¿Qué podemos aprender del sufrimiento de Jesús?

Jesús murió por nuestros pecados, permitiéndonos así experimentar una nueva vida. Jesús vivió como nuestro ejemplo mostrándonos lo que significa vivir una vida humana verdaderamente santa.

A lo largo de la vida de Jesús, repetidamente afirmó que el propósito de su vida en la tierra era glorificar a Dios Padre, o hacer visible el carácter del Padre. La glorificación de Jesús a Dios el Padre incluyó morir en la cruz.1 En la práctica, esto significa que hay gozo no solo en nuestra comodidad y éxito, sino también en nuestro sufrimiento y dificultad, tal como lo hubo para Jesús.2

En la cruz de Jesús, aprendemos que ser como Jesús significa que tomamos nuestra cruz y lo seguimos como él lo ordenó.3 En la práctica, esto significa que glorificamos a Dios al permitir que las dificultades, el dolor y la pérdida nos hagan más y más como Jesús y darnos un testimonio más creíble de Jesús. Como cristianos, no debemos correr hacia el sufrimiento como lo hicieron los primeros ascetas cristianos, ni huir de él como lo hacen algunos cristianos modernos. En cambio, recibimos el sufrimiento cuando se presenta como una oportunidad para que Dios haga algo bueno en nosotros ya través de nosotros. No nos regocijamos en el dolor, sino en lo que puede lograr para el evangelio, de modo que algo tan costoso como el sufrimiento no se desperdicie, sino que se use para la gloria de Dios, nuestro gozo y el bien de los demás.

Para sufrir bien, es decir, de una manera que tenga un propósito para el progreso del evangelio tanto en nosotros como a través de nosotros, debemos recordar continuamente la cruz de Jesús. Pedro dice:

¿Qué mérito tienes si, cuando pecas y eres azotado por ello, lo soportas? Pero si cuando hacéis el bien, y padecéis por ello, lo soportáis, esto es cosa de gracia ante los ojos de Dios. Porque a esto habéis sido llamados, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos ejemplo, para que sigáis sus pisadas. No cometió pecado, ni se halló engaño en su boca. Cuando fue injuriado, él no injurió a cambio; cuando padecía, no amenazaba, sino que continuaba encomendándose al que juzga con justicia. Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que muramos al pecado y vivamos a la justicia. Por sus heridas fuisteis sanados.4

¿Qué dificultad en tu vida está usando Dios para ayudarte a aprender más acerca de Jesús?

1John 12:23, 27–28; 13:30–32; 17:1.
2 Heb. 12:1–6.
3 Mat. 16:24.
41 mascota. 2:20–24.

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