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En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.
GÉNESIS 1 :1
Cuando era niño, antes de que nacieron mis cuatro hermanos, mi papá trabajaba mucho fuera de la ciudad. Mis padres se casaron a una edad temprana y me dieron a luz cuando tenían poco más de veinte años. Para pagar las cuentas, mi padre trabajador de la construcción a veces tenía que tomar algunos trabajos fuera de la ciudad, dormir en su camioneta y enviar el dinero a mi madre.
Por diversión, mi madre me cargaba en nuestro viejo auto Chevy y me llevaba a las montañas para explorar la creación de Dios. A menudo me decía, «Marky, necesitamos un Jeep». Muchos años despues, cuando comenzamos a tener cinco hijos propios, la semilla que mi madre plantó en mi imaginación vino a mi mente, así que compré un Jeep. Hoy en día, conduzco mi segundo Jeep por Scottsdale, Arizona donde vivimos y ministramos. Durante los inviernos, el clima es espectacular con grandes cielos azules, el sol, y puestas del sol que explotan con el color. Ha cambiado mi vida tener un Jeep convertible durante todo el invierno para disfrutar de la creación de Dios, y llevar el Jeep a las montañas para encontrar lugares escondidos de belleza que Dios creó para que exploremos y disfrutemos.
Desde que me mudé al desierto, mi vida ha cambiado drásticamente. Durante la mayor parte de mi vida, sufrí un mal caso de trastorno afectivo estacional (T.A.E.). Los inviernos húmedos, fríos y oscuros cobraron un precio físico grave cada año. Mi médico dijo que ningún medicamento ayudaría y que simplemente necesitaba estar afuera disfrutando de la creación de Dios bajo la luz del sol y mi cuerpo se curaría por el diseño de Dios. En el desierto con mi Jeep, mi salud ha transformado por completo. A mi esposa Grace le gusta bromear que tengo energía solar porque estoy disfrutando de la temporada más saludable y placentera de mi vida. He aprendido de una manera muy personal y práctica que Dios hizo este mundo un regalo para nosotros, y aparte de disfrutar de su creación, es casi imposible estar sano.
Según las Escrituras, la creación es un regalo de un Dios Creador amoroso. Desde los cuerpos que habitamos, el aire que respiramos, el sol que disfrutamos, la comida que comemos, los flores que recogemos, el agua que bebemos, el suelo sobre el que caminamos y las mascotas que amamos, hasta los destinos que visitamos en vacaciones, la vida está llena de buenos regalos para que podamos administrar y disfrutar. A medida que aprendemos sobre la Creación, el objetivo principal es aprender a amar al Creador.
HISTORICAMENTE, ¿QUÉ HAN CREIDO LOS CRISTIANOS SOBRE LA CREACIÓN?
Los cristianos han creído siempre en la creación. Hubo poco debate sobre la naturaleza o la fecha de creación hasta el último par de siglos. Sin embargo, la ciencia comenzó a ganar credibilidad a través de los grandes avances en la llamada Era de la Razón (también conocida como la Ilustración o el Modernismo) desarrollada en el siglo XVIII. La ciencia se identificó cada vez más con la cosmovisión naturalista del mundo que estaba en oposición directa con la cosmovisión teísta. La evidencia científica se convirtió en un arma utilizada por los opositores del cristianismo para atacar la visión bíblica del mundo.
Desafortunadamente, muchos cristianos comenzaron a acomodarse con el naturalismo y el racionalismo. El liberalismo clásico cristiano comenzó a dominar la iglesia en Europa en el siglo XIX y en Estados Unidos a principios del siglo XX. Un grupo de eruditos cristianos bíblicos publicó una serie de libros llamados The Fundamentals (Los fundamentos) en un intento de definir y defender el cristianismo bíblico en contra de este compromiso generalizado con el liberalismo. En el desarrollo de los debates surgieron controversias sobre la fecha y la naturaleza de la creación entre los cristianos bíblicos. El fundamentalismo se tornó defensivo y desconfiado del compromiso, mientras que la controversia con frecuencia se volvió enconada y permanece así hasta hoy en día.
Creemos que incluso esta controversia puede ser otro regalo de Dios para nosotros, porque nos impulsa a reflexionar más profundamente sobre sus obras de creación y, por lo tanto, a crecer en nuestro deleite en su Palabra, en ver su gracia y en cantar sus alabanzas. Antes de pasar a las primeras páginas del Génesis, donde comienza la creación, son necesarios unos pocos comentarios introductorios.
En primer lugar, no existe ningún conflicto entre el cristianismo y la ciencia misma. Esto se debe a que la cosmovisión cristiana, que cree que Dios creó el mundo con sus «leyes» naturales y su ordenamiento, es lo miso que subyace en toda la empresa científica. Por ejemplo, el razonamiento inductivo y el método científica se basan en la hipótesis de la regularidad de las leyes de la naturaleza. Esto significa que los científicos suponen que el agua hervirá mañana bajo las mismas condiciones que lo hace hoy. Sin este tipo de regularidad, no podríamos aprender de la experiencia, incluyendo las experiencias de las pruebas científicas. Esto también ayuda a explicar por qué las ciencias no florecieron históricamente en culturas donde se decía que la creación era una ilusión o un caos desordenado, debido a que no fue creada por un Dios de orden. De hecho, el método científico depende del tipo de cosmovisión subyacente que provee un Dios creador que gobierna providencialmente, tal como lo declara la Biblia.
En segundo lugar, existe un conflicto total entre el cristianismo y el naturalismo científico. El naturalismo es la creencia de que todos los fenómenos pueden ser explicados en términos de las causas y de las leyes naturales que operan en el presente. El único conocimiento verdadero es el que proviene a través de experimentos observables. Cuando la ciencia natural es el árbitro de todas las pretensiones de la verdad, la religión se convierte en superstición y Dios es omitido de la discusión. [nota final 1]
En tercer lugar, la Biblia en general, y el libro del Génesis en particular, no fueron escritos con la intención de ser textos científicos. Más bien, es una narración teológica escrita para revelarnos al Dios de la creación, lo que significa que su énfasis está en Dios y en su relación con la humanidad y no en la creación. Génesis está mucho más involucrado con las cuestiones de quién y por qué hizo la creación en lugar de cuándo la hizo exactamente. Por lo tanto, como decía Galileo: «El Espíritu Santo tuvo la intención de enseñarnos cómo ir al cielo, no cómo son los cielos». Esto explica por qué el tratado más extenso de la creación en toda la Escritura, Génesis 1 y 2, es solamente unas pocas páginas en nuestra Biblia. Es como si la historia de la Escritura se abriera con una vista panorámica de la creación, luego la cámara enfocara rápidamente la creación de nuestros primeros padres y la historia que sigue.
En cuarto lugar, el punto de vista personal sobre la fecha de la creación no debe ser la prueba de fuego para la fidelidad cristiana. Dentro de la teología cristiana hay problemas resueltos y otros pendientes. La autoridad de la Biblia es un tema resuelto. Los cristianos reciben lo que la Biblia enseña como verdad de Dios para ser creído y obedecido. En cuanto a la creación, cualquiera que dice ser un cristiano creyente en la Biblia debe rechazar las afirmaciones de los evolucionistas ateos de que Dios no existe y de que la creación no es un regalo sino un accidente épico sin sentido. Sin embargo, los cristianos creyentes en la Biblia, como veremos en este capítulo, pueden o no estar de acuerdo sobre las cuestiones pendientes, es decir, exactamente cómo hizo Dios los cielos y la tierra, si los seis días según Génesis 1-2 fueron literalmente días de veinticuatro horas y la edad de la tierra. Este tipo de cuestiones deben permanecer como pendientes.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE LA CREACIÓN?
El primer libro de la Biblia, Génesis, toma su nombre de sus primeras palabras «En el principio», pues génesis significa «comienzo». El libro del Génesis en general, y Génesis 1 al 3 en particular, registran el inicio de la creación y de la historia humana. Moisés escribió el Génesis aproximadamente en el año 1400 a.C. como el primero de cinco partes de un libro llamado el Pentateuco, que significa «libro en cinco partes». El relato de la creación en Génesis probablemente fue revelado directamente a Moisés por el mismo Espíritu Santo que estaba en Génesis 1:2, pues Moisés no lo estuvo en el evento de la creación. Génesis no es un tratado exhaustivo de la historia primitiva, sino más bien una narración teológicamente selectiva de la historia que se centra en Dios y en la humanidad, mientras que omite aspectos tales como la creación de los ángeles o la caída de Satanás y de los demonios.
La primera línea del Génesis dice «En el principio Dios creó los cielos y la tierra» (Gn 1:1). Los dos capítulos siguientes de la Biblia se dedican a hablar de la creación. Brillantemente, la Biblia comienza con el único Dios verdadero y eterno, tanto como autor y como sujeto de la historia de las Escrituras. En consecuencia, todo lo demás, tanto en la historia como en la Escritura, depende de Dios y solamente es bueno cuando funciona de acuerdo con sus propósitos desde la creación.
Solo en las últimas décadas, innegable evidencia ha forzado a las ciencias naturales a coincidir, a regañadientes, con lo que la Escritura siempre ha enseñado: que el universo tuvo un principio. Este es un testimonio asombroso sobre la verdad de la Escritura. El consenso científico de que el universo siempre había sido más o menos como es en la actualidad (estado estacionario) fue tan fuerte que Einstein anuló las implicaciones de su teoría de relatividad general y agregó una constante cosmológica para hacerlas consistentes con la vista predominante de su día. La frase inicial «En el principio», habla de la inauguración de una historia, un espacio y un momento en que el Señor trabajó. Implícitamente, eso anticipa un fin, un momento en el que él traerá la historia a un final y creará cielos y una tierra nuevos. (Is 65:17; 2 Pd. 3:13; Rv 21:1).
En Génesis 1:1, la palabra usada para crear es la palabra hebrea bara, que significa «creación de la nada». La otra palabra hebrea usada en un sentido creativo en el Génesis es asa (Gn 1:7, 16, 25, 26, 31; 2:2, 3, 4, 18; Sa 86:9; 95:5; 96:5, traducida como «hacer» o «hecho», que significa «idear o formar» o «hacer algo adecuado», tal como hacer delantales de hojas de higuera (Gn 3:7) o construir el arca (Gn 8:6). Bara pone énfasis en la iniciación de un objeto, mientras que asa hace hincapié en la formación de un objeto. Junto con las declaraciones donde Dios hace la creación inicial (los cielos y la tierra) (Gn 1:1; 2:3, 4), las únicas cosas que son de bara son los seres vivos (Gn 1:21) y los seres humanos (Gn 1:27; 5:1, 2.). Cuando la gente crea estamos haciendo asa, no bara. Podemos tomar cosas que Dios nos ha dado, como las semillas y la tierra para sembrar, y cosechar los alimentos, pero al hacerlo no estamos creando la comida de la nada sino más bien produciéndola con los regalos que Dios nos ha dado en la creación.
En el relato de la creación vemos que Dios creó (bara) «los cielos y la tierra». Esta frase podría ser literalmente traducida como «el firmamento y el terreno», ya que los cielos no son el lugar donde vive Dios, sino el lugar donde se mueven las estrellas (Gn 1:14) y vuelan los pájaros (Gn 1:21). La palabra hebrea eretz, generalmente traducida como «tierra» en Génesis 1 no significa el planeta sino la tierra bajo el agua, separada del agua (Gn 1:2), donde crece la vegetación (Gn 1:10) y deambulan los animales (Gn 1:20–24). En otras partes de la Escritura significa generalmente la Tierra Prometida. La frase «los cielos y la tierra» es una forma hebraica de decir «todo» (Is 44:24; 65:17; Jer 10:10–16; Ef 3:9; Col 1:16–17; Rv 21:1) desde los cielos que están arriba hasta la tierra que está debajo; es como decir de arriba abajo o de la cabeza a los pies, incluyendo el espacio-tiempo, la masa-energía y las leyes que los gobiernan. En otros lugares de la Escritura, la expresión incluye el sol y la luna, que a su vez podría significar que el sol y la luna fueron creados como una parte de esta primera creación (Is 13:10; Joel 3:15–16).
Los cielos y la tierra «no tenía[n] forma y estaba[n] vacíos» antes de que Dios los preparara para los seres humanos. La antigua cosmología griega decía que lo que existió originalmente fue esencialmente un trozo de barro sin forma, del cual luego, del caos, Dios formó un cosmos. Esta ideología ha tenido gran influencia en muchas interpretaciones cristianas de Génesis 1:2, incluyendo la primera traducción al inglés de la Biblia supervisada por William Tyndale, que lo tradujo como «nulo y vacío»; asentando con ello un triste precedente para muchas traducciones futuras de la Biblia y comentaristas bíblicos, incluyendo a Martín Lutero [nota final 2].
Sin embargo, el mismo lenguaje para «sin forma [toju] y vacío [boju]» empleado en Génesis 1:2 se utiliza en otras partes de la Escritura con referencia a una tierra deshabitada. Los ejemplos incluyen Deuteronomio 32:10, el cual habla de «desierto, en un páramo vacío [toju]». Isaías 45:18 expone que Dios «creó [bara] los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos [toju]». Tal vez el paralelo más cercano es Jeremías 4:23, donde Dios profetizó el futuro estado de Judá, una nación condenada al exilio por su pecado: «Miré a la tierra y estaba vacía y no tenía forma; miré a los cielos y no había luz». Aquí, «vacía y sin forma» no significa caos, sino vacía de seres humanos; «sin luz» no significa que no haya sol, sino que la tierra está sin la bendición de Dios.
Del mismo modo, en Génesis 1:2 «sin forma y vacía» es la condición de la tierra antes de que Dios la hiciera buena, llenándola de luz y de vida. Para mejor entendimiento, no es que Dios creó un caos primordial y luego formó la tierra a partir de ello, sino que Dios creó todo de la nada y que la tierra existió durante un período no especificado de tiempo en un estado vacío y desierto. El amanecer de la luz de Dios señala el arribo de su bendición. Luego, Dios empleó seis días literales preparando la tierra para la vida humana, como se registra en Génesis 1-2. Este trabajo consiste en la formación (asa) del material ya existente, no en la creación (bara) de la nada. Históricamente, esta es también la enseñanza de Agustín.
La creación de los cielos y la tierra en el primer versículo es un hecho concreto, histórico y científico. Sin embargo, el texto simplemente no nos dice cuándo sucedió, solo que fue en algún momento antes de la preparación de la tierra para que los seres humanos vivieran con Dios. «En el principio» significa que hubo una inauguración, pero no especifica cuándo fue ese momento. Por lo tanto, Génesis 1:1 deja abiertas las posibilidades de una tierra joven y de una vieja.
El relato de la creación hace todo lo posible para que quede claro que el Dios que creó todo (bara), de acuerdo con el primero versículo, es el mismo Dios que preparó (asa) la tierra para que los seres humanos vivieran con él en el resto de Génesis 1 y 2. El Dios de la creación es también el Dios de la relación de pacto.
¿DE DÓNDE VIENE LA CREACIÓN?
La línea de apertura de la Escritura deja ver claramente que la creación viene de Dios (Gn 1:1). Además, Génesis 1 y 2 revelan a Dios como un profeta que llevó a cabo la creación y lo hizo para nosotros únicamente por el poder de su palabra. Esto es indicado por las frases que se repiten, «Entonces Dios dijo» y «Que haya» o «Que…» (Gn 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26). Cuando Dios habló, la creación obedeció su mandamiento, como está repetidamente demostrado por la frase «Y eso fue lo que sucedió». Después de cada acto creativo, Dios se refirió a su creación perfecta y sin pecado con la frase: «Y Dios vio que esto era bueno».
Por lo tanto, la creación no vino de materia preexistente, sino más bien de la nada, por la palabra de Dios.
La Biblia enseña que Dios hizo la creación ex nihilo (del latín «de la nada») en Hebreos 11:3, que afirma: «Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles» Esta doctrina es importante porque niega la posibilidad de la evolución naturalista y de un universo eterno. Si bien Dios no hizo la creación de cualquier materia preexistente o del trozo de barro tradicional, la creación tuvo lugar y fue preparada para la habitación humana por la poderosa palabra de Dios.
Es curioso que Dios no creara de la nada en cada uno de los seis días de la creación. No obstante, Dios hablaba como profeta y poeta cada día. Además, hay un patrón establecido en las palabras de Dios en Génesis 1. Es como sigue:
El anuncio: «Entonces Dios dijo».
El mandamiento: «Que haya».
La separación: Dios separó el día y la noche, el agua y la tierra, los animales y las plantas.
El informe: «Y eso fue lo que sucedió».
La evaluación: «Y Dios vio que esto era bueno».
En este modelo vemos que la palabra de Dios es viva, activa y poderosa, y que logra lo que él decreta. Más tarde, Dios declara explícitamente este hecho a Isaías: «Lo mismo sucede con mi palabra. La envió y siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envié». El resto de la Escritura confirma que la creación fue preparada para nosotros por la palabra poderosa de Dios (Sa 33:6, 9; 148:5; 2 Ped 3:7).
En efecto, Génesis 1 representa la palabra de Dios como la fuerza más poderosa en toda la creación. La palabra de Dios establece orden, hace que las cosas sean buenas, crea un entorno en el que la vida puede existir, separa las cosas, viene con autoridad sin precedentes y logra exactamente lo que Dios quiere. Por lo tanto, no debemos desestimar, menospreciar o distorsionar la palabra de Dios, ya que es la fuente de la vida.
En resumen, Dios hizo la creación de la nada y la preparó para nosotros, porque él nos ama. Debido a esto, en Jeremías 10:16 leemos: «¡El Dios de Israel no es ningún ídolo! Él es el Creador de todo lo que existe, incluido Israel, su posesión más preciada. ¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es su nombre!» (énfasis añadido). Como Francis Schaeffer ha señalado acerca de este versículo, la creación fue realizada y amorosamente preparada para nosotros por un «él» amante y personal, no por un «eso» indiferente e impersonal.
¿CÓMO ES LA CREACIÓN UN TESTIGO A LA EXISTENCIA DE DIOS?
Hace unos años, mi familia y yo fuimos al Gran Cañón. Cuando nos acercamos al borde, nos detuvimos cuando una sensación de asombro abrumador se apoderó de cada uno de nosotros. Estábamos con una multitud de personas de todo el mundo que habían viajado para ver algo que los hacía sentir pequeños y asombrados ante la presencia de algo glorioso que era mucho más grande que nosotros antes de que naciéramos y que continuaría mucho después de nosotros. En este momento, me di cuenta de que todos que visitan el Gran Cañón están buscando a Dios, lo sepan o no. Lo mismo es cierto para todos los que se detienen a sentir el sol o la brisa en la cara, miran hacia el atardecer o caminan por las montañas por el bien de sus almas. Cuando nos sentimos en presencia de algo que nos hace sentir pequeños y asombrados, comenzamos a experimentar la maravilla de la adoración.
Los filósofos cristianos siempre han tratado de comenzar con la creación para retroceder y presentar a las personas al Creador. Entre los más populares están los argumentos del ideal más elevado (argumento ontológico), diseño inteligente (argumento teleológico), primera causa (argumento cosmológico), tiempo (argumento Kalam), y moral (argumento axiológico). Cada uno de estos argumentos es complejo y puede presentarse de múltiples maneras. Generalmente, estos argumentos filosóficos son inductivos, lo que significa que razonan de lo que Dios ha hecho para comprender quién es Dios. La única excepción es el argumento ontológico, que es deductivo. Para ayudarte a considerar los méritos de estos argumentos, resumiremos cada uno brevemente.
Argumento ontológico del ideal más elevado
El filosofo Anselmo de Canterbury formuló primero el argumento desde el ideal más elevado, también llamado el argumento ontológico (ontos significa «ser»). El argumento ontológico intenta demostrar la existencia de Dios al razonar que los seres humanos, independientemente de su cultura o período de la historia, conciben continuamente un ser perfecto que es más grande que ellos—tan grande que no se puede concebir un ser más grande. Este ser perfecto es Dios. El argumento dice que, dado que la mente humana solo puede concebir lo que realmente existe, Dios debe existir porque no podríamos concebir a Dios a menos que haya Dios. Además, todo lo que concebimos, desde automóviles hasta el color azul, existe. Por eso, nuestra idea acerca de este ser perfecto y supremo llamado Dios se deriva de la existencia real de este Dios. Este argumento se base en Éxodo 3:14, donde Dios se revela a Moisés como Yo soy quien soy».
Históricamente, este argumento a favor de la existencia de Dios ha sido muy controvertido. Sus defensores incluyen René Descartes y Benedict Spinoza. Sus críticos incluyen al cristiano Thomas Aquinas y el ateo David Hume. Si bien no carece de mérito, la complejidad y controversia de este argumento hacen que tal vez no sea el argumento más convincente para la existencia de Dios en comparación con los argumentos inductivos que ahora exploraremos.
El argumento teleológico de diseño
El argumento teleológico (telos significa «propósito» o «diseño») intenta convencer de la sorprendente armonía en toda la creación de que el mundo ha sido ordenado por un diseñador inteligente que es Dios. En su forma simple, el argumento sostiene que cuando vemos algo que está diseñado, asumimos con razón que un diseñador inteligente lo creó. Además, cuanto más complicado es algo, más inteligente debe haber sido el diseñador.
Los defensores clásicos del argumento teleológico del diseño incluyen a los filósofos cristianos como Thomas Aquinas y William Paley. La analogía del relojero de decía que, si encontrabas con algo tan complejo como un reloj, asumirías con razón que un diseñador inteligente lo hizo. Del mismo modo, a medida que caminamos por el mundo, continuamente encontramos cosas hechas con una complejidad mucho mayor que un reloj, como el ojo que estás usando para leer estas palabras. El profesor de bioquímica Michael Behe señaló puntos similares en su argumento a favor de la «complejidad irreducible»: que ciertos sistemas biológicos, como un ojo, son demasiado complejos para haber evolucionado de predecesores más simples [nota final 3]. Tenían que existir como sistemas completos. Por lo tanto, estamos lógicamente obligados a creer que estas cosas fueron diseñadas inteligentemente por Dios.
El argumento teleológico se encuentra el Salmos 19:1: «Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos» y Romanos 1:20: «Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios».
En cuanto a nuestros cuerpos, Salmos 139:13-14 dice: «Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien». Otros hallazgos científicos aumentan continuamente nuestra comprensión de la maravillosa complejidad de nuestro cuerpo, incluido el hecho de que solo una molécula de ADN humano tiene aproximadamente la misma cantidad de información que un volumen de una enciclopedia.
Dios mismo usaba razonamiento teleológico. Comenzando en Job 38, Dios hace sesenta y cuatro preguntas a Job sobre el diseño de la creación, incluido: «¿Dónde estabas tú cuando puse los cimientos de la tierra? Dímelo, ya que sabes tanto». Por otro lado, el cuestionamiento de Dios a Job era que Dios buscaba con amor para llevar a Job a la comprensión de que, así como Dios tenía un diseño decidido para su creación, también tenía un diseño decidido en mente para el sufrimiento de Job.
En décadas recientes, el argumento de «ajuste fino» también ha ganado prominencia como una forma del argumento teleológico. Los defensores dicen que estas constantes físicas básicas deben caer dentro de límites muy estrechos para que la vida inteligente se desarrolle. Por ejemplo, la fuerza gravitacional constante de nuestro mundo, la tasa de expansión del universo, la distancia promedio entre las estrellas, la naturaleza de la gravedad, la distancia de la tierra al sol, el período de rotación de la tierra e incluso nuestros niveles de dióxido de carbono están tan finamente ajustados para la vida en nuestro planeta que ninguna explicación lógica aparte de Dios es sostenible. Collins dice:
Cuando ves el universo desde la perspectiva de un científico, parece que supiera que los humanos vendrían. Hay 15 constantes—la constante gravitacional, varias constantes sobre las fuerzas nucleares fuertes y débiles, etc.—que tienen valores precisos. Si cualquiera de esas constantes estuviera apagada incluso una parte en un millón, o en algunos casos en una parte en un millón millón, el universo podría haber llegado al punto en lo que vemos. La materia no habría podido fusionarse, no habría habido galaxias, estrellas, plantas o personas. [nota final 4]
Argumento cosmológico de primera causa
El argumento cosmológico viene de la palabra cosmos, que significa «arreglo ordenado». La palabra supuestamente fue utilizada por primera vez para explicar el universo por el filósofo griego Pitágoras del siglo VI a. C. El argumento cosmológico de primera causa dice que para cada efecto hay una causa (formalmente llamado la ley de causalidad). Por lo tanto, el mundo material debe tener un comienzo, y ese comienzo debe estar fuera del mundo material para que pueda existir. La primera causa, también llamada la causa no causada, es Dios. En este punto, el astrónomo Fred Hoyle dijo que «la probabilidad de que la vida surja en la tierra (por medios puramente naturales, sin ayuda divina) es menor que la probabilidad de que un Boeing 747 sea ensamblado por un huracán pasando por una chatarrería» [nota final 5]. Por la historia, este argumento ha sido muy popular con muchos pensadores no cristianos como Platón, Aristóteles, el filósofo musulmán Al-Farabi y el pensador judío Moses Maimonides. Cristianos que apoyan el argumento cosmológico incluyen Augustine, Anselm, Descartes y Aquinas. Han razonado que, además del mundo material, las cosas inmateriales como las emociones y inteligencia no simplemente son posibles aparte de un Dios que creó el mundo en general y humanos en particular. Simplemente, la causa de nuestras emociones y pensamientos no pueden ser materia sin emoción y inteligencia. Por eso, debemos ser hechos por un Dios emocional e inteligente, lo que explica nuestros sentimientos y pensamientos.
El argumento cosmológico para la creación de una primera causa está basado en la Escritura. La historia bíblica de la creación nos dice que una causa primera eterna y necesaria (Dios) creó al universo y todo lo que hay en el. Dios es eternos e independiente, y por eso es separado y aparte de su creación dependiente como la causa primera requerida (Sa 90:2). Los primeros dos capítulos de Génesis informan que Dios existió eternamente antes de cualquier aspecto de la creación y que solo Dios es el Creador y la Causa de nuestro mundo.
Para explicar como Dios es la causa de la creación, es común escuchar la frase ex nihilo. Ex nihilo es una frase latina que significa «de la nada» y se usa comúnmente para explicar como Dios hizo la creación de nada. Hebreos 11:3 dice: «Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles».
Los oponentes de este argumento han tratado de negar sus reclamos por ofrecer alternativos al concepto de que el mundo tuvo una causa y un comienzo. Por ejemplo, solipsistas sugieren que el mundo es simplemente una ilusión. Sin embargo, miran hipócritamente en ambos sentidos antes de cruzar una calle concurrida. Algunos han argumentado que el mundo es auto-creado, que parece tan ilógico como volver a casa para encontrar un nuevo teléfono inteligente ya conectado a todas sus cuentas y creer que se creó, descargó su software, y se conectó a internet. Otros han razonado que el mundo material vino de la nada y fue hecha por nada, que también parece ilógico porque la falta de algo no puede crear un algo. Creer que la materia y energía surgieron de la nada requiere una salta de fe más grande que creer que la creación es la obra de Dios.
Por fin, otros han opuesto el argumento de la primera causa por sugerir que el universo es eterno. Muchos científicos creen que el universo está llegando a su fin basado en la Segunda ley de la termodinámica y la teoría del big bang, que afirman que también tuvo un comienzo. Este coincide con el argumento de tiempo, que examinaremos luego. Como nota histórica curiosa, incluso el gran padre de la macroevolución, Charles Darwin, dejó claro en El origen de las especies que seguía convencido de que Dios existía de acuerdo con el argumento cosmológico.
El argumento Kalam de tiempo
A lo básico, el argumento Kalam es que la existencia del tiempo requiere un comienzo como un punto de referencia desde que procede el tiempo. Este punto de referencia debe estar afuera del tiempo para comenzar el tiempo, y ese punto de referencia eterno es Dios, que está fuera del tiempo y inició el tiempo. En otras palabras, el universo no es eterno y, por eso, debe tener un comienzo. Detrás de ese comienzo debe haber una causa que sea eterna, o aparte del tiempo. Por lo tanto, la causa del tiempo y la creación es Dios.
Este argumento depende mucho en la Segunda ley de la termodinámica, que afirma que el universo se está quedando sin energía utilizable y, por lo tanto, está llegando a su fin. Prácticamente, esto significa que, dado que el universo tendrá un final, no es eterno y debe haber tenido un comienzo. También se utiliza en apoyo de este argumento la cosmología del big bang, que afirma que el universo tuvo un comienzo y se ha expandido desde entonces y, por lo tanto, no es eterno.
El argumento de tiempo fue formulado por filósofos musulmanes como Al-Farabi y Al-Ghazali y ahora es muy popular entre musulmanes, judíos, protestantes y católicos que enseñan que la existencia del tiempo es evidencia para Dios. El argumento tiene méritos y es útil, pero no prueba que Dios sea personal o inteligente. Tampoco determina la naturaleza de Dios como deísta, panteísta, o monoteísta. Por lo tanto, el argumento Kalam por sí mismo puede ayudarnos a creer en un dios, pero no puede articular claramente ninguna información especifico sobre su naturaleza.
El argumento axiológico de la moral
El argumento axiológico toma su titulo de la palabra axios, que significa «juzgar». El argumento de moralidad sostiene que todos, independientes de su cultura, tiene un entendimiento innato de lo correcto y lo incorrecto. Simplemente, todas personas sanas saben que cosas como la violación y el asesinato están mal.
¿Pero de dónde vienen estas morales que existen en cada uno de nosotros? Dios nos ha creado una consciencia que nos ayuda a navegar por la vida como seres responsables y morales, aunque frecuentemente ignoramos la conciencia que nos ha dado. Cuando argumentamos que algo no es como debe ser, proponentes del argumento de la moral dirían que no solamente estamos apelando a una ley, sino últimamente a un Dios quien da la ley moral a nuestras consciencias. Hablando de los no creyentes, Romanos 2:15 dice: «Ellos demuestran que tienen la ley de Dios escrita en el corazón, porque su propia conciencia y sus propios pensamientos o los acusan o bien les indican que están haciendo lo correcto». Simplemente, cuando nos sentimos culpables por algo que hemos hecho o algo que alguien nos ha hecho, estamos haciendo pruebas de que Dios es el Legislador y que ha puesto un entendimiento de su Ley en nuestras consciencias.
El argumento axiológico fue formado por el filosofo Immanuel Kant y usado por el gran pensador cristiano C.S. Lewis. Lewis sabiamente notó que cuando alguien peca contra nosotros, apelamos a leyes universales que definen lo correcto y lo incorrecto, asumiendo que hay una autoridad más poderosa que la persona que nos daña. También anticipamos que todos los demás concordarán con nuestro entendimiento de lo correcto y lo incorrecto porque sabemos que tienen consciencias, que explica porque lo apelamos.
Unos de los hermosos resultados de la ley moral es que nos permite tener ira justa. Dado que hay un Legislador y una Ley, podemos superar el pluralismo incesante posmoderno que dice que no hay Ley sino sola una perspectiva cultural de la moral. Como el argumento axiológico es correcto, no tenemos que aceptar las atrocidades malas y injustas cometidas en nuestra cultura; por lo contrario, como seres humanos podemos apelar a la máxima autoridad de Dios, el Legislador, que siente sobre todas culturas. Esto explica, por ejemplo, por qué los nazis fueron detenidos por violar las leyes estables de Dios en cuanto a la dignidad humana y no meramente aceptados como una ley en sí mismo. Curiosamente, en los juicios de Nuremberg, una de las apelaciones más comunes para los condenados fue que no había Legislador o Ley, y que simplemente estaban obedeciendo la ley de su nación. Como respuesta, el argumento axiológico se utilizó porque los seres humanos fueron creados con un sentido de lo correcto y lo incorrecto por un Dios moral que es nuestro Legislador. Otros ejemplos gloriosos de la aplicación práctica de la ley axiológica son las batallas de Abraham Lincoln y William Wilberforce contra la esclavitud, además de la lucha de Martin Luther King Jr. por los derechos civiles de convicciones religiosas.
Para concluir, tomados en conjunto como un caso acumulativo, los diversos argumentos para la existencia de Dios revelan que Dios existe; es el Diseñador Inteligente, la Causa poderosa de toda la creación, aparte del tiempo pero también sobre el tiempo, y moralmente bueno.
¿QUÉ REVELA LA CREACIÓN SOBRE DIOS?
Génesis 1:1 revela que «en el principio Dios creó». De la misma manera que una pieza de música revela algo del compositor, y una obra de arte revela algo sobre el artista, así también la creación revela algo sobre el Creador. De esta manera, la creación es una forma de revelación general (Sa 19:1–2; Rm 1:20). Por lo tanto, un examen de la creación nos revela catorce gloriosas verdades acerca de Dios como Creador.
- Dios es el único Dios. La línea de apertura de la Biblia no dice, por ejemplo: «En el principio la nada hacía todas las cosas», o: «En el principio el Creador y la creación eran uno y lo mismo como lo han sido por toda la eternidad», o incluso: «En el principio los dioses hicieron los cielos y la tierra». No, la línea de apertura de la Biblia revela: «En el principio Dios creó». Del mismo modo, Isaías 45:18 dice: «El Señor es Dios; él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. […] Yo soy el Señor—afirma—, y no hay otro».
- Dios es trinitario. (Discutimos este tema más profundamente en capítulo 1.) Génesis 1:26 revela que el Dios Creador es la Trinidad: «Entonces Dios dijo: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros”». Por tanto, cuando el Génesis dice que Dios es el creador, habla de toda la Trinidad. Este hecho está confirmado en el resto de las Escrituras donde se revela que el Padre creó (Sa 19:1; Hc 17:28; 1 Cor 8:6, el Hijo creó Jn 1:1–3, 10; Col 1:16–17 y el Espíritu creó Gn 1:2; Job 26:13).
- Dios es eterno y no tiene origen. Esto significa que Dios ya existía eternamente antes de la creación, que Dios no es creado y que la creación no es eterna.
- Dios está vivo. La vida en general, y la vida humana en particular, no brotan del «eso» de la materia sin vida. Por el contrario, Dios está vivo, Dios genera la vida y, como veremos en el próximo capítulo, él sopla su vida en los seres humanos para darnos vida.
- Dios es independiente. Mientras que el resto de la creación depende de Dios, Dios mismo no tiene origen, es independiente, y no tiene necesidad, carencia, falta, o dependencia de algo o de alguien. Todas las cosas aparte de Dios son creadas por Dios y dependen de Dios, por lo que simplemente no habrían llegado a existir o a seguir existiendo sin Dios. Esto es precisamente lo que Pablo predicó en el Areópago: «Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres, y las manos humanas no pueden servirlo, porque él no tiene ninguna necesidad. Él es quien da vida y aliento a todo y satisface cada necesidad» (Hc 17:24–25). Porque Dios es independiente, solo él puede amar verdadera y puramente; debido a que él no nos necesita, sus interacciones con nosotros son por motivos puros.
- Dios es transcendente. Dios está separado de su creación. Hay una clara demarcación entre el Creador y la creación que no existe en el panteísmo, el panenteísmo, el ambientalismo radical, la Wicca o la Nueva Espiritualidad.
- Dios es inmanente. No solo es Dios trascendente sobre la creación, sino que, contrario a la afirmación de los deístas, está muy activo en la obra de su creación, sosteniéndola y gobernándola providencialmente.
- Dios es personal. Debido a que Dios es personal, él hizo a la humanidad de una manera personal y nos confiere la identidad y la individualidad como personas. Dios es un «él» personal; no es un «eso» impersonal. Aparte de un Dios personal, no hay manera de explicar al ser humano.
- Dios es poderoso. En la creación, el poder de Dios se ve en el hecho de que hizo todo de la nada por sí mismo y que gobierna sobre la creación, incluso al suspender las leyes naturales cuando él así lo quiere para realizar milagros.
- Dios es hermoso. Aunque Dios podría haber creado máquinas de filtración de aire, en lugar de eso optó por crear árboles. Mientras que Dios podría haber elegido teñir la creación de blanco y negro, en lugar de eso decidió pintarla con una extensa gama de colores. ¿Por qué? Debido a que Dios es gloriosamente hermoso y la creación refleja su belleza con exhibiciones incesantes de impresionante esplendor que nos hacen sentir justamente en presencia de algo sagrado, a fin de crear en nosotros la admiración y la adoración.
- Dios es santo. En Dios no hay mal, y la creación original reflejaba su santa pureza hasta que fue estropeada y manchada por el pecado humano. Nuestro Dios santo se mueve en su creación arruinada por el pecado para purificarla. En la re-creación, Dios restaurará toda la creación a un estado de santidad, cuando él retire la maldición y elimine sus efectos para siempre.
- Dios es un profeta. Fue a través del habla que Dios produjo la creación por su palabra. Del mismo modo, Dios utiliza bondadosamente la predicación de su Palabra para dar a luz la vida.
- Dios es misericordioso. Vemos la gracia de Dios en la creación por la forma en cómo él la bendice, incluyendo al hombre y a la mujer, a quienes hace en su imagen y semejanza. Desde las primeras páginas de las Escrituras hasta el último versículo en Apocalipsis 22:20-21, Dios proclama palabras de gracia, diciendo: «”¡Sí, yo vengo pronto!” ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús sea con el pueblo santo de Dios».
- Dios es un rey soberano. Como creador, Dios es el rey de todo lo que hizo, incluyendo a Satanás, los demonios, la humanidad, los planetas, las estrellas, los soles, las lunas, los animales y así sucesivamente. Toda la creación es de Dios, está gobernado por él, le pertenece a Dios y dará cuenta delante de él.
En suma, vemos que Dios no es un diseñador incógnito e inteligente del universo, sino el Señor viviente, Yahveh, el único que creó todas las cosas para que pudiéramos vivir en una relación amorosa con él ahora y para siempre. Desde las primeras palabras de la Biblia, el Señor se distingue de los dioses de las naciones. Los otros dioses—realmente, demonios—son seres creados que no pueden crear nada (Dt 32:17; 1 Cor 10:19–21; Col 1:16). Ellos tienen como imagen ídolos muertos, mientras que Dios creó a los seres humanos a su imagen para una relación amorosa con él ahora y para siempre.
¿CUÁLES SON LOS DIFERENTES PUNTOS DE VISTA CRISTIANOS ACERCA DE LA CREACIÓN?
Actualmente entre los cristianos creyentes en la Biblia hay por lo menos seis interpretaciones principales de la narración de la creación en Génesis 1 y 2. Personalmente, encontramos que el primer punto de vista es bíblicamente el más convincente. Pero, como dice Pablo, ahora vemos todo de manera imperfecta, y un día, en la presencia de Jesús, veremos todo con perfecta claridad, así que estaremos en completo acuerdo sobre este y otros asuntos. Hasta ese día, adoremos juntos a nuestro Creador y debatamos amablemente sobre nuestras diferencias sin dividirnos innecesariamente a causa de ellas.
Punto de vista 1: El creacionismo histórico
La palabra usada para «principio» en Génesis 1:1 es re-shit en hebreo, la cual marca un punto de partida para lo que viene después. No hay una brecha entre los versículos 1 y 2. Al contrario, versículo 1 comienza la historia de Génesis, que nos dice que el Dios que creó todo es el mismo Dios que creó los portadores de su imagen y la Tierra Prometida donde Él vivirá con ellos. No implica una extensión específica de tiempo, ni tampoco significa necesariamente que la siguiente cosa expresada siga inmediatamente. Lo que Dios creó en el primer versículo existió por un período indefinido de tiempo (que podría radicar en cualquier lugar, desde un momento hasta miles de millones de años); antes de que Dios comenzara el trabajo de preparar la tierra inhabitable como morada para la humanidad. La preparación de la tierra baldía y la creación de Adán y Eva se produjo en seis días literales de veinticuatro horas según Génesis 1, tal como resuena en Éxodo 20:11. Esta visión deja abierta la posibilidad de una tierra antigua, seis días literales de creación y una humanidad joven sobre una tierra antigua. Tiene la dificultad bíblica de que parece que el sol y la tierra se crean en el cuarto día en lugar de antes de que comience la historia. Por eso, algunos argumentarán que la muerte no llegó hasta el pecado humano, pero esto podría referirse solo a la muerte humana. Por ejemplo, antes de que Adán y Eva pecaron, si ellos o un animal comieran una planta, ¿no moriría esa planta? Si una hoja cayera de un árbol, ¿no habría muerto esa hoja? [nota final 6]
Punto de vista 2: El creacionismo de una tierra joven
En este punto de vista, Dios creó el universo entero, incluyendo a Adán y Eva, en seis días literales de veinticuatro horas. Como busca ser fiel a la lectura del texto bíblico, este punto de vista afirma que el universo entero tiene menos de diez mil años de antigüedad. Interpreta los datos de la ciencia en términos de la Escritura inspirada, rehusando comprometer la enseñanza de Dios sobre la fecha y los métodos divinos de la creación con las teorías científicas naturalistas. Tiene algunas dificultades bíblicas, tales como la creación del sol y de la luna en el cuarto día, aunque existe la tarde y la mañana en los tres primeros días. [nota final 7]
Punto de vista 3: El creacionismo de una tierra vieja o Diseño inteligente (sin evolución)
Según este punto de vista, los días de Génesis 1 son analogías de los días de trabajo de Dios, estableciendo un patrón para nuestro ritmo de trabajo y descanso. Tienen un sentido similar a «en ese día» de Isaías 11:10-11. Representan los períodos de la actividad sobrenatural histórica de Dios al preparar y poblar la tierra como un lugar para que los humanos vivan, amen, trabajen y adoren. Estos días son periodos consecutivos de duración no especificada. La dificultad bíblica es que los días tienen tardes y mañanas, así que naturalmente serían días de 24 horas (Los defensores incluyen a Hugh Ross, Reasons to Believe, Stephen Meyer, Discovery Institute).
Punto de vista 4: Perspectiva de marco literario
En este punto de vista, Génesis 1 y 2 están destinados para ser leídos como un marco figurativo explicando la creación en un orden tópico, no secuencial. Los seis días de la creación mencionados en Génesis 1 también deben ser interpretados metafóricamente, no como de veinticuatro horas literales al día. El punto de vista de marco literario se describe aquí:
Formando Llenando
Día 1: separación de la luz y de la oscuridad Día 4: el sol, la luna, las estrellas (las luces en el cielo)
Día 2: separación del cielo y de las aguas Día 5: peces y pájaros
Día 3: separación de la tierra y de las aguas; Día 6: animales y el hombre plantas y árboles
Es cierto que Dios nos habla de la creación de manera creativa mediante la inclusión de poesía en el relato de la creación de Génesis 1 y 2. Sin embargo, aun cuando la Biblia usa el lenguaje figurativo y poético, lo hace para comunicar una verdad literal, hecho que debilita este punto de vista.
Punto de vista 5: Evolución teísta
En este punto de vista, Dios esencialmente comenzó la creación y luego se retiró del trabajo directo sobre ella, para, en su lugar, trabajar a través del proceso natural de la evolución. El universo es una creación totalmente dependiente para su existencia continua del poder sustentador del Dios trinitario de la Biblia. El diseño de Dios se muestra en las leyes físicas finamente ajustadas y los procesos biológicos necesarios para que la vida evolucione a través de las transiciones, lo que seria imposible sin la participación de Dios, que culmina en humanos con sus cerebros y mentes increíblemente complejos combinados en una imagen completa de la personalidad de Dios. Los humanos evolucionaron de antepasados pre-humanos, y, a lo largo del tiempo, la imagen de Dios y el pecado humano se manifestaron de manera gradual y misteriosa. Mientras abraza el naturalismo metodológico de la ciencia experimental, que busca procesos naturales más que sobrenaturales, rechaza decisivamente el naturalismo metafísico, que niega la existencia de Dios y lo sobrenatural. Tiene dificultades bíblicas porque generalmente no considera a Adán y Eva como padres literales de la raza humana, aunque el Nuevo Testamento toma esto como historia literal. (Mt 19: 4–6; Rm 5: 12-14; Hb 4: 4–7; 2 Pd 2: 4–5). También tiene dificultades para explicar cómo una especie puede realmente pasar a otra, ya que Génesis 1:21, 24, 25 habla de Dios haciendo que los peces, las aves y los animales “de acuerdo con su especie”. (Los defensores incluyen a Biólogos John Walton, Francis Collins, John Lennox, Philip Johnson, Tim Keller y Michael Behe.)
¿SON LOS SEIS DÍAS DE LA CREACIÓN DÍAS LITERALES DE VEINTICUATRO HORAS?
Aunque los seis puntos de vista cristianos sobre la creación mencionados antes son posibles, la pregunta sigue siendo: ¿qué es lo probable? Para responderla, tenemos que lidiar con la muy importante cuestión de si los seis días de la creación que figuran en Génesis 1 son de hecho días literales de veinticuatro horas.
Aquellos cristianos que defienden un punto de vista metafórico de los seis días de la creación señalan, con razón, que la palabra usada para día en hebreo (yom) a menudo se refiere a un período prolongado de tiempo que es más que un día literal de veinticuatro horas (por ejemplo, Sa 20:1; Prv 11:4; 21:31; 24:10; 25:13; Ec 7:14). Sin embargo, al leer las Escrituras, parece evidente que los seis días de la creación en Génesis 1 son días literales de veinticuatro horas, por dos razones.
Primera, cada día está numerado de modo que existe una sucesión de días. Además, cada día se describe como teniendo una mañana y una tarde, que es el lenguaje común para un día (Gn 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Estos detalles en Génesis 1 indican claramente que los días son literales.
Segunda, en Éxodo 20:8-11, Dios afirma:
Acuérdate de guardar el día de descanso al mantenerlo santo. Tienes seis días en la semana para hacer tu trabajo habitual, pero el séptimo día es un día de descanso y está dedicado al Señor tu Dios. Ese día, ningún miembro de tu casa hará trabajo alguno. Esto se refiere a ti, a tus hijos e hijas, a tus siervos y siervas, a tus animales y también incluye a los extranjeros que vivan entre ustedes. Pues en seis días el Señor hizo los cielos, la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos; pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día de descanso y lo apartó como un día santo.
Dios dice que él hizo la creación en seis días y que en el séptimo día descansó. Adicionalmente, su trabajo y descanso son el precedente para nosotros; su ejemplo explica por qué el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento tenía una semana de siete días con un día de descanso.
El punto de vista del marco literario ve los días como días de 24 horas del ritmo semanal, que Moisés usó para contar la historia de la creación. No son días de creación; Génesis 1-11 es una narración de orígenes desde la cosmovisión de pueblos antiguos en lugar de un registro de eventos históricos reales. Las antiguas categorías intelectuales de los escritores inspirados fueron empleados en el proceso de la descripción inspirada de Dios de la creación.
Sostenemos el creacionismo histórico, el cual enfatiza que los dos primeros capítulos del Génesis, la Palabra de Dios inspirada e inerrante, nos dicen que el Dios que creó todas las cosas (los ángeles, el espacio-tiempo, la masa-energía, el sol, la luna y las estrellas, y todas las especies de animales) preparó la tierra para la habitación humana en seis días literales de veinticuatro horas. Al final de esos días, formó el barro y sopló aliento de vida en él, creando a Adán. De la costilla de Adán, Dios creó la mujer. Fueron creados para estar en relación entre ellos y con Dios como Creador vivo y como Señor amoroso.
Sin embargo, ha habido debates por parte de eruditos amantes de Jesús y creyentes en la Biblia a través de toda la historia de la iglesia, relativos a si los días de la creación son días literales de veinticuatro horas. Mientras la posición de uno sobe este tema no se convierta en la prueba de fuego para la ortodoxia cristiana, el estudio y los debates permanentes y enérgicos pueden ser útiles para el pueblo de Dios; esto puede obligarles a crear unión en torno a lo que están de acuerdo, tal como el hecho de que el Dios Trinitario de la Biblia creó los cielos y la tierra y los formó amorosamente como un regalo y un hogar para nosotros en el cual adorar y disfrutar de él. [nota final 8]
¿QUÉ EDAD TIENE LA TIERRA?
No han escaseado los intentos por determinar y defender una edad particular de la tierra.
A muchos cristianos, la enseñanza de la Biblia les parece bastante simple: la tierra fue creada en el primero de los seis días de veinticuatro horas del Génesis, que culminaron con la creación de Adán, el primer ser humano. La suma de las genealogías en Génesis pone la edad de la tierra en alrededor de seis mil años.
Otros cristianos, antiguos y contemporáneos, no han visto el relato de la creación en términos estrictamente históricos. Se centran en Dios como creador y no en seis días literales, y piensan que no debemos tratar de especificar la fecha de la tierra.
Otros más buscan integrar el consenso científico general—que la tierra tiene alrededor de 4500 millones de años en su teología. Adaptan su punto de vista de la Biblia para acomodarse a la ciencia y enseñan que la tierra debe ser vieja.
El arzobispo James Ussher fechó la creación precisamente en el 4004 a.C. De acuerdo con el judaísmo tradicional, el año 2010 d.C. es en realidad el año 5770 desde la creación. El año judío de la creación es el año gregoriano 3761 a.C. Tanto Ussher como los judíos utilizaron las genealogías bíblicas (esto es, Génesis 5 y 10) y sumaron el número de años entre Adán, Noé y Abraham para llegar a sus fechas de creación. Que sus fechas difieran en algo indica la dificultad de lograr una exactitud precisa. Sin embargo, el método no puede ser simplemente desestimado si uno se aferra a la Escritura inspirada e inerrante. Los judíos, Ussher y muchos cristianos están de acuerdo con un lapso de doscientos años debido a indicaciones en las genealogías de Génesis 5 y 10. Ellos difieren de las genealogías de Jesús en Mateo 1 y en Lucas 3, que muestran una línea de descendencia, en lugar de períodos específicos de tiempo en cada generación. Las genealogías de Génesis no tienen grandes brechas. Si uno sigue las Escrituras, Adán el primer ser humano, fue creado hace aproximadamente seis mil años.
Sin embargo, creer en un Adán reciente no requiere de una joven. Si uno considera que los días no son seis días de veinticuatro horas, entonces la edad de la tierra no es una enseñanza bíblica. Los que están de acuerdo con nosotros en que los días del Génesis sí son de veinticuatro horas de duración aun así podrían no sostener que la Escritura establece una tierra joven. La creación del planeta tierra podría no haber sido durante esos seis días.
Muchos creen que Génesis 1:1 es un breve resumen de un periodo indeterminado de tiempo—tal vez un minuto o miles de millones de años, ya que la palabra hebrea para principio, al igual que su traducción al español, se refiere a la inauguración, en lugar de a un determinado periodo de tiempo—que precedió a los seis días literales del Génesis, cuando Dios preparó el Edén en la tierra ya creada como la morada para la humanidad.
Al final, creemos que la fecha de la tierra no puede ser un tema resuelto. Nos parece que quienes abogan enérgicamente por una edad joven o vieja para la tierra están infiriendo una posición desde la Biblia que la Biblia simplemente no indica con claridad. También hay que reconocer que la edad de la tierra no es motivo de gran preocupación en la Biblia. Los grandes autores de la Biblia, entre ellos David, Isaías y Pablo, y el mismo Jesús, nunca se refirieron a la edad de la tierra, a pesar de que confirmaron a Dios como creador.
Como Agustín ha dicho con razón, la Biblia no es un libro de texto científico para responder a las siempre cambiantes preguntas de la ciencia, sino más bien un libro de texto teológico para revelar a Dios y los medios por los cuales él nos salva. Lo que la Biblia enseña realmente es la verdad inerrante de Dios que debe ser creída, pero no enseña todo lo que queremos saber. Tenemos que ser valientes para recibir y enseñar sin vergüenza lo que dice sobre los temas resueltos (2 Tim 2:15; 3:16–17; Tit 1:9; Jd 3) pero lo suficientemente humildes como para dejar que las cosas poco claras y no reveladas sean temas pendientes, evitando las controversias que no son de provecho (Dt 29:29; 2 Tim 2:23; Tit 3:9).
La cuestión persiste en cuanto a cómo lidiar con el consenso de gran difusión científica de que la tierra tiene 4500 millones de años y ciertamente parece ser vieja, incluso para los no científicos. Muchas soluciones se han ofrecido, incluyendo lo siguiente:
- Aunque la tierra parece vieja a la mayoría de los científicos, en realidad es joven, por lo que los científicos están simplemente equivocados. Es cierto, los cristianos que sostienen este punto de vista son considerados ignorantes e incluso poco inteligentes por el mundo que los observa, pero ellos replican que es mejor creer en las Escrituras que en las siempre cambiantes teorías de los científicos.
- La tierra parece vieja debido a que fue hecha madura, como lo fue Adán. Si hubiéramos visto a Adán y Eva inmediatamente después de su creación (recordemos, eran lo suficientemente maduros como para recibir la orden de ser fecundos y de gobernar la tierra), y les hubiéramos preguntado su edad, nos habrían sorprendido con su respuesta.
- El Diluvio en Génesis 6-9 cubrió la tierra universalmente, lo cual comprimió las capas geológicas y reubicó de tal forma la topografía que la tierra parece ser vieja, especialmente cuando asumimos que los procesos geológicos toman extensos períodos de tiempo.
- La tierra es en realidad vieja y los días mencionadas en Génesis 1 y 2 no son literales de veinticuatro horas sino, más bien, extensos períodos de tiempo.
- La tierra puede ser, o probablemente es, vieja. Como nos reveló nuestra investigación de Génesis 1:1, Dios creó la tierra durante un período indefinido de tiempo antes de los seis días del Génesis. Eso podría haber sido en realidad miles de millones de años atrás, lo cual explicaría la aparente antigüedad de la tierra. Luego, en seis días literales Dios preparó la tierra para la creación de la humanidad y en el sexto día hizo al primer hombre y a la mujer.
Encontramos este último punto de vista bastante convincente por cinco razones. (1) Mantiene la interpretación de seis días literales de Génesis 1, lo cual parece ser el punto de este capítulo. (2) Define los términos clave de forma bíblica en vez de científica. La palabra traducida como «cielos» se entiende mejor como «firmamento»; «tierra» (planeta) como «terreno» (Tierra Prometida); y «vacía y sin forma» (caos primordial) como «deshabitada». (3) Enseña que los primeros humanos aparecieron recientemente. (4) Fue la opinión más común de los primeros cristianos, tal como Agustín, y no perdió mérito hasta el surgimiento de la ciencia moderna. (5) Se correlaciona con los hallazgos del mundo científico desde una perspectiva bíblica. Las enseñanzas de la Biblia siempre tienen prioridad en nuestra teologización, pero de los posibles puntos de vista bíblicos, preferimos una visión que explique la mayor cantidad de datos con el menor número de dificultades.
Aunque hay un gran debate acerca de la edad de la tierra, existe mucho más acuerdo entre los datos bíblicos y científicos sobre la edad del primer Homo sapiens, es decir, verdaderos seres humanos que vivían en aldeas y practicaban la agricultura. Los científicos por lo general fechan el origen del verdadero Homo sapiens a menos de diez mil años atrás, aun cuando fechan a otros seres de apariencia humana con mucha más antigüedad. Incluso aquellas personas que están comprometidas con la evolución natural y con una tierra vieja están de acuerdo con los datos bíblicos de que, si bien la tierra puede ser muy antigua, la vida humana, tal como la conocemos, es relativamente joven. Sus estudios están llegando a la conclusión de que hubo una primera hembra humana («Eva mitocondrial») y un primer macho ser humano («Adán cromosoma Y»). Estos dos seres humanos originales están genéticamente desconectados con otras especies como el Homo neanderthalensis y el Homo erectus. Por lo tanto, incluso los más conservadores estudiosos de la Biblia y los más incrédulos científicos naturalistas coinciden en que la vida humana tal como la conocemos hoy tiene, a lo sumo, unos diez mil años de antigüedad.
¿CÓMO DIFIERE EL CREACIONISMO DEL NATURALISMO?
El debate central sobre el origen de nuestro mundo y la vida que sostiene es si viene de Dios (el creacionismo) o existe aparte de Dios (el naturalismo). El Dr. George Wald, Profesor de biología en la Universidad de Harvard, y recipiente del Premio Nobel de biología de 1971, dice:
Cuando se trata del origen de la vida, solo tenemos dos posibilidades de cómo comenzó. Una es la generación espontanea y la evolución; la otra es un acto creativo y sobrenatural de Dios. No hay una tercera posibilidad…La generación espontanea fue refutada científicamente hace cien años por Louis Pasteur, Spellanzani, Reddy y otros. Eso nos lleva científicamente a una única conclusión posible—que la vida surgió como un acto creativo y sobrenatural de Dios…No aceptaré eso filosóficamente porque no quiero creer en Dios. Por lo tanto, yo elijo creer en lo que sé que es científicamente imposible: la generación espontanea y la evolución. [nota final 9]
El naturalismo considera la creación como un mero producto del tiempo, la energía y el azar. Como dijo famosamente Carl Sagan: «El Cosmos es todo lo que existe, existió o existirá» [nota final 10]. O, para decirlo de otra manera, la explicación final de todo, desde la vida hasta el amor, se encuentra en la física de partículas, en la teoría de cuerdas y en todo lo que gobierna los elementos del mundo material; es que no hay nada más allá del mundo físico y de sus átomos.
Probablemente el más famoso defensor del naturalismo es Charles Darwin (1809-1892). Darwin fue un naturalista inglés que fundó la teoría moderna de la evolución. Él publicó su propuesta en 1859 en el libro El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. Este largo título original es reducido con frecuencia a El origen de las especies, tanto por su longitud como por sus tintes racistas. Si bien parece que Darwin nunca descreyó en la existencia de un Dios de algún tipo, su teoría de la evolución ha sido utilizada en un esfuerzo por explicar el origen de la vida aparte de Dios. De hecho, el ateo Richard Dawkins dice que «si bien el ateísmo podría haber sido lógicamente sostenible antes de Darwin, Darwin hizo posible ser un ateo intelectualmente satisfecho» [nota final 11].
Como cristianos somos libres de aceptar el hecho aparentemente evidente de la microevolución: que las especies pueden y deben adaptarse a sus entornos. De hecho, la microevolución puede ser simplemente otra prueba de la bondad y la misericordia de Dios sobre su creación, ya que ayuda a las especies a adaptarse a su entorno a fin de protegerse de los depredadores. Sin embargo, los cristianos no son libres de aceptar la aún no probada y altamente sospechosa tesis de macroevolución naturalista y ateísta: que una especie pueda convertirse en otra especie por completo.
A pesar de que ha reinado como el paradigma dominante durante más de cien años, la teoría de la evolución de Darwin ha sido objeto recientemente de intensas críticas tanto por científicos cristianos como no cristianos persuadidos por lo que hoy se conoce como el «diseño inteligente». Incluso Antony Flew, el filosofo por excelencia del ateísmo, abandonó su teoría errada en el 2004 [nota final 12].
Thomas Nagel, un filosofo ateo, argumenta que la versión materialista de la biología evolucionaria falla porque no puede explicar la existencia de la mente y la consciencia. Sugiere que los científicos necesitan otra teoría para explicar la aparición de vida, y en particular la vida consciente.
Las razones para el declive de la confianza en la macroevolución son muchas, pero los siguientes son algunos de los saltos de fe más inverosímiles que hace la macroevolución; todos los cuales requieren por lo menos tanta fe como el creer en un Dios creador eterno.
- La macroevolución propone que la nada hizo todas las cosas. A veces, esta afirmación es llamada generación espontánea. En esencia, la nada origina la existencia de todo lo que existe, aunque esto no se considera un milagro, porque no hay Dios. Francis Collins, director del Proyecto Genoma Humano, sostiene: «No me puedo imaginar cómo la naturaleza, en este caso el universo, podría haberse creado a sí mismo. El hecho de que el universo tuvo un principio implica que alguien fue capaz de comenzarlo. Y a mí me parece que tenía que haber estado fuera de la naturaleza» [nota final 14].
La macroevolución es puesta en un dilema entre la innegable evidencia de que el universo tuvo un principio y el precepto igualmente innegable de que de la nada, nada se hace. La mayoría de los científicos naturalistas y ateos da crédito a la teoría del big bang, que afirma que hubo una especie de explosión poderosa que puso en marcha acontecimientos que con el tiempo dieron lugar a la formación del mundo que conocemos hoy; por lo tanto, el big bang explica la continua expansión del universo. Stephen Hawking escribió: «Casi todo el mundo cree ahora que el universo, y el tiempo mismo, tuvieron un comienzo en el big bang» [nota final 15]. Mientras que los cristianos podrían llamar a esto Gran Dios en lugar de big bang, el punto en ambos casos es que el universo no es eterno, sino que tuvo un comienzo.
En su desesperación para evitar el dilema de un universo con un principio, se especula que podría haber un número infinito de universos paralelos invisibles que se remontan a la eternidad, sin una pizca de evidencia para apoyar esta ilusión. ¿Cómo pueden criticar a los cristianos considerándolos gente de fe ciega? Tenemos toda la evidencia histórica de Jesús y su resurrección para respaldar nuestra fe, mientras que ellos no tienen absolutamente nada para su mitología.
- La macroevolución plantea que el caos formó el orden. El recuento básico de la historia del universo según el naturalismo ateo es que el orden de nuestro universo es el resultado del desorden cataclísmico, del caos y del azar que, en conjunto, resultó en un gran orden. Como regla general, nuestras experiencias de vida nos confirman que gran caos y desorden, en y por sí mismos, no pueden conducir a un orden armoniosos. En este punto, el astrónomo Fred Hoyle «afirmó que la probabilidad de que surgiera vida en la tierra (por medios puramente naturales, sin la ayuda divina especial) es menor que la probabilidad de que un Boeing 747 pudiera ser ensamblado por un rugiente huracán mientras atraviesa un depósito de chatarra» [nota final 16].
Además, Stephen Hawking ha dicho: «Las probabilidades en contra de que un universo como el nuestro surja de algo así como el big bang son enormes. Creo que claramente hay implicaciones religiosas» [nota final 17]. Lo que es más, Hawking admitió que «sería muy difícil explicar por qué el universo habría empezado precisamente de esta manera, salvo el acto de un Dios que tuvo la intención de crear seres como nosotros» [nota final 18]. Esta conclusión concorde con el argumento teológico que estudiamos previamente.
- La macroevolución propone que la materia impersonal hizo a la humanidad personal. Los naturalistas han razonado que además del mundo material, las cosas inmateriales tales como las emociones y la inteligencia son simplemente el resultado de una materia impersonal, sin sentimientos y sin inteligencia. Sin embargo, esta propuesta en su totalidad desafía a la lógica. ¿Cómo puede la materia que no siente crear gente que llora? ¿Cómo puede la materia que no piensa crear no solo el órgano físico del cerebro sino también los pensamientos mentales que lo acompañan? ¿Cómo puede la materia impersonal crear a una persona con una identidad y con personalidad?
De hecho, la carga de la prueba recae sobre el naturalista para explicar lo insostenible, mientras que el cristiano se limita a establecer el hecho bíblico de que nuestro Dios personal, apasionado, brillante e infinito nos hizo con destellos de su gloria en nuestro corazón, mente y personalidad. Además, si nuestros puntos de vista sobre la justicia y la moralidad no fueran más que un cableado neuroquímico interno, entonces perderíamos el derecho a sentirnos moralmente indignados por cosas tales como el genocidio, la violación, el asesinato y el racismo. Cuando negamos la dignidad de la humanidad creada a imagen de Dios cortamos la rama sobre la que nos sentamos para defenderla.
- La macroevolución pretende ser una ciencia imparcial. Todavía, después de cien años de tratar de replicar la macroevolución, todos los esfuerzos han sido en vano. Además, los naturalistas ateos siguen resistiéndose a cualquier evidencia de la mano de Dios en la creación del mundo. Esto es, como Romanos 1:18 declara, detienen la verdad con su perversión debido a la dureza de corazón en contra de Dios. El profesor de Harvard Richard Lewontin ha dicho: «Nos vemos obligados, por nuestra adhesión a priori a las causas materiales, a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materiales» [nota final 19]. Él sigue insistiendo en que este «materialismo es absoluto, porque no podemos permitir un pie divino en la puerta» [nota final 20].
Además, el premio Nobel Steven Weinberg comenta: «Yo personalmente siento que la enseñanza de la ciencia moderna es corrosiva de las creencias religiosas, ¡y yo estoy a favor de eso!» [nota final 21]. Él dice luego:
Desde mi punto de vista particular, puedo esperar que esta triste y larga historia llegue a su fin en algún momento en el futuro y que esta progresión de sacerdotes, ministros, rabinos, ulemas, imanes, bonzos y bodhisattvas llegue a un final y ya no los veamos más. Espero que esto sea algo a lo que la ciencia pueda contribuir, y si es así, entonces creo que puede ser la contribución más importante que podemos hacer [nota final 22].
El biólogo evolucionista Jerry Coyne escribió Fe versus realidad: Por qué la ciencia y religión son incompatibles para decir que la ciencia debe limitarse a lo que se puede saber del estudio empírico y que cualquier otra cosa es superstición. Pero es imposible tomarlo en serio cuando ignora por completo los argumentos históricos para la resurrección de Jesús hecho por eruditos como Gary Habermas, Larry Hurtado y N.T. Wright, o el fracaso de la ciencia naturalista para explicar el origen de la vida y la conciencia. La conclusión naturalista de Coyne es, «en realidad somos marionetas interpretando partes escritas por las leyes de la física». [nota final 23]
Sin embargo, si todo lo que somos es simplemente el resultado del tiempo y del azar, y si nuestros pensamientos no son más que la colisión casual de la materia, ¿por qué debemos confiar en que nuestras mentes puedan decirnos algo verdadero, o que puedan ser una guía confiable en el descubrimiento científico? En este punto, el destacado filósofo ateo Thomas Nagel se pregunta si podemos tener ¿alguna «confianza continua en la razón como fuente de conocimiento sobre el carácter no aparente del mundo? En sí, creo que la historia de la evolución habla en contra de tal confianza» [nota final 24].
De hecho, no hay conflicto entre la ciencia y la fe cristiana. Sin embargo, sí hay un conflicto entre el cristianismo y el naturalismo ateo que se niega a seguir la verdad dondequiera que se encuentre, expresamente porque conduce a la creencia en Dios. Los cristianos, sin embargo, no deben de ninguna manera abandonar las ciencias, sin que deben perseverar con gran vigor y fe para aprender más acerca de Dios a través de lo que ha hecho como un acto de adoración a él [nota final 25].
Por desgracia, ha habido mucha información errónea acerca de la relación histórica entre el cristianismo y la ciencia. Por lo tanto, queremos desmentir algunos mitos poderosos pero falsos que han hecho que algunos vean equivocadamente al cristianismo como supresor de la verdad y a la ciencia como su defensora [nota final 26].
El primer mito es que, antes del primer viaje de Cristóbal Colón, la gente pensaba que el mundo era plano. La verdad es que, más de ochocientos años antes del viaje de Colón, Beda, el historiador de la iglesia, enseñó que la tierra era redonda, al igual que Tomás de Aquino. Por otra parte, el libro De Sphaera de Sacrobosco, escrito alrededor de 1231, fue el manual estándar para la astronomía elemental hasta el Renacimiento. Esta obra describe la esfericidad de la tierra unos dos siglos antes de Colón.
El segundo mito es que cuando Copérnico escribió que la tierra giraba alrededor del sol, sus conclusiones fueron revolucionarias, y un concepto sin enseñar previamente. La verdad es que a Copérnico le fueron enseñados los fundamentos esenciales que guiaron su modelo por medio de sus profesores escolásticos, es decir, los eruditos cristianos que desarrollaron el modelo en forma gradual durante los dos siglos previos.
El tercer mito es que la «revolución científica» del siglo XVII inventó la ciencia tal como la conocemos porque el cristianismo había perdido el poder para evitarlo. La verdad es que trescientos años antes de Newton, un clérigo escolástico llamado Jean Buridan ya había anticipado la primera ley de movimiento de Newton, que un cuerpo en movimiento permanece en movimiento a menos que de otra forma sea impedido. Fue Buridan, no una lumbrera de la Ilustración, quien propuso por primera vez que la tierra gira sobre su propio eje. Por otra parte, la ciencia floreció solo en Europa, donde la visión del mundo fue formada por el cristianismo. Muchas civilizaciones tenían la alquimia, sin embargo, solo en una Europa influenciada por el cristianismo se desarrolló la química. Del mismo modo, la astrología se practicaba en todas partes, pero solo en Europa se convirtió en la astronomía.
Para terminar, queremos elogiar a todos aquellos a quienes Dios ha dotado para amar a Dios con toda su mente y que lo hagan por medio de las ciencias para la gloria de Dios y para su gozo, como siempre ha sido el caso con el pueblo de Dios.
¿QUÉ DIFERENCIA HACE LA DOCTRINA DE LA CREACIÓN EN SU VIDA?
La Biblia enseña que la creación en general, y la vida humana en particular, fueron hechas por Dios, pertenecen a Dios, existen para Dios, están insatisfechas aparte de Dios y retornarán a Dios. Si usted no cree en la doctrina de la creación, probablemente cree que vino de nadie, que está vivo en la tierra por nada y cuando muera no irá a ninguna parte. El conocido filósofo ateo Bertrand Russell resume esta visión del mundo:
Ese Hombre es el producto de causas que no tuvieron una previsión del fin que alcanzaban; ya que su origen, crecimiento, esperanzas y temores, amores y creencias, no son sino el resultado de un emplazamiento accidental de átomos; por ello, no hay fuego, ni heroísmo, ni intensidad de pensamientos y sentimientos, que puedan preservar la vida de un individuo más allá del sepulcro, ya que todos los años de trabajo, toda su devoción, inspiración y aun la reluciente genialidad humana, estarán destinados a la extinción en la vasta muerte del sistema solar, y todo el templo del logro Humano será sepultado inevitablemente bajo los escombros de un universo en ruinas; todas estas cosas, si bien no están más allá de toda discusión, son tan ciertas que ninguna filosofía que las rechace puede esperar permanecer. Únicamente sobre el patíbulo de estas verdades, solamente sobre el firme fundamento de la desesperación pertinaz, podría ha habitación del alma estar firmemente construida de ahora en adelante [nota final 27].
De hecho, la única opción lógica aparte de la doctrina bíblica de la creación es «el firme fundamento de la desesperación pertinaz». Del mismo modo, cuando a Richard Dawkins le preguntaron si su visión de la realidad lo deprimía, él respondió: «No me siento deprimido al respecto, pero si alguien se siente así, ese es su problema. Tal vez la lógica es profundamente pesimista, el universo es sombrío, frío y vacío. Pero ¿y qué?» [nota final 28].
Como pastor que ha predicado en los funerales de las víctimas del suicidio, y que ora a menudo con las mujeres adolescentes que continuamente se cortan, y que viene de una larga historia familiar de depresión tan severa que a menudo resulta en enfermedad mental y en la automedicación con el alcoholismo, yo (Mark) no podría entender cómo animar a la gente a construir sus vidas sobre «la desesperación pertinaz», porque «el universo es sombrío, frío y vacío», solo para descartar con ligereza su dolor y lágrimas diciendo: «¿Y qué?».
Realmente, si ningún salvador viene a rescatarme y si no hay mejor lugar al que yo pueda escapar al final de esta vida, entonces una vez que el dolor de esta vida se vuelva insoportable, simplemente debo acelerar lo inevitable. Y muchos lo hacen.
Las personas que no entienden la doctrina de la creación y otras doctrinas relacionadas quieren morir. Algunos mueren poco a poco, llorando hasta quedar vacíos y sin poder derramar más lágrimas. Otros se automedican con recetas médicas; los antidepresivos son ahora la categoría más vendida de la medicina y la depresión es el diagnóstico más común. Muchos otros se automedican con sexo, comida, alcohol, drogas, juegos de azar, entrenamiento, videojuegos, navegación por Internet y cualquier otra cosa que pueda servir como una distracción contra la «desesperación pertinaz».
No obstante, lo que es aún más triste que toda esta tristeza es el hecho trágico de que no hemos aprendido de la historia y no mostramos señales de hacerlo en algún futuro cercano. El obispo anglicano N.T. Wright ha dicho sabiamente:
Hay tres formas básicas (con variaciones) en las que podemos imaginar el espacio de Dios y el nuestro en relación el uno con el otro. […] La Opción Uno es deslizar los dos espacios [el cielo donde mora Dios y la tierra en que moramos] juntos. […] Puesto que Dios, como se ve en esta opción, no se esconde en un rincón de su territorio, sino que lo llena todo con su presencia, Dios está en todas partes, y—vea esto con cuidado—en todas partes está Dios. O, si a usted le gusta, Dios lo es todo y todo es como Dios. Esta opción se conoce como «panteísmo». Fue muy popular en los mundos griego y romano del primer siglo. […] Se ha convertido cada vez más popular en nuestros días. […] La obligación principal de los seres humanos, entonces, es ponerse en contacto con, y en sintonía con, la divinidad dentro de sí mismos y en el mundo que los rodea [nota final 29].
Wright pasa a explicar que es difícil que la gente crea que Dios está en todo literalmente, incluyendo el cáncer, los insectos y los huracanes. Por lo tanto, la variación sutil del panenteísmo se ha vuelto más popular. El panenteísmo enseña que Dios está en todas las cosas. Wright explica brillantemente:
El problema con el panteísmo, y en gran medida con el panenteísmo, es que no puede hacer frente al mal. Dentro de la multitud de dioses del paganismo, del cual surgió el panteísmo, cuando algo sale mal se puede culpar a un dio o una diosa que estaba tratando de hacerle daño. […] Pero cuando todo (incluido usted) participa, o vive, dentro de la divinidad, no hay tribunal superior de apelación cuando algo malo sucede. Nadie puede venir a rescatarle. El mundo y «lo divino» son lo que son, y es mejor que usted se acostumbre a ello. La única respuesta definitiva (dada por muchos estoicos en el primer siglo, y por el número cada vez mayor en el mundo occidental de hoy) es el suicidio [nota final 30].
La segunda opción, dice Wright, es mantener los dos espacios, el del cielo y el de la tierra, en firme separación, con gran distancia entre Dios y nosotros. Esto, por supuesto, es la enseñanza del deísmo. Como dice Wright: «Los seres humanos deben acostumbrarse a estar solos en el mundo. Los dioses no intervendrán, ya sea para ayudar o para hacer daño» [nota final 31]. Él sostiene que en el mundo antiguo, si usted era rico, poderoso, saludable, exitoso, etcétera, con una agradable casa para vivir, buena comida y esclavos para atender cada capricho, a menudo se sentiría bien con la idea de que todo estaba por su cuenta y de que no había ninguna ayuda divina a su disposición. Por otro lado, «si, al igual que la gran mayoría de la población, su vida era dura, cruel y muchas veces francamente miserable, era fácil creer que el mundo en el que vivía era oscuro, desagradable y malo en su esencia misma, y que su mejor esperanza era escapar de él […] por la muerte misma (ahí vamos de nuevo)» [nota final 32].
Por último, la tercera opción, sostiene Wright, no es que el cielo y la tierra sean uno y lo mismo (panteísmo y el panenteísmo) o que estén completamente separados (deísmo), sino más bien que Dios en formas diferentes entrelaza su cielo con su creación. Esto lo vemos en todo el Antiguo Testamento: Jacob vio una escalera que descendía del cielo; una columna de nube durante el día y una columna de fuego por la noche guiaba al pueblo de Dios en el desierto; el tabernáculo de reunión viajaba con el pueblo de Dios como un lugar de reunión portátil entre el cielo y la tierra, hasta que tuvieron el templo donde se guardaba el arca del pacto en el Lugar Santísimo, una especie de lugar interconectado entre el cielo y la tierra. Wright señala que para el cristiano, «la creación del mundo fue el libre derramamiento del poderoso amor de Dios. […] Y, después de haber hecho este mundo, Dios ha permanecido en una relación estrecha, dinámica e íntima con él, sin que de ninguna manera esté contenido dentro de él o lo tenga contenido dentro de sí mismo» [nota final 33].
Por lo tanto, la doctrina de la Creación prepara el escenario para la venida de Jesucristo. En efecto, Dios llegó a ser un hombre, quien es nuestro Creador, en medio de su creación. Él viene a conectar el cielo y la tierra a través de sí mismo como el mediador entre los dos. Como veremos en los próximos capítulos, él viene en una misión de rescate para salvarnos de la «desesperación pertinaz» al morir por nosotros, colocando su propio Espíritu en nosotros y prometiendo volver algún día para rescatar a la creación para que ya no sea «sombría, fría y vacía». De hecho, al igual que él tomó una tierra estéril y la preparó para nuestros primeros padres, volverá a preparar la creación para su pueblo, y en lugar de decir «y ¿qué?» a nuestro dolor, la Biblia promete que él enjugará toda lágrima de nuestros ojos.
PREGUNTAS PARA REVISTA PERSONAL Y/O DISCUSIÓN DE GRUPOS PEQUEÑOS
- ¿Hay una vista particular de la creación que te parezca más convincente? ¿Qué tan confidente te sientes en esa posición?
- ¿Tienes un lugar favorito en la creación? ¿Por qué?
- Cuando llegues al cielo con Dios, ¿qué preguntas tienes para Él sobre la creación en Génesis?
- Cuando nos amamos a alguien, hacemos grandes esfuerzos para preparar un lugar para que vivan de manera segura. Esto es lo que Dios nos hizo por nosotros en la creación. ¿Qué aspecto(s) de la creación de Dios aprecias más por su atención al detalle?
- ¿Por qué crees que es importante dejar espacio para el misterio en la fe cristiana y a veces decir, «no lo sé con certeza»?
- ¿Crees que la tierra es vieja o joven? ¿Por qué?
- Piensa en cualquier cristiano que conozcas que trabaje en los diversos campos de la ciencia (por ejemplo, medicina, ingeniería, química) y ora por su trabajo y ministerio hoy.
- ¿Qué aspecto de la creación (por ejemplo, el cuerpo humano) te parece más asombroso? Pase un momento agradeciendo a Dios por ese aspecto de su creación.
- ¿Qué diferencia hace en tu vida saber que hay un Dios Creador personal que te ama y ha venido a rescatarte de este mundo caído? ¿Cómo sería tu vida diferente si no creyeras esto?
- Al pensar en la Creación, y el regreso de Jesús para borrar el pecado y la maldición al traer una Nueva Creación, ¿qué es lo que más esperas en la eternidad?
NOTAS
- Alvin Plantinga, Where the Conflict Really Lies: Science, Religion, and Naturalism [Donde está el conflict: la ciencía, la religión y el naturalismo] Oxford University Press, 2011, y Thomas Nagel, Mind and Cosmos: Why the Materialist Neo-Darwinian Conception of Nature Is Almost Certainly False [La mente y los cosmos: Por qué la concepción materialista neo-darwinio de la naturaleza está casi totalmente falsa], Oxford University Press, 2012. Nagel es un ateo quien reconoce las limitaciones del naturalismo.
- Ver Martin Luther, «Lectures on Genesis Chapters 1–5 [Sermones sobre Génesis capítulos 1 a 5]» in Luther’s Works [Las obras de Lutero], edición estadounidense, 55 vols. ed. Jaroslav Pelikan and Helmut T. Lehmann (Philadelphia: Muehlenberg and Fortress; St. Louis: Concordia, 1955–1986), 1:6.
- Ver Michael J. Behe, Darwin’s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution [La caja negra de Darwin: El dilema bioquímica a la evolución] (New York: Free Press, 2006).
- Steve Paulson, «The Believer» (interview with Francis Collins), com, 3, http://salon.com/books/int/2006/08/07/collins/index2.html.
- Fred Hoyle, quoted in Alvin Plantinga, «The Dawkins Confusion», Books & Culture 13, no. 2 (March/ April 2007): 21, http://www.christianitytoday.com/bc/2007/002/1.21.html.
- El creacionismo histórico está bien articulado por John Sailhamer en Genesis Unbound: A Provocative New Look at the Creation Account [Génesis desatado: Una nueva perspectiva del relato de la Creación] (Dawson Media; 2nd edition, 2011), esp. pp. 44–45, y The Pentateuch as Narrative [El pentateuco como narrativa] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1992), 81–100. Sus análisis sobre el Pentateuco, en general, y Génesis, en particular, son brillantemente perceptivos.
- Proponentes incluyen Creation Ministries International; http://creation.com; Henry Morris, Institute for Creation Research, http://www.icr.org; Ken Hamm, Answers in Genesis, https://answersingenesis.org.
- Por ejemplo, véase la afirmación de Westminster Theological Seminary respect a los días de la creación: http://www. wts.edu/about/beliefs/statements/creation.html.
- Scientific American, August, 1954.
- Carl Sagan, Cosmos [El cosmos] (Nueva York: Random House, 1980), 1.
- Richard Dawkins, The Blind Watchmaker (Nueva York: Norton, 1996), 6, énfasis en el original. Publicado en español con el título El relojero ciego.
- Antony Flew, There Is a God: How the World’s Most Notorious Atheist Changed His Mind [Hay un Dios: cómo el ateísta más notorio del mundo cambió de opinion] (Nueva York: HarperCollins, 2007).
- Thomas Nagel, Mind and Cosmos: Why the Materialist Neo-Darwinian Conception of Nature is Almost Certainly False, Oxford University Press, 2012.
- Steve Paulson, «The Believer [El creyente]», entrevista con Francis Collins, Salon.com, 3, http://salon.com/books/ int/2006/08/07/collins/index2.html.
- Stephen Hawking and Roger Penrose, The Nature of Space and Time (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1996), 20. Publicado en español con el título de La naturaleza del espacio y el tiempo.
- Citado por Alvin Plantinga, «The Dawkins Confusion [La confusion de Dawkins]» Books & Culture 13 (March/April 2007): 21.
- Citado en Francis S. Collins, The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief (New York: Free Press, 2006), 75. Publicado en español con el título ¿Cómo habla Dios?
- Ibid.
- Richard Lewontin, «Billions and Billions of Demons [Miles de milones de demonios]», The New York Review of Books, January 9, 1997, 150.
- Ibid.
- «Free People from Superstition [Libera a la gente de la superstición]», Freethought Today, April 2000, http://www.ffrf.org/fttoday/2000/april2000/weinberg.html.
- Ibid.
- «Why You Don’t Have Free Will [Por que no tienes libre albedrío]», USA TODAY, 1/1/2012.
- Thomas Nagel, The Last Word (New York: Oxford University Press, 1997), 135. Publicado en español con el título La última palabra.
- Francis Collins es un ejemplo de un cristiano haciendo justamente esto. En el mismo año en ue el ateo Richard Dawkins publicó The God Delusion (Boston: Houghton Mifflin Harcourt, 2006) [publicado en español con el título El espejismo de Dios], Collins publicó The Language of God. Collins es un eminente investigador científico y cabeza del Proyecto Genoma Humano. En su libro habla acerca de cómo su estudio de la creación le guió a la senda de seguir la verdad hasta ser guiado a su Creador, y se convirtió del ateismo al cristianismo.
- Ver Rodney Stark, For the Glory of God: How Monotheism Led to Reformations, Science, Witch-Hunts and the End of Slavery [Para la Gloria de Dios: Cómo el monoteísmo produjo las reformas, la ciencia, las cazas de brujas y el fin de la esclavitud] (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2003); Philip Sampson, Six Modern Myths about Christianity and Western Civilization [Seis mitos modernos sobre el cristianismo y la civilización occidental] (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2001); y Vinoth Ramachandra, Subverting Global Myths [Subvertir mitos globales] (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2008).
- Bertrand Russell, «A Free Man’s Worship [La adoración de un hombre libre]», en Mysticism and Logic (Mineola, NY: Dover, 2004), 37. Publicado en español con el título Misticismo y lógica.
- Citado en Henry F. Schaefer III, Science and Christianity: Conflict or Coherence? [¿Ciencia y cristianismo: Conflicto o coherencia?] (Watkinsville, GA: Apollos Trust, 2003), 82.
- T. Wright, Simply Christian: Why Christianity Makes Sense (New York: HarperCollins, 2006), 60–61. Publicado en español con el título Simplemente cristiano: El por qué tiene sentido el cristianismo.
- Ibid, 61.
- Ibid, 62.
- Ibid
- Ibid, 65.