La aparición de Gedeón, el hombre de Dios, como pan en el sueño también apunta a la futura venida de Jesucristo, el Gedeón Mayor. Como Gedeón, Jesús es llamado el
“pan de vida”, nace en Belén (que significa “casa de pan”), multiplicó el pan de un niño para alimentar a una multitud y nos enseñó a orar por nuestro pan de cada día. Al igual que Gedeón, Jesús regresará como un guerrero liderando un ejército angelical a la batalla para derribar la tienda del Enemigo de una vez por todas. La pequeña historia de Gedeón es parte de la historia más grande de Jesús.
Ahora, lleno de fe y del Espíritu, Gedeón siguió el plan de batalla de Dios. Primero, atacaron de noche, algo que no se hacía en las batallas antiguas. Por lo general, las guerras se libraban durante el día, y cada bando tenía estandartes elevados sobre el campo de batalla, de modo que cuando sus soldados resultaban heridos o se alejaban habiendo perdido el rumbo en la lucha, podían reagruparse. Atacar de noche habría sido inesperado y un elemento sorpresa estratégico. En lugar de luchar, Gedeón confía en que el Señor derrotará al enorme ejército, y su trabajo era adorar a Dios con fe y hacer que el enemigo se preocupara con miedo. En lugar de empuñar espadas, los hombres llenaron tinajas con antorchas y tomaron trompetas para tocar. Gedeón les instruyó: “Cuando toque la trompeta, yo y todos los que están conmigo, tocaremos también las trompetas por todos lados de todo el campamento y gritaremos: 'Por Jehová y por Gedeón'”. El grito probablemente no sea la mayor demostración de humildad y gloria exclusiva de Dios. Es un poco como una canción de adoración escrita por un pastor en la que la gente canta tanto las alabanzas de su Dios como de su pastor.
Al hacer una obra perfecta a través de una persona imperfecta, que nos da esperanza, Dios bondadosamente se une a ellos en la batalla. En este caso, varios principios bíblicos están a la vista:
- “Unos confían en carros y otros en caballos, pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios”. (Salmo 20:7)
- “La batalla es del Señor”. (1 Samuel 17:47)
- "No con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice el Señor de los ejércitos”. (Zacarías 4:6)
Los soldados “tocaron las trompetas y rompieron las tinajas”. Los soldados de Dios simplemente se quedaron quietos como un acto de adoración y observaron a Dios derrotar y salvar. “[E]l SEÑOR puso la espada de cada hombre contra su compañero y contra todo el ejército[.]” El ataque sorpresa a altas horas de la noche, con el gran ruido y espectáculo de fuego, creó una ilusión que hizo que el campamento enemigo pensara que estaban siendo superado por una demostración masiva de fuerza. Lleno de miedo, el enemigo entró en pánico, y los hombres tomaron espadas y se atacaron unos a otros en la oscuridad de la noche, matando a sus propios camaradas.
En esto hay algunos principios que vale la pena señalar.
- Nuestros miedos son a menudo profecías falsas sobre algo que no es cierto. En este caso, el enemigo temía una invasión de un gran ejército, pero nada de eso era cierto.
- Las decisiones tomadas con miedo en lugar de fe terminan en fatalidad. En esta escena, Gedeón y su ejército se mantuvieron firmes en la fe y vivieron, mientras que el enemigo que estaba lleno de miedo moría.
- La clave para la victoria es siempre la adoración. Gedeón y sus hombres no se enfrentaron tanto al enemigo en la guerra como a Dios en la adoración. Cuando adoramos a Dios, Él irá delante de nosotros y peleará por nosotros como lo hizo en este día histórico. Adora a Dios y deja que Dios vaya a la guerra por ti.
Por último, la historia de la batalla de Gedeón es un pequeño capítulo de la gran historia de la Biblia, en la que Jesús es el Gedeón mayor, Su Segunda Venida es la guerra mayor, y somos llamados a adorarlo con fe, confiando en que Su promesa de traer nuestra victoria seguramente pasará.
¿Dónde has estado experimentando miedo en tu propia vida? Tómate un tiempo para reconocerlo y entrégaselo al Señor.
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