Doctrina: La Iglesia

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Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella.
EFESIOS 5:25

El día que Jesús murió, fue crucificado con otros dos hombres. Los tres sufrieron la misma condena de la misma manera el mismo día. De los otros hombres, no sabemos nada. Como muchos otros criminales, sus nombres no son famosos, y ningún movimiento o tributo de ningún tipo ha surgido en su legado.

En contraste, ningún movimiento es tan asombroso como la Iglesia Cristiana. Desde un hombre que fue virgen, soltero, pobre y campesino y murió a los treinta, hasta unos miles de años después, el cristianismo es el movimiento más diverso, permanente, impactante y extenso en toda la historia del mundo con unos pocos mil millones de personas en el mundo que confiesan devoción a Jesucristo.

Napoleón Bonaparte incluso admitió que Jesús superó con creces sus propias conquistas diciendo: «Conozco a los hombres; y les digo que Jesucristo no es un hombre. Las mentes superficiales ven una semejanza entre Cristo y los fundadores de imperios y los dioses de otras religiones. Ese parecido no existe. Hay entre el cristianismo y cualquier otra religión la distancia del infinito…Su religión es una revelación de una inteligencia que ciertamente no es la del hombre…Alejandro, César, Carlomagno y yo fundamos imperios; pero ¿sobre qué fundamento descansamos las creaciones de nuestro genio? ¡A la fuerza! Pero Jesucristo fundó el suyo en el amor; ya esta hora millones de hombres morirían por él» [NOTA FINAL # 1].

La historia de la Iglesia cristiana se encuentra entre las más asombrosas de la historia. Demuestra el poder de la presencia del Espíritu Santo entre el pueblo de Dios para continuar el mensaje y ministerio de Cristo a través de los cristianos.

¿CÓMO JESÚS PREPARÓ A SU PUEBLO PARA LE VENIDA DE LA IGLESIA?

Antes de que un producto llegue al mercado, un político salga a la pista de la campaña o una película llegue a la pantalla, se realiza una gran cantidad de marketing avanzado para que la gente sepa y se prepare para lo que se avecina. La esperanza es aumentar la conciencia y el entusiasmo que se traduce en acción.

Antes de su muerte y resurrección, Jesús hizo algo similar al anunciar su plan para su Iglesia, «sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará» [NOTA: Mat.16:18]. Esta es una imagen de la guerra espiritual. Satanás ha cautivado y rodeado a muchas personas con rejas como en una celda de la cárcel. Las rejas son cosas como mentiras, tentaciones, adicciones y decepciones que traen la esclavitud. La Iglesia es el equivalente de una fuerza militar espiritual que viene para rescatar y liberar a los cautivos.

Este tipo de iglesia ofensiva y con una misión fuerte solo es posible por el poder del Espíritu Santo. La única arma contra la guerra espiritual en este mundo es el Espíritu Santo. En los días previos a su muerte, Jesús también dijo, «En realidad, es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Abogado Defensor no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes…Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que ha oído y les contará lo que sucederá en el futuro. Me glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí» [NOTA: Juan 16:7–14].

Después de su resurrección, justo antes de su ascensión al cielo, Jesús prometió a los primeros cristianos, «pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra» [NOTA: Hechos 1:8]. La promesa de Jesús se ha hecho realidad y se ha mantenido todos los días desde entonces. La Iglesia ha crecido en la tierra de 120 personas en una nación con un idioma a unos miles de millones de personas en unos pocos miles de idiomas en numerosas naciones. ¿Cómo podemos explicar el poder de la iglesia? No es por causa de liderazgo increíble, fuerza política, o prensa favorable. La única cosa que puede explicar el poder de la Iglesia es la presencia del Espíritu.

Antes de morir, resucitar y volver a su trono, Jesús anticipó una cuestión que surgiría después de que salía. Dios es santo en el cielo, y somos pecaminosos en la tierra. Cuando Jesús vino, cubrió un vacío infinito que nadie ni nada más podía llenar. Sin embargo, cuando regresara al cielo, ¿nos quedaríamos huérfanos sin la presencia de Dios y seríamos abandonados por un Dios como un padre que abandonó a su familia? Jesús prometió a la familia de Dios llamado la Iglesia, «Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre. Me refiero al Espíritu Santo, quien guía a toda la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo busca ni lo reconoce; pero ustedes sí lo conocen, porque ahora él vive con ustedes y después estará en ustedes… Les digo estas cosas ahora, mientras todavía estoy con ustedes. Sin embargo, cuando el Padre envíe al Abogado Defensor como mi representante —es decir, al Espíritu Santo—, él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he dicho» [NOTA: Juan 14:16–17; 25-26]. 

¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA?  

Jesús no solo vino del cielo a la tierra en una misión de rescate global, sino también envió el Espíritu Santo para llenar la iglesia con su poder para proclamar su mensaje y continuar su misión. Desde el Pentecostés hasta el presente, la fuerza detrás de esta misión es Dios el Espíritu Santo a través de la Iglesia Cristiana.

Un historiador de Cristo y uno de los primeros cristianos es el doctor médico, Lucas. El evangelio de Lucas fue escrito para contar la historia del Cristo lleno del Espíritu y Hechos para contar la historia de los cristianos llenos del Espíritu. Esta información es crucial de la misma manera que comprender una película precuela es vital para apreciar completamente la secuela.

La obra de Lucas es importante porque la Iglesia Cristiana es más que una filosofía o espiritualidad, porque nuestra fe está basada en hechos históricos como la resurrección de Jesús y la llegada del Espíritu Santo en la Iglesia. William Ramsay es un arqueológico famoso quien fue profesor en Oxford y Aberdeen, nombrado caballero por su servicio al escolasticismo, hecho un miembro de casi todas las asociaciones históricos y arqueológicos y premiado la Medalla Victoriana por la Sociedad Geográfica Real. Él examinó las escrituras del Doctor Lucas en el Nuevo Testamento tratando de desaprobarlas. Al final, Ramsay concluyó «Lucas es un historiador del primer rango…Este autor debe colocarse junto a los mejores historiadores» [NOTA FINAL #2]. El Doctor William Lane Craig concluye, «Considerando el cuidado y la confiabilidad demostrados por Lucas, además de su contacto con testigos oculares de primera generación después de los hechos, este autor es confiable» [NOTA FINAL #3].

Lucas abre Hechos diciendo, «Teófilo, en mi primer libro te relaté todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar hasta el día que fue llevado al cielo, después de haberles dado a sus apóstoles escogidos instrucciones adicionales por medio del Espíritu Santo. Durante los cuarenta días después de que sufrió y murió, Cristo se apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas pruebas convincentes que él realmente estaba vivo. Y les habló del reino de Dios… Solo el Padre tiene la autoridad para fijar esas fechas y tiempos, y a ustedes no les corresponde saberlo; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra. Después de decir esto, Jesús fue levantado en una nube mientras ellos observaban, hasta que ya no pudieron verlo».

El libro de Hechos también se llama Los hechos de los apóstoles, pero un mejor título sería Los hechos del Espíritu. Jesús fue claro que la continuación de su Mensaje y ministerio fueron imposibles sin el mismo Espíritu quien le dio poder. En esto, aprendemos tres verdades importantes:

  1. Dios trabaja por usted. Esto incluye la vida, muerte, sepultura y resurrección de Jesús para su salvación.
  2. Dios trabaja en usted. Esto incluye la vida de Jesús por el Espíritu Santo en usted para ser cada vez más y más como Jesús.
  3. Dios trabaja a través de usted. Esto incluye la vida de Jesús por el Espíritu Santo trabajando para usted como miembro de la Iglesia que ayuda a compartir el mensaje del Evangelio.

¿CÓMO EMPEZÓ LA IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO?

El cumplimiento de la promesa de Jesús que el Espíritu Santo vendría en poder después de que él ascendería al cielo es comunicado en por Lucas en Hechos 2:1-7, 14-18: «El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad. En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén. Cuando oyeron el fuerte ruido, todos llegaron corriendo y quedaron desconcertados al escuchar sus propios idiomas hablados por los creyentes…Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y gritó a la multitud…lo que ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo…derramaré mi Espíritu sobre toda la gente…hombres y mujeres por igual—y profetizarán. Y haré maravillas arriba en los cielos y señales abajo en la tierra».

Dios y Su familia de seres divinos que estuvieron presentes para la Creación [NOTA: Job 38:3-7] también estuvieron presentes para la creación de la Iglesia. Esto se debe a que la Iglesia es el lugar entre las culturas de la tierra y el Reino de los Cielos de Dios, conectado por el Espíritu que une los reinos visibles e invisibles.

El Doctor Michael Heiser es un escritor prolífico que ha investigado el reino invisible en la Biblia. En cuanto a la Iglesia en el día de Pentecostés, él dice, «Los dos primeros puntos de la descripción que merecen atención son el ‘viento impetuoso y violento’ y las ‘lenguas divididas como el fuego’. Ambos son imágenes en el Antiguo Testamento asociadas con la presencia de Dios: los discípulos están siendo comisionados por Dios en su concilio como el profetas de la antigüedad». Sigue diciendo, «El torbellino es familiar por los encuentros divinos de Elías (2 Reyes 2: 1, 11) y Job (Job 38: 1; 40: 6). La comisión divina de Ezequiel también tiene al Yahweh en el trono viniendo con un gran viento (Ezequiel 1: 4). El motivo del torbellino suele ir acompañado de imágenes de tormenta, que también pueden incluir fuego (Isaías 30:30). Tener “viento” como elemento para describir la presencia de Dios tiene sentido dado que la palabra hebrea traducida como “viento” también se puede traducir como “espíritu / Espíritu” (ruach)». Concluye diciendo, «El encargo de Ezequiel es particularmente instructivo ya que Yahweh no solo viene a él con un viento, sino que con el viento hay “fuego que destella” (Ezequiel 1: 4). El fuego ardiente es un elemento familiar de las escenas del salón del trono del consejo divino (p. Ej., Isa 6: 4, 6; Dan 7: 9). Es especialmente prominente en las apariciones en el Sinaí (Éxodo 3: 2; 19:18; 20:18; Isa 4: 5). El fuego en el Antiguo Testamento era un identificador de la presencia de Dios, una manifestación visible de la gloria y esencia de Yahweh. También era una forma de describir a los seres divinos al servicio de Dios (Jueces 13:20; Salmo 104: 4» [NOTA FINAL #4].

La iglesia del nuevo pacto de Jesucristo empezó con el derramamiento del Espíritu de Dios en el día de Pentecostés. Lo que pasó en ese día vino «desde el cielo» mientras el reino invisible invadió el reino visible e incluyó un «viento impetuoso y violento» (el Espíritu de Dios) y «lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos».

Dios quería que sus dos familias—humana y divina—vivieran y trabajaran juntas como una sola familia con los reinos visible e invisible unidos. El pecado terminó en rebelión humana contra Dios, cuando nos pusimos del lado de Satanás y nos separamos de Dios y sus ángeles. Todo cambió cuando Jesús triunfó sobre el reino demoníaco en la cruz, reclamándonos como Su gente, y reconectando los seres humanos y divinos como una sola familia de Dios. En el día de Pentecostés, los dos reinos y familias fueron unidas otra vez, y el concilio divino estaba presente con los primeros cristianos.

El viento y fuego en Hechos 2 significaba a los lectores que los seguidores de Jesús fueron comisionados por el concilio divino. Fueron escogidos para predicar las buenas noticias de la obra de Jesús. El fuego les conecta con el trono. Las lenguas son emblemáticas de su ministerio de predicación [NOTA FINAL: Ibid.].

La iglesia en un reino es creada por el Reino en el otro reino. La Iglesia sirve como el puesto de avanzada del Reino, existe para dar testimonio del Reino y es el comienzo de la revelación del Reino de Dios en toda la creación. A partir del día de Pentecostés, Dios quería que sus dos familias trabajaran juntas por la Iglesia hasta que estuvieron juntos para siempre como una sola familia unida para siempre en la segunda venida de Jesucristo.

La unión de las familias divina y humana de Dios en el reino invisible de la Iglesia visible, y el reino visible de la Iglesia visible incluye a los lideres divinos además de los humanos en las iglesias locales. Vemos esto en Apocalipsis 2-3 donde cada una de las siete iglesias locales tiene un ángel, y está escrito: «Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias». Hay mucho más sucediendo en una iglesia local de lo que vemos con nuestros ojos, y mucha más actividad sobrenatural de la que somos conscientes en el reino invisible. El hecho de que no veamos lo que está sucediendo no significa que Dios no esté actuando. Todo esto es supervisado por Jesús, quien es la Cabeza de la Iglesia que gobierna sobre el reino visible desde el reino invisible.

¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE JESÚS Y LA IGLESIA?

La encarnación de Jesús fue en muchos sentidos un viaje misionero dirigido y facultado por Dios el Espíritu Santo [NOTA: Lc. 1:35, 67–79; 2:11, 25–38; 3:22; 4:14; 4:18; cf. Is. 61:1–2.]. La transición intercultural de Jesús desde el cielo fue rotundamente más ardua de lo que cualquier misionero haya experimentado alguna vez. Jesús bajó del cielo para vivir en una cultura pecaminosa. Él participó de ella plenamente, usando el lenguaje, formando parte de las festividades, comiendo los alimentos, disfrutando de la bebida, asistiendo a fiestas y haciendo amistad con la gente. Jesús se identificó con su quebranto para traer redención. Sin embargo, Jesús no condonó el pecado, y él mismo jamás pecó. Por último, Jesús envió a los cristianos y los envía exactamente en la misma misión. Los cristianos deben ser misioneros en la cultura como lo fue él.

De hecho, el término «cristiano» solo aparece tres veces en el Nuevo Testamento. Fue originalmente un término negativo, burlándose a los creyentes por tratar de ser un pequeño Jesús. Debido a que eso es exactamente nuestra esperanza, los creyentes adoptaron el termino como una meta positiva. Ser cristiano es, por la gracia de Dios y por el poder del Espíritu Santo, ser un pequeño Jesús en este mundo. Por eso, la clave es aprender sobre Jesús para que podamos seguirle en su misión en este mundo.

Tan solo en el Evangelio de Juan, Jesús nos dijo no menos de treinta y nueve veces que él era un misionero del cielo que vino a ministrar de forma encarnada en una cultura terrenal [NOTA: Jn. 3:34; 4:34; 5:23, 24, 30, 36, 37, 38; 6:29, 38, 39, 44, 57; 7:16, 28, 29, 33; 8:16, 18, 26, 29, 42; 9:4; 10:36; 11:42; 12:44, 45, 49; 13:20; 14:24; 15:21; 16:5; 17:3, 8, 18, 21, 23, 25; 20:21.] En su magnífica oración sumosacerdotal, [NOTA: Jn. 17:15–18.] Jesús oró para que no nos convirtiésemos ni en liberales sincretistas que pecan adentrándose demasiado en la cultura y actúan de forma mundana, ni en fundamentalistas separatistas que pecan por no adentrarse lo suficiente en la cultura y que actúan farisaicamente. Siempre existe la tendencia de ser como el hijo pródigo quien fue rebelde o como el hermano mayor quien fue religioso, pero Jesús predicó contra las dos actitudes.

Jesús nos manda a vivir en el mundo como un barco en el agua. El bote debería estar en el agua, pero hay problemas cuando el agua entra en el bote. El mandamiento de Jesús de ser misioneros en la cultura como él lo fue no podría estar más claro. En Juan 17:18 Jesús dijo: «Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío al mundo». Y en Juan 20:21 Jesús dijo: «Como el Padre me envió a mí, así yo los envío ustedes».

Los Evangelios nos presentan la historia del ministerio de Jesucristo en el poder del Espíritu, para que supiéramos quién es él. El libro de Hechos nos presenta la historia del ministerio de los seguidores de Jesús facultados por el Espíritu, la iglesia, que adora a Jesús como Dios y continúa su misión. Como iglesia, seguimos el ejemplo de Jesús al ser llenos del Espíritu y guiados por el Espíritu, lo cual define la misión de la iglesia. Esta es la razón por la que Lucas se preocupa de mostrar que el Espíritu Santo descendió tanto en Jesús como en la iglesia, facultando a la iglesia para continuar con la misión de Jesús en el mundo [NOTA: Lc. 3:21–22; Hch. 2:1–4.].

A medida que llevamos el evangelio por todo el mundo, las iglesias, como comunidades de discípulos de Jesús, se formarán. Es esencial que nunca olvidemos que Jesús, y solo Jesús, es:

  • La cabeza de la iglesia [NOTA: Ef. 1:22; 4:15; 5:23.]. Él es supremo. Él es prominente. Él es preeminente.
  • El apóstol que planta una iglesia [NOTA: Hb. 3:1.]. No hay iglesia que exista sin él; sin Jesús no hay iglesia. Aquellos que están inmersos en el duro trabajo de plantar iglesias deben recordar siempre que Jesús es el apóstol. Si bien podemos iniciar una organización, pero solo él puede plantar una iglesia.
  • El líder que construye una iglesia [NOTA: Mt. 16:18.]. Muchos pastores por necedad y orgullo asumen la responsabilidad de construir la iglesia, pero es solo Jesús quien en última instancia construye la iglesia.
  • El pastor principal que gobierna la iglesia [NOTA: 1 Pd. 5:4.]. La Biblia deja en claro que solo Jesús es el pastor principal de la iglesia y que los demás pastores y líderes deben funcionar bajo su liderazgo.
  • Presente en la iglesia [NOTA: Mt. 28:18–20.]. Jesús afirma: «Estoy con ustedes siempre» [NOTA: Col. 1:27]. En su exaltación y por el Espíritu, él está con nosotros, y nosotros estamos en él [NOTA: 17:21; Rm. 8:1; 1 Cor. 1:30; 2 Cor. 5:17; Flp. 3:9.].
  • El juez de la iglesia [NOTA: Ap. 2:5]. Debido a que las iglesias pertenecen a Jesús, Él tiene la autoridad para juzgarlas, cerrarlas, o crecerlas, porque puede hacer lo que quiera para cualquier razón que decida.

Jesús mismo dijo que él es la vid y nosotros las ramas [NOTA: Jn. 15:18.]. Lo que Jesús quiere decir es que no hay vida cristiana para la iglesia sin él. Hay muchas ramas. Asambleas de Dios, Evangélica Libre, Presbiteriana, Bautista, Cuadrangular e iglesias independientes son algunas de muchas ramas. Lo que mantiene a cada iglesia viva, sana, creciente y fructífera es un arraigo y una conexión permanentes con el Jesucristo vivo. Algunas iglesias, denominaciones, redes y similares actúan de forma arrogante como si fueran la vid y todas las demás ramas. Sin embargo, cuando la enseñanza de Jesús se recibe con humildad, somos capaces de disfrutar el ser ramas fructíferas y de regocijarnos en el fruto de otras ramas, ya que todas pertenecemos al mismo árbol proverbial.

¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA IGLESIA?

La suposición de que los cristianos saben de forma innata lo que es la iglesia tiene una larga historia. La iglesia primitiva debatía muchas cosas, por ejemplo, la trinidad y la relación entre la humanidad y divinidad de Jesucristo. Sin embargo, un tema que no debatió fue qué constituye la iglesia. Después de que Cipriano, obispo de Cartago, escribió «La unidad de la Iglesia» en d. C. 251 hasta que Wycliffe escribió «La iglesia» en 1378, no hubo una monografía significativa sobre la iglesia [NOTA FINAL #5].

Todo cambió en el siglo XVI durante la Reforma cuando protestantes y católicos romanos tuvieron que definir la iglesia. Esto terminó en numerosas definiciones y debates, que continúan hasta el día de hoy sin un acuerdo generalizado. Por ejemplo, El diccionario de teología evangélica dice:

Los Arnoldistas enfatizaron la pobreza y la identificación con la mayoría; los Valdenses destacaron la obediencia literal a las enseñanzas de Jesús y la predicación evangélica. Los católicos romanos decían que la única iglesia verdadera era lo que dirigía el Papa como sucesor supremo del apóstol Pedro. Los reformadores Martin Lutero y Juan Calvino, siguiendo a John Wycliffe, distinguieron entre las iglesias visibles e invisibles, diciendo que la iglesia invisible consiste solo en los elegidos. Por lo tanto, un individuo, incluso el Papa, puede ser parte de la iglesia visible pero no de la verdadera iglesia invisible [NOTA FINAL #6].

Parte de la confusión es que la palabra griega ekklēsia, que se traduce «iglesia», tiene varias definiciones [NOTA FINAL #7]. Originalmente, podía nombrar una asamblea pública, incluso un motín [NOTA: Hch. 19:32, 39, 41]. En la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento hebreo), la palabra se traduce como qāhāl, que denota la asamblea del pueblo de Dios [NOTA: Det. 10:4; 23:2–3; 31:30; Sa. 22:23.]. Por lo tanto, la palabra ekklēsia en el Nuevo Testamento puede significar la asamblea de los hebreos [NOTA: Hch. 7:38; Hb. 2:12.].

La mayoría de los usos de la palabra ekklēsia en el Nuevo Testamento designan la Iglesia cristiana, tanto la iglesia local [NOTA: Mt. 18:17; Hch. 15:41; Rm. 16:16; 1 Cor. 4:17; 7:17; 14:33; Col. 4:15] como la iglesia universal [NOTA: Mt. 16:18; Hch. 20:28; 1 Cor. 12:28; 15:9; Ef. 1:22.].

La palabra inglesa para iglesia viene de la palabra griega kyriakon, que significa «del Señor» [NOTA: 1 Cor. 11:20; Ap. 1:10.]. Más tarde pasó a significar la casa del Señor, un edificio de iglesia que no es el énfasis originalmente bíblico. La iglesia es una familia, y toda familia necesita una casa. Lo importante es la familia, no la iglesia. Wayne Grudem resume el uso de la palabra iglesia:

Una iglesia en casa se llama una «iglesia» en Romanos 16:5 (Den también mis saludos a la iglesia que se reúne en el hogar de ellos) y 1 Corintios 16:19 (Aquila y Priscila y todos los demás que se congregan en la casa de ellos para las reuniones de la iglesia). La iglesia de una ciudad entera también se llama «iglesia» (1 Cor. 1:2, 2 Cor 1:1 y 1 Tes 1:1). La iglesia de una región entera se llama «iglesia» también en Hechos 9:31: «La iglesia, entonces, tuvo paz por toda Judea, Galilea y Samaria; se fortalecía y los creyentes vivían en el temor del Señor». Finalmente, la iglesia en todo el mundo puede denominarse «la iglesia». Pablo dice, «ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella» (Ef 5:25) y también, «Dios ha designado para la iglesia: en primer lugar, los apóstoles; en segundo lugar, los profetas; en tercer lugar, los maestros…» (1 Cor 12:28). Podemos concluir que el grupo del pueblo de Dios de cualquier nivel, desde el local al universal puede llamarse correctamente una «iglesia» [NOTA FINAL #8].

Varias tradiciones cristianas tienden a definir la iglesia—o su iglesia—de una manera poco saludable y reduccionista, enfocándose en una sola metáfora a expensas de la amplia enseñanza del Nuevo Testamento. Como resultado, son desequilibradas y por eso malsanas. Por ejemplo, la iglesia corporativa se refiere como la novia de Cristo. El resultado de sobre-enfatizar esta metáfora es la naturaleza femenina de mucha enseñanza y alabanza evangélica, y explica en parte porque los hombres tienen menos probabilidades de asistir a la iglesia [NOTA FINAL #9].

Existen incontables definiciones y suposiciones erróneas sobre la iglesia. Por ejemplo, la iglesia no es donde se reúnen dos o más, ese es en realidad el número mínimo de testigos necesarios para condenar a alguien por un delito [NOTA: Dt. 19:15; Mt. 18:15-20]. La iglesia no es un edificio sagrado donde se llevan a cabo reuniones especiales. Tampoco es una sociedad eucarística mediante la cual Dios reparte su gracia a través de sacramentos y una jerarquía debidamente autorizada de obispos y sacerdotes en sucesión ininterrumpida desde los apóstoles. La iglesia no es una fuerza policiaca defensora de la moral de una sociedad mediante la búsqueda de un cambio de conducta por la vía de la legislación. Por último, la iglesia no es una reunión semanal para realizar actividades espirituales.

Gracias a Dios, en las Escrituras podemos encontrar qué es la iglesia. El libro de Hechos es el relato histórico de la iglesia primitiva. Ahí, vemos que la iglesia del Nuevo Testamento nació mediante la predicación del sermón de Pedro en la fiesta de Pentecostés. Resumiendo lo que es la iglesia, tal como se describe en Hechos 2:42-47, obtenemos una definición bíblica de la iglesia como Dios quiso que fuera:

La iglesia local es una comunidad de creyentes regenerados que confiesan a Jesucristo como Señor. En obediencia a la Escritura se organizan bajo un liderazgo calificado, se reúnen regularmente para la predicación y la adoración, guardan los sacramentos bíblicos del bautismo y de la Cena del Señor, están unidos por el Espíritu, son disciplinados para la santidad y se dispersan como misioneros por todo el mundo para cumplir el mandamiento supremo y la gran comisión, para gozo de ellos y para la gloria de Dios. [NOTA FINAL]

A lo largo de los siglos, los líderes de la iglesia han caracterizado la iglesia de acuerdo con cuatro marcas.

  1. La iglesia es unificada por la confesión y la vida compartida en Cristo por medio del Espíritu Santo.
  2. La iglesia es santa por su carácter de similitud a Cristo, no solo por lo que no hace mediante el cumplimiento religioso de reglas, sino viviendo la vida nueva modelada por Jesús por el poder del Espíritu Santo.
  3. La iglesia es católica (universal), puesto que, junto con el evangelio, no tienen límites de tiempo o espacio, porque Jesús es Señor de todas las personas, no solo de un pueblo.
  4. La iglesia es apostólica, ya que vive bajo la autoridad de los apóstoles, siguiendo su fe y su vida, que nos entregó la Biblia.

Además de estas marcas, los reformadores añadieron otras como:

  1. Predicación pura de la Palabra
  2. Correcta administración de los sacramentos
  3. Disciplina o corrección de las obras de la carne, reemplazada por el fruto del Espíritu

Si bien son buenas, creemos que estas siete marcas no son suficientes para captar la minuciosidad de la definición bíblica de la iglesia. Omiten tanto el mandamiento supremo de amar a Dios y al prójimo, como a la gran comisión de llevar el evangelio por todo el mundo. Si nos atenemos a la definición de la iglesia resumida en Hechos 2, podemos identificar ocho características fundamentales de la iglesia local. Entenderlas nos proveerá estándares para planear y evaluar a todas las iglesias.

  1. La iglesia está compuesta por creyentes regenerados [NOTA: 2:36–41.]. El Espíritu mora en ellos y les ha dado un nuevo corazón. La iglesia es una comunidad de verdaderos discípulos dedicados a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la Cena del Señor y a la oración [NOTA: Hch. 2:42]; a asistir juntos a las reuniones y a tener comunión en sus hogares con alegría y generosidad de corazón [NOTA: Hch. 2:46.]. Hay no creyentes que participan en la actividad de la iglesia y que tienen un lugar importante en la comunidad extendida [NOTA: 1 Cor. 14:22–25]. Asimismo, los niños son bienvenidos en la iglesia para ser amados y servidos para que se conviertan en cristianos con una fe salvadora y más tarde en miembros de la iglesia. No obstante, la propia iglesia, el cuerpo de Cristo, se compone de creyentes confesos justificados por la fe y hechos nuevos por el Espíritu. Se trata de una comunidad justificados que manifiesta la vida sobrenatural del Dios trino.
  2. La iglesia está organizada bajo un liderazgo calificado y competente guiado por el Espíritu Santo. Los principales líderes humanos son llamados ancianos (pastores). En Hechos 2, los vemos ejerciendo su función única de enseñar a toda la iglesia [NOTA: 2:42.]. Dirigieron a la congregación su función única de enseñar a toda la iglesia. Dirigieron a la congregación tomando decisiones sabias sobre un problema potencialmente controvertido [NOTA: Hch. 6:1–6.]. Enviaron a Pedro y a Juan a Samaria para confirmar la autenticidad del brote evangelista en ese lugar [NOTA: Hch. 8:14.]. También en Hechos 14:23 vemos el nombramiento de ancianos [NOTA: Hch. 14:23.]. En el próximo capítulo ejercen su liderazgo en una controversia doctrinal con el partido de los fariseos en Jerusalén. La Biblia también describe el liderazgo de los diáconos, o equipos ministeriales encabezados por hombre y mujeres [NOTA: Hch. 6:1–6; Flp. 1:1; 1 Tm. 3:1–13.].
  3. La iglesia se reúne con regularidad para escuchar la Palabra de Dios predicada correctamente y para responder en alabanza. La iglesia está bajo la autoridad apostólica de las Escrituras. En el libro de Hechos la gente se dedicó con entusiasmo a la enseñanza de los apóstoles, no porque tuvieron que hacerlo, sino porque su corazón regenerado así lo quería [NOTA: 2:42]. Habían recibido el Espíritu, presenciado milagros extraordinarios y fueron testigos de el cristianismo como algo basado solo en experiencias. Como discípulos, estaban muy conscientes de su necesidad de aumentar continuamente su entendimiento de las Escrituras, por lo que las estudiaron no solo por información, sino también para transformación en toda su vida. Por lo tanto, la iglesia estudia las Escrituras para demostrar la sumisión a la autoridad apostólica de la Palabra de Dios. Es importante destacar que la iglesia no solo se reúne para escuchar la predicación de la Escritura, sino también para responder a la gracia y a la verdad de Dios con adoración. En los primeros días de la iglesia del Nuevo Testamento, somos testigos de una comunidad adoradora en la que los creyentes alababan a Dios y tenían favor con todas las personas [NOTA: Hch.  2:47]. La alabanza es una respuesta a la revelación del Señor por quién es él, lo que ha hecho y lo que hará. Consiste en (1) adoración y proclamación de la grandeza del Señor y de sus obras poderosas [NOTA: Hch. 2:11]; (2) acción, lo que representa servirle viviendo su carácter mediante el servicio amable de los demás en obediencia a los mandamientos de la Escritura; y (3) participación en la vida y misión divinas [NOTA: Jn. 17:21; 1 Jn. 4:12–15]. Es tanto proskuneo, caer y besar los pies de Jesús en una expresión de lealtad y adoracion a Dios [NOTA: Mt. 2:11; 4:9; 8:2; 28:9; Ap. 19:10.], y de latreia o leitourgeo, que es ministrar, o hacer trabajo y servicio en el mundo en el nombre de Jesús [NOTA: Rm. 1:9; 12:1; Ap. 7:15.].
  1. La iglesia es donde los sacramentos bíblicos del bautismo y de la Cena del Señor se llevan a cabo regularmente como símbolos visibles del evangelio en la vida de la iglesia.
  2. La iglesia está unida por la confesión y la vida compartida en Cristo mediante el Espíritu Santo. La vida unificada de la Trinidad misma se manifiesta entre el pueblo de Dios, quienes viven en amorosa unidad como iglesia. Esta unidad viene en varios aspectos concretos:
  • Unidad teológica. Los líderes y miembros de la iglesia deben estar de acuerdo en lo que sí y en lo que no pueden debatir. Cada iglesia debe aclarar lo que considera sus principales doctrinas esenciales. Instamos que las principales doctrinas de cada iglesia sean tales como la Trinidad como el único Dios y objeto de alabanza, las Escrituras como la perfecta Palabra de Dios, Jesús como Dios y hombre nacido de una virgen para vivir sin pecado antes de morir por nuestros pecados y ascendido físicamente para nuestra salvación y la salvación solo por gracia solamente mediante la fe en Cristo. También hay doctrinas secundarias negociables, tales como estilo musical, el modo de Comunión, las opciones de educación para los niños o su creencia en el rapto, lo que permite una amplia gama de creencias siempre que caigan dentro de los límites de la verdad bíblica y se lleven a cabo con un espíritu humilde y educable.
  • Unidad relacional no significa necesariamente que todos se caen bien unos con otros, pero sí significa que las personas se aman unas a otras y lo demuestran siendo cordiales, respetuosas, amigables y amables en sus interacciones interpersonales. Querer a alguien depende de su comportamiento. Amar a alguien depende del carácter de Dios. Por esta razón, podemos amar a las personas que no nos agradan al considerar su punto de vista, bendecirlas y valorar la relación.
  • Unidad filosófica caracteriza los métodos del ministerio y de estilo. Estas son las reglas de la casa o la filosofía del ministerio acerca de cómo opera la iglesia y, en muchos sentidos, son la causa de un estilo cultural específico y primario en una iglesia. Esto incluye todo desde el numero de servicios hasta rentar o comprar un edificio hasta el estilo de música, el orden del servicio, etc.
  • Unidad misional se refiere al objeto misional de la iglesia. En última instancia, la meta de todos los miembros de la iglesia debe ser glorificar a Dios bíblicamente en todo lo que dicen y hacen, con la esperanza de que las naciones conozcan a Dios y también vivan para glorificarlo. Ninguna iglesia logra este objetivo a la perfección, pero el objetivo es el progreso constante.
  • Unidad organizacional se basa en cómo opera la iglesia, en cuestiones como descripciones de cargos, análisis de rendimiento y políticas financieras, de modo que la iglesia puede ser una administradora unificada y buena de los recursos que Dios ha confiado a su supervisión.
  1. La iglesia es disciplinada para la santidad. El corazón de la disciplina es el discipulado. Los líderes usan las Escrituras para enseñar, corregir, capacitar y equipar a los cristianos para que sean un pueblo santo que continuamente crece en semejanza a Cristo. Cuando los creyentes pecan, se supone que deben confesar su pecado y arrepentirse. Si alguien no se arrepiente, la iglesia y sus líderes deben promulgar amorosamente la disciplina bíblica de la iglesia, con la esperanza de llevar al pecador al arrepentimiento y a una relación reconciliada con Dios y su pueblo.
  2. La iglesia obedece el supremo mandamiento de amar. Debe ser una comunidad amorosa, capacitada por el Espíritu, que se dedica a la comunión. El pueblo de Dios vive en comunidad relacional intencional para buscar el bienestar los unos de los otros en todas las formas: física, mental, espiritual, material y emocional. Esto no quiere decir que todos están obligados a ser los mejores amigos de los demás, pero sí que los miembros cuidan los unos de los otros como una familia extendida. Las personas que forman la iglesia se reúnen regularmente [NOTA: 20:7; 1 Cr. 5:4; 11:17–20; 14:23–26; Hb.10:25.] para cuestiones tales como la alabanza, el aprendizaje, los sacramentos y el aliento. No obstante, incluso cuando no se reúne, la iglesia sigue siendo la iglesia. Hay un vínculo de Espíritu que trae un sentido de pertenencia y de misión que une a los creyentes dondequiera que estén, de la misma manera que una familia sigue siendo una familia, aunque papá esté en el trabajo, mamá esté en la tienda y los niños estén en la escuela.

La Escritura ordena a los cristianos y a las iglesias no solo a amar, sino también a quien amar. En primer lugar, hemos de amar a Dios [NOTA: Mt. 6:24; 22:39.]. En segundo lugar, debemos amar a nuestra familia [NOTA: Ef. 5:25; 6:1–4; Tt. 2:4.]. En tercer lugar, hemos de comportarnos de una manera honrosa y respetuosa, de forma tal que los líderes de la iglesia encuentren gozo en pastorearnos, lo cual es una forma práctica de amarlos [NOTA: 1 Tm. 5:17; Hb. 13:17]. En cuarto lugar, hemos de amar a los demás cristianos [NOTA: 1 Jn. 3:14.]. En quinto lugar, debemos amar a nuestros prójimos, incluso si son personas difíciles [NOTA: Mt. 22:39; Lc. 10:30–37; Rm. 13:9–10; Gl. 5:14; St. 2:8.]. En sexto lugar, hemos de amar a los desconocidos [NOTA: Hb. 13:2.]. En séptimo lugar, debemos amar incluso a nuestros enemigos [NOTA: Mt. 5:43–45; Lc. 6:32.].

  1. La iglesia está sujeta a la gran comisión de evangelizar y de hacer discípulos. En una comunidad evangelizadora, en la que el evangelio de Jesús se hace visible constantemente mediante la proclamación del evangelio, el testimonio de la vida de los miembros y su vida de amor capacitada por el Espíritu. Desde el primer día, «cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos» [NOTA: 2:47.] porque tomaron en serio el mandamiento de Jesús: «Recibirán poder cuando el Espíritu Santo desciende sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra» [NOTA: Hch. 1:8.].

La iglesia ha de ser un pueblo evangelista en misión por todo el mundo, apasionado de ver que los espiritualmente perdidos conozcan a Jesucristo como su Salvador, Dios y Señor. Cualquiera iglesia sometida al Espíritu Santo y obediente a la Escritura quiere menos divorcios, adicciones, robos y abusos, y sabe que el único camino para que esto acontezca es hacer más discípulos. La iglesia ama a la gente y está continua y dolorosamente consciente de la devastación que se produce en esta vida y en la vida por venir para aquellos que no están reconciliados con Dios. Por lo tanto, aunque no imponiendo la religión a nadie, la iglesia de Jesucristo debe estar constantemente proponiendo la reconciliación con Dios para todos [NOTA: Hch. 13:43; 17:4, 17; 18:4; 19:4, 26; 26:1–28; 28:23–24; 2 Cr. 5:11, 20; Cl. 1:28–29.].

A medida que las iglesias locales implementan estas características de la iglesia, es de vital importancia que la distinción entre el principio y el método se mantenga. Estas ocho características nos brindan principios bíblicos eternos que son inmutables, independientemente de la cultura. Sin embargo, también requieren que los líderes de la iglesia utilicen oportunos métodos bíblicos que cambien dependiendo de la cultura. Esta es la esencia de lo que significa ser una iglesia misionera que contextualiza su ministerio. Pablo lo demostró al no cambiar so doctrina o principios, pero a menudo cambiando sus métodos, dependiendo de su audiencia. Pablo explica la contextualización misional en 1 Corintios 9:19-23:

A pesar de que soy un hombre libre y sin amo, me he hecho esclavo de todos para llevar a muchos a Cristo. Cuando estaba con los judíos, vivía como un judío para llevar a los judíos a Cristo. Cuando estaba con los que siguen la ley judía, yo también vivía bajo esa ley. A pesar de que no estoy sujeto a la ley, me sujetaba a ella para poder llevar a Cristo a los que están bajo la ley. Cuando estoy con los gentiles, quienes no siguen la ley judía, yo también vivo independiente de esa ley para poder llevarlos a Cristo; pero no ignoro la ley de Dios, obedezco la ley de Cristo. Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones.

En la práctica, esto significa, por ejemplo, que está bien que las iglesias se reúnan en diferentes tipos de edificios o al aire libre bajo un árbol, que tengan servicios que duren una hora o un día entero y que canten canciones diferentes, con distintas formas de instrumentación (si es que hay), de la forma más adecuada para el contexto cultural específico de cada uno. Estos son distinciones en la familia de Dios, pero no deben ser divisiones en la familia de Dios. El único lugar donde todos están de acuerdo sobre todo es un culto, y en la iglesia el amor para Dios y enfoque en la verdad es el base para la unidad.

Ambos hemos entregado nuestra vida al servicio de la iglesia. Sabemos que la iglesia es imperfecta y que está dirigida por personas imperfectas como nosotros. Sin embargo, estamos plenamente convencidos de que el evangelio de Jesucristo a través del ministerio de la iglesia es la esperanza del mundo. Y a medida que estas ocho características de la iglesia se persigan por la gracia, confiamos en que la gloria de Dios Padre se hará visible en las vidas cambiadas por Jesucristo mediante el ministerio del Espíritu Santo.

¿CUÁLES SON LAS EXPRESIONES DE LA IGLESIA?

La Biblia usa numerosas imágenes para explicar lo que es la iglesia. Cada una de estas imágenes nos ayuda a comprender un aspecto de la Iglesia. Además, cada imagen ayuda a varias personas de diversas culturas a comprender y amar a la iglesia.

  1. La iglesia es una asamblea de personas amadas y santas salvadas del mundo para reunirse con Dios. [NOTA: 5:11, Rm. 16:5.]
  2. La iglesia es el pueblo de Dios quienes tienen una relación especial con Él ahora y para siempre. [NOTA: 15:14; Rm. 9:25-26.]
  3. La Iglesia es la Familia de Abraham, nacida de nuevo por el Espíritu y parte de un gran legado de fe. [NOTA: 3:29, 6:16.]
  4. La iglesia es el templo de la presencia de Dios, el único lugar donde Dios está presente con su pueblo. [NOTA: 1 Cr. 3:16-17; 2 Cr. 6:16-18.]
  5. La iglesia es el sacerdocio de los creyentes, apartados para el ministerio de glorificar a Dios haciendo el bien a los demás. [NOTA: 1 Pd. 2:9; Ap. 1:6.]
  6. La iglesia es las ramas de Jesús la Vid, para que el poder de su Espíritu vivificante fluya a través de nosotros para producir mucho fruto que nutra a otros. [NOTA: 15:1-17.]
  7. La iglesia es un cuerpo con varios miembros, lo que explica como podemos tener tanto la unidad como la diversidad cuando trabajamos juntos. [NOTA: 12:3-8; 1 Cr. 12:12-31.]
  8. La iglesia es una comunidad del Espíritu, espiritualmente nacida de nuevo y sostenido por el poder y presencia de la persona del Espíritu. [NOTA: 4:1-16; 1 Cr. 12:13.]
  9. La iglesia es un rebaño con un Pastor quien los protege de lobos, los alimenta y los guía. [NOTA: 10:1-21.]
  10. La iglesia es un campo sembrado por Dios para resultar en una cosecha de virtud para el mundo. [NOTA: 1 Cr. 3:6-9]
  11. La iglesia es la novia de Cristo que es profundamente amada y fielmente servida por Jesús el novio. [NOTA: 5:25; Ap. 19:7]
  12. La iglesia es la Familia de Dios adoptada por el mismo Padre y salvada por el mismo Gran Hermano. [NOTA: 1 Tm. 3:15; Gl. 6:10]

Parte de la confusión sobre la iglesia tiene que ver con exactamente lo que significa la palabra. Teólogos cristianos han diferenciado entre los tres aspectos de lo que significa cuando usamos el término «iglesia».

Primeramente, la iglesia es ambos universal y local. A veces distinguimos entre estas dos como la Iglesia y las iglesias. La Iglesia universal consiste en todo el pueblo de Dios en todos lugares y épocas. Una persona es miembro de la Iglesia universal por virtud o ser creyente en Cristo. Las iglesias locales son asambleas pequeñas de la Iglesia universal donde los cristianos reúnen como el pueblo de Dios. De hecho, la palabra para iglesia en el Nuevo Testamento griego (ekklesia) significa «reunión» o «asamblea». La mayor parte del Nuevo Testamento está escrito para iglesias locales en lugares como Corinto, Galacia y Roma, a menudo nombrando estos lugares en la apertura de las cartas escritas a las iglesias locales.

En segundo lugar, la iglesia es visible e invisible. Ahora hay santos en la presencia de Dios con seres divinos que están adorando a Dios como la Iglesia. Por ejemplo, en el libro de Apocalipsis, Juan ve el reino invisible y es testigo de los seres angelicales junto con los seres humanos difuntos reunidos alrededor del trono de Jesús como la Iglesia en el reino invisible. Además, hay cristianos dispersos por todo el mundo que se reúnen juntos como la iglesia. Además, hay personas en las iglesias locales que no son cristianos, y cristianos que no están en las iglesias locales. Gracias a Dios, Él ve y lo sabe todo, y a diferencia de nosotros, «El Señor conoce a los que son suyos» [NOTA: 2 Tm. 2:19].

Tercero, la iglesia está reunida y dispersa. Así como una familia sigue siendo familia, ya sea que estén todos juntos en casa para cenar, o cada uno disperso en diferentes direcciones, así es con la Familia de Dios, la Iglesia. Somos la Iglesia si estamos juntos o no, porque dondequiera que vayamos, todavía tenemos el mismo Espíritu Santo, estamos nacidos de nuevo en la Familia de Dios por el mismo Hijo, y estamos adoptados por el mismo Padre.

Esta visión multifacética de la Iglesia y de las iglesias locales nos ayuda a entenderla tanto a nivel más global como personal.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE PREDICAR?

Dios creó al mundo a través de la predicación. No menos de diez veces dice Génesis 1, «Dios dijo». Leemos siete veces, «Dios vio» mientras la creación fue predicada a la existencia por el puro poder de la Palabra de Dios. La Iglesia y las iglesias locales fueron creadas de la misma manera—por la Palabra de Dios a través de la predicación, haciendo algo de la nada.

En Génesis 3 vemos que Satanás aparece para predicar un mensaje falso. Él continúa hablando hoy en cultos hasta el entretenimiento que disfrutamos y las enseñanzas falsas en las escuelas a la publicidad de productos.

El Antiguo Testamento tiene una serie de profetas que predicaban el arrepentimiento del pecado y fe en Dios. El Antiguo Testamento termina con la promesa de la venida de Juan el Bautista quien preparará el camino para Jesús, «¡Miren! Yo envío a mi mensajero y él preparará el camino delante de mí. Entonces el Señor al que ustedes buscan vendrá de repente a su templo. El mensajero del pacto a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda vendrá», dice el Señor de los Ejércitos Celestiales» [NOTA: Ml. 3:1]. Cuatrocientos años después, «Juan el Bautista llegó al desierto de Judea y comenzó a predicar…«Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca». El profeta Isaías se refería a Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del Señor! ¡Ábranle camino!”» [NOTA: Mt. 3:1-3].

El ministerio de Jesús incluyó alimentar a los hambrientos, curar a los enfermos, amar a los marginados y hacerse amigo de los pecadores, así como llevar a la gente al arrepentimiento y al perdón. Sin embargo, nunca debemos olvidar que el ministerio de Jesús comenzó y se centró en la predicación. A partir de entonces, Jesús comenzó a predicar: «Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca» NOTA: Mt. 4:17].

Cuando Jesús envió a los Doce en su misión a corto plazo, les dijo que predicaran el mensaje del reino [NOTA: Mt. 10:7]. El sermón de Pedro fue la primera actividad de la iglesia después de que el Espíritu vino sobre ellos [NOTA: Hch. 2:14–36]. El resto del libro de Hechos registra la predicación y la enseñanza de los líderes de la iglesia. Por lo tanto, la predicación del evangelio en su plenitud transformadora es un ministerio prioritario de la iglesia. La misión de Dios va acompañada de otros ministerios que apoyan, complementan y sostienen la predicación de la Palabra de Dios en la verdad, con pasión.

La Biblia tiene buenos consejos sobre la vida en libros como Proverbios. La Biblia también tienen mandatos para buenas obras como cuidar de las viudas, los huérfanos y llevar justicia a los oprimidos. Los buenos consejos y buenas obras en la Biblia no son el mensaje más importante—ese lugar está reservado por las buenas noticias de lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo  [NOTA: 1 Ts. 2:13; 1 Pd. 1:12, 23–25; 2 Pd. 1:19–21.]. Solo estas buenas noticias tienen el poder de salvar y madurar a las personas [NOTA: 1 Ts. 1:5.]. A diferencia de otras formas de comunicación, la predicación viene con el poder del Espíritu [NOTA: 1 Cr. 1:17–2:7; 2 Cr. 1:12; 2:17; 4:2; 1 Ts. 2:5] y las respuestas a nuestras oraciones [NOTA: Ef. 6:18–20; Cl. 4:3.]. La predicación trae fe para los oyentes [NOTA: 1 Cr. 2:4–5] y es comida espiritual para nutrir a las personas [NOTA: 1 Pd. 2:2.].

Pablo advirtió que vendrían tiempos cuando la gente no toleraría la predicación [NOTA: 2 Tm. 4:3–4.]. El pueblo de Dios siempre ha visto la predicación como algo que se tiene que hacer cuando la iglesia se reúne. Predicar es proclamar con autoridad y pasión la verdad de la Palabra de Dios. En la predicación, la autoridad de la Palabra de Dios es confirmada y el pueblo de Dios es guiado y enseñado colectivamente conforme a las Escrituras. La buena voluntad de los cristianos de escuchar la predicación es un acto de alabanza, ya que están sometiéndose humildemente a la Escritura y al pastor, quien predica el nombre del equipo de ancianos. La predicación es uno de los ministerios más esenciales de una iglesia, porque la predicación autorizada de la Escritura informa y conduce al pueblo de Dios en el resto de los ministerios de la iglesia. La Biblia nos dice simplemente «predica la Palabra», pero no dice exactamente como hacerlo, y por eso los predicadores tienen libertad creativa [NOTA: 2 Tm. 4:2.].

Una sana iglesia siempre tendrá una buena predicación. La predicación será (1) bíblica, centrada en lo que dice la Escritura; (2) teológica, enseñando lo que significan las Escrituras; (3) memorable, hablando en forma práctica a la vida y a la cultura de las personas; (4) transformacional, llevando al arrepentimiento, respuesta y madurez espiritual; (5) misional, explicando por qué esto es importante para la misión de Dios y para la salvación de los espiritualmente perdidos; (6) cristológica, mostrando cómo es que Jesús es el héroe-salvador; y, (7) apologético, respondiendo a las posibles objeciones de los oyentes para eliminar tantas barreras como sea posible para creer en la Biblia.

La proclamación fiel del evangelio, que se inició con Dios en el Génesis, debe de continuar mediante los predicadores fieles del evangelio hasta que este se cumpla con el regreso de Jesús, quien es el enfoque de toda la predicación bíblica.

¿QUÉ ES EL BAUTISMO?

El bautismo y la Cena del Señor son presentaciones visibles del evangelio llevado a cabo regularmente por la iglesia. Las iglesias en cada época y cultura realizan estas ceremonias especiales para celebrar la realidad transformadora del evangelio. Los cristianos las llaman sacramentos porque son símbolos visibles de realidades espirituales invisibles. Creemos en la presencia real de Jesús en estos servicios, los cuales son ocasionales de gracia que él ordenó para su iglesia, cuando la Palabra se habla y se hace visible.

Si bien algunos cristianos fieles pueden no estar de acuerdo con nosotros, creemos que el bautismo en agua es para los cristianos que ya han recibido el bautismo del Espíritu, lo que los hace parte de la iglesia [NOTA: Rm. 6:1–10; 1 Cr. 12:12–13; 1 Pd. 3:2. Ver también 1 Cr. 10:1–4; Gl. 3:27; Cl. 2:12; Tt. 3:5–6.]. En el bautismo en agua, los cristianos se sumergen en agua, lo que los identifica con la muerte y sepultura de Jesús tomando su lugar por sus pecados. El salir del agua los identifica con la resurrección de Jesús para su salvación y la vida nueva llena del poder del Espíritu Santo. En conjunto, el bautismo identifica al cristiano con Jesús, la iglesia universal y la iglesia local.

Cuando hablamos del bautismo, debemos recordar que estamos hablando de algo más que un rito sencillo que las personas experimentan. Como sacramento es un símbolo de algo mucho más grande. Se trata de una declaración visible del evangelio de Jesucristo. Ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo expresa la muerte del creyente al pecado, la sepultura de la antigua vida y la resurrección a una nueva vida del reino en Cristo Jesús.

Jesús y los apóstoles ordenaron que todos los cristianos se bautizaran como un acto inicial de discipulado [NOTA: Mt. 28:19; Hch. 2:38.]. En el libro de Hechos y en la iglesia primitiva, el bautismo era administrado después de la conversión [NOTA: Hch. 2:38–41; 8:12, 36–38; 9:18; 10:47–48; 16:15, 33; 18:8; 19:5.]. En términos prácticos, creemos que es mejor que los creyentes se bauticen inmediatamente después de la profesión de fe confiable en Jesús.

Aunque prácticamente todas las tradiciones cristianas practican el bautismo, existen profundos desacuerdos sobre lo que significa el bautismo, quién debe ser bautizado, si uno tiene que bautizarse para ser salvo y cómo debe llevarse a cabo el bautismo. Brevemente responderemos a estas preguntas.

  1. ¿Necesito ser bautizado para ser cristiano?

La salvación es un regalo dado a las personas que tienen fe en la gracia de Dios para perdonar sus pecados a través de la muerte y resurrección de Jesús [NOTA: Ef. 2:8-9]. Por ejemplo, cuando el carcelero filipino le pregunto a Pablo lo que requeriría su salvación, Pablo no mencionó el bautismo, sino que simplemente dijo, «Cree en el Señor Jesús» [NOTA: Hch. 16:31]. Similarmente, el ladrón que murió en la cruz al lado de Jesús fue prometido por nuestro Señor que «te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» [NOTA: Lc. 23:43] aunque no fue bautizado. Las personas salvadas deben ser bautizados de la misma manera en que una persona casada debe llevar un anillo. Pero, en la ausencia de la señal que indique una relación de pacto, todavía hay una relación. Un cristiano no bautizado que no lleva un anillo de bodas todavía está en relación con Dios y su esposo, aunque la señal externa no está presente.

  1. ¿Cómo se debe realizar el bautismo?

Creemos que los cristianos deben ser bautizados como Cristo, por inmersión, por varias razones. Primeramente, la palabra griega para el bautismo en el Nuevo Testamento significa sumergirse, meter o mojar. En griego antiguo, esta palabra se usaba para explicar, por ejemplo, el hundimiento de un barco que había sido sumergido en agua. Curiosamente, incluso grandes teólogos como Juan Calvino y Martín Lutero que practicaron y defendieron firmemente el bautismo de bebés están de acuerdo.

Segundo, Juan el Bautista sumergió a la gente en agua [NOTA: Mc. 1:5]. Juan también escogió el Rio Jordán como el lugar para realizar sus bautismos porque «había mucha agua» [NOTA: Jn. 3:23].

Tercero, cuando Jesús fue bautizado, fue sumergido en agua [NOTA: Mc. 1:10].

Cuarto, Felipe bautizó al eunuco etíope por inmersión en agua [NOTA: Hch. 8:34-39.].

En quinto lugar, el bautismo es el recuerdo del entierro y resurrección de Jesús, por lo que es mejor hacerlo con inmersión [NOTA: Rm. 6:1-10, Cl. 2:12.].

Sexto, cuando alguien que no era racialmente judío se convirtió al judaísmo en el Antiguo Testamento, y hoy, se sometieron a un bautismo de prosélitos judíos para mostrar la limpieza del pecado. El modo de este bautismo fue (y es) por inmersión.

  1. ¿Quién debe ser bautizado?

Cuando Jesús era un bebé, sus padres lo dedicaron al Señor. Cuando fue mayor, fue bautizado por inmersión en agua. Creemos que los cristianos deben seguir su ejemplo por varias razones.

En primer lugar, Juan el Bautista requería que las personas se arrepintieran de sus pecados antes de poder ser bautizados [NOTA: Mt. 3:2,6, Mc. 1:4, Lc. 3:3.].

En segundo lugar, todo bautismo en el Nuevo Testamento está precedido por el arrepentimiento del pecado y la fe en Jesús [NOTA: Hch. 2:38-41, 2:41, 8:12, 9:18-19, 10:44-48, 16:14-15 cf:40 , 16:29-36, 18:8, 19:1-7, 22:16.].

En tercer lugar, el bautismo está reservado solamente para los que han puesto Cristo como si se pusieran ropa nueva [NOTA: Gl. 3:27.].

En cuarto lugar, el bautismo muestra el entierro y la resurrección de Jesús [NOTA: Rm. 6:1-10, Cl. 2:12.].

En quinto lugar, la Biblia registra casos en los que se bautizaron hogares enteros [NOTA: Hch. 10:33 & 44-48 cf. 11:14, 16:15, 16:23, I Cr. 1:16.].

Además, la Biblia registra que cada miembro de estos hogares creyó en Jesús y fue salvado [NOTA: Jn. 4:53, Hch. 18:8, I Cr. 16:15.]. Por eso, cualquier miembro de cualquier hogar que se arrepienta de su pecado y confía en Jesús para su salvación debe ser bautizado.

Sexto, Jesús [NOTA: Mt. 28:19] y sus apóstoles [NOTA: Hch. 2:38] ordenaron que los cristianos creyentes fueran bautizados. Por lo tanto, solo los cristianos creyentes deben ser bautizados.

¿QUÉ ES LA CENA DEL SEÑOR?

El segundo sacramento que constituye la iglesia cristiana tiene varios nombres. Cuando se llama Comunión, hacemos hincapié en la comunión que tenemos con Dios el Padre y unos con otros a través de Jesús. Al llamarle la Cena del Señor se hace hincapié en que seguimos el ejemplo que Jesús estableció en la Última Cena, que comió con sus discípulos en la Pascua. El nombre Eucaristía (que significa acción de gracias) pone énfasis en la acción de gracias y en la celebración gozosa de la obra de Dios por nosotros, en nosotros, y a pesar de nosotros.

Lo que importa no es el nombre, sino el significado cuádruple del sacramento mismo. Se trata de una representación dramática que (1) nos recuerda de una manera poderosa la muerte de Jesucristo en nuestro lugar por nuestros pecados; (2) llama a los cristianos a poner nuestro pecado a muerte a la luz del hecho de que Jesús murió por nuestros pecados y nos obliga a examinarnos y a arrepentirnos del pecado antes de participar; (3) muestra la unidad del pueblo de Dios alrededor de la persona y de la obra de Jesús; y (4) anticipa nuestra participación en la cena de las bodas del Cordero, cuando su reino llegue en su plenitud.

En términos prácticos, la Cena del Señor debe considerarse como la participación en una comida familiar alrededor de una mesa y no como un sacrificio sobre el altar. Además, debería ser una ocasión en que la gracia amorosa de Dios nos impacte intensamente, de forma tal que el evangelio se arraigue cada vez más profundo en nuestra vida. Entendida bíblicamente, la gracia es un favor inmerecido [NOTA: Jn. 1:16, 17; Ef. 2:8], o la buena voluntad de Dios, su habilitación para la vida y el servicio [NOTA: Rm. 12:6; 1 Cr. 15:10; 2 Cr. 9:8] y un poder transformador del Espíritu que nos trae bendición [NOTA: Rm. 6:1, 14–17; 2 Cr. 6:1ff.; Ef. 1:7; 2:5–8.]. Cada uno de estos aspectos de la gracia de Dios está inextricablemente ligado a la participación en la Cena del Señor.

De alguna manera, la Comunión se trata de una comunidad de unión en torno a la persona y obra de Jesucristo. Miles de veces a lo largo de la Biblia leemos sobre personas que comen y festejan juntas, además de incluso más casos de comer y beber. En algunos aspectos, toda la historia de la humanidad puede verse como una serie de cinco comidas.

Comida #1 – Fruto prohibido sin Dios (Génesis 3)

En Génesis 3, la falsa comunión de Satanás fue ofrecido a Adán y Eva. Todos los problemas de nuestro mundo empezaron con una comida donde nuestros primeros padres literalmente comieron con el Diablo.

Comida #2 – Pascua de Cordero Inmaculado (Éxodo 12)

En Éxodo 12, el pueblo de Dios lo invitó a su casa en la Cena de Pascua. La familia se reunía para confesar su pecado y ofrecer un cordero sin tacha como sustituto para morir por sus pecados. Luego, comerían juntos y pintarían la entrada de su hogar con la sangre del cordero como testimonio del mundo de su adoración en el hogar. Esta comida con Dios prefiguró a Jesús, que es nuestro Cordero pascual que hace que la ira de Dios pase sobre nosotros [NOTA: 1 Cr. 5: 7].

Comida #3 – Pan y vino en la Última Cena

En Lucas 22, Jesús se sentó a comer la comida pascual con sus discípulos justo antes de ir a la cruz para cumplir con todo lo que la comida simbolizaba y presagiaba. Rompiendo con la tradición desde la primera cena de Pascua, dijo que el pan y el vino eran símbolos que apuntaban a Su cuerpo quebrantado y sangre derramada.

Comida #4 – La comunión en la iglesia primitiva

En 1 Corintios 10:14-22 y 11:17-34, leemos acerca de la comunión en la mesa de los primeros cristianos que se reunían en los hogares para comer juntos como la familia de Dios. También leemos cómo algunas personas lo trataron más como una fiesta pagana con glotonería, egoísmo y embriaguez que provocó el juicio de Dios.

Comida #5 – Cena de bodas del Cordero

En Apocalipsis 19: 6-9, aprendemos que todos los problemas que comenzaron cuando comíamos sin Dios se resolverán cuando nos sentemos como Iglesia a comer con Dios. Nos muestra que sentarse a comer es cómo tenemos amistad y familia, y explica por qué Dios tiene este sacramento para su Pueblo en la Iglesia como una práctica para las Comidas Familiares juntos para siempre en la Casa del Padre.

Cuando se trata de la Comunión, cuanto más interactúas con cristianos de diversas tradiciones y denominaciones, más te das cuenta de que hay cuatro perspectivas básicas sobre este sacramento.

  • Los católicos enseñan la transubstanciación donde los elementos del pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, de modo que la Misa es como un evento del Antiguo Testamento, que incluye a un sacerdote en un edificio santo que ofrece un sacrificio por los pecadores. Esto explica por qué este sacramento es el centro del servicio católico.
  • El teólogo Ulrich Zwingli fue un reformador suizo que enseñó que la Comunión era una comida conmemorativa para recordar el sacrificio de Jesús. Las iglesias, incluidas muchas iglesias bautistas, independientes y bíblicas, así como iglesias carismáticas y protestantes, tienen versiones de esta enseñanza, lo que explica por qué toman la comunión con menos frecuencia que la misa católica, que lo hace en todos los servicios.
  • El reformador alemán Martín Lutero enseño que la presencia real de Jesús de una manera sobrenatural y misterioso está presente en la comunión ya que era un medio de la gracia de Dios. Hasta el día de hoy, los luteranos compartirían este punto de vista que explica por qué sus servicios generalmente se centran en la predicación, pero incluyen la Comunión con más frecuencia que aquellos que lo ven como una comida conmemorativa.
  • El reformador francés Juan Calvino básicamente no debatió la comunión, pero dijo que debemos hacerlo porque la Biblia nos ordena hacerlo como un sacramento de Jesucristo. Hacerlo incluiría momentos más formales, como la congregación de la iglesia local, y también dispersos en los hogares como familias y grupos pequeños comiendo juntos en gloria a Dios y gozo unos a otros.

Los sacramentos son grandes dones que ayudan a la iglesia a mantenerse centrada en el evangelio. Al predicar, se cuenta el evangelio. En la Santa Cena se ve el evangelio. En la corrección, se guarda el evangelio.

¿CUÁL ES EL EVANGELIO DE LA IGLESIA?

La iglesia del Nuevo Testamento nació con la predicación del evangelio por parte de Pedro en Hechos 2. Este evangelio es el medio por el cual el poder de Dios se ejerce tanto a favor como a través de la iglesia. El patrón del evangelio en Hechos 2, así como en otras Escrituras, se descompone en tres aspectos:

(1) la obra de Dios para nosotros, o lo que Dios hizo a través de Jesucristo;

(2) la obra de Dios en nosotros, o como el Espíritu Santo nos cambia; y

(3) la obra de Dios por nosotros, o como somos fructíferos a través de la gracia del Espíritu Santo y el ministerio continuo de Jesucristo. [NOTA FINAL #10]

La obra de Dios para nosotros: Revelación

Pedro comienza afirmando que Jesús cumple las promesas de un Mesías divino, Dios entre nosotros, con milagros, maravillas y señales (v. 22). A continuación, Pedro declara que Jesús murió en la cruz, según el propósito profético de Dios (v. 23). Luego procede a enfatizar la realidad de que Dios resucitó Jesús de la muerte, en cuerpo, en cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento (vv. 24-32). Pedro concluye con las obras finales de Dios exaltando a Jesús a la diestra del Padre y derramando el Espíritu, en cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento (vv. 33-35). Esta revelación es de la obra de Dios para nosotros en la vida, muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo.

La obra de Dios en nosotros: Respuesta

Lo primero que debemos hacer en respuesta a la revelación de Dios es arrepentirnos (vv. 36-38). El arrepentimiento es el reconocimiento del pecado, facultado por el poder del Espíritu, que resulta en un cambio de opinión acerca de quién y qué es el Señor en nuestra vida, qué es importante, y qué es bueno y malo. Esto va acompañado por un cambio de comportamiento que fluye de un cambio interno de valores. La segunda respuesta es la de aceptar el mensaje revelado acerca de Jesús mediante una fe posibilitada por el poder del Espíritu (v. 41). La fe significa tomarle la palabra a Dios y confiar nuestra vida y eternidad a la verdad de su revelación. Todo esto es visto en el acto del bautismo, que es la expresión visible de nuestra conexión con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús a través del arrepentimiento y de la fe (vv. 38, 41).

La obra de Dios por nosotros: Resultados

Pedro inmediatamente anuncia el regalo del perdón de nuestros pecados, que es el resultado de la muerte propiciatoria de Jesús (v. 38). Este regalo desemboca en la justificación, o la justicia imputada de Jesús. Pedro continúa con el segundo regalo: el Espíritu Santo, el nuevo corazón y la vida nueva de Cristo (v. 38). Esta regeneración, o la justicia impartida de Jesús, es para vivir una nueva vida como cristiano, con, como, para y por el Jesús viviente. El tercer regalo es la membresía en el cuerpo de Cristo, la nueva comunidad del Espíritu llamada la iglesia. Esta comunidad es sobrenatural, en la que el poder de Dios y su generosidad son evidentes en forma de milagros y señales sobrenaturales, a través del compartir las propiedades y bienes entre los miembros de la comunidad y entregándolas a todos aquellos en necesidad (vv. 41-47). El cuarto regalo es la participación en la misión de la iglesia para unirse a la misión de Dios de rescatar del pecado al mundo y de la condenación a través del evangelio (v. 47). Todo esto es el resultado de la obra de Dios por nosotros a través del Espíritu Santo.

Trágicamente, muchos cristianos han perdido la comprensión de la nueva vida del Espíritu. No predican ni viven la regeneración de los creyentes. En vez de vivir una vida llena de gozo que fluye desde su más profundo deseo de ser como Jesús, se conforman con ser pecadores salvos por gracia, obligados a hacer todo lo posible para mantener la ley de Dios por deber, más que por deleite.

Subsecuentemente, no han disfrutado plenamente el doble regalo de justicia imputada, que acompaña nuestra justificación [NOTA: Rm. 5:18], y de justicia impartida por el Espíritu que mora en nosotros, que acompaña nuestro nuevo corazón y regeneración [NOTA: Rm. 5:19.]. En la cruz Dios hizo una obra por nosotros salvándonos mediante la muerte de Jesús, tomando nuestro lugar por nuestros pecados; con su resurrección venció a la muerte, entregándonos el poder de su vida NOTA: Ef. 1:19–20; 1 Pd. 1:3]. Luego vemos en el Pentecostés que Dios hace una obra en nosotros mediante el Espíritu Santo en nuestro corazón para regeneración. Ambas, tanto nuestra eternidad como cada paso que damos por el camino, pueden estar llenos de esperanza, alegría, propósito y pasión, si vemos la relación entre la cruz y el Pentecostés. La obra regeneradora del Espíritu Santo en el corazón es la fuente de la vida cristiana y de la iglesia cristiana, y es el poderoso resultado del evangelio haciendo su obra redentora.

¿QUÉ SIGNIFICA SER HERIDO POR LA IGLESIA?

Cuando hablamos de la iglesia, conocemos a muchas personas, comenzando por los cristianos, que han tenido experiencias dolorosas con la iglesia. El resultado es a veces un sentimiento de culpa de que deben ser parte de un cuerpo local de creyentes, pero al mismo tiempo, tienen ansiedades y temores que provienen del dolor pasado. Como pastores y líderes de iglesias, debemos admitir que no solo hemos sufrido daños por parte de las iglesias, sino que también hemos causado daño a otros. Como toda familia, la familia de nuestra iglesia puede ser complicada.

Cristo es perfecto. Los cristianos y nuestras iglesias no lo son. El Nuevo Testamento es honesto sobre este hecho, y fue escrito para corregirse a las iglesias que tenían problemas. Para empezar, en Apocalipsis 2-3 vemos Jesús como la Cabeza de la Iglesia, hablando a siete tipos de iglesias.

  1. La iglesia fundamentalista: Éfeso

Éfeso tipifica a la iglesia fundamentalista. Jesús caminó espiritualmente entre esta iglesia, y la gente fue animada por servir fielmente, soportar tribulaciones, tener una doctrina fuerte y rechazar las enseñanzas falsas. Por otro lado, Jesús les dijo que, si no se arrepienten de su falta de amor y relación, cerrará su iglesia.

  1. La iglesia perseguida: Esmirna

La iglesia perseguida está tipificada por Esmirna. Esta ciudad fue el centro del culto al emperador. Los cristianos que se negaron a hacerlo fueron marginados o incluso martirizados. Jesús no tuvo ningún reproche para esta iglesia y les dijo que, aunque eran económicamente pobres, eran espiritualmente ricos y serían recompensados generosamente en el reino por sufrir en una cultura atea.

  1. La iglesia herética: Pérgamo

La iglesia herética está tipificada por Pérgamo. Jesús los animó a decirles que no habían abandonado completamente su fe a pesar de sufrir tanto física como espiritualmente. En su ciudad, Satanás buscó establecer la sede de su reino demoníaco falso y el lugar “donde está el trono de Satanás” (Apocalipsis 2:13). Sin embargo, fueron reprendidos por permitir que los lobos de falsas enseñanzas ingresaran a su iglesia, quienes alentaban el pecado sexual y el sincretismo (vivir la cultura hacia arriba en lugar del Reino hacia abajo).

  1. La iglesia liberal: Tiatira

La iglesia liberal está tipificada por Tiatira. Esta iglesia fue animada por su trabajo de justicia social de ayudar a los necesitados, ser amable y relacional, y tener un ministerio en crecimiento. Por otro lado, fue reprendido por tolerar también el pecado (especialmente el pecado sexual) y la falsa enseñanza demoníaca de un falso profeta y una falsa profetisa, lo que trajo sufrimiento a la iglesia. La iglesia liberal tiene algunas buenas obras para la comunidad, pero tiene muchas malas acciones en la moralidad personal y la espiritualidad que abre la puerta al engaño demoníaco.

  1. La iglesia muerta: Sardis

La iglesia muerta está tipificada por Sardis. Jesús no tenía nada bueno que decir sobre esta iglesia, ya que era impía, estaba muerta y carecía de la vida del Espíritu. Jesús dijo que, aunque la gente parecía viva por fuera, por dentro estaba espiritualmente muerta. Si no se arrepintieran de sus pecados, experimentarían la muerte de su iglesia y serían sentenciados al infierno para siempre. Lamentablemente, hay muchas iglesias muertas que todavía están abiertas los domingos, pero no al Espíritu.

  1. La iglesia fiel: Filadelfia

La iglesia fiel está tipificada por Filadelfia, una ciudad rica conocida por su vino y su principal deidad Dionisio, el dios demonio del vino y el libertinaje. A pesar de la enorme presión cultural y espiritual para disfrutar de todos los excesos, la iglesia no cedió a la seducción demoníaca del pecado. Jesús solo tenía cosas buenas que decirle a esta iglesia, ya que la gente había soportado dificultades y había sido calumniada públicamente, pero seguía siendo piadosa y paciente.

  1. La iglesia tibia: Laodicea

La iglesia tibia está tipificada por Laodicea. Esta era una ciudad arrogante y opulenta construida sobre un lugar alto. Ellos, literal y figurativamente, despreciaban a todos los demás. Jesús no tenía nada bueno que decir sobre esta iglesia, que era poco más que un lugar cómodo para que los ricos se reunieran. Jesús dijo que sus puertas estaban básicamente cerradas y que ni siquiera Él había sido bienvenido en su club de campo impío.

Hay iglesias en el espectro de asombrosas a abismales. Hay cristianos en todas las iglesias que pertenecen al mismo espectro. ¿A qué tipo de iglesia asistes? ¿Qué tipo de cristiano eres? Si vamos a ser honestos con las iglesias, también debemos ser honestos con nosotros mismos como cristianos.

Al problema del dolor de la iglesia se suma el hecho de que lo que Dios crea, Satanás lo falsifica. A una iglesia, por ejemplo, se le dijo, «la obra de Satanás… poder, señales y milagros. Se valdrá de toda clase de mentiras malignas…» [NOTA: 2 Ts. 2: 9-10 (NTV)] Si Satanás buscó socavar y derrocar el Reino de Dios en el Cielo, y lo intentó nuevamente con el ministerio de Jesús a través de Judas, debemos asumir que él también tiene un plan para atacar nuestras iglesias locales. La Biblia nos advierte una y otra vez contra estas falsificaciones:

  1. Apóstoles falsos – 2 Corintios 11:13-15; Apocalipsis 2:2-5
  2. Profetas falsos – Ezequiel 13:8-9; Mateo 7:15
  3. Maestros falsos – 2 Pedro 2:1-9
  4. Doctrinas falsas – 1 Timoteo 4:1-2; Gálatas 1:8, 3:1
  5. Hermanos falsos – 2 Corintios 11:26; Gálatas 2:4
  6. Ancianos falsos – Hechos 20:17-38

La verdad es que a veces las personas o las enseñanzas de una iglesia que nos dañan no eran realmente cristianas. Al igual que Judas estaba en el ministerio de Jesús, pero no era un creyente, Satanás usa la misma táctica para causar tanto daño como sea posible para confundir a la gente haciéndoles creer que Dios o el pueblo de Dios son los culpables. El resultado es la división, que es demoníaca, y corrompe la unidad, que es piadosa. Al escribir a la iglesia sobre las personas enviadas por Satanás a la iglesia para causar división, Pablo cierra su carta a la iglesia romana advirtiéndoles: «Tengan cuidado con los que causan divisiones y trastornan la fe de los creyentes al enseñar cosas que van en contra de las que a ustedes se les enseñaron. Manténganse lejos de ellos. Tales personas no sirven a Cristo nuestro Señor…Quiero que sean sabios para hacer lo que está bien y sigan siendo inocentes en cuanto a toda clase de mal. El Dios de paz pronto aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes. Que la gracia de nuestro Señor Jesús sea con ustedes» [NOTA: Rm. 16:17-20].

Lo que Satanás espera hacerte a través del dolor de la iglesia es triple.

Primero, quiere que permitas que tu dolor se convierta en amargura por falta de perdón. Dado que el perdón invita al cielo a entrar en su vida, y la amargura arrastra el infierno a su vida, Satanás espera que se amargue contra Dios, otros cristianos y la iglesia para que luego pueda reclutarlo en su guerra contra Dios tal como lo hizo él. con los ángeles que ahora son demonios. Incluso buscará convencerte de que tu guerra contra la iglesia es para el Señor, lo cual es parte de su engaño demoníaco.

El corazón de Jesús y su compromiso con la iglesia deberían impulsarnos a amar y servir a la iglesia. En Efesios 5:25 Pablo dice: «Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella». El contexto en el que Pablo habla es el matrimonio, y sin exagerar la analogía está diciendo que la iglesia es como la novia de Jesús, a quien ama y sirve a pesar de todas sus faltas y defectos. Aquellos que ignoran a la iglesia, critican a la iglesia, desprecian a la iglesia o incluso dañan a la iglesia deben cuestionarse seriamente si realmente aman a Jesús y son sus seguidores, ya que los verdaderos cristianos aman y sirven a la iglesia porque Jesús lo hace. Amar a Jesús y odiar o incluso atacar a la iglesia es como decirle a un esposo que quieres ser su amigo cercano a pesar de que odias a su esposa y ocasionalmente la agredirás.

Dos, quiere aislarte para que ya no estés cerca de tus compañeros cristianos. La razón que justifica este aislamiento es que, dado que fue herido, no puede sanar y las relaciones con los cristianos no pueden ser saludables. Cuando la Biblia dijo por primera vez que no era bueno que estuviéramos solos, eso fue incluso antes de que el pecado entrara al mundo, y en un mundo caído estar solo es estar en peligro. Jesús es un Pastor que quiere que seas parte de un rebaño, y Satanás es un lobo que quiere que te alejes de un rebaño para poder destruirte.

Ser cristiano significa seguir a Jesús como su discípulo. Su llamado a seguirlo significa unirse a un grupo de discípulos que, juntos, son el pueblo de Dios. El Nuevo Testamento usa metáforas colectivas para describir la iglesia de Cristo. Se incluyen el rebaño, el templo, el cuerpo y la familia o el hogar [NOTA: Jn. 10: 11–16; Hch. 20: 28-29; 1 Pd. 5: 2-3. 1 Cr. 3: 16-17; Ef. 2:21. Rm. 12: 4-5; 1 Cr. 10:17; 12: 12-30; Ef. 4: 15-16. Gl. 6:10; Ef. 2:19; 1 Pd. 4:17. Ef. 2: 19-22; 1 Tm. 3:15; 1 Pd. 2: 5]. Cada una de las imágenes comunica la misma idea central de que el pueblo de Dios debe mantenerse unido. Las ovejas mueren individualmente, pero viven como un rebaño, alimentadas y protegidas por un pastor; un edificio se cae si se quitan demasiados ladrillos; las extremidades mueren si se retiran del cuerpo; una familia se destruye si sus miembros no viven juntos por amor.

Tres, la falsificación demoníaca de un pacto con Dios es un voto interno con uno mismo. En lugar de entrar en una relación de pacto con la familia de Dios, la iglesia, Satanás quiere que hagas un voto interno contigo mismo de que nunca volverás a confiar ni a participar en la familia de Dios. Incluso traerá a otras personas heridas con la misma amargura y voto interno de justificar y reforzar sus decisiones que causan su destrucción.

Amamos a Dios. Les amamos. Y amamos a la iglesia. Cada cristiano tiene diversos grados y tipos de dolor en la iglesia. Las cartas del Nuevo Testamento escritas a las iglesias incluyen un legalismo religioso increíble en el que la gente se ataca como perros salvajes en Galacia, y un libertinaje rebelde donde la gente se emborracha en la comunión y se acuesta incluso con miembros de la familia en Corinto. El Nuevo Testamento fue escrito para iglesias locales que eran hospitales llenos de personas enfermas que necesitaban mucha ayuda y nada ha cambiado en nuestros días.

A pesar de todos los dolores y problemas en las iglesias, el Nuevo Testamento nos dice cómo mejorarlo. Una y otra vez, la frase “unos a otros” se usa de alguna forma o manera. Estos mandamientos de la Biblia no se pueden obedecer a menos que usted sea parte de la familia de una iglesia local, ya que fueron escritos a las iglesias para ser leídos en las iglesias y obedecidos por las personas en esas iglesias:

Romanos

12:5    Pertenézcanse unos a otros

12:10  Deléitense al honrarse mutuamente

12:10  Ámense unos a otros

12:16  Vivan en harmonía unos con los demás

12:18  Vivan en paz con todos

15:7    Acéptense unos a otros

1 Corintios

1:10    Sean unidos en pensamiento

4:6      No sean orgullosos de uno de sus líderes a costa de otro

10:24  Preocúpense por el bien de los demás

12:25  Preocúpense los unos por los otros

16:20  Salúdense unos a otros con un beso santo

Gálatas

5:13    Sírvanse unos a otros

5:15    No se devoran unos a otros

5:26    No se envidian unos a otros

5:26    No se provocan unos a otros

6:1      Ayúdense a volver al camino recto con ternura y humildad

Efesios

4:2      Sean pacientes

4:25    Digan la verdad

4:32    Sean amables unos con otros

4:32    Sean de buen corazón

4:32    Perdónense unos a otros

5:19    Háblense con salmos, himnos y canciones espirituales

5:21    Sométanse unos a otros

Filipenses

2:4      No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás

Colosenses

3:9      No se mienten unos a otros

3:13    Sean pacientes unos con otros

3:13    Perdónense unos a otros

3:16    Enséñense unos a otros

3:16    Aconséjense unos a otros

1 Tesalonicenses

4:9      Ámense unos a otros

4:18    Anímense unos a otros

5:11    Anímense unos a otros

5:11    Edifíquense unos a otros

5:13    Vivan en paz unos con otros

5:15    Traten de hacer el bien entre ustedes y a todos los demás

Hebreos

10:24  Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros

10:25  No dejan de congregarse

10:25  Anímense unos a otros

13:1    Ámense unos a otros

Santiago

5:9      No quéjense

5:16    Confiésense los pecados unos a otros

5:16    Oren los unos por los otros

1 Pedro

1:22    Ámense unos a otros

3:8      Vivan en harmonía unos con los demás

4:9      Abran las puertas de su hogar con alegría

5:14    Salúdense unos a otros con un beso santo

1 Juan

1:7      Tengan comunión unos con otros

3:11    Ámense unos a otros

3:16    Den la vida por sus hermanos

3:23    Ámense unos a otros

4:7      Ámense unos a otros

2 John

5          Ámense unos a otros

La iglesia le necesita y usted necesita a la iglesia. Lo alentamos a que perdone cualquier dolor que tenga de la iglesia, encuentre un grupo de personas que amen a Dios y en quien pueda confiar, y se dedique a la iglesia local como una familia con todas sus fallas y fracasos amándolas y sirviéndolas porque eso es familia. No existe una familia o iglesia perfecta, pero ambas mejoran si nos convertimos en parte de la solución en lugar del problema.

Por último, a los cristianos de la iglesia se les dice: «Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca» [NOTA: Hb. 10: 24–25]. Estar juntos es la forma en que nos animamos unos a otros a ser más amorosos y útiles. Piense en ello como un fuego. Cuando los troncos se apilan, se irradian calor y vida entre sí para que ardan más y durante más tiempo. Cuando esos mismos troncos se separan y se dispersan, rápidamente dejan de arder, se oscurecen y, finalmente, se apagan por completo. Los cristianos son como esos troncos.

PREGUNTAS PARA REVISTA PERSONAL Y/O DISCUSIÓN DE GRUPOS PEQUEÑOS

  1. ¿Cuál es su recuerdo más memorable de la iglesia?
  2. ¿En qué áreas es fuerte su iglesia? ¿Débil? ¿Cómo puede orar por su iglesia?
  3. ¿Cuáles son algunos de los sermones y lideres cristianos que más lo han impactado o bendecido?
  4. ¿Cómo puede promover la unidad en su iglesia local?
  5. ¿Para cuáles no creyentes puedes orar o invitar a la iglesia?
  6. ¿Qué aprecia de sus amigos cristianos que vienen de otros tribus, equipos y tradiciones?
  7. ¿Qué cambios ha visto en su vida por el poder del Espíritu Santo?
  8. ¿Ha sido bautizado? ¿Por qué?

NOTAS FINALES

  1. Bonaparte, Napoleon. En St. Helena, a Count de Motholon. Major General Alfred Pleasonton. Stephen Abbott Northrop, D.D., A Cloud of Witnesses (Portland OR: American Heritage Ministries, 1987; Mantle Ministries, 228 Still Ridge, Bulverde, Texas), pp. 361–362. Vernon C. Grounds, The Reason for Our Hope [La razón por nuestra esperanza] (Chicago: Moody Press), p. 37. Willard Cantelon, New Money or None? [¿Nueva moneda o nada?] (Plainfield, NJ: Logos International, 1979), p. 246. Citado de William J. Federer, Great Quotations: A Collection of Passages, Phrases, and Quotations Influencing Early and Modern World History Referenced according to Their Sources in Literature, Memoirs, Letters, Governmental Documents, Speeches, Charters, Court Decisions and Constitutions [Grandes citas: una colección de pasajes, frases y citas que influyen en la historia mundial temprana y moderna referenciada según sus fuentes en literatura, memorias, cartas, documentos gubernamentales, discursos, cartas, decisiones judiciales y constituciones] (St. Louis, MO: AmeriSearch, 2001).
  2. William M. Ramsay, The Bearing of Recent Discovery on the Trustworthiness of the New Testament [La relación del descubrimiento reciente sobre la confiabilidad del Nuevo Testamento] (London: Hodder & Stoughton, 1915), 222.
  3. William Lane Craig, “Rediscovering the Historical Jesus: The Evidence for Jesus,” [Re-descubrir el Jesús histórico: La evidencia para Jesús] Faith and Mission 15, no. 2 (1998): 20.
  4. Michael S. Heiser, The Unseen Realm: Recovering the Supernatural Worldview of the Bible [El reino invisible: Recuperando la cosmovisión sobrenatural de la Biblia] (Bellingham, WA: Lexham Press, 2015), 297.
  5. F. Torrance, Theology in Reconstruction [La teología en reconstrucción] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1965), 266.
  6. L. Omanson, “The Church,” [La iglesia] in Evangelical Dictionary of Theology [Diccionario evangélico de teología], ed. Walter A. Elwell (Grand Rapids, MI: Baker, 1984), 231.
  7. Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine [Teología sistemática: una introducción a la doctrina bíblica] (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994), 857.
  8. David Murrow habla de esto en su libro Why Men Hate Going to Church [Por que los hombres odian ir a la iglesia] (Nashville: Thomas Nelson, 2004).
  9. Estos tres puntos son adaptados de Steve Walker, el pastor de Redeemer’s Fellowship, Roseburg, OR. Vemos el mismo esquema en Lucas 24:46–47; Hechos 10:39–43; 13:26–39; Romanos 4:22–25; y 1 Corintios. 15:1–8.

 

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