños, parece que podemos pensar en categorías creativas y llenas de fe mucho más fácilmente que los adultos: «Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Y llamando a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.”» [NOTA: Mt. 18:1-3.]

Jesús es claro – para prepararse para el Cielo, necesitas una fe como la de un niño. La fe infantil es inmadura, irresponsable y débil. La fe como la de un niño es sencilla y confía fuertemente en el Padre quien es bueno para cumplir sus promesas.

El Cielo es un Sábado

Todo el mundo quiere el Cielo. No todos quieren a Dios. El contexto de Hebreos 4 es que algunas personas tenían fe en Dios, y disfrutarían del descanso eterno del Cielo. Otros, tristemente, querían el Cielo pero no a Dios y se habla de ellos en términos de «caída» y «desobediencia». Tristemente lo mismo es verdad hoy en día. La verdad es que el Cielo no sólo es un lugar, también es una persona llamada Jesús. Apartados de Jesús, no existe ningún otro lugar como el Cielo. Apartados de Jesús, nadie llega al verdadero Cielo.

Hebreos 4 reflexiona sobre el Éxodo. Ahí, Josué y Caleb, actuando como el Presidente y Vicepresidente, lideraban al pueblo desde Egipto hacia la Tierra Prometida. [NOTA: Nm. 14:24,30.] Habiendo estado en Egipto por más de 400 años, ellos se volvieron esclavos y no habían tenido un día de reposo quizás por generaciones. Dios los liberó de manera sobrenatural con plagas, muerte, un mar partido a la mitad, y maná entregado diariamente. Una nación de quizás unos pocos millones, vagaron por el desierto durante unos 40 años, murmurando y hartos de vivir una vida vagabunda de caminar y acampar. Honestamente, a nosotros no nos hubiera ido mejor.

El autor de Hebreos usa el Éxodo como una analogía para nuestra vida. Dios nos liberó sobrenaturalmente a través de la resurrección de Jesús, derrotó a nuestro Faraón Satanás y la esclavitud del pecado, y nos promete un hogar y descanso eternos. Sin embargo, aquí estamos atrapados vagando por este planeta abandonado preguntándonos cuando finalmente podremos volver a casa. La clave, nos dice Hebreos, es que tengamos «fe» en las «buenas noticias» sobre Jesucristo y sigamos a Dios a través de nuestro desierto.

Los que no entienden el verdadero Cielo vanamente tratan de hacer su versión del Cielo en la tierra. Los israelitas a quienes se les dio el cuarto mandamiento en Éxodo 20 sobre el «Día de Reposo» (Sábado) se habla de ellos en Hebreos 4. Estas son las mismas personas que se emborrachaban, hacían malas y locas fiestas, y adoraban a un becerro de oro, que probablemente era un concepto loco de culto que tomaron de su esclavitud en Egipto.

En el Cielo, podremos hacer las mismas cosas que disfrutamos en nuestro Sábado en esta vida. Habrá deportes, música, aprendizaje, lectura de libros, arte, natación, caminatas, mascotas, cocina, fiestas, repostería, tiempo a solas, pesca, jardinería, juegos, viajes, aventuras, surfeo, y sí, siestas como Jesús que durmió una siesta en la tierra para darnos un ejemplo de cómo se hace en el Sábado. El Cielo y la Tierra estaban juntos antes del pecado y son re-unidos después del pecado. El mismo tipo de cosas que Adán y Eva llegaron a disfrutar antes de que el pecado entrara al mundo, es el mismo tipo de cosas que nosotros llegaremos a disfrutar una vez que el pecado haya sido arrancado del mundo.

El Cielo es un Reino

Este mundo no necesita otro partido político.

Este mundo no necesita otro candidato político.

Este mundo no necesita otra elección.

Este mundo no necesita otra teoría de gobierno para un nuevo experimento nacional.

Lo que este mundo necesita es un gobernante benevolente lleno de gracia – que posea fondos ilimitados de recursos y sea impulsado por el deseo de glorificar a Dios al hacer el bien a las personas.

Jesucristo volverá a la tierra como Rey de Reyes y establecerá un Reino que nunca acabará. Siguiéndole a él a este mundo estará todo el Reino del mundo invisible con los santos difuntos y los seres divinos (incluyendo los ángeles) a Su paso. [NOTA: 2 Sm. 7:12-13; Hb. 11:16]

En el Reino Celestial, nadie tendrá hambre, nadie será vagabundo, y no nadie será desamparado.

En el Reino Celestial, no habrá guerra, no habrá preocupación y no habrá cansancio.

En el Reino Celestial, no habrá pecado, sufrimiento o vergüenza.

En el Reino Celestial, no habrá lágrimas, pruebas o dificultades.

En el Reino Celestial, no habrá contaminación, política o problemas.

Todos los que han estado frustrados con este mundo, enojados con su gobierno, votaron en una elección, dijeron algo tonto en las redes sociales, marcharon en una protesta, firmaron una petición, o derramaron una lágrima, realmente quieren la Segunda Venida de Jesucristo, lo sepan o no. Este mundo es el problema. Esto significa que la solución tiene que venir de otro mundo a este mundo. Su nombre es el Rey Jesús.

El Cielo es una Ciudad

¿Cuáles son las ciudades más asombrosas a las que has viajado? ¿Qué ciudades están en tu lista de deseos de poder visitar algún día?

El cielo es la plenitud de la habilidad humana desatada en nuestro vivir una vez que la maldición es levantada. La Ciudad de la Nueva Jerusalén de Dios que desciende del Cielo como un prototipo del tipo de ciudades a la que Dios nos da la bienvenida para construir y explorar en nuestro planeta, y más allá en las galaxias que necesitan ser exploradas y que estarán abiertas para el dominio humano y establecimiento de grandes ciudades globales y galácticas. [NOTA: Hb. 11:10] Sí, los fans de Star Trek («Viaje a las Estrellas») y Star Wars («La Guerra de las Galaxias») están en algo correcto…

La historia de la Biblia comienza con el Jardín del Edén (que significa paraíso) que es un reino donde Dios y los seres divinos viven, y termina con una ciudad que desciende del Cielo con el Jardín del Edén en esa ciudad. Imagina lo que será una ciudad perfecta hecha por Dios para el florecimiento humano sin el pecado o la maldición y estarás comenzando a inclinarte hacia la eternidad. Las ciudades antiguas estaban protegidas por una muralla y la gente tenía que pasar por una puerta para poder entrar. Solo se le permitía ingresar si su nombre estaba en la lista de residentes oficiales. Lo mismo ocurre con la eterna Ciudad Celestial de Dios. Si perteneces a Jesucristo, entonces tu nombre ya está escrito en el libro de la vida del Cordero. Si no te has apartado de tu pecado y no has confiado en Jesucristo, entonces debes hacerlo ahora mismo y convertirte en cristiano para que tu nombre sea agregado a la lista de invitados eternos en la Ciudad de Dios. [NOTA: Ap. 21:23-27.]

El Cielo es un Hogar

¿En cuántas casas has vivido? ¿Cuál es tu casa favorita en la que has vivido? Si hubiera una casa, o un hotel, que hayas visto y en el que pudieras vivir, ¿cuál sería?

Para la mayoría de la gente, la mayor inversión de nuestra vida es nuestra casa. El lugar donde creamos la mayor cantidad de nuestros recuerdos, organizamos la mayor cantidad de actividades, y celebramos las fiestas.

Un hogar es dos cosas–las personas y un lugar. En un día especialmente bajo después de mudar a nuestra familia a otro estado, uno de nuestros hijos dijo que extrañaba nuestro «hogar». Estaban recordando donde solían vivir y querían volver. Les pregunté si volver a su antigua casa sin su familia se sentiría aún como un «hogar». Dijeron que no, porque el hogar es tanto las personas como el lugar. Incluso si estuvieran en el mismo lugar sin las personas que llaman familia, no sería un hogar. Nuestro hijo estaba experimentando lo mismo que todo cristiano en esta vida. Hemos dejado nuestro hogar en la presencia de Dios en el Edén, pero aún no nos hemos mudado a nuestro eterno Hogar Celestial con el pueblo de Dios, en la presencia de Dios. La vida en este planeta se vive en un cuerpo y un hogar para nuestro cuerpo que son ambos alquilados, en los que no estaremos para siempre. [NOTA: Jn.14:1-3; 2 Cor. 5:1]

Fuimos hechos para estar en nuestro hogar junto con Dios nuestro Padre como familia. Todos los que han comprado una casa, se han mudado, se han quedado en un hotel, han ido de campamento, han hecho un proyecto de mejora de la casa, han visto un programa de mejora de la casa en la televisión, o han pasado por una «casa abierta» para una casa en venta, en realidad están esperando el Cielo que es nuestro hogar y la Casa del Padre.

El Cielo es un Jardín

El estar al aire libre en un ambiente hermoso simplemente te hace sentir más cerca de Dios. Por este motivo es que nos vamos vacaciones, escalamos montañas, nadamos en lagos, navegamos ríos, golfeamos en campos de golf, y plantamos jardines.

Antes de que Dios hiciera a las personas, hizo un jardín para que viviéramos en el. Edén significa el paraíso, y nos sentimos en casa en hermosos espacios exteriores porque ese fue nuestro hogar original. El jardín del Edén es un reino en el que Dios y otros seres divinos (incluidos los ángeles) se reunieron con nuestros primeros padres como punto de conexión entre el Reino de los Cielos en el reino invisible y el Reino de la Tierra en el reino visible. Ese jardín y ese reino siguen existiendo, aunque hemos perdido el acceso a él. Cuando Jesús murió en la cruz, uno de los ladrones que moría a su lado se arrepintió de su pecado y recibió a Jesús como su Salvador. Jesús le dijo entonces que al morir sería llevado al «paraíso» que significa jardín y que probablemente era el mismo lugar del que Adán y Eva fueron expulsados.

Cuando Jesús regrese, Apocalipsis revela que Él traerá consigo el jardín paradisíaco del Edén. El plan original de Dios para este planeta no ha sido arruinado por Satanás y el pecado, sino que será restaurado por nuestro Rey y su Reino. La eternidad comenzará como lo hizo la historia – con Dios gobernando desde un jardín en la tierra sentado en un trono con el árbol de la vida abierto para que las personas sean sanadas de la maldición y vivan juntas para siempre en la tierra en cuerpos físicos. [NOTA: Gn. 2:8: cf. Ap. 22:1-2.]

La próxima vez que vea un amanecer o una puesta de sol, salte a un lago, suba a una montaña, plante un jardín, ponga flores en su casa, disfrute de las hojas de otoño, sienta la brisa, entre en un río, o sienta la hierba fresca o la arena caliente bajo sus pies, recuerde que lo mejor está aún por venir.

El Cielo es una Fiesta

En Juan 2, Jesús inicia Su ministerio público cambiando el agua en vino en una fiesta de bodas.

¿Por qué?

Los milagros de Dios apuntan al Reino de Dios. La razón por la que Jesús hizo su primer milagro en una fiesta de bodas es porque el Reino de Dios es la última y mejor fiesta de bodas. [NOTA: Mt. 22:1-2] Apocalipsis 19 anticipa la boda final de la historia, que marca el comienzo de la eternidad cuando Jesús regrese para gobernar la tierra como un novio real, con la iglesia siendo amada y cuidada como una novia. Toda la escena que anuncia la eternidad es la fiesta más épica que da inicio a la fiesta que nunca termina.

Tu fuiste creado para esa fiesta. Todos los que celebran un cumpleaños, aman las fiestas, compran un pastel, soplan una flauta de fiesta, hacen una parrillada en su casa, aplauden en un concierto, organizan una cena, sonríen en una boda, usan la camiseta de su equipo favorito, o se presentan a la toma de protesta de su candidato, es alguien que en el fondo quiere que Jesús vuelva y haga una fiesta… lo sepan o no.

La Tierra es la sombra del Cielo. Las fiestas que hacemos son sombras de la fiesta que es el Cielo. Tristemente, el Diablo ha hecho un buen trabajo mintiendo sobre el Cielo y convenciendo a la gente que el Infierno es donde está la fiesta, y que el Cielo es donde están los aguafiestas. Nada más lejos de la realidad.

El problema es que es fácil equiparar a las personas religiosas con el Cielo. Esta ecuación, sin embargo, es defectuosa. Cuando estaba en la tierra, Jesús seguía yendo a fiestas y haciendo que la gente celebrara fiestas cuando él llegaba, incluyendo a los niños. Jesús tiene el perfecto sentido del humor y nos dice que esta vida tiene algunas lágrimas, pero que el Cielo es una fiesta de risas y regocijo: «Dichosos ustedes que ahora lloran, porque luego habrán de reír…. Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo…» [NOTA: Lc. 6:21, 23]

Cuando la Biblia usa las palabras alegría unas 200 veces, y añade la palabra reír unas 40 veces, nos recuerda que reír es una práctica para el Cielo. Martín Lutero dijo una vez, «Si no te es permitido reír en el cielo, no quiero ir allí.» [NOTA FINAL #1]

Un cristiano sin gozo, criticón, y aburrido es de mala publicidad para el Cielo, ¡el cual es una fiesta que nunca termina!

¿QUÉ ENSEÑAN LAS ESCRITURAS SOBRE EL INFIERNO?

Jesús habla más del infierno que nadie mas en toda la Escritura. Las palabras de Jesús vienen en el contexto del resto de la Escritura, que dice que Dios «desea que todos los pueblos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad». [NOTA: 1 Tm. 2:4] Aún mas, Él «es paciente con ustedes, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» [NOTA: 2 Pd. 3:9]

A pesar del amor y la paciencia de Dios con los pecadores, es un horrible error descartar las enseñanzas claras de la Biblia sobre el infierno. Richard Niebuhr caracterizó el intento continuo de los cristianos liberales de negar el infierno como «un Dios sin ira llevó a los hombres sin pecado a un reino sin juicio a través de la ministración de un Cristo sin cruz». [NOTA FINAL #2] Jesús habló más sobre el infierno que sobre cualquier otro tema. Sorprendentemente, el 13 por ciento de sus dichos son sobre el infierno y el juicio; más de la mitad de sus parábolas se relacionan con el juicio eterno a los pecadores. [NOTA FINAL #3]

La Biblia no nos da una exposición detallada del infierno, pero hay muchas descripciones del destino de sus habitantes en ese lugar de castigo eterno. Estas descripciones incluyen (1) fuego; [NOTA: Mt. 13:42, 50; 18:8,9; Ap. 19:20; 20:14-15] (2) oscuridad; [NOTA: Mt. 25:30; Judas 13] (3) castigo; [NOTA: Ap. 14: 10-11] (4) exclusión de la presencia de Dios; [NOTA: Mt. 7:23; 25:41; Lc. 16:19 ss.; 2 Ts. 1:9] (5) sin descanso; [NOTA: Ap. 14:11] (6) segunda muerte; [NOTA: Ap. 2:11; 20:6, 14; 21:8] y (7) llanto y crujir de dientes. [NOTA: Mt. 13:42,50; 22:12-13; 24:51; 25:30; Lc. 13:28]

Hay que admitir que hay una larga discusión entre los cristianos sobre qué tan literalmente debemos tomar estas descripciones. Los evangélicos suelen seguir a Juan Calvino al verlas como figuras metafóricas que intentan describir lo indescriptible. [NOTA FINAL #4] Estos cristianos evangélicos no disminuyen la severidad sino la especificidad de las descripciones.

El retrato que la Biblia nos da del infierno no se parece en nada a las burlonas caricaturas dibujadas por Matt Groening o Gary Larson. De la misma manera, el infierno no es un lugar divertido donde los pecadores pueden vivir sus placeres pecaminosos, como si Satanás gobernara sobre el infierno, y el pecado pudiera ser perseguido sin inhibiciones. Esta visión errónea de Satanás gobernando el infierno no viene de las Escrituras sino del Paraíso Perdido del puritano John Milton, que tiene al Diablo declarando arrogantemente, «Es mejor reinar en el infierno que servir en el Cielo.» [NOTA FINAL #5] Pero Satanás no reinará allí. El infierno es un lugar de castigo que Dios preparó para el Diablo y sus ángeles. [NOTA: Mt. 25:41] Es donde la bestia y el falso profeta, y aquellos que los adoran beberán el vino de la ira de Dios, vertido con toda su fuerza en la copa de Su ira, y serán atormentados con fuego y azufre en la presencia de los santos ángeles y en la presencia del Cordero. Y el humo de su tormento subirá por siempre y para siempre, y no tendrán descanso, ni de día ni de noche. [NOTA: Ap. 14:10-11.]

Al final de la era, el Diablo será «arrojado al lago de fuego y azufre donde estaban la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos». [NOTA: Ap. 20:10] El infierno será gobernado por Jesús, y tanto los humanos como los demonios, incluido Satanás, serán atormentados allí continuamente.

El infierno es real y terrible. Es eterno. No hay posibilidad alguna de amnistía o indulto. Daniel dice que algunos de los muertos serán resucitados para «vergüenza y confusión perpetua» [NOTA: Dn. 12:2] Jesús dice, «Apártense de mi, hacedores de maldad, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles…Y estos irán al castigo eterno» [NOTA: Mt. 25:41, 46]

Pablo nos dice: «Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no reconocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de la majestad.» [NOTA: 2 Ts. 1:6–9]

Quizás la descripción más clara y fascinante del infierno en todas las Escrituras es la frecuente mención del infierno como «Gehena». Este nombre se refiere a un área fuera de la ciudad de Jerusalén donde se practicaba la idolatría y el pecado horrendo, incluyendo el sacrificio de niños. [NOTA: 2 Rey. 16:3; 21:6; 2 Cró. 28:3; 33:6; Jer. 19:56; 32:35.] Gehena era un lugar tan despreciado y maldecido por el pueblo de Dios que lo convirtieron en el basurero de la ciudad donde se amontonaban las heces, la basura y los cadáveres de los criminales. Jesús habló de Gehena como el hogar final infernal de los malvados. [NOTA: Mt. 5:22; 10:28; 18:9.] Ya que Gehena se describe como un fiero abismo, [NOTA: Mr. 9:43] claramente también es el lago de fuego [NOTA: Mt. 13:42, 50] al que todos los impíos serán finalmente sentenciados eternamente, [NOTA: Mt. 23:15, 33] junto con Satanás, los demonios y los pecadores impenitentes. [NOTA: Mt. 25:41; Ap. 19:20; 20:10, 14, 15] Entonces, cuando la Biblia habla del infierno como un lugar donde el fuego no se apaga y el gusano no muere, los oyentes originales fácilmente habrían recordado el Gehena, donde esta realidad siempre estuvo presente fuera de su ciudad. [NOTA: Is. 66:24; Mr. 9:47–48.]

Nuestra actitud hacia el infierno debería ser la misma que la del Padre, que no se complace en la muerte de los malvados, sino que les ruega que se aparten de sus malos caminos. [NOTA: Ez. 18:23; 33:11; 1 Tm. 2:4; 2 Pd. 3:9] Jesús se une al anhelo compasivo del Padre mientras llora por Jerusalén. [NOTA: Jer. 31:20; Os. 11:8; Mt. 23:37-38; Lc. 19:41-44.] Pablo también tiene «gran dolor y angustia incesante en mi corazón. Porque podría desear que yo mismo fuera maldito y cortado de Cristo por causa de mis hermanos, mis parientes según la carne». Además, «no ceso ni de noche, ni de día, de amonestar a todos con lágrimas.» [NOTA: Hc. 20:31; cf. Hc. 20:19-20; Flp. 3:18]

Sintiéndose como debería sobre el infierno, Charles Spurgeon comenzó su sermón sobre el eterno y consciente tormento de los malvados en el infierno, de esta manera: «Amados, estas cosas son tan pesadas que mientras las medito me siento más inclinado a sentarme y llorar que a levantarme y hablarles.» [NOTA FINAL #6]

¿CUÁLES SON LAS PRINCIPALES OBJECIONES A LA DOCTRINA DEL INFIERNO?

El pensamiento del infierno le concierne correctamente a cualquiera que crea en la dolorosa eternidad que la Biblia promete a los que mueren sin tener fe en Cristo Jesús. Por lo tanto, responderemos a algunas de las mayores objeciones al infierno en un esfuerzo de traer claridad a aquellos que tienen preocupaciones.

El infierno no es amoroso

En un sentido muy importante, Dios no envía a nadie al infierno. Los únicos que se encuentran allí son aquellos que han rechazado Su revelación, eligiendo suprimir la verdad que les dejó clara. [NOTA: Rm. 1:21, 24-25.]

Dios hizo a las personas a su imagen, a su semejanza, con el poder de decir no, y de rechazar la revelación universal de sí mismo. Posteriormente, los pecadores no tienen a nadie a quien culpar mas que a ellos mismos si son condenados.

Para ir al Infierno, uno debe rechazar al Dios que le muestra su bondad [NOTA: Hc. 14:17] y quién por amor a todos «da a toda la humanidad vida y aliento y todo»; [NOTA: Hc. 17:25] rechazar al Espíritu que «convence al mundo de pecado y justicia y juicio»; [NOTA: Jn. 16:8] y rechazar al Hijo crucificado que dijo: «Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todas las personas hacia mí mismo.» [NOTA: Jn. 12:32] Obviamente, Dios ha sido excesivamente misericordioso con los pecadores.

El Pacto de Lausana (1974), [NOTA FINAL #7] es un manifiesto evangélico que es uno de los documentos más influyentes de la Cristiandad, lo expresa de esta manera:

Todos los hombres y mujeres perecen a causa del pecado, pero Dios ama a todos, no deseando que ninguno perezca, sino que todos se arrepientan. Sin embargo, los que rechazan a Cristo repudian el gozo de la salvación y se condenan a la separación eterna de Dios. Proclamar a Jesús como «el Salvador del mundo» no es afirmar que todas las personas se salvan automáticamente o en última instancia, y menos aún afirmar que todas las religiones ofrecen la salvación en Cristo. Es más bien proclamar el amor de Dios por un mundo de pecadores e invitar a todos a responder a él, como Salvador y Señor en el compromiso personal de arrepentimiento y fe. Jesucristo ha sido exaltado por encima de cualquier otro nombre; anhelamos el día en que toda rodilla se incline ante él y toda lengua lo confiese Señor. [NOTA FINAL #8]

Las personas que rechazan a Jesús en esta vida no se regocijarán en Él después de esta vida. Apocalipsis nos dice que todos los pecadores huyen de la visión de Jesús precisamente porque no lo desean. [NOTA: Ap. 20:11]

Los pecadores no arrepentidos se esconden de Él, incluso prefieren la muerte a ver el rostro de Jesús. [NOTA: Ap. 6:15-17] Aún cuando se enfrentaron a la inconfundible realidad de Jesús, «no se arrepintieron de las obras de sus manos ni dejaron de adorar a los demonios e ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, que no pueden ver, oír ni caminar, ni se arrepintieron de sus asesinatos o sus hechicerías o su inmoralidad sexual o sus robos». [NOTA: Ap. 9:20-21]

El infierno es únicamente para aquellos que persistentemente rechazan al Dios verdadero y se van en pos de dioses falsos. Así que, al final, las personas estarán con el dios que aman. Para parafrasear a C.S Lewis, las personas le dirán a Dios, « Que se haga Tu voluntad,» o Dios les dirá a ellos, « Que se haga tu voluntad.» [NOTA FINAL #9] Dios no solamente es amoroso, sino que también es justo. El Cielo y el infierno son el resultado de su amor y su justicia.

El infierno es intolerante

Todo el mundo marca sus líneas. No dejamos que las personas borrachas conduzcan. No dejamos que los fumadores fumen en los hospitales. No dejamos que los delincuentes sexuales sean maestros de los niños en la escuela. No dejamos que hombres de 30 años se casen con niñas de 15 años. No dejamos que las personas con problemas visuales se unan al ejército y disparen armas. No dejamos que los analfabetos se gradúen en Harvard. ¿Por qué? Porque sabemos que estas cosas están mal. Tan mal que las consideramos intolerables. La pregunta no es si se marcan líneas, sino quién las marque y dónde.

La verdad es que todos somos intolerantes de algunas personas y sus acciones, por lo que tenemos puertas en nuestras casas y cerraduras con llave en esas puertas. Dios tiene el mismo derecho, por lo que tiene una puerta en Su Reino Hogar, y esa puerta es Cristo Jesús. Los que pasan por la puerta son parte de la familia, y son bienvenidos a entrar. Los que no son parte de la familia no entran por la misma razón que los extraños y los enemigos no son bienvenidos en tu casa.

Puede que te sorprenda que, aunque la Biblia habla de Dios en términos de santidad, amor, justicia, y misericordia, nunca sugiere que la tolerancia sea uno de Sus atributos. Una sencilla búsqueda en español de toda la Biblia en sus más populares traducciones en español nos demuestra que hay muy pocas, si es que hay alguna, apariciones de la palabra tolerancia. En el puñado de veces que aparece en varias traducciones, es usada de manera peyorativa para describir la maldad cometida por el pueblo de Dios al «tolerar» cosas como el pecado sexual [NOTA: 1 Cor. 5:1] y falsas enseñanzas. [NOTA: Ap. 2:20] La Nueva Traducción Viviente dice que Dios no tolera otras religiones [NOTA: Éx. 20:5; Dt. 5:9], la injusticia [NOTA: 2 Cró. 19:7; Miq. 6:11], comportamiento pecaminoso [NOTA: Sal. 5:4, 101:5], o enseñanzas basadas en las creencias de otras religiones [NOTA: Ap. 2:14] Leyendo la Biblia no encontramos respaldo para la conclusión de que el Dios de la Biblia es tolerante.

Dios no es tolerante de las personas quienes no quieren el camino de Jesús. Él esta completamente comprometido a una nueva tierra donde nadie tendrá que estar en guardia contra la idolatría o la injusticia. La nueva tierra incluirá una comunidad redimida que refleje el carácter de Dios, quien es «misericordioso y lleno de gracia, lento para la ira, y abundante en amor sacrificial y fidelidad, manteniendo amor paciente para miles, perdonando iniquidades y transgresiones y pecado, pero quien de ninguna manera tendrá por inocente al culpable.» [NOTA: Ex. 34:6–7] Así que, será un lugar donde la comunidad será caracterizada por «corazones compasivos, amabilidad, humildad, mansedumbre, y paciencia … [y] amor, el cual es enlaza todo en perfecta harmonía.» [NOTA: Col. 3:12–14]

Un Dios amoroso protege a sus hijos del pecado y la maldad al separarlos de estos. En este modo, Dios es un padre que es tolerante de todos aquellos quienes lo obedecen y son seguros para Sus hijos. Pero Él es intolerante de quienes pecan contra Él y hacen maldad contra Sus hijos. Subsecuentemente, Dios es intolerante de una manera como también nuestra propia cultura es intolerante de aquellos que beben y manejan, roban, violan, y asesinan; nosotros, también, demostramos nuestra intolerancia al separar a dichas personas de la sociedad. El llamar dichas acciones de parte de Dios como intolerantes es algo vergonzoso, porque la tolerancia implicaría tanto la aprobación como el apoyo de la maldad. [NOTA FINAL #10]

El Infierno es Injusto

Algunas personas argumentan que el castigo para los pecadores es la aniquilación porque sería injusto que nuestras cortas vidas resulten en un castigo eterno. La aniquilación significa que después de que alguien muere fuera de la fe, ellos sufren por un periodo adecuado de tiempo y luego ellos simplemente dejan de existir así que el infierno no es eterno en cuanto a duración. La cuestión disputada es la naturaleza y duración del castigo.

A pesar de tener promotores que son buenos maestros Bíblicos en otras áreas (como John Scott), [NOTA FINAL #11] el Aniquilacionismo simplemente no es lo que enseña la Biblia. Daniel 12:2 dice, «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, algunos para la vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.» Jesús enseña lo mismo y habla de aquellos que «irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.» [NOTA: Mt. 25:46] Gramaticalmente, no se menciona ninguna diferencia entre la duración de tiempo para la vida y para el castigo, sino que simplemente hay vida y muerte eternas.

La Biblia nos dice que «el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos, y no tienen descanso, ni de día ni de noche, estos adoradores de la bestia y su imagen» [NOTA: Ap. 14:11] y «serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.» [NOTA: Ap. 20:10] La palabra «para siempre» (Griego aion) significa interminable. Esta palabra se usa para describir la bienaventuranza de Dios, [NOTA: Rm. 1:25] a Jesús después de su resurrección, [NOTA: Ap. 1:18] la presencia de Dios, [NOTA: 1 Pd. 1:25] y a Dios mismo. [NOTA: Ap. 4:9; 20:10] Por muy incómodos que puedan sentirse algunos, también describe el eterno y consciente castigo.

Los argumentos principales del aniquilacionismo son (1) la naturaleza del fuego (que consume), (2) el uso de la palabra destruir, que significa «la extinción del ser», (3) el concepto de justicia, en donde Dios castiga «según las obras que habían hecho», [NOTA: Ap. 20:12] y (4) los pasajes que hablan de Dios triunfando sobre el mal, de modo que Dios es todo en todo y reconcilia todas las cosas consigo mismo. [NOTA: E.g., 1 Cor. 15:28; Col. 1:20] Trataremos los puntos uno por uno.

Primero, el fuego consume solo cosas que son inherentemente destructibles. Por ejemplo, si pones metal en un fuego, se quema para siempre, pero no deja de existir. [NOTA: Zc. 13:9; Mal. 3:3; Ap. 3:18] Los seres humanos, al igual que los ángeles, fueron creados para una existencia interminable; de ahí que su confusión y castigo sea por siempre y siempre. Por tanto, el resultado del pecado imperdonable es el castigo eterno. [NOTA: Mr. 3:29] Hebreos 6:1-2 establece el «juicio eterno» como algo «elemental» o una «doctrina de Cristo» fundamental y esencial.

En segundo lugar, las palabras en español «destruir» y «destrucción» parecen indicar el fin de la existencia. Si es así, pasajes como Mateo 10:28 y Filipenses 3:19 que describen el destino de los malvados con estas palabras significarían que estas personas dejarían de existir. Sin embargo, las palabras griegas (sustantivo olethros; verbo apollumi) nunca significan el fin de la existencia. En las tres parábolas de Lucas 15, la moneda, la oveja y el hijo están «perdidos». Asimismo, los odres destruidos no dejan de existir, sino que se vuelven inútiles. [NOTA: Mt. 9:17]

Jesús dijo, «Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.» [NOTA: Lc. 9:24] La vida perdida continúa. Las personas sobre las que «vendrá una destrucción repentina» al final de la era todavía aparecen ante el tribunal. [ NOTA: 1 Ts. 5:3.] Las tentaciones de las riquezas que «hunden a las personas en la ruina y la destrucción» los arruinan, pero no terminan su existencia.  [NOTA: 1 Tm. 6:9.]

Pablo explica el significado de «el castigo de la destrucción eterna» como estar «lejos de la presencia del Señor». [NOTA: 2 Ts. 1:9] Esto descarta la idea de que destrucción significa «extinción». Sólo aquellos que existen pueden ser excluidos de la presencia de Dios.

El punto de la destrucción de los malvados es que estén estropeados, arruinados e inútiles. Por tanto, la destrucción es una pérdida repentina de todo lo que da valor y significado a la existencia. Los destruidos son como el hijo pródigo: lejos del hogar y del padre. Siguen existiendo, pero están quebrantados en espíritu, miserables y en un estado sin esperanza.

Por eso la Biblia habla del infierno como un castigo consciente y eterno.

Un resumen de la enseñanza de la Biblia sobre el dolor del infierno dice:

Los que están en el infierno sufren un dolor intenso e insoportable. Este dolor es probablemente tanto emocional/espiritual como físico (Juan 5:28–29). El infierno es un destino peor que ahogarse en el mar (Marcos 9:42). Es peor que cualquier sufrimiento terrenal—incluso el de ser mutilado (Mateo 5:29–30; Marcos 9:43). El sufrimiento nunca termina (Mateo 25:41; Marcos 9:48). Los malvados serán «quemados con fuego inextinguible» (Mt. 3:12). Los que estén en el infierno serán arrojados al horno de fuego y experimentarán una pena, un lamento, un remordimiento y un dolor inimaginables. El fuego produce el dolor descrito como «llanto y crujir de dientes» (Mateo 8:12; 13:42, 50; 22:13; 24:51; 25:30). La intensidad del sufrimiento parece estar a la medida de la maldad del comportamiento de la persona (Rm. 2:5–8). El infierno es completamente temible y espantoso (Hb. 10:27-31). Este castigo se describe como «las calamidades venideras», «consumirá con fuego sus cuerpos», y el «día de la matanza» (San. 5:1–5). Los que están en el infierno sentirán toda la fuerza de la furia y la ira de Dios (Ap. 14:10). Serán «atormentados» con fuego (14:10–11). Este sufrimiento mejor comprendido como interminable, ya que «el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos» (14:11). Este sufrimiento es constante porque se nos dice que los que están en el infierno «no tendrán reposo ni de día ni de noche» (14:11) y «serán atormentados día y noche para siempre y siempre» (20:10). [NOTA FINAL #12]

Tercero, ya hemos respaldado los puntos de que los humanos son creados para vivir para siempre, y su rebelión y rechazo de Dios continúa mientras ellos mismos lo hagan. Por lo tanto, la continua exclusión de la comunión con Dios es totalmente apropiada y justa.

Cuarto, hay pasajes que enseñan que Cristo «reconciliará consigo todas las cosas, ya sea en la tierra o en el cielo, haciendo la paz por la sangre de su cruz.» [NOTA: Col. 1:20]

Si este fuera el único pasaje de la Escritura que hablase del tema, tendríamos que creer en algún tipo de reconciliación salvadora universal con Dios. Pero los pasajes de castigo eterno requieren que adoptemos el entendimiento de que la paz de la que se habla no es una paz de salvación para todos los pecadores sino, más bien, una paz que viene de Dios triunfando sobre todos los pecadores. Los enemigos serán conquistados, y su destructiva agenda será destruida. La nueva tierra será un lugar de paz y piedad porque los enemigos han sido aplastados y removidos para siempre.

En resumen, el aniquilacionismo no es bíblico. Por esta razón, fue condenado por el Segundo Concilio de Constantinopla (553 d.C.) y en el Quinto Concilio de Letrán (1513).

El Infierno es Temporal

Hoy en día, sin embargo, se está haciendo popular la esperanza de que los pecadores eventualmente se arrepentirán y todos terminarán en el Cielo. Esta es reconciliación universal, la antigua visión de Orígenes. Sin embargo, no hay ni una pizca de evidencia de arrepentimiento post-mortem. La continua enseñanza de la Biblia es que morimos una vez y después de esto somos juzgados, sin ninguna segunda oportunidad de salvación. Como un claro ejemplo, Hebreos 9:27 dice, «Está establecido que el hombre muera una vez, y después de eso viene el juicio».

Al final de la discusión, debemos admitir la total irracionalidad de aquellos que resisten y rechazan la gracia de Jesucristo. Cualquier intento de darle sentido a su rebelión tendrá que permanecer como un misterio. Pero nunca dejamos de intentar persuadirlos de que reciban el perdón y la nueva vida a través del Señor Jesús, crucificado y resucitado, porque entre otras razones, el consciente y eterno tormento del infierno espera a los no arrepentidos.

¿LAS PERSONAS QUE NUNCA HAN OÍDO HABLAR DE JESÚS IRÁN AL INFIERNO?

Jesús dijo, «Nadie viene al Padre excepto a través de mí». Pedro predicó, «No hay salvación en nadie más, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el cual podamos ser salvos». [NOTA: Hc. 4:12]

La conclusión es simple: sólo hay un camino al Padre y es a través de Cristo Jesús. Todos los demás caminos religiosos conducen a dioses falsos y a un infierno real.

Pero hay muchos caminos hacia Jesús. Si bien la norma es responder a la Palabra de Dios predicada, [NOTA: Rm. 10:13–15] hay ejemplos bíblicos, así como experiencias de la vida en las que Dios da una revelación especial del Mesías a personas inconversas en otras formas, que incluyen hablarles directamente, sueños, y visiones. Dios llamó a Abraham directamente. [NOTA: Gn. 12:1–3] Le dio sueños a Faraón. [NOTA: Gn. 40–41] Le habló al traicionero profeta Balaam en una visión para que profetizara acerca del Mesías. [NOTA: Nm. 24:4, 16–19.] Se le apareció a Cornelio en una visión, que resultó en su salvación. [NOTA: Hc. 10:3–6]

Yo (Gerry) una vez hablé con un hombre chino quien era un brillante estudiante universitario y un miembro en ascenso del Partido Comunista. Una noche, mientras dormía, una persona brillante apareció en una visión, diciendo en chino: «Soy quien estás buscando. Mi nombre es “Gospel”», con la última palabra en inglés. El joven nunca había escuchado la palabra «gospel» (evangelio) antes, pero pronto la encontró en su diccionario. Él ahora es un pastor cristiano con un ministerio muy eficaz. Hay muchas historias de este tipo. La realidad es que cualquiera que esté buscando y esté dispuesto a responder a la bondad de Dios, como lo hizo Cornelio, recibirá una revelación especial. Dios es perfectamente capaz de sobrepasar los canales «normales» para lograr sus propósitos.

Nadie que venga al Señor será echado fuera. [NOTA: Jn. 6:37] Como Pablo menciona, «La Escritura dice, “Todo el que crea en él no será avergonzado “. Porque no hay distinción entre judío y griego; porque el mismo Señor es Señor de todos, que da sus riquezas a todos los que lo invocan. Porque “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”.» [NOTA: Rm. 10:11–13.]

Por lo tanto, aunque no hay salvación apartados de la fe en Jesucristo, tampoco hay razón para pasar por alto la creatividad de Dios para difundir el evangelio. Su creatividad incluye usarnos para predicar el evangelio hasta los confines de la tierra como misioneros pioneros a grupos étnicos no alcanzados, y a donantes generosos a ministerios que traducen la Biblia a nuevos idiomas.

¿LOS BEBÉS NO NACIDOS Y LOS NIÑOS PEQUEÑOS VAN AL CIELO?

La pérdida de un hijo es algo profundamente personal y doloroso. El destino eterno de los niños por nacer y los bebés, es un misterio que siempre ha perseguido a la iglesia. Hay seis opciones disponibles como posibles respuestas:

  1. Todos los bebés son pecadores reprobados y, por lo tanto, son inmediatamente prohibidos de ir al Cielo, esperando el juicio final eterno por su naturaleza pecaminosa heredada de Adán y sentenciados al Infierno.
  2. Todos los bebés son elegidos por Dios y, por lo tanto, se trasladan inmediatamente a la presencia de Dios en el cielo al morir.
  3. Dios elige a quien salva y condena, por eso algunos bebés son llevados al cielo y el resto se dejados para pasar la eternidad en el infierno.
  4. Todos los bebés son inocentes hasta que alcanzan la edad de responsabilidad, por lo tanto, todos los niños que mueren antes de la edad de responsabilidad van al cielo.
  5. Todos los bebés que son bautizados en una familia del pacto son parte del Nuevo Pacto y, por lo tanto, van al cielo al morir.
  6. Dios es tanto el Padre como el Hijo que toman la decisión sobre la salvación, el Espíritu puede salvar desde el útero, y la decisión en última instancia es del Señor, en quien confiamos por fe.

Hay tres grandes verdades que nos ayudan a enmarcar nuestra comprensión de la vida de los infantes:

  1. Somos pecadores desde el vientre de nuestra madre. [NOTA: Sal. 51:5 (NTV)]
  2. Dios nos conoce y está íntimamente involucrado con nosotros desde el vientre de nuestra madre. [NOTA: Sal. 139:13-16 (NTV)]
  3. Dios puede y salva personas desde el vientre de su madre. [NOTA: Sal 22: 9-10 (NTV)]

Isaías [NOTA: Is. 49:1–7] y Jeremías [NOTA: Jer. 1:4–5] fueron llamados por Dios para el ministerio profético desde el vientre de sus madres. A Juan el Bautista se le prometió «ser lleno del Espíritu Santo, incluso desde el vientre de su madre.» [NOTA: Lc. 1:15]

Mucho antes de los ultrasonidos, nuestro Dios Creador vio exactamente lo que pasa en el útero. Además, Cristo Jesús, quién se convirtió en un bebé, también ama a los niños y dijo que el Cielo era para los niños. [NOTA: Lc. 18:15-17]

Para los padres que han perdido un hijo, el evangelio de Jesucristo es un gran consuelo. Dios es un Padre, y Jesucristo es el Hijo de Dios. Cuando el Hijo de Dios murió en la cruz, el Padre experimentó exactamente lo que se siente al perder un hijo amado.

Concerniente a lo que le pasa a un niño después de morir, y si va o no al Cielo, la Escritura más común dada para responder a esa pregunta es del Antiguo Testamento. Allí, David es el padre de un amado niño que murió. [NOTA: 2 Sm. 12:15–23.]

David estaba de luto, suplicando a Dios que perdonara la vida de su hijo que estaba muy enfermo. David estaba en el pozo de la desesperación, tan afligido que otros se preguntaban si estaba propenso al suicidio. Sin embargo, David dejó de llorar y rápidamente siguió adelante con su vida una vez que el niño murió. ¿Por qué?

David tenía esperanza para su hijo fallecido al otro lado de la muerte, y nosotros también deberíamos tenerla.

Dios es un Padre, y convertirse en cristiano es ser adoptado en Su familia como Su hijo. Así es como todos son salvados, jóvenes y viejos. En última instancia, Dios Padre determina qué hijos adoptará espiritualmente en su familia. El Padre decide. Y eso es una buena noticia. Ya que es un Padre amoroso, nuestros corazones deberían estar en paz confiando en Él para la eternidad de nuestro hijo de la misma manera que confiamos en Él por nuestra propia eternidad.

El pastor Charles Spurgeon (1834-1892) dijo, «No puedo concebir que él [Jesús] sea el amoroso y tierno, que cuando se siente a juzgar a todas las naciones, ponga a los pequeños a su izquierda y los destierre para siempre de su presencia». [NOTA FINAL #13]

¿VOY A IR YO AL INFIERNO?

Después de explicar el Cielo y el Infierno, los versículos finales de la Biblia dicen: «¡Ven!» como una invitación para todos los que deseen recibir la gracia salvadora de Dios como un regalo. El evangelio dice que Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros. Jesús murió y resucitó y es exaltado en el cielo. Si te arrepientes de tu pecado, cambias tu mente sobre quién o qué es el Señor de tu vida, y crees, confiando en que puedes apostar tu vida y tu eternidad en la verdad de lo que Dios dice, entonces recibirás el perdón completo de todos los pecados, una nueva vida en y por el Espíritu Santo, la membresía en la iglesia de Jesucristo, una parte significativa en Su misión de rescate en el mundo, y la ciudadanía en Su reino. Estarás con Jesús y con su pueblo ahora y para siempre.

Queremos esto para ti, y no nos gustaría terminar este libro sin buscar asegurar que seas un cristiano.

¿Has confesado sus pecados a Jesucristo, buscando el perdón y la salvación? Si no, pedirle a Jesús que perdone tu pecado como tu Salvador y te guie por la vida como tu Señor ¡es lo que deberías hacer en oración ahora mismo!

¿CÓMO PUEDO VIVIR PARA EL CIELO EN UN MUNDO QUE VA AL INFIERNO?

Cuando todo haya terminado, sólo quedarán dos culturas: la del Cielo y la del Infierno. Hoy en día, tu vives entre las dos y experimentas un poco de cada una todos los días. Las decisiones que tomas cada día o bien traen el infierno a tu vida (e.g. amargura, mentiras, orgullo, dureza de corazón), o invitan al cielo a bajar a tu vida (e.g. perdón, verdad, humildad, ternura de corazón). Para que esto suceda, debemos ser intencionales en todas nuestras decisiones, asegurándonos primero de que tenemos, «Puestas nuestras mentes en las cosas de arriba, no en las de la tierra.» [NOTA: Col. 3:2] Una vez que hemos visto las cosas desde la perspectiva de la cultura de Dios en el Cielo, estaremos listos para responder en el Espíritu y vivir el Reino aquí abajo en vez de traer el infierno hacia arriba. Jesús nos enseñó a orar y vivir exactamente de esta manera, «Venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.» [NOTA: Mt. 6:10]

Hasta que lleguemos al Reino de los Cielos, tenemos que soportar algunos días infernales aquí en la tierra. El Cielo viene, el infierno está terminando, así que confía en Jesús quién viene, y sigue adelante. Para el incrédulo, esta vida es su Cielo y lo que le espera es el infierno. Para el creyente, esta vida es su infierno y lo que le espera es el Cielo. Como se cree que Winston Churchill dijo, «Si vas a pasar por el infierno, sigue adelante…»

PREGUNTAS PARA DIARIO PERSONAL Y/O DISCUSIÓN EN GRUPOS PEQUEÑOS

  1. ¿Tu forma de ver el Cielo y el Infierno ha cambiado en tu vida? ¿Cómo?
  2. ¿Qué es lo que más esperas en el Reino de Dios?
  3. ¿Qué es lo más frustrante de la vida en nuestro mundo para ti y que estás ansioso por ver arreglado en la eternidad?
  4. ¿Cómo te ayuda la promesa de recompensas eternas a perseverar en la búsqueda de hacer lo correcto en esta vida sin importar el resultado?
  5. ¿Qué cambios deben venir en tu vida para vivir más el Reino aquí abajo, alineado con la cultura del Cielo?
  6. ¿Con quién necesitas hablar de Jesús con la esperanza de estar con ellos en el Reino de los Cielos?
  7. ¿Ves a Jesús más como un León o un Cordero? ¿Por qué?
  8. ¿Qué imágenes del Reino de los Cielos encuentras más emocionantes (Sábado, Reino, Ciudad, Hogar, Jardín, Fiesta)?
  9. ¿Crees de manera literal en el tormento consciente y eterno del infierno? ¿Por qué sí o por qué no?
  10. ¿Con quienes de los creyentes difuntos está usted más ansioso de reunirse en el Reino de los Cielos?

NOTAS

  1. «Eutychus & His Kin,»Eutychus y su familia») Christianity Today (Carol Stream, IL: Christianity Today, 1980), 674.
  2. Richard Niebuhr, The Kingdom of God in America («El Reino de Dios en Estados Unidos») (New York: Harper & Row, 1937), 193. Para un intento contemporáneo de explicar el infierno, vea Brian D. McLaren, The Last Word and the Word after That (La Última Palabra y la Palabra después de Esta) (San Francisco: Jossey-Bass, 2008).
  3. John Blanchard, Whatever Happened to Hell? («¿Qué pasó con el infierno?») (Durham, England: Evangelical Press, 1993), 128.
  4. Vea Juan Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, Vol. 2 ., ed. John T. McNeill, trans. Ford Lewis Battles (Philadelphia: Westminster, 1960), 2:1007; (3.25.12). Otros que están de acuerdo en que las cifras son metafóricas incluyen a Billy Graham, Leon Morris, J. I. Packer, Millard Erickson y D. A. Carson, según William Crockett, Four Views on Hell («Cuatro puntos de vista sobre el Infierno») (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1997), 44–45n6.
  5. John Milton, Paradise Lost (Paraíso Perdido), Lib. 1, ln. 263.
  6. Charles Haddon Spurgeon, «The Final Separation» («La Separación Final») sermón no. 1234, predicado en 1875, The Charles H. Spurgeon Library Version 1 (La Bibliotéca de Charles H. Spurgeon Version 1) (AGES Digital Library, CD-ROM), 353.
  7. En julio de 1974, 2.700 líderes evangélicos de 150 países convocaron el Congreso de Lausana, compuesto por una diversidad sin precedentes de nacionalidades, etnias, edades, ocupaciones y afiliaciones denominacionales. La revista Time lo describió como «posiblemente la reunión de cristianos más amplia jamás celebrada» («A Challenge from Evangelicals,» [«Un Desafío de los Evangélicos»] Time, August 5, 1974, http://www.time.com/time/magazine/ article/0,9171,879423,00.html). Ellos compusieron el Pacto de Lausana. En fidelidad a Jesús, fue un desafío directo a la filosofía ampliamente sostenida de que los cristianos no tienen el derecho, y mucho menos el deber, de perturbar la fe honesta de un budista, un hindú o un judío al evangelizarlos.
  8. The Lausanne Movement (El Movimiento Lausano), «The Uniqueness and Universality of Christ» [La Unicidad y Universalidad de Cristo] (par. 3) en The Lausanne Covenant [El Pacto de Lausana], http://www.lausanne.org/covenant/.
  9. S. Lewis, The Great Divorce («El Gran Divorcio») (New York: HarperCollins, 2001), 75.
  10. S. Lewis escribió un ensayo brillante que refuta el enfoque liberal que lidia con el pecado y el crimen, titulado «La teoría humanitaria del castigo», que se puede encontrar en Internet o en God in the Dock: Essays on Theology and Ethics [«Dios en el Muelle: Ensayos de Teología y Ética»] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1970), 287–300.
  11. Los defensores evangélicos del aniquilacionismo incluyen a John Stott, John Wenham, Clark Pinnock y Edward Fudge. Un excelente artículo de J. I. Packer sobre este tema es, «Evangelical Annihilationism in Review», [«El Aniquilacionismo Evangélico en Revisión»] Reformation & Revival, vol. 6 (Spring 1997), se encuentra disponible en inglés en http://www.the-highway.com/ annihilationism_Packer.html.
  12. Christopher W. Morgan, «Biblical Theology: Three Pictures of Hell» («Teología Bíblica: Tres Imágenes del Infierno») en Hell Under Fire («El Infierno bajo Fuego»), ed. Christopher W. Morgan and Robert A. Peterson (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2004), 144.
  13. https://www.spurgeon.org/resource-library/sermons/infant-salvation

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