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Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, la gloria que corresponde al unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
JUAN 1:14
Los superhéroes capturan nuestra imaginación con sus habilidades sobrehumanas. «Wolverine» puede curarse rápidamente de las heridas. La «Mujer Invisible» puede volverse invisible a voluntad. «Nitro» puede reformar su propio cuerpo después de que explota. «Superman» puede volar. «Hulk» tiene fuerza sobrehumana. «Aquaman» puede respirar bajo el agua. «El Hombre Araña» puede escalar paredes. La «Mujer Maravilla» puede entender cualquier idioma. «Infinity» es omnisciente. «Silver Surfer» puede manipular la gravedad. «Doomsday» (el enemigo de Superman) puede resucitar de la muerte. «Kitty Pryde» puede atravesar la materia sólida. Y «Flash» tiene velocidad sobrehumana.
Muchos niños, y más de unos pocos adultos, se han preguntado cómo sería para un ser humano tener habilidades sobrehumanas. Sin embargo, la teología cristiana tiene algo aún más sorprendente porque, a diferencia de los superhéroes, nuestro Superhéroe verdaderamente vivió, y sus poderes superan los de la tradición de los cómics.
En Jesús, Dios entra en el reino humano. Convierte el agua en vino y convierte el almuerzo de un muchacho en miles de comidas, camina sobre el agua, calma tormentas, sana a los enfermos, resucita a los muertos, manda a los demoníacos y conquista la tumba.
J. I. Packer ha descrito la encarnación como el «misterio supremo» asociado con el evangelio. [NOTA FINAL # 1] La encarnación es más un milagro que la resurrección porque en ella de alguna manera se unen un Dios Santo y la humanidad pecadora, pero sin la presencia del pecado: «Nada en la ficción es tan fantástico como esta verdad de la encarnación.» [NOTA FINAL # 2]
¿QUÉ SIGNIFICA LA ENCARNACIÓN?
Encarnación (del latín que significa «hacerse carne») es la palabra que usan los teólogos para explicar cómo el segundo miembro de la Trinidad entró en la historia humana en carne como el Dios-hombre Jesucristo. Una destacada revista teológica explica:
La palabra en español «encarnación» se basa en la Vulgata latina, «Et ver-bum caro factum est». El sustantivo caro proviene de la raíz carn– («carne»). La Encarnación significa que el Hijo eterno de Dios se hizo «carne», es decir, asumió una naturaleza adicional, es decir, una naturaleza humana. [NOTA FINAL # 3]
La encarnación se declara expresamente en Juan 1:14, «Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como la del Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad». Para entender mejor la encarnación, debemos considerar cuidadosamente el capítulo inicial del Evangelio de Juan.
El pueblo hebreo, a finales del primer siglo, se aferró firmemente a su orgullosa herencia religiosa que se extendía desde Abraham a Isaac, Jacob, Moisés, David, y un montón de sacerdotes y profetas. En el centro de su teología estaba la devoción a la Palabra de Dios. Las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento fueron escritas en su lengua materna por sus hermanos hebreos con nada menos que la autoridad de Dios como su voz divina a través de hombres escogidos. Para los hebreos, la Palabra de Dios era la presencia y la acción de Dios irrumpiendo en la historia humana con un poder y una autoridad sin igual. La Palabra de Dios indicaba acción, un agente que cumplía la voluntad de Dios. Algunos ejemplos incluyen a Dios trayendo las cosas a la existencia por Su palabra [NOTA: Gn. 1:3, 6, 9, 11, 14, 20, 24; Sal. 33:6] y la palabra de Dios siendo enviada para cumplir sus propósitos [NOTA: Isa. 55:11]. Para los hebreos, las palabras y la acción de Dios eran uno solo.
León Morris da una idea del concepto judío de «La Palabra» de los Targums judíos (paráfrasis del Antiguo Testamento), en el que los judíos sustituyeron «Dios» por «La Palabra de Dios» por reverencia a Su nombre. Por ejemplo, donde la Biblia dice: «Entonces Moisés sacó al pueblo del campamento para encontrarse con Dios» [NOTA: Ex. 19:17] el Targum dice, «para encontrar la Palabra de Dios». [NOTA FINAL # 4]
El filósofo e historiador judío, Filón, enseñó su malentendido del logos. Dualista y muy similar a los primeros gnósticos, Filón enseñó que Dios es espíritu y es bueno, pero que toda la materia es malvada. Por lo tanto, Dios no pudo haber creado o tomado de lo material para no pecar. Concluyó que tanto Dios como la materia son eternos y que existía un intermediario que le permitía a Dios interactuar con el mundo material. A esto lo llamó logos.
El pueblo griego que vivió a fines del Siglo I también se aferró fuertemente a su orgullosa herencia, una herencia filosófica que se extiende desde Heráclito (540-480 a.C.), Sócrates (470-399 a.C.), Platón (428-348 a.C.), Aristóteles (384-327 a.C.), Cicerón (106-43 a.C.) y muchos otros filósofos, poetas y dramaturgos. En la fuente de la filosofía griega estaba Heráclito, conocido como el «filósofo que llora» y cuya imagen pudo encontrarse en las monedas de Éfeso durante varios siglos después de su muerte.
Para Heráclito, la creación del mundo, el ordenamiento de toda la vida y la inmortalidad del alma humana fueron posibles únicamente por la palabra (o logos) que era la fuerza invisible e inteligente detrás de todo lo que vemos en este mundo. Además, era la palabra, a través de la cual todas las cosas se interrelacionaban y armonizaban, como la vida y la muerte, el bien y el mal, la oscuridad y la luz, los dioses y las personas. Llegó a decir que la verdad podía conocerse y la sabiduría, el gran objetivo de la existencia griega, no se podía encontrar por el conocimiento de muchas cosas, sino por una conciencia profunda y clara de una sola cosa —la palabra, o logos.
Jesucristo nació de una virgen como el único Dios verdadero que se hizo hombre, viviendo en un tiempo y un lugar donde los mundos hebreo y griego chocaban. Juan buscó ser un misionero fiel a los griegos y permanecer fiel a las Escrituras hebreas del Antiguo Testamento, al tratar de presentar el evangelio de Jesucristo fielmente al mundo en general dominado por la filosofía y el lenguaje griegos. En este contexto, Juan escribió su biografía de Jesús en el idioma griego, y comenzó con el concepto de «la palabra», un terreno común en las presuposiciones tanto de la teología hebrea como de la filosofía griega. Logos viene del griego que significa «palabra» o «razón». Como hemos visto, los antiguos griegos lo utilizaron para transmitir la idea de que el mundo estaba gobernado por una inteligencia universal. Sin embargo, Juan usó logos de manera diferente a otros escritores, es decir, para referirse a la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo.
Juan comienza con una declaración con la que tanto hebreos como griegos estarían de acuerdo, que antes de la creación del mundo y del tiempo, La Palabra existía eternamente. Luego escandaliza a ambos grupos al afirmar que Jesús es la Palabra y estaba con el único Dios y, de hecho, era Dios Él mismo, y estaba cara a cara con Dios Padre desde la eternidad. [NOTA: Jn. 1:1–2] Esta tremenda declaración habría sido asombrosa tanto para judíos como para griegos que argumentaban enérgicamente que un hombre nunca podría convertirse en un dios, aunque es posible que nunca hayan considerado que Dios se hiciera hombre, como revelaba el testimonio de Juan como testigo ocular.
Juan luego explica que la Palabra no es meramente la fuerza invisible de los griegos o el agente de la acción de Dios para los hebreos, sino una persona a través de quien todas las cosas fueron creadas, [NOTA: Jn. 1:3; cf. Col. 1:16] y una persona en quien hay vida y luz para la humanidad. [NOTA: Jn. 1: 4] Esta luz que expone el pecado y revela que Dios ha entrado a este mundo de tinieblas, pecaminoso, maldecido y moribundo. Las tinieblas se opusieron a Su luz, pero no pudieron comprenderlo ni vencerlo. [NOTA: Jn. 1:5; cf. 1 Jn. 1: 5–10; 2: 8-11]
Es importante notar que Juan era completamente monoteísta en su comprensión de Dios. [NOTA FINAL # 5] Él habría entendido la magnitud de lo que estaba diciendo y, como resultado, delineó muy claramente su posición. Juan era muy consciente e intencional en su revolucionaria enseñanza sobre cinco aspectos de este Logos.
- El Logos es eterno. [NOTA: Jn. 1: 1–2] De acuerdo con Ron Rhodes, «“En el principio” (Gr. en archei) se refiere a un punto atrás en la eternidad más allá del cual nos es imposible ir. Además, el verbo era (“en el principio era la Palabra”) es un tiempo imperfecto en el griego, lo que indica una existencia continua». [NOTA FINAL # 6]
- El Logos siempre ha estado con Dios, cara a cara con el Padre como un igual en relación. [NOTA: Jn. 1:1–2]
- El Logos es una persona distinta, pero igual a Dios. [NOTA: Jn. 1:1–2] La preposición griega pros (traducida “con” en 1 Juan 1:1 y 1: 2) implica dos personas distintas. Por lo tanto, aunque el Padre y el Logos no son el mismo, pertenecen juntos como uno.
- El Logos es el creador [NOTA: Jn. 1:3] y por lo tanto eterno, auto-existente y todopoderoso.
- El Logos se hizo carne. [NOTA: Jn. 1:14] En refutación a las enseñanzas gnósticas y dualistas de Filón, Juan enseñó claramente que la materia no es inherentemente malvada y que Dios sí se involucra con lo material. También cabe mencionarse que Jesús vino a morar entre Su pueblo de una manera muy similar al tabernáculo que Dios hizo que los israelitas construyeran como Su santuario para que Él pudiera morar en medio de ellos. [NOTA: Éx. 25:8] Implícitamente, se nos dice que el Logos que estaba presente en el santuario se hizo presente físicamente en el mundo del espacio y tiempo. Como observa George Eldon Ladd, el Logos se hizo carne para revelar a los humanos cinco cosas: vida [NOTA: Jn. 1:4], luz [NOTA: 1 Jn. 1:4–5], gracia [NOTA: Jn. 1:14], verdad [NOTA AL PIE: Ibíd.], gloria [NOTA AL PIE: Ibíd.], e incluso a Dios mismo. [NOTA FINAL # 7]
La forma en que Juan usa la palabra Logos en otras partes de sus escritos también es reveladora. Primera de Juan 1:1 indica que Juan y otros oyeron, vieron y tocaron el Logos, «que era desde el principio». Nuevamente, esta es una clara referencia a Jesucristo. Apocalipsis 19:12–13 también describe a Cristo como el guerrero conquistador, el Logos de Dios.
En resumen, el Logos es uno de los argumentos más fuertes para la deidad de Jesús como el Creador personal del universo, eternamente existente, distinto pero igual a Dios el Padre, quien se encarnó (o vino en la carne) para demostrar Su gloria en gracia y verdad, para revelar vida y luz a los hombres.
¿CÓMO SABÍAN LAS PERSONAS QUE DIOS VENÍA?
Debido a que Dios es soberano sobre el futuro, solo Él es capaz de dar una visión profética del futuro. Con gran misericordia, Él hizo esto por su pueblo en el Antiguo Testamento. Les detalló quién vendría a salvarlos, cómo vendría, dónde vendría, cuándo vendría y por qué vendría, para que pudieran anticipar la encarnación y la salvación de Jesucristo.
Después que Adán y Eva pecaron, Dios les profetizó que el Mesías (Jesús) nacería de una mujer; Dios no hace referencia a un padre. Esta notable omisión hace que uno se asombre y señale hacia Su nacimiento virginal. Esta profecía fue dada por Dios mismo y fue la primera vez que se predicó el evangelio: «Pondré enemistad entre tu [la Serpiente] y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella; él te herirá en la cabeza y tú le herirás en el talón». [NOTA: Gn. 3:15]
Alrededor del 700 a.C., Isaías profetizó exactamente cómo entraría Jesús en la historia de la humanidad: «Por tanto, el Señor mismo les dará una señal. He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel». [NOTA: Is. 7:14] La promesa de que la madre de Jesús sería una virgen que concebiría a través de un milagro, de hecho, se hizo realidad. [NOTA: E.g., Mt. 1:18-23] La madre de Jesús, María, era una joven piadosa y virgen casta que concibió por el poder milagroso de Dios el Espíritu Santo.
Además, Jesús, un nombre que significa «él salva a su pueblo de sus pecados», vino como «Emmanuel», que significa «Dios está con nosotros». Dios se hizo hombre en la encarnación de Jesús. Mateo 1:22–23 revela que la profecía de Isaías se cumplió: «Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emanuel” (que significa, Dios con nosotros)».
Algunos sostienen que la profecía de Isaías no se refiere a una virgen. Argumentan que la palabra hebrea «almah» (que es usada en Isaías 7:14) normalmente significa «mujer joven», no «virgen», mientras que la palabra hebrea bethulah normalmente significa «virgen». Sin embargo, hay muchas razones por las que el versículo debe leerse como una referencia a una virgen.
La palabra sí significa «jovencita que puede casarse» o «mujer joven». Pero eso también significaría que ella era virgen porque en ese día, las mujeres jóvenes eran vírgenes. Los padres y la comunidad protegían a estas mujeres jóvenes. Cualquier persona que tuviera relaciones sexuales fuera del matrimonio estaba sujeta a una posible pena de muerte según la ley. Si había alguna duda sobre su virginidad, una mujer estaba sujeta a una inspección física, que vemos en Deuteronomio 22:14-22.
Además, la palabra «almah» se usa en otras partes del Antiguo Testamento para referirse específicamente a una joven virgen. Un ejemplo claro es Rebeca, a quien se describe como «muy atractiva en apariencia, una doncella [bethulah] a quien ningún hombre había conocido». [NOTA: Gn. 24:16] Más adelante en el capítulo leemos que Rebeca era una «virgen [almah]». [NOTA: Gn. 24:43] Si bien las dos palabras son virtualmente sinónimos, aparentemente «bethulah» requería un poco más de aclaración que la mujer era virgen mientras que «almah» no necesitaba. Además, dos siglos antes del nacimiento de Jesús, encontramos que los judíos entendieron exactamente lo que significa «almah»: la Septuaginta, la traducción judía de la Biblia hebrea al idioma griego, traduce «almah» como parthenos, que sin ambigüedades significa «virgen». Por último, en el Nuevo Testamento, Isaías 7:14 se interpreta claramente como una promesa profética sobre el nacimiento de Jesús a María, que era una mujer joven y virgen.
Respecto al lugar de nacimiento de Jesús, aproximadamente en el 700 a.C., Miqueas profetizó que Jesús nacería en la ciudad de Belén, diciendo: «Pero tú, oh Belén Efrata, eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, en mi nombre, saldrá de ti un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad». [NOTA: Mi. 5:2] D.A. Carson dice que este versículo revela que la encarnación de Jesús fue la entrada del Dios eterno: «El hebreo detrás de la antigüedad significa desde “los tiempos más remotos”, “desde tiempo inmemorial” … cuando se usa con referencia a algún evento histórico; cuando se usa para referirse a Dios, que existía antes de la creación, “eterna” es una traducción apropiada (e.g., Sal. 90:2)». [NOTA FINAL # 8]
Esta profecía se cumplió en Lucas 2:1–7. César Augusto había pedido que se hiciera un censo, que mandaba que todas las familias se registraran en su ciudad natal. El padre adoptivo de Jesús, José, tuvo que regresar a Belén porque era descendiente de la línea familiar de David. En la providencia de Dios, este censo fue requerido justo cuando María estaba embarazada; ella viajó con su esposo desde su casa en Nazaret hasta Belén para que Jesús naciera en Belén en cumplimiento de la profecía de Miqueas.
En cuanto al tiempo de la encarnación de Jesús, en el 400 a.C. Malaquías profetizó: «He aquí, envío a mi mensajero, y él preparará el camino delante de mí. Y el Señor a quien buscas vendrá de repente a su templo; y el mensajero del pacto en quien te agradas, he aquí que viene, dice el SEÑOR de los ejércitos». [NOTA: Mal. 3:1] El mensajero del que habló Malaquías era Juan el Bautista, quien preparó el camino para que la encarnación de Jesús trajera el nuevo pacto, y el Señor del que habla es el Señor Jesucristo. Es importante que se nos dice que Jesús vendría a «Su templo». Dado que el templo fue destruido en el año 70 d.C. y no ha existido desde entonces, esto coloca la encarnación de Jesucristo antes del 70 d.C. Prácticamente, esto significa que nuestros amigos judíos que aún esperan la venida de su Mesías se lo han perdido; esperan en vano porque él ya vino a su templo y trajo el nuevo pacto de salvación. [NOTA: Lc. 2:25–27]
Por último, Isaías profetiza en 700 a.C. acerca de por qué Jesús se encarnaría —Él es el brazo de salvación de Dios que se extiende para salvar a los pecadores. [NOTA: Is. 53:1–12] Isaías también dice que Jesús vendría de circunstancias humildes y sufriría gran aflicción y dolor por parte de los hombres a fin de lidiar con el problema del pecado humano a través de Su muerte, su sepultura en la tumba de un hombre rico y su resurrección. [NOTA: Is. 52:13–53:12] El propósito de la encarnación de Jesús se cumplió cuando, tal como se había prometido, sufrió y murió en el lugar de los pecadores, aunque Él mismo no tenía pecado, fue sepultado en la tumba de un hombre rico y resucitó de la muerte para hacer justos a los injustos. [NOTA: Mt. 27:38, 57–60; Lc. 23-24; Hc. 2: 25–32]
Además de estas profecías explícitas que predicen la encarnación de Jesús, en muchas ocasiones el Antiguo Testamento habla de Dios de forma antropomórfica o en términos humanos. El erudito del Antiguo Testamento Roy Zuck dice:
Deuteronomio se refiere a la mano de Dios (2:15; 3:24; 4:34; 7:19; 11:2; 26:8; 33:11; 34:12) y al brazo (4:34; 5:15; 7:19; 11:2; 26:8) como expresiones de Su poder. Sus ojos (11:12; 12:28; 13:18; 32:10) representan Su omnisciencia y atención constante, mientras que Su rostro (5:4; 31:18; 33:20; 34:10) y boca sugieren Su comunicación de su gloria y palabra. De hecho, la «boca» de Yahweh es una metonimia para Su palabra como una revelación proposicional (1:26, 43; 8:3; 9:23; 17:6, 10-11; 19:15; 21:17; 34:4). En términos sorprendentemente humanos, se dice que Yahweh escribe (10:4), camina (23:14) y cabalga (33:26). [NOTA FINAL # 9]
Jacob Neusner es el erudito más respetado del judaísmo, y su libro «The Incarnation of God» (La Encarnación de Dios) examina la noción de la encarnación divina tal como emerge en la literatura rabínica. [NOTA FINAL # 10] Neusner es tan consciente de la fuerza de los antropomorfismos en las Escrituras hebreas que en realidad los llama encarnacionales. [NOTA FINAL # 11] Define la encarnación como «la representación de Dios en la carne, como corpóreo, consustancial en emoción y virtud con los seres humanos, y participante de los modos y medios de acción de los mortales». [NOTA FINAL # 12] Neusner continúa diciendo:
Los rasgos y atributos físicos de Dios son representados como idénticos a los de un ser humano. Por eso el carácter de la divinidad puede representarse precisamente como encarnacional: Dios en la carne, Dios representado como una persona consustancial en rasgos físicos indicativos con el ser humano. [NOTA FINAL # 13]
Él argumenta que algunos rabinos anteriores sostuvieron una doctrina de encarnación; es plenamente consciente de las conexiones teológicas que esto tiene con el cristianismo, a pesar de ser judío, porque ve que la evidencia bíblica del Antiguo Testamento conduce a la encarnación.
En resumen, la gente sabía de antemano de la encarnación de Jesús porque Dios les reveló proféticamente quién vendría, adónde vendría, cuándo vendría y por qué vendría.
¿CÓMO ENTRÓ DIOS EN LA HISTORIA HUMANA?
Antes de examinar cómo ocurrió la encarnación, notaremos algunas verdades importantes sobre esta doctrina, por motivos de precisión.
Primero, la encarnación no es una idea tomada de la mitología pagana. En la mitología hay historias como la de Zeus que engendró a Hércules y Apolo que engendró a Ion y Pitágoras. Como resultado, algunos han especulado que los cristianos robaron la historia del nacimiento virginal de tales mitos. Esta especulación debe rechazarse por tres motivos. (1) Algunos de esos mitos vinieron después de la profecía de Isaías 7:14 y, por lo tanto, no pudieron haber sido el origen de la historia. (2) Los mitos hablan de dioses que tienen sexo con mujeres, que no es lo que implica el relato del nacimiento virginal. (3) Los mitos no involucran a seres humanos reales como María y Jesús, sino a personajes de ficción similares a nuestros superhéroes modernos en los cómics.
Un relato contemporáneo del «nacimiento virginal» de Augusto se contó en los días en que nació Jesús.
«Cuando Atia llegó en medio de la noche al servicio solemne de Apolo, hizo que pusieran su lecho en el templo y se durmió, mientras que el resto de las matronas también dormían. De repente, una serpiente se deslizó hacia ella y Al despertar, se purificó, como después de los abrazos de su marido, y enseguida apareció en su cuerpo una marca de colores como una serpiente, de la que nunca pudo deshacerse; de modo que al poco tiempo dejó de ir a los baños públicos. En el décimo mes después de que nació Augusto y, por lo tanto, fue considerado como el hijo de Apolo». [NOTA FINAL # 14]
Incluso la mirada más breve muestra cuán diferente es este relato de la obra milagrosa de Dios en el vientre de María para engendrar al Dios-hombre, Jesús, que es Emmanuel el Mesías.
En segundo lugar, la enseñanza mormona de que Dios el Padre tuvo relaciones sexuales físicas, de carne y hueso, con María, lo que le permitió concebir a Jesús, es horrendamente incorrecta.
En tercer lugar, la encarnación no enseña que un hombre se convirtió en Dios. Desde el momento en que la Serpiente les dijo a nuestros padres, «Serán como Dios», [NOTA: Gn. 3:5] ha habido una falsa enseñanza demoníaca en curso diciendo que podemos ser dioses (e.g., Mormonismo) o parte de Dios (e.g., panteísmo, panenteísmo y Nueva Era). Simplemente, la encarnación enseña exactamente lo contrario, meramente que Dios se hizo hombre.
En cuarto lugar, el segundo miembro de la Trinidad no comenzó a existir en la encarnación de Jesucristo. Más bien, el Hijo eterno de Dios se convirtió en el Dios-hombre Jesucristo. El teólogo Martyn Lloyd-Jones lo dice de esta manera:
«La doctrina de la encarnación nos dice de inmediato que eso no es lo que sucedió. Una persona, repetimos, no comenzó a existir allí. Esta persona era la Eterna Persona, la segunda Persona de la Trinidad. Cuando un esposo y una esposa se juntan y nace un niño, nace una nueva persona, una nueva personalidad comienza a existir. Eso no sucedió en la encarnación». [NOTA FINAL #15]
Quinto, si bien es cierto en un sentido que Dios se hizo hombre, debemos tener cuidado de notar que la segunda persona divina en la Trinidad se hizo hombre y que la Trinidad entera no se encarnó como un ser humano. Lloyd-Jones explica:
«Pero a mí siempre me parece prudente no decir que Dios se hizo hombre. Esa es una afirmación vaga que es mejor que no usemos. A menudo decimos eso, pero de la manera que creemos en las Personas de la Trinidad, lo que deberíamos decir es que la Segunda Persona en la Trinidad se hizo carne y vino como hombre. Si simplemente decimos, “Dios se hizo hombre”, entonces podemos estar diciendo algo que está muy mal, y si la gente cree algo erróneo como resultado de nuestra declaración, no podemos culparlos. Debemos ser particulares y debemos ser específicos y siempre debemos tener cuidado con lo que decimos… Jesucristo no ha sido cambiado a ser un hombre; es esta Persona Eterna la que ha venido en carne. Esa es la forma correcta de decirlo». [NOTA FINAL #16]
Por tanto, por encarnación nos referimos a que la eterna segunda persona de la Trinidad entró en la historia como el hombre Jesucristo.
La encarnación de Jesucristo se registra en detalle en los dos primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y Lucas. Allí leemos que el ángel Gabriel fue enviado como mensajero de Dios al pueblo de Nazaret a una joven virgen llamada María que estaba comprometida con un hombre llamado José. El ángel anunció:
«“No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Y he aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de su padre David, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será esto, si soy virgen?” Y el ángel le respondió, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por tanto, el niño que nacerá será llamado santo, el Hijo de Dios … Porque nada es imposible para Dios.” Y María dijo: “He aquí, soy la sierva del Señor; hágase conmigo según tu palabra”. Y el ángel se apartó de ella.» [NOTA: Lc. 1:30–38]
Además, la Biblia revela el nacimiento de Jesús como el modelo para nuestro nuevo nacimiento—ambos son milagros de Dios el Espíritu Santo que son recibidos por fe. Creer en la encarnación de Jesús es una verdad esencial que los cristianos siempre han sostenido. Un erudito dice: «Aparte de los Ebionitas…y algunas sectas gnósticas, no se sabe que existió ningún grupo de cristianos en los primeros tiempos que no aceptaran como parte de su fe el nacimiento de Jesús de la Virgen María». [NOTA FINAL #17] Otro escribe: «Todo lo que sabemos de la dogmática de la primera parte del siglo II concuerda con la creencia de que en ese período la virginidad de María era parte de la creencia cristiana formulada». [NOTA FINAL #18] Además, Ignacio uno de los padres de la iglesia, quien fue entrenado por el discípulo Juan, testificó de este hecho, hablando de la «virginidad de María». [NOTA FINAL #19] Por último, J. Gresham Machen resumió la evidencia de este hecho, diciendo: «Creemos que hay una buena base para sostener que la razón por la cual la Iglesia cristiana llegó a creer en el nacimiento de Jesús sin un padre humano era simplemente que Él había nacido así». [NOTA FINAL #20]
¿ERA JESÚS COMPLETAMENTE DIOS?
Jesús es reconocido casi universalmente como un gran ejemplo moral, maestro sabio, defensor de los pobres y marginados, siervo humilde de los necesitados y campeón sin precedentes de acabar con la injusticia a través de la no violencia. Sin embargo, la divinidad de Jesucristo con mayor frecuencia es objeto de debates acalorados. En pocas palabras, la cuestión de si Jesucristo es completamente Dios es lo que divide al cristianismo de todas las demás religiones y espiritualidades. Por ejemplo, la Sociedad Watchtower de los testigos de Jehová dice: «Jesús nunca afirmó ser Dios». [NOTA FINAL #21] Los bahá’ís dicen que Jesús fue una manifestación de Dios y un profeta, pero inferior a Mahoma y Bahá’ulláh. El budismo enseña que Jesús no era Dios, sino un hombre iluminado como Buda. La fundadora de la Ciencia Cristiana (Christian Science), Mary Baker Eddy, afirma rotundamente: «Jesucristo no es Dios». Inversamente, nosotros creemos que existen numerosas razones incontrovertibles para creer que Jesucristo fue y es completamente Dios. Dios el Padre dijo que Jesús era Dios. La Biblia es clara en que el Padre declara que el Hijo es Dios. En Hebreos 1:8 el Padre habla del Hijo como Dios, diciendo: «Pero del Hijo dice: “Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”». Cuando Jesús es sacado del agua en su bautismo Dios Padre dice: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». [NOTA: Mt. 3:17]
En la transfiguración de Jesús, «una voz de la nube dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; a él escúchenlo.”» [NOTA: Mt. 17:5] De hecho, no puede haber mayor testimonio de la deidad de Jesucristo que el de Dios el Padre.
Los demonios decían que Jesús era Dios. Incluso los demonios llamaron a Jesús «el Santo de Dios» [NOTA: Mc. 1:24; Lc. 4:33–34] y «el Hijo de Dios». [NOTA: Lc. 4:40–41] Marcos 1:34 dice que Jesús «no permitió que los demonios hablaran, porque lo conocían». Nuevamente, Lucas 4:41 dice que Jesús «no les permitió [a los demonios] hablar, porque sabían que él era el Cristo».
Jesús dijo que era Dios. La afirmación de Jesús de ser Dios no tiene precedentes ni tiene igual, ya que ningún fundador de ninguna de las principales religiones del mundo declaró jamás ser Dios. Sin embargo, Jesús dijo en forma clara, repetida y enfáticamente que Él era Dios en una variedad de maneras. Si esta afirmación fuera falsa, habría sido culpable de violar el primer mandamiento, y como blasfemo habría merecido la muerte. Es por eso que las personas que no creyeron en Su afirmación siguieron tratando de darle muerte. El eventual asesinato de Jesús por afirmar ser Dios se registra en Mateo 26:63–65, que dice:
«Pero Jesús permaneció en silencio. Y el sumo sacerdote le dijo: “Te conjuro por el Dios vivo, dinos si eres el Cristo, el Hijo de Dios”. Jesús le dijo: “Tú lo has dicho. Pero les digo que de ahora en adelante verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo”. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: “Ha blasfemado. ¿Qué más testigos necesitamos? Ahora ustedes han escuchado su blasfemia”».
Al declarar que descendió del cielo, Jesús reveló que era eternamente Dios en el cielo antes de su encarnación en la tierra. [NOTA: Jn. 6:38, 41–46.] Al decir que Él era el único camino al cielo, Jesús afirmó ser tanto Dios como el Salvador. [NOTA: Jn. 14:6] Jesús se negó a ser considerado simplemente un buen maestro moral y, en cambio, afirmó ser «solo Dios». [NOTA: Mc. 10:17-18]
Aquellos que escucharon a Jesús decir este tipo de cosas querían matarlo porque se estaba «haciendo igual a Dios». [NOTA: Jn. 5:18] Sobre este punto, Billy Graham dice: «Jesús no era simplemente otro gran maestro religioso, ni era solo otro más en una larga lista de personas que buscaban la verdad espiritual. En cambio, era la verdad misma. Él era Dios encarnado». [NOTA FINAL #22]
Las afirmaciones de Jesús de ser Dios fueron claramente escuchadas y comprendidas por sus enemigos, y Jesús nunca se retractó. [NOTA: Mc. 14:61–64.] Juan 8:58–59 informa que Jesús dijo: «“De cierto, de cierto te digo, antes que Abraham fuese, Yo Soy”. Así que tomaron piedras para arrojarle, pero Jesús se escondió y se fue del templo». En Juan 10:30–33 Jesús también dijo:
«“Yo y el Padre uno somos.” Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo. Jesús les respondió: “Muchas buenas obras del Padre les he mostrado; ¿Por cuál de ellos me vas a apedrear?” Los judíos le respondieron: “No es por una buena obra que te vamos a apedrear, sino por blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios”».
Sobre este punto, el Juez Gaynor de Nueva York dijo una vez sobre el juicio de Jesús al final de su vida terrenal: «De cada uno de los relatos del evangelio se desprende claramente que el presunto crimen por el que Jesús fue juzgado y condenado fue por una blasfemia». [NOTA FINAL #23] La Biblia dice claramente que Jesús es Dios. Sin lugar a dudas, el Nuevo Testamento a menudo se refiere a Jesucristo como Dios, y algunos ejemplos ilustrarán esta verdad claramente. Mateo se refiere a Jesús como «“Emanuel” (que significa, Dios con nosotros)». [NOTA: Mt. 1:23] Tomás llama a Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!» [NOTA: Jn. 20:28] Romanos 9:5 habla del «Cristo, que es Dios sobre todos, bendito por los siglos. Amén.» Tito 2:13 se refiere a «nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» y Tito 3:4 llama a Jesús, «Dios nuestro Salvador». Primera de Juan 5:20 dice que Jesucristo «es el Dios verdadero». Por último, 2 Pedro 3:18 habla de «nuestro Señor y Salvador Jesucristo».
A Jesús se le dan los nombres de Dios. Al elegir un título para sí mismo, aparentemente Jesús estaba más apegado con «Hijo del Hombre». [NOTA: Mt. 24:30; 26:64; Mc. 13:26; 14:62–64; Lc. 21:27; 22:69] Él se refirió a sí mismo con este término aproximadamente ochenta veces entre los cuatro evangelios. Aplicó el título del profeta Daniel, quien lo escribió unos seiscientos años antes del nacimiento de Jesús. [NOTA: Dn. 7:13, Véase también el Salmo 110] En la visión de Daniel, el Hijo del Hombre llega ante el Anciano de Días, el Señor mismo. Pero viene de las nubes, del cielo, no de la tierra. Esto indica que no es un ser humano. Se le da dominio y autoridad mesiánica, algo que ningún ángel puede obtener y que está reservado para Dios. El Antiguo Testamento ve a esta persona divina sentada junto al Señor como un igual. A esta segunda persona de la Trinidad se le prometió recibir la misión mesiánica de redimir al mundo, derrotar a todos los enemigos y liberar a las personas. Como Dios, Él es exaltado sobre todos los pueblos, naciones, culturas y religiones para ser adorado como el Rey eterno. Jesús es quien afirmó que sería el Hijo del Hombre que vendría con las nubes como Dios.
También a Jesucristo se le atribuyen muchos otros nombres de Dios. Jesús afirmó ser el «Hijo de Dios» en muchas ocasiones. [NOTA: E.g., Jn. 5: 17-29] Al hacerlo, estaba afirmando ser igual y de la misma sustancia que Dios el Padre. Aquellos que lo escucharon usar este título entendieron correctamente que era un título divino: «Por eso los judíos buscaban con más fuerza matarlo, porque no solo estaba quebrantando el sábado, sino que incluso estaba llamando a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios». [NOTA: Jn. 5:18]
El Nuevo Testamento se refiere a Jesucristo como «Señor» varios cientos de veces. [NOTA: E.g., Rm. 10:9, 13; 1 Cor. 2:8; Hb. 1:10] Ese término es el equivalente al término del Antiguo Testamento «Jehová», que es uno de los títulos más altos que la Biblia le atribuye a Dios. Por tanto, este título se le otorga a Jesucristo como Dios y Señor.
En Apocalipsis 22:13, Jesús dice: «Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin». Con estos títulos, obviamente se está refiriendo a sí mismo como el Dios eterno. El comentarista bíblico Grant Osborne dice:
«Los títulos se refieren a la soberanía de Dios y Cristo sobre la historia. Ellos controlan el comienzo de la creación y su final, y por lo tanto controlan todos los aspectos de la historia en el medio. Dado que este es el único pasaje que contiene los tres títulos, tiene el mayor énfasis de todos ellos en el poder omnipresente de Cristo sobre la historia humana». [NOTA FINAL # 24]
Los milagros de Jesús confirman su afirmación de ser Dios. Los casi cuarenta milagros que Jesús realizó a lo largo del Nuevo Testamento demuestran que Dios está con Jesús. Así como los milagros confirmaron la autoridad y unción de los antiguos profetas y los apóstoles de Jesús, los milagros del Mesías son la forma en que Dios da Su sello de aprobación a las afirmaciones de Jesús. [NOTA: Jn. 10:36-38] Estas apuntan hacia Él como la persona a través de la cual Dios está haciendo su obra. Por ejemplo, cuando Jesús le dio la vista al ciego, la gente habría recordado el Salmo 146:8: «El Señor abre los ojos de los ciegos». El hecho de la existencia de los milagros de Jesús está tan bien establecido, que incluso sus enemigos los reconocieron. [NOTA: Jn. 3:2; 5:36; 10:25, 32, 37-38; Hc. 2:22; 10:38]
El Talmud judío acusó a Jesús de «practicar magia». [NOTA FINAL # 25] Celso, un fuerte oponente del cristianismo, luego repitió esa afirmación. [NOTA FINAL #26] El destacado historiador judío Josefo también informó que Jesús era «un hacedor de obras maravillosas». [NOTA FINAL # 27] En Juan 10:36–39 Jesús habla de estas obras:
«¿Ustedes dicen de aquel a quien el Padre consagró y envió al mundo, “Tú estás blasfemando”, porque yo dije: “Soy el Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, aunque no me crean, crean las obras, para que sepan y comprendan que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Nuevamente trataron de arrestarlo, pero él se les escapó de las manos.»
La afirmación de Jesús sobre Su deidad incluye el declararse sin pecado de pensamiento, palabra, obra o motivo y, por lo tanto, moralmente perfecto. En Juan 8:46, Jesús invita abiertamente a sus enemigos a recordarle cualquier pecado que él haya cometido, diciendo: «¿Quién de ustedes me redarguye de pecado?» Aquellos que testifican de la impecabilidad de Jesús son los que lo conocieron más íntimamente, como sus amigos Pedro [NOTA: Hc. 3:14; 1 Pd. 1:19; 2:22; 3:18] y Juan, [NOTA: Juan dijo que cualquiera que dice no tener pecado es un mentiroso (1 Jn. 1:8) y que Jesús no tenía pecado (1 Jn. 3:5)] Su medio hermano Santiago, [NOTA: San. 5:6] e incluso su antiguo enemigo Pablo. [NOTA: 2 Cor. 5:21] Además, incluso Judas, quien traicionó a Jesús, admitió que Jesús no tenía pecado, [NOTA: Mt. 27:3-4] junto con el gobernante Poncio Pilato, quien supervisó el asesinato de Jesús, [NOTA: Lc. 23:22] el soldado que participó en el asesinato de Jesús, [NOTA: Lc. 23:47] y el pecador culpable quien fue crucificado al lado de Jesús. [NOTA: Lc. 23:41]
Además, Jesús no solo era Dios y no tenía pecado, sino que también perdonaba el pecado. [NOTA: E.g., Lc. 7:48] La Biblia es clara en que nuestro pecado es en ultima instancia, cometido contra Dios [NOTA: Sal. 51:4] y que solo Dios puede perdonar el pecado. [NOTA: Sal. 130:4; Is. 43:25; Jer. 31:34] Por tanto, Lucas 5:20-21 revela que Jesús hace la obra de Dios:
«Y cuando vio [Jesús] su fe, dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”. Y los escribas y los fariseos empezaron a preguntar, diciendo: “¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solamente Dios?”»
Por último, Jesús también proclamó tener el poder para resucitar a los muertos, [NOTA: Jn. 6:39–44] juzgar nuestro destino eterno, [NOTA: Jn. 5:22–23] y conceder la vida eterna. [NOTA: Jn. 10:28.]
La gente adoraba a Jesús como Dios. La Biblia es enfáticamente clara en que solo Dios debe ser adorado. [NOTA: Dt. 6:13; 10:20; Mt. 4:10; Hc. 10:25-26] Adorar a alguien que no sea Dios es tanto idolatría como blasfemia—dos pecados que la Biblia aborrece de principio a fin, con las más fuertes condenas. Jesús mismo repite el mandamiento de adorar solamente a Dios cuando el Diablo tienta a Jesús para que lo adore. Por lo tanto, el hecho de que Jesús aceptó la adoración como Dios es uno de los argumentos más fuertes de que Jesucristo fue y es completamente Dios.
Jesús invitó repetidamente a la gente a orarle como Dios. [NOTA: Jn. 14:13–14; 15:7] Como resultado de Su enseñanza, tanto hombres como Esteban [NOTA: Hc. 7:59–60] como mujeres como la mujer cananea [NOTA: Mt. 15:25] le oraron a Jesús como Dios.
Jesús también dijo que Él debe ser adorado juntamente con el Padre: «Que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió». [NOTA: Jn. 5:23] Al entrar triunfalmente a Jerusalén, cuando los niños lo adoraban, Jesús citó el Salmo 8:2 en referencia a sí mismo como Dios para ser adorado:
«Cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que hacía, y los niños que gritaban en el templo: “¡Hosanna al Hijo de David!”, se indignaron y le dijeron: “¿Oyes lo que estos dicen?” Y Jesús les dijo: “Sí; ¿Nunca han leído, “De la boca de los infantes y los bebés lactantes has preparado alabanzas”?» [NOTA: Mt. 21:15-16]
Al comentar sobre este evento, Craig Blomberg dice:
«La respuesta de Jesús, nuevamente usando la reprimenda introductoria “¿Nunca han leído?” Aplaude tácitamente su aclamación a la luz de Sal 8:2 (LXX [Septuaginta] 8:3, que se cita textualmente). Allí los niños alaban a Yahweh, así que Jesús acepta nuevamente la adoración que está reservada solo para Dios». [NOTA FINAL # 28]
Además, después de ser sanado por Jesús, un hombre adoró a Jesús y Jesús aceptó su adoración. [NOTA: Jn. 9:38] Por último, Filipenses 2:10–11 visiona un día en el que todos doblarán sus rodillas en sujeción a Jesús y alzarán la voz en adoración a Jesús como Señor.
En conjunto, toda esta evidencia revela que Jesús era y es Dios. O, como dice perfectamente Colosenses 2:9, «en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad».
¿FUE JESÚS COMPLETAMENTE HUMANO?
La Biblia afirma la humanidad de Jesucristo de diversas formas. Jesús tenía un nombre humano—Jesús (que significa «Yahweh salva») Cristo (que significa «el ungido»)—y una genealogía humana. [NOTA: Mt. 1:1-17; Lc. 3:23–38] Nació de una mujer, [NOTA: Mt. 1:18-25; Lc. 2:7; Gal. 4:4] tenía hermanos y hermanas, [NOTA: Mt. 13:55] y era racialmente judío. [NOTA: Jn. 4:9] Jesús creció física, espiritual, mental y socialmente, [NOTA: Lc. 2:42, 52; 3:23] aprendió, [NOTA: Mt. 4:12; Mc. 11:13-14; Lc. 2:40, 52] experimentó fatiga, [NOTA: Mt. 8:24; Mc. 4:38; Lc. 8: 23–24; Jn. 4:7] durmió, [NOTA: Mc. 4:36–41] tuvo hambre [NOTA: Mt. 4: 2; Mc. 11:12; Lc. 4:2] y sed, [NOTA: Jn. 4:7; 19:18] trabajaba como artesano, [NOTA: Mc. 6:3] tenía amigos y amigas que amaba, [NOTA: Jn. 11:3–5] daba cumplidos alentadores, [NOTA: Mc. 12:41–44] amaba a los niños, [NOTA: Mt. 19:13-15] celebraba los días festivos, [NOTA: Lc. 2:41] asistía a fiestas, [NOTA: Mt. 11:19] amaba a su madre, [NOTA: Jn. 19:26–27] oró, [NOTA: Mt. 14:23; Mc. 1:35; 14:32–42; Jn. 17] adoró, [NOTA: Lc. 4:16] y obedeció a Dios el Padre. [NOTA: Jn. 5:30; 6:38; 8: 28-29, 54; 10:17-18].
Aún más, Jesús no solo tenía un cuerpo físico, [NOTA: Rm. 8: 3; Fl. 2: 7–8; Hb. 2:14; 1 Jn. 4:2-3] sino que también sufrió y murió «en la carne». [NOTA: Rm. 8:3; Ef. 2:15-16; Col. 1:21-22; Hb. 2:14; 10:19-20; 1 Pd. 2:24] Además de Su cuerpo, Jesús también tenía un espíritu humano. [NOTA: Jn. 12:27; 13:21; 19:30] Jesús también tenía emociones, porque la Biblia señala que Jesús experimentó aflicción, [NOTA: Mt. 23:37; Lc. 19:41] tuvo compasión, [NOTA: Mt. 9:36; Mc. 1:41; Lc. 7:13] fue estresado, [NOTA: Jn. 13:21] estaba asombrado, [NOTA: Mc. 6:6; Lc. 7:9] estaba feliz [NOTA: Lc. 10:21–24; Jn. 15:11; 17:13; Hb. 12:2, 22] y contaba chistes, [NOTA: Mt. 7:6; 23:24; Mc. 4:21] e incluso lloró. [NOTA: Jn. 11:34–35.]
En conjunto, estas son claramente las maneras en que hablamos de los seres humanos y revelamos que Jesús era, como Jesús y otras Escrituras afirman, un hombre. [NOTA: Jn. 8:40; Hc. 17:31; 1 Tm. 2:5] La importancia de este hecho se encuentra en 1 Juan 4: 2-3:
«En esto conocen el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne procede de Dios, y todo espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios. Este es el espíritu del anticristo, que oyeron que venía y ahora ya está en el mundo».
La creencia en la completa humanidad de Jesucristo fue la posición dominante de la iglesia cristiana primitiva. El Padre de la Iglesia Atanasio expresó bien la opinión de la iglesia:
«Pedro escribe en su carta, “Cristo, pues, padeció en la carne por nosotros” [1 Pd. 4:1]. Así que cuando se dice que tuvo hambre y sed y trabajó duro y fue ignorante y durmió y gritó y pidió y huyó y nació y pidió pasar la copa—en general, hizo todas las cosas que pertenecían a la carne—deja … que todas las cosas de este tipo deban afirmarse como “por amor a nosotros en la carne”, porque esta es precisamente la razón por la que el apóstol mismo dijo: “Cristo, por tanto, padeció” no en la Deidad sino “por nosotros en la carne”, a fin de que las pasiones pudieran reconocerse como propiedades naturales, no del Logos, sino de la carne». [NOTA FINAL #29]
¿CÓMO PODRÍA DIOS HACERSE HOMBRE?
En el 451 d.C., el Concilio de Calcedonia se reunió para luchar contra la confusión que rodeaba la divinidad y la humanidad de Jesús. Emitieron el Credo de Calcedonia, que aclaró muchas herejías que definían erróneamente la humanidad y la divinidad de Jesús. En resumen, el credo declaró que Jesucristo es una persona con dos naturalezas (humana y divina) que es plenamente Dios y plenamente hombre.
Teológicamente, el término para la unión de ambas naturalezas en Jesucristo es unión hipostática, que se toma de la palabra griega hypostasis para «persona». Resumiendo la unión hipostática, se señalan tres hechos: (1) Cristo tiene dos naturalezas distintas: humanidad y deidad; (2) no hay mezcla o entremezclado de las dos naturalezas; (3) aunque tiene dos naturalezas, Cristo es una sola persona. El resumen calcedonio de la encarnación es la posición que ocupa toda la cristiandad, incluidos los cristianos ortodoxos, católicos y protestantes.
De acuerdo con la posición bíblica de Calcedonia, debemos conservar tanto la completa divinidad como la completa humanidad de Jesucristo. Para lograr esto, debemos concluir que cuando Jesús se hizo hombre, no cambió su identidad como Dios, sino que cambió su papel. Según menciona el padre de la iglesia Agustín, «Cristo añadió a sí mismo lo que no era, no perdió lo que era». [NOTA FINAL # 30]
Jesús, quien era completamente igual a Dios en todos los sentidos, quien era la forma misma de Dios, no vio eso como algo que mantener bajo Su control, pero se despojó de ese estatus y rol igual para asumir el estatus y rol de humanidad.
Él, que era y es Dios, tomó semejanza de humanidad. Dios se convirtió en la «imagen de Dios» por el bien de nuestra salvación. [NOTA: Gn. 1:27; 2 Cor. 4:4]
Los teólogos capturan este humilde vaciamiento de Sí mismo de la igualdad divina, el estilo de vida divino, con la frase dejó a un lado el ejercicio de sus incomunicables atributos divinos. Algunos teólogos dirían que Jesús retuvo todos Sus atributos divinos mientras estuvo en la tierra, pero no se valió de ellos para limitarse a lo que los humanos pueden hacer. Otros teólogos dirían que Jesús no retuvo todos sus atributos divinos mientras estuvo en la tierra, sino que los dejó a un lado humildemente durante su encarnación. De cualquier manera, lo que esto significa es que Jesús no usó continuamente los atributos únicos de la deidad como Su omnisciencia, omnipresencia o inmortalidad mientras estuvo en la tierra. Así que Jesús, en su estado humilde, no sabía la fecha de la segunda venida [NOTA: Mt. 24:36], no está presente cuando Lázaro muere [NOTA: Jn. 11:6, 21, 32], y muere [NOTA: Mt. 27:50; Fl. 2:8.] Él hizo obras sobrenaturales como saber que Lázaro estaba muerto [NOTA: Jn. 12:1-14], resucitando a los muertos [NOTA: Jn. 11:39-41; Mc. 5:35-43], sanando enfermedades y expulsando demonios [NOTA: Mt. 4:23-24; 8:16-33] por el poder del Espíritu Santo [NOTA: Mt. 12:28].
Una analogía de este vaciarse sería un gerente general de un resort que trae a su familia para una semana de vacaciones. Él deja su clave de acceso de gerente general con todo su poder, derechos y privilegios, en su bolsillo y usa una clave de acceso de huésped. Durante la semana, es completamente el gerente general, pero vive auténticamente como huésped.
La Escritura clave que describe que Dios vino como el hombre Jesucristo debido a la humildad y la voluntad de ser nuestro siervo sufriente es Filipenses 2:5–11, que dice:
«Tengan entre ustedes este pensamiento, que es suyo en Cristo Jesús, el cual, aunque tenía la forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó de sí mismo, tomando la forma de siervo, siendo nacido a semejanza de los hombres. Y al ser encontrado en forma humana, se humilló haciéndose obediente hasta el punto de la muerte, incluso la muerte de cruz. Por tanto, Dios lo exaltó hasta lo más alto y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para la gloria de Dios Padre».
Esta asombrosa sección de la Escritura nos revela que el segundo miembro de la Trinidad entró en la historia humana como el hombre Jesucristo. Al hacerlo, Jesús ejemplificó una humildad perfecta e incomparable. En Su encarnación, el Creador entró en Su creación para revelarnos a Dios, identificarse con nosotros y vivir y morir por nosotros como nuestro humilde siervo.
Al decir que Jesús «se despojó de sí mismo», Pablo quiere decir que Jesús dejó a un lado sus derechos como Dios y el uso continuo y legítimo de sus atributos divinos incomunicables. El eterno Hijo de Dios eligió hacerse humano y vivir por el poder del Espíritu Santo. Esto no significa que Jesús de alguna manera dejó de ser completamente Dios, sino más bien que eligió no valerse de sus derechos divinos y los atributos únicos de la deidad mientras estuvo en la tierra. Por lo tanto, vivió como nosotros debemos vivir: por el poder habilitador de Dios el Espíritu Santo. Queremos ser claros: Jesús permaneció completamente hombre y completamente Dios durante Su encarnación, y Él mantuvo toda su persona y atributos divinos aunque humildemente se despojó del uso de aquellos únicos a la deidad.
Jesús no perdió Sus atributos divinos; Simplemente escogió no usarlos en ciertos momentos. Al convertirse en ser humano, Jesús no perdió nada, sino que añadió humanidad a Su divinidad. [NOTA FINAL #31] Por lo tanto, Jesucristo retuvo todos Sus atributos divinos. Sin embargo, no se valió del uso continuo de sus atributos divinos. Quizás esto fue por dos razones principales.
Uno, en ocasiones, Jesús revelaba Su divinidad como Dios. Mateo 9:35 dice: «Jesús recorrió todas las ciudades y pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia». En Marcos 4, algunos marineros en un bote con Jesús estaban exhaustos de remar toda la noche hasta que Jesús se despertó y ordenó que la tormenta se detuviera, lo cual ésta hizo. Los presentes «se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?» (V. 41). En Juan 2:11 Jesús convirtió el agua en vino, y leemos: «Esta, la primera de sus señales, que hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria. Y sus discípulos creyeron en él». En resumen, a veces Jesús realizaba milagros para revelar el reino de Dios y a él mismo como Rey.
Dos, Jesús usaría Sus características divinas en beneficio a otros pero no a sí mismo. Por ejemplo, leemos en Marcos 2:5–7: «Jesús… dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados’”. Ahora algunos de los escribas estaban sentados allí, preguntándose en su corazón: “¿Por qué este hombre habla así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados sino solamente Dios?” En última instancia, pecamos contra Dios; por lo tanto, solamente Dios tiene la autoridad para perdonar verdadera, completa y eternamente nuestro pecado. Cuando Jesús perdonó el pecado, los críticos religiosos que lo escucharon tenían razón; Estaba haciendo una obra divina reservada solo para Dios para beneficiar a un pecador necesitado.
En resumen, mientras estuvo en la tierra, Jesús retuvo Sus atributos divinos, pero no se valió continuamente del uso de Sus atributos divinos. Además, Jesús no usó sus características divinas (e.g., omnisciencia, omnipotencia, omnipresencia) de una manera para beneficiarse a sí mismo. Al sufrir, Jesús sufrió como nosotros; al aprender, Jesús aprendió como nosotros; y cuando fue tentado, Jesús enfrentó la tentación como nosotros. Jesús de ninguna manera hizo trampa para hacer su vida más fácil al usar atributos divinos que nosotros no poseemos.
En este sentido, Jesús no era como Clark Kent. Superman tenía poderes especiales que otras personas no tenían, pero vivía disfrazado de Clark Kent, pretendiendo ser como el resto de nosotros cuando, de hecho, no lo era. Jesús no es así. Jesús no estaba fingiendo ser un humilde plebeyo, sin hogar y odiado que estaba fingiendo Su sufrimiento, aprendizaje y tentación. Cuando la Biblia dice que Jesús tenía hambre, estaba cansado, lloró, desangró y murió, fue en toda su humanidad sin una pizca de falsedad. Hebreos 2:17-18 habla de esto cuando dice:
«Tenía que ser hecho como sus hermanos en todos los aspectos, para que pudiera llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel al servicio de Dios, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Porque él mismo sufrió cuando fue tentado, puede ayudar a los que son tentados.»
No obstante, la vida de Jesús fue vivida como completamente humana en el sentido de que la vivió por el poder del Espíritu Santo. [NOTA FINAL # 32]
¿CUÁLES SON ALGUNAS FALSAS ENSEÑANZAS PROMINENTES SOBRE LA DOCTRINA DE LA ENCARNACIÓN?
Con respecto a la plena divinidad y humanidad de Jesucristo, el teólogo J. I. Packer ha dicho:
La afirmación cristiana realmente asombrosa es que Jesús de Nazaret fue Dios hecho hombre, que la segunda persona de la Deidad se convirtió en el «segundo hombre» (1 Cor. 15:47), determinando el destino humano, la segunda cabeza representativa de la raza, y que tomó a la humanidad sin perder la deidad, para que Jesús de Nazaret fuera tan verdadera y completamente divino como humano. Aquí hay dos misterios por el precio de uno: la pluralidad de personas dentro de la unidad de Dios y la unión de la Deidad y la humanidad en la persona de Jesús. [NOTA FINAL # 33]
Hay dos formas generales en las que varios pensamientos se han equivocado con respecto a la humanidad y la divinidad de Jesús. El primero es negar la plena divinidad de Jesús a favor de su humanidad; el segundo es negar la plena humanidad de Jesús a favor de su divinidad.
La negación de la plena divinidad de Jesús ha sido realizada por herejes como los ebionitas, monarquianistas dinámicos, Socinianos, Servetusitas, Nestorianos, Modalistas, Monarquianistas, Sebelianistas, Unitarios, proponentes del evangelio social, teólogos de la «muerte de Dios», cristianos liberales, Arianos, testigos de Jehová, mormones, Funcionalistas, Adopcionistas, Kenóticos, Apolinarios y, más recientemente, por el popular libro y película «El código Da Vinci».
La negación de la plena humanidad de Jesús ha sido realizada por herejes como los Marcionitas, Docetistas, Gnósticos, Monarquianistas modales, Paulicianos Apolinarios, Monofisistas, Nueva Era, y Eutiquianos. Quizás las personas que más comúnmente prefieren la divinidad de Jesús sobre su humanidad en nuestra época actual son fundamentalistas cristianos protestantes. Están tan comprometidos con la preservación de la divinidad de Jesús que tienden a retratar su humanidad como esencialmente abrumada por su divinidad, de modo que en gran medida no fue tentado a pecar, si es que lo fue en absoluto.
Además, la escuela Bultmanniana (nombrada así en honor de Rudolf Bultmann) ha separado al «Cristo de la fe» del «Jesús de la historia». Posteriormente, Jesús se parece más a un dios griego antiguo. Algunos cristianos evangélicos cometen un error similar al eliminar la vida y las enseñanzas de Jesús de la historia del mundo y relegarlo al ámbito subjetivo de la experiencia religiosa, de modo que Jesús se convierte en poco más que un objeto figurativo de devoción y experiencia, solo en nuestro corazón.
Por último, se cree falsamente que el concepto cristiano de encarnación se sostiene comúnmente sobre muchas ideologías, si es que siquiera toma prestado de ellas. El místico humanista Aldous Huxley afirmó que «la doctrina de que Dios puede encarnarse en forma humana se encuentra en la mayoría de las principales exposiciones históricas de la Filosofía Perenne». [NOTA FINAL #34] En respuesta, Geoffrey Parrinder ha demostrado que la afirmación de Huxley es muy exagerada. [NOTA FINAL #35] No obstante, es cierto que existe una larga historia de creencias religiosas que afirman que un dios o una diosa vino a la tierra en forma física. En el sentido más amplio, se consideran enseñanzas de la encarnación, aunque ninguna es igual a la encarnación cristiana. [NOTA FINAL #36]
En muchas religiones idólatras, se dice que una deidad está presente o se manifiesta físicamente como un objeto, que luego finalmente llega a ser adorado como deidad misma. Algunas religiones idólatras (por ejemplo, sijismo, bahá’í, hinduismo) se refieren a las encarnaciones como avatares, que literalmente significa «descenso». El apologista cristiano Timothy C. Tennent señala tres formas en las que tales avatares son diferentes a lo que creen los cristianos sobre la encarnación de Jesucristo. [NOTA FINAL #37] (1) Los Avatares se repiten sin cesar a lo largo de cada ciclo de la historia, mientras que la encarnación es un acto único y singular en la historia. Jesús no regresará para otro ciclo de vida encarnado ni será reemplazado por otra persona que albergue Su espíritu. (2) Un avatar surge debido al karma acumulado y, por lo tanto, no es un acto libre de Dios, como la determinación del Padre de enviar a Jesús a la historia antes de que comenzara el tiempo. (3) Un avatar es una mezcla y combinación de lo divino y lo humano, mientras que Jesús no es una combinación de un dios y un hombre, sino que Dios haciéndose hombre.
Por lo tanto, debido a que Jesús es el único Dios y su encarnación por sí sola es completamente única, es un error muy grave querer retratar en cualquier manera su vida terrenal como una parecida a los avatares y otras similares que postulan otras religiones.
En otro libro que yo (Mark) escribí llamado Christians Might be Crazy (Los Cristianos Podrían Estar Locos), descubrimos numerosas visiones falsas de Jesús a través de más de 900,000 llamadas telefónicas y grupos de enfoque en tres ciudades de Estados Unidos. [NOTA FINAL #38] Muchos participantes sentían curiosidad o estaban muy comprometidos con las teorías alternativas sobre Jesús. Una mujer dijo que Jesús estudió con místicos de la India durante unos 30 años. Otro lo llamó obrador de luz. Muchos tipos pensaban que Él era un mago como David Copperfield o Criss Angel. Un tipo afirmó que Jesús no era un zombi sino un lich. Algunas personas incluso llamaron a Jesús un extraterrestre, al estilo de la serie de History Channel llamada «Alienígenas Ancestrales» (Ancient Aliens). Como dijo Tony, «Esa es mi serie favorita. Lo que me encanta de ese programa es que lo basan en hechos reales. Tienen pruebas que me dejan boquiabierto cuando se trata de religión».
¿Es posible que Jesús fuera un místico, un obrador de luz, un mago, un lich, o un extraterrestre? Quizás, pero ¿es probable? ¿Es la evidencia de esos perfiles más completa que el antiguo testimonio de testigos oculares de las Escrituras? ¿Los shows especiales de bajo presupuesto en History Channel o Discovery Channel resistirían el mismo escrutinio que el Nuevo Testamento ha enfrentado durante 2,000 años?
Es simplemente falso que en algún momento, mucho después de Jesús, los cristianos seleccionaron entre ideas competidoras para crear una historia que consolidaría su propio poder. Los líderes de la iglesia se reunieron en concilios que incluían a Laodicea (363 d.C.), Hipona (393 d.C.) y Cartago (397 d.C.). Pero simplemente reconocieron los escritos ya conocidos y en los que los cristianos de todo el mundo confiaban como Escrituras inspiradas durante cientos de años, en el caso del Nuevo Testamento, y miles de años, en el caso del Antiguo Testamento. El hecho de que estos concilios se reunieran casi cuatro siglos después de Jesús atestigua el amplio consenso que existió hasta que surgieron herejes en esa época.
¿CÓMO ES LA ENCARNACIÓN DE JESÚS UNA FUENTE DE GRAN CONSUELO?
Hay dos categorías de razones por las que la encarnación de Jesús es una fuente de gran consuelo. La primera es que, en la encarnación, Jesús es como nosotros. El segundo es que, en la encarnación, Jesús es diferente a nosotros.
Cómo es Jesús como nosotros
Como el hombre Cristo Jesús, el Segundo miembro de la Trinidad se ha identificado amorosa y humildemente con la fragilidad de nuestra humanidad al soportar la tentación, la angustia, la debilidad, el dolor y la aflicción. Lo hizo viniendo como nuestro sacerdote.
En el Antiguo Testamento, el sacerdote se colocaba humildemente entre Dios y las personas como una especie de mediador. Él traía las esperanzas, los sueños, los temores y los pecados de las personas ante Dios como su abogado e intercesor. Escucharía sus confesiones de pecado y oraría por ellos.
Además, ofrecer sacrificios era fundamental para Su función, para mostrar que el pecado era muy real y merecía la muerte, mientras le pedía a Dios perdón por gracia. Luego proclamaría la bendición de Dios sobre la gente. Todas las funciones del sacerdote se cumplen finalmente en Jesús.
El libro de la Biblia que lidia más a fondo en el papel sacerdotal de Jesús es Hebreos. En Hebreos, se nos dice que Jesús es nuestro «sumo sacerdote». [NOTA: Hb. 3:1; 4:14.] Como nuestro sacerdote, Jesús ha ofrecido un sacrificio para pagar el castigo por nuestro pecado. Jesús no solo es un sacerdote superior a los sacerdotes del Antiguo Testamento, sino que Su sacrificio también es superior al de ellos—Él dio su propia vida y derramó Su propia sangre por nuestro pecado. [NOTA: Hb. 9:26]
Hebreos revela que el ministerio de Jesús como nuestro sacerdote no terminó con su regreso al cielo. Más bien, Jesús está vivo hoy y nos ministra como nuestro sumo sacerdote, que intercede por nosotros ante Dios el Padre. [NOTA: Hb. 7:25] En la práctica, esto significa que Jesús realmente nos conoce, nos ama, presta atención a nuestras vidas y se preocupa por nosotros. En este mismo momento, Jesús está trayendo las heridas, el sufrimiento, las necesidades y los pecados de los cristianos al Padre de una manera llena de oración y amor, como nuestro sacerdote.
La intercesión sacerdotal de Jesús hace que tanto nuestra oración como nuestra adoración sean posibles. Oramos y adoramos al Padre a través de Jesús nuestro sacerdote por el poder de Dios el Espíritu Santo, quien ha hecho de nuestros cuerpos los nuevos templos en los que Él vive en la tierra.
Cuando entendemos a Jesús como nuestro sacerdote, podemos saber que Él nos ama con afecto, ternura y de manera personal. Además, el deseo de Jesús por nosotros no es más que bueno, y su ministerio resulta en nada menos que una intimidad con Dios el Padre que cambia las vidas. Jesús hace posible la vida nueva y la obediencia mediante su servicio amoroso, compasivo y paciente hacia nosotros como un sacerdote fiel.
En su rol como sacerdote, Jesús es diferente a todas las demás religiones creadas por el hombre y sus falsos retratos de Dios. Prácticamente todas las religiones ven a Dios de una manera dura. Jesús es el único Dios que se baja de su trono para servirnos humildemente y darnos gracia y misericordia.
Quizás el texto más profundo de las Escrituras sobre la importancia del ministerio sacerdotal de Jesús es Hebreos 4:15-16, que dice:
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.»
Por lo tanto, Jesús simpatiza con nosotros en nuestras tentaciones, debilidad, sufrimiento, enfermedad, desilusión, dolor, confusión, soledad, traición, quebrantamiento, duelo y tristeza. Jesús no se abstiene de entrar en nuestro mundo enfermo, caído y torcido. En cambio, vino humildemente a este mundo para sentir lo que sentimos y enfrentar lo que enfrentamos, sin pecar. Posteriormente, Jesús puede simpatizar con nosotros y librarnos. En la práctica, esto significa que en nuestro momento de necesidad, podemos acudir a Jesús, nuestro sacerdote compasivo que vive para servirnos y darnos gracia y misericordia para todo lo que la vida nos traiga.
En qué se diferencia Jesús de nosotros
Además de ser plenamente Dios, una de las formas principales en las que Jesús es diferente a nosotros es que solamente él no tiene pecado. [NOTA: 2 Cor. 5:21; Hb. 9:14; 1 Pd. 2:22, 1 Jn. 3:5] Si bien la Biblia es clara en que Jesús nunca pecó, la pregunta de si Él tuvo una naturaleza pecaminosa como la nuestra o no, ha sido un punto de división histórica entre varias tradiciones cristianas.
La iglesia oriental dice que sí. Se enfocan en Romanos 8:3 (que el Padre envió a su propio Hijo «en semejanza de carne de pecado y para pecado»), Hebreos 2:17 («Por lo tanto, tenía que ser hecho como sus hermanos en todo sentido») y Hebreos 4:15 (que dice que fue uno «que en todos los aspectos ha sido tentado como nosotros»). Luego argumentan que esto no podría ser así si Jesús no tuviera ninguno de los pensamientos o deseos pecaminosos con los que luchamos todo el tiempo. Luego se argumenta que, aunque Jesús tenía una naturaleza pecaminosa, la venció y nos mostró la obediencia perfecta que podemos seguir para vivir vidas santas. La iglesia occidental dice que no. Se enfocan en Hebreos 7:26–27: «Tenemos tal sumo sacerdote, santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. No tiene necesidad, como esos sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios todos los días, primero por sus propios pecados». Se argumenta que si Jesús tuviera una naturaleza pecaminosa, no podría encajar en esta descripción. Además, si tuviera un carácter pecaminoso, sería un pecador.
Nos inclinamos a estar de acuerdo con la iglesia occidental y ver la «semejanza de la carne de pecado» en Romanos como un punto de semejanza en lugar de un punto de carácter por el cual Jesús tuviera una naturaleza pecaminosa. Posteriormente, como el «postrer Adán» [NOTA: 1 Cor. 15:45] Jesús era como el primer Adán antes de la caída —sin una naturaleza de pecado— y por lo tanto tenía completo libre albedrío para elegir la obediencia por amor a Dios el Padre.
Debido a que Jesús es como nosotros en que fue tentado, pero a diferencia de nosotros en que nunca pecó, Él puede ayudarnos cuando somos tentados y mostrarnos cómo escapar de situaciones pecaminosas.
Hebreos 2: 17-18 dice:
«Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, para que pudiera llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel al servicio de Dios, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Porque él mismo sufrió cuando fue tentado, puede ayudar a los que son tentados.»
En conclusión, solo Jesús puede mediar entre Dios y nosotros porque solo Él es completamente Dios y completamente hombre y, por lo tanto, puede representar perfectamente a Dios y al hombre. Con respecto a la vital importancia tanto de la humanidad como de la divinidad de Jesús, el teólogo Jonathan Edwards dice:
«Primero, consideraría que Cristo asumió nuestra naturaleza para ponerse en la capacidad de comprar la redención para nosotros. Esto era absolutamente necesario, porque aunque Cristo, como Dios, era infinitamente suficiente para la obra, sin embargo, para estar en una capacidad inmediata para ella, era necesario que no sólo fuera Dios, sino hombre. Si Cristo hubiera permanecido únicamente en la naturaleza divina, no podría haber comprado nuestra salvación; no por alguna imperfección de la naturaleza divina, sino por su absoluta e infinita perfección; porque Cristo, simplemente como Dios, no era capaz de obediencia ni sufrimiento» [NOTA FINAL #39]
En otras palabras, para redimir al hombre, Cristo primero tuvo que convertirse en hombre. Esto es precisamente lo que enseña la Biblia: «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre». [NOTA: 1 Tm. 2:5] Este versículo revela el triple razonamiento de por qué la encarnación de Jesús es de gran consuelo. (1) Hay un Dios para todas las personas, tiempos y lugares. (2) Hay un mediador entre la humanidad pecadora y el único Dios sin pecado. Este mediador remedia el problema del pecado que divide a las personas y a Dios para que pueda haber salvación y reconciliación. (3) Solo Cristo Jesús puede mediar entre Dios y el hombre porque solo él es el Dios-hombre.
¿CÓMO ES LA ENCARNACIÓN DE JESÚS NUESTRO EJEMPLO PARA EL MINISTERIO Y MISIÓN?
En la mayoría de las religiones, las personas más santas son aquellas que están más separadas de la cultura y los pecadores. Viven como monjes o monjas y cosas por el estilo en áreas remotas o detrás de muros lejos de las personas promedio. Por el contrario, Jesucristo entró en el lío de la historia humana y pasó un tiempo en relación con creyentes e incrédulos por igual. Posteriormente, las personas religiosas que se separaron de los pecadores y las culturas fueron propensas a denunciar a Jesús por el tipo de compañía que mantenía. [NOTA: Mt. 11:19]
La encarnación de Jesús es nuestro modelo misional. Aproximadamente cuarenta veces en el Evangelio de Juan, Jesús declara que el Padre lo envió. De hecho, la encarnación es el envío del segundo miembro de la Trinidad a la historia humana como misionero. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando enseñó que los cristianos serían enviados como misioneros como él, a las culturas por el poder del Espíritu Santo: «“Como el Padre me envió, así también yo los envío a ustedes”. Y cuando dijo esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”». [NOTA: Jn. 20:21–22]
De la vida misionera de Jesús, aprendemos cinco grandes verdades misionales para nuestra propia vida. Primero, una vida misional encarnada es contextual y atraviesa las barreras culturales. Así como Jesús dejó el cielo para entrar en la cultura de la tierra, la gente de Jesús debe hacer lo mismo, y no simplemente permanecer en comunidad con personas de su propio género, raza, nivel de ingresos, nacionalidad y similares.
A pesar de ser contextual, una vida misional no aprueba ni participa en los aspectos mundanos pecaminosos de una cultura, así como Jesús nunca pecó. No obstante, Jesús se vistió, habló y comió de acuerdo con la cultura judía, participó en sus fiestas y observó sus costumbres, por lo que el pueblo de Jesús también debe vivir como misioneros en cualquier cultura que Dios les haya enviado. Por lo tanto, en un sentido muy real, todo cristiano es un misionero, ya sea que ministre al otro lado de la calle o al otro lado del mundo.
Segundo, una vida misional encarnada es evangelística. Así como Jesús no vino simplemente a hacer buenas obras por los necesitados, sino principalmente para salvar a los perdidos, el pueblo de Jesús también debe perseguir a los perdidos en busca de amistades evangelísticas. [NOTA: Lc. 19:10]
Tercero, una vida misional encarnada es humilde. Así como Jesús voluntariamente dejó su estado de gloria, para vivir una vida humilde y trabajar en un trabajo humilde, una vida misional no es una que se vive únicamente para la gloria personal y la movilidad ascendente, sino que valora el evangelio por encima de todo. Posteriormente, un enfoque encarnacional de la vida a menudo significa que ganamos menos dinero y vivimos vidas más simples de lo que podríamos porque valoramos el ministerio del evangelio por encima de lo que los estándares del mundo miden como éxito.
Cuarto, una vida misional encarnada es aquella dedicada a la iglesia. Jesús vino a fundar, edificar y encabezar la iglesia—su cuerpo metafórico para continuar su plan evangelístico para el mundo; por lo tanto, las personas de Jesús deben entregarse a la iglesia. Esto incluye servicio y generosidad como el que Jesús demostró [NOTA: 2 Cor. 8–9] para que no solo puedan crecer las iglesias locales, sino que se puedan plantar más iglesias, alcanzar a más personas y más naciones sean impactadas por el evangelio de Jesucristo.
Quinto, una vida misional encarnada es global. Si bien Jesús confinó principalmente Su ministerio a Israel, sí ministró a una mujer samaritana que luego evangelizó a su pueblo, y al hombre sordo de Decápolis. [NOTA: Mt. 15:21-28; 8:5-13; Mc. 5:1–20; 7:31–37; Jn. 4:1–42.] Además, el anuncio del nacimiento de Jesús por los ángeles y Simeón iba a ser una buena noticia para todas las naciones. [NOTA: Lc. 2:10, 32] Esto se debe a que Jesús vino a quitar los pecados del mundo [NOTA: Jn. 1:29] y a establecer la iglesia como un centro de misiones para las naciones [NOTA: Mc. 11:17] del cual enviaría creyentes para que fueran la sal y la luz de las naciones. [NOTA: Mt. 5:13-14] Jesús también profetizó que la mayoría de sus adoradores serían de otras naciones además de Israel [NOTA: Mt. 21:43; Lc. 13:28-29] porque Su amor es para el mundo entero. [NOTA: Jn. 1:9, 29; 3:16-17, 19; 4:42; 6:33; 12:47; 16:8; 17:21]
Así es, el mundo es nuestro campo misionero, y Jesús es nuestro modelo de misionero encarnacional que fue antes que nosotros y ahora va con nosotros mientras continuamos en su obra por Su Espíritu como Su iglesia para Su gloria para nuestro gozo. [NOTA: Mt. 28:18-20]
¿CUÁL ES EL SECRETO DEL ÉXITO DE JESÚS?
La vida de Jesucristo, sin igual, ha dejado la huella más grande en la historia del mundo. Cuando la vida de alguien se eleva por encima de todos los demás, los estudiamos para descubrir el secreto de su éxito.
En el Antiguo Testamento, cosas como una escalera divina, una nube durante el día y una columna de fuego durante la noche, un tabernáculo y luego un templo que albergaba la presencia de Dios cerraban la distancia entre el Dios santo y el pueblo impío. Todo esto prefiguró la venida de Jesucristo como el punto de conexión entre Dios en el cielo y las personas en la tierra. 1 Timoteo 2:5 describe el cumplimiento de esta manera: «Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre». En Jesucristo, Dios se humilló a sí mismo para la tarea especial de reconciliar a las personas consigo mismo.
La persona más santa es también la persona más humilde. El Creador entró en la creación, el Dios eterno entró en la historia humana, el Dios omnipresente caminó de un lugar a otro, todo para revelar a Dios y redimir a las personas.
Si Jesús no usó Sus atributos divinos para vivir Su vida y dejar Su legado, ¿cómo lo hizo? ¿Puedes acceder al mismo poder dador-de-vida, que cambia-destinos y revelador-de-Dios para tu vida?
Si miramos los credos (doctrinas) de la iglesia antigua que son muy útiles para muchas cosas, falta una cosa—cómo Jesús vivió Su vida. Observa cómo cada credo se mueve desde el nacimiento de Jesús hasta la muerte de Jesús y omite la totalidad de Su vida. El Credo de los Apóstoles (siglo IV d.C.) dice que Jesús «nació de la Virgen María; sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado…» El Credo de Nicea (siglo IV d.C.) dice que Jesús «fue encarnado por el Espíritu Santo de la Virgen María, y se hizo hombre, y fue crucificado también por nosotros bajo Poncio Pilato…»
¿Qué es lo que falta? La vida terrenal de Jesús. Si no sabemos cómo vivió Jesús su vida en la tierra, ¿cómo se supone que sepamos cómo vivir nuestra vida en la tierra?
Con respecto a la relación entre Jesús y el Espíritu Santo, Martyn Lloyd-Jones dice:
«Entonces, ¿qué significa todo esto? Significa que no hubo ningún cambio en Su deidad, sino que tomó la naturaleza humana para Sí mismo y eligió vivir en este mundo como un hombre. Él se humilló a sí mismo de esa manera. Deliberadamente se puso límites a sí mismo. Ahora no podemos ir más lejos. No sabemos cómo lo hizo. No podemos entenderlo, en cierto sentido. Pero creemos esto: para poder vivir esta vida como un hombre, mientras estuvo aquí en la tierra, no ejerció ciertas cualidades de Su Deidad. Por eso… necesitaba recibir el don del Espíritu Santo sin medida.» [NOTA FINAL #40]
Abraham Kuyper escribe sobre la importancia de la relación entre Jesús y el Espíritu Santo:
«Esto debe notarse cuidadosamente, especialmente porque la Iglesia nunca ha confesado suficientemente la influencia del Espíritu Santo ejercida sobre la obra de Cristo. La impresión general es que la obra del Espíritu Santo comienza cuando se termina la obra del Mediador en la tierra, como si [sic] hasta ese momento el Espíritu Santo celebró Su divino día de descanso. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan una y otra vez que Cristo realizó su obra mediadora controlada e impulsada por el Espíritu Santo.» [NOTA FINAL #41]
En el libro Jesús Lleno del Espíritu (Spirit-Filled Jesus), yo (Mark) escribo en detalle sobre la relación personal entre Jesucristo y el Espíritu Santo y cómo podemos vivir por Su poder como lo hizo Jesús. El empoderamiento de Jesús por Dios el Espíritu Santo se resalta repetidamente en el Evangelio de Lucas que precede a Hechos al mostrar la vida llena del Espíritu de Cristo y luego a los cristianos, como las dos partes de la historia de nuestra fe. Aquí hay unos ejemplos:
- Jesús fue concebido por el Espíritu Santo y se le dio el título de «Cristo», que significa ungido por el Espíritu Santo. [NOTA: Lc. 1-2]
- La pariente de Jesús, Elisabet, estaba «llena del Espíritu Santo» cuando saludó a María, la madre embarazada de Jesús, y su esposo Zacarías pasó a profetizar en el Espíritu que su hijo Juan fue designado por Dios para preparar el camino para Jesús. [NOTA: Lc. 1:41-43, 67, 76.]
- Un ángel le reveló a María que daría a luz a Jesús porque «el Espíritu Santo vendrá sobre ti». [NOTA: Lc. 1:35-37]
- Una vez nacido, Jesús fue dedicado al Señor por Simeón en el templo según las exigencias de la ley; «El Espíritu Santo estaba sobre [Simeón]» y el Espíritu Santo le había revelado que no moriría hasta ver a Jesucristo. [NOTA: Lc. 2:25-27]
- Simeón estaba «en el Espíritu» cuando profetizó acerca del ministerio de Jesús a judíos y gentiles. [NOTA: Lc. 2:27-34]
- Juan profetizó en el Espíritu que un día Jesús bautizaría a las personas con el Espíritu Santo. [NOTA: Mt. 3:11; Mc. 1:8; Lc. 3:16; Jn. 1:34]
- El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en su propio bautismo. [NOTA: Mt. 3:16; Jn. 1:32-33] Mateo agrega la interesante declaración de que el Espíritu reposó sobre Jesús, como para sugerir que el resto de su vida y ministerio en la tierra se haría bajo la unción y el poder del Espíritu Santo. [NOTA: Mt. 3:16]
- Jesús estaba «lleno del Espíritu Santo». [NOTA: Lc. 4: 1-2]
- Jesús fue «guiado por el Espíritu». [NOTA: Lc. 4:1-2]
- Jesús vino «en el poder del Espíritu». [NOTA: Lc. 4:14]
- Después de leer Isaías 61:1–2, «El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí», Jesús declaró, «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes». [NOTA: Lc. 4:14-21]
- Jesús «se regocijó en el Espíritu Santo». [NOTA: Lc. 10:21]
Gerald Hawthorne, quien ha escrito uno de los libros más convincentes sobre el tema de la relación de Jesús con el Espíritu Santo, dice: «[Jesús] es el ejemplo supremo para ellos de lo que es posible en una vida humana debido a su total dependencia de el Espíritu de Dios». [NOTA FINAL #42]
¿Cómo vivió Jesucristo Su vida y dejó Su legado? Por el Espíritu.
Es común que los cristianos hablen de tener una relación personal con Jesucristo. Lo alentamos absolutamente.
Jesús, sin embargo, vivió su vida mediante una relación personal con el Espíritu Santo. Nuestro Ayudador también fue el Ayudador de Jesús.
Como Persona de Dios, el Espíritu Santo es completamente Dios y el tercer miembro de la Trinidad.
Como Presencia de Dios, el Espíritu Santo es Dios con nosotros.
Como Poder de Dios, el Espíritu Santo dio poder a la vida de Jesucristo y también da poder a la vida de los creyentes para vivir por Su poder.
Si Jesús estuviera viviendo tu vida, ¿qué estaría haciendo y cómo lo estaría haciendo? Por el Espíritu. Esa es la llave que abre el resto de tu vida. No queremos que vivas tu vida para Cristo. ¡Queremos que Cristo viva Su vida a través de ti!
PREGUNTAS PARA DIARIO PERSONAL Y/O DISCUSIÓN EN GRUPOS PEQUEÑOS
- Si hubiera un milagro o evento que pudieras haber estado presente para presenciar en la vida de Jesucristo en la tierra, ¿cuál sería?
- ¿Consideras que Jesús es simplemente un buen hombre, o en realidad el único Dios-hombre?
- Si fueras Dios, ¿habrías dejado la gloria y el placer del cielo para venir a esta tierra y sufrir como lo hizo Jesús?
- ¿Has considerado alguna vez que, en un sentido muy real, que Jesús fue adoptado por José ya que no estaban relacionados biológicamente? ¿Cómo anima esto a los cristianos a participar en cosas como el cuidado de huérfanos y la adopción?
- Si Jesús estuviera hoy caminando por la tierra y dijera que es Dios, ¿cuál crees que sería la reacción?
- Si alguien te pidiera que dieras tu mejor razón por la que crees que Jesús es Dios, ¿cuál sería tu respuesta?
- ¿Cuál es tu milagro favorito de Jesús que registra la Biblia? ¿Por qué?
- Si Jesús no fuera verdaderamente Dios e invitara a la gente a adorarlo y orarle, ¿podría haber sido realmente un buen hombre? ¿No lo convertiría esto en un estafador?
- ¿Te conectas más fácilmente con la humanidad o la divinidad de Jesucristo?
- ¿Tienes una relación personal con el Espíritu Santo? Si no, pasa un tiempo en oración hoy invitando al Espíritu Santo para que te haga más como Jesús.
- ¿Cómo es Jesús el ejemplo supremo de lo que significa estar verdaderamente lleno del Espíritu?
- ¿Qué es lo que Jesús dijo o hizo durante su ministerio terrenal que te parece más asombroso?
- ¿Qué personas ha puesto Dios en tu vida con las que necesitas hablar sobre Jesús con la esperanza de que se conviertan en cristianos?
NOTAS
- I. Packer, Knowing God [Conociendo a Dios] (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1973), 45.
- Ibid., 53.
- Dallas Theological Seminary [Seminario Teológico de Dallas] (2004; 2005). Bibliotheca Sacra, vol. 161 (vnp.161.641.75).
- Vea Leon Morris, The Gospel According to John [El Evangelio segun Juan], rev. ed., The New International Commentary on the New Testament [El Nuevo Comentario Internacional del Nuevo Testamento] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2000), 105–6. Los Targums eran originalmente paráfrasis orales de la Biblia hebrea que luego fueron escritas. Como los judíos no pronunciaban el Nombre de Dios, lo sustituyeron por frases como «el Santo» o «el Nombre» junto con «La Palabra (Memra)». Ver Targum Neofiti y el Targum de Jonathan.
- Para una excelente discusión de cómo hay complejidad en la unidad de Dios para los judíos del primer siglo, ver Richard J. Bauckham, Jesus and the God of Israel: God Crucified and Other Studies on the New Testament’s Christology of Divine Identity [Jesús y el Dios de Israel: Dios crucificado y otros estudios sobre la Cristología de la Identidad Divina en el Nuevo Testamento], Eerdmans, 2008.
- Ron Rhodes, The Counterfeit Christ of the New Age Movement [El Cristo Falsificado del Movimiento de la Nueva Era] (Grand Rapids, MI: Baker, 1990), 215.
- John 1:18; George Eldon Ladd, A Theology of the New Testament [Una Teología del Nuevo Testamento], rev. ed. (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1993), 278.
- A. Carson, New Bible Commentary: 21st Century Edition [Nuevo comentario bíblico: edición del siglo XXI], edición electrónica. (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1994), Mic. 5:1.
- Roy B. Zuck, ed. A Biblical Theology of the Old Testament [Una Teología Bíblica del Antiguo Testamento] (Chicago: Moody, 1991), 66.
- Jacob Neusner, The Incarnation of God: The Character of Divinity in Formative Judaism [La Encarnación de Dios: el carácter de la divinidad en el judaísmo formativo] (Binghamton, NY: Global Academic, 2001).
- See Ibid.,12, 17.
- Ibid., 12.
- Ibid., 166.
- Suetonius, Life of the Deified Augustus [La Vida del deificado Augusto], Capítulo 94.
- Martyn Lloyd-Jones, God the Father, God the Son [Dios el Padre, Dios el Hijo] (Wheaton, IL: Crossway, 1996), 264.
- Ibid., 256–57.
- James Orr, The Virgin Birth of Christ [El Nacimiento Virginal de Cristo] (New York: Scribner’s, 1907), 138.
- The Apology of Aristides [La Apología de Arístides], trad. y ed. Rendel Harris (London: Cambridge University Press, 1893), 25.
- William A. Jurgens, Faith of the Early Fathers [La Fe de los Primeros Padres] (Collegeville, MN: Liturgical Press, 1998), ß42.
- Gresham Machen, The Virgin Birth of Christ [El Nacimiento Virginal de Cristo] (New York: Harper & Brothers, 1930), 269.
- “Is God Always Superior to Jesus?” Should You Believe in the Trinity? [“¿es Dios siempre superior a Jesús?” ¿Debería creer en la Trinidad?] Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, Watchtower Society online ed., http://www.watchtower.org/e/ti/index. htm?article=article_06.htm.
- Billy Graham, “God’s Hand on My Life,” [“La mano de Dios en mi vida”] Newsweek, Marzo 29, 1999, 65.
- Citado en Charles Edmund Deland, The Mis-Trials of Jesus [Los errores del juicio de Jesús] (Boston, MA: Richard G. Badger, 1914), 118–19.
- Grant R. Osborne, Revelation, Baker Exegetical Commentary on the New Testament [Comentario Exegético de Baker sobre el Nuevo Testamento] (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2002), 789.
- Sanh, 43a
- Origenes, Contra Celso. 1.38.
- Flavio Josefo, “Antigüedades Judías,” en The New Complete Works of Josephus [Las Nuevas Obras Completas de Josefo], trad. William Whiston (Grand Rapids, MI: Kregel, 1999), 18.63.
- Craig L. Blomberg, Matthew, The New American Commentary [El Nuevo Comentario Americano] (Nashville: Broadman, 1992), 315–16.
- Atanasio, “Oratorias contra los Arianos,” lib. 3, en Richard A. Norris, trand. y ed., The Christological Controversy [La Controversia Cristológica] (Philadelphia: Fortress, 1980), 92–93, énfasis en el original.
- Citado en G. C. Berkouwer, The Person of Christ [La Persona de Cristo], trad. John Vriend (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1954), 94.
- Por ejemplo, en 1 Timoteo 1:17, Jesús es el Rey que tiene los atributos divinos de la eternidad, la inmortalidad, la invisibilidad y es llamado «el único Dios». Según otras Escrituras, los otros atributos divinos que Jesús poseyó durante su vida en la tierra incluyen omnipresencia (Sal. 139:7-12; Mt. 28:20), creador (Is. 37:16; 44:24; Jn. 1: 3; Col. 1:16; Hb. 1:2), salvador (Jl. 2:32; Rm. 10:9-13), y deidad como el único Dios (Is. 45:21b–23; Fl. 2:10-11). Para un estudio más completo de este y otros temas relacionados con el Espíritu Santo, He Who Gives Life: The Doctrine of the Holy Spirit [El Que Da Vida: La Doctrina Del Espíritu Santo] por Graham A. Cole (Wheaton, IL: Crossway, 2007) es un recurso útil.
- Packer, Knowing God [Conociendo a Dios], 46.
- Aldous Huxley, The Perennial Philosophy: An Interpretation of the Great Mystics, East and West [La Filosofía Perenne: Una Interpretación De Los Grandes Místicos, Oriente Y Occidente] (New York: HarperCollins, 2004), 49.
- Geoffrey Parrinder, Avatar and Incarnation: The Divine in Human Form in the World’s Religions [Avatar y Encarnación: Lo Divino en Forma Humana en las Religiones del Mundo] (Oxford: Oneworld, 1997), 13.
- Vea Winfried Corduan, «Jesus: The Avatar I Never Knew» [Jesús: El Avatar Que Nunca Conocí] Christian Apologetics Journal 4 [Diario De Apologética Cristiana 4], no. 2 (2005): 29–44.
- Vea Timothy C. Tennent, Christianity at the Religious Roundtable [El Cristianismo En La Mesa Redonda Religiosa] (Grand Rapids, MI: Baker, 2002), 59–60.
- https://realfaith.com/sermon-series/christians-might-be-crazy/ – Disponible en inglés.
- Jonathan Edwards, History of Redemption [Historia De La Redención] (Oxford: Oxford University Press, 1793), 312.
- Lloyd-Jones, God the Father, God the Son [Dios el Padre, Dios el Hijo], 286–87.
- Abraham Kuyper, The Work of the Holy Spirit [La Obra del Espíritu Santo], trad. Henri de Vries (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1975), 97.
- Gerald F. Hawthorne, The Presence and the Power: The Significance of the Spirit in the Life and Ministry of Jesus [La Presencia Y El Poder: La Importancia Del Espíritu En La Vida Y El Ministerio De Jesús] (Dallas: Word, 1991), 234.