Doctrina: La Imagen

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Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros…Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.»

GENESIS 1:26–27

Cuando comencé a salir con mi esposa Grace cuando éramos adolescentes en la escuela secundaria, su tío John era lo más parecido a un abuelo que ella tenía. El tío John era un hombre mayor sin hijos propios, y Grace y su tío se querían mucho. Lamentablemente, su esposa Gladys tenía alzhéimer y vivió en un centro de atención a tiempo completo porque él ya no podía cuidarla. Ella no podía recordar quién era o quién era su esposo.

Sin embargo, todos los días, el tío John salía a desayunar y empacaba fruta fresca para llevar a Gladys. Al menos una vez al día, se sentaba y charlaba amorosamente con su esposa, que había olvidado por completo su identidad. Él sabía quién era ella, pero ella no tenía idea de quién era ninguno de ellos. A pesar de esta dolorosa realidad, el tío John visitó fielmente a su esposa todos los días hasta que falleció.

Me pregunto si Dios a menudo se siente como el tío John. Él está presente en las vidas de los miembros de su iglesia, pero día tras día olvidamos quién es Él y quiénes somos en relación con Él.

Como cristianos, nos parecemos mucho a Gladys. Tenemos una condición. Continuamente olvidamos quién es Dios y quienes somos, y llenamos ese vacío al colocar nuestra identidad en casi cualquier otra cosa. Una pregunta en particular es transcendental, reveladora, y formadora de la vida y la identidad. La forma en que responda determina su identidad y su testimonio. Trágicamente, pocas personas, incluso pocos cristianos que creen en la Biblia y que aman a Jesús, responden correctamente a esa pregunta.

¿Quién soy?

Si tuvieras que elegir una palabra para describir quién eres, ¿cuál sería esa palabra? ¿Te definirías por tu etapa de vida: hijo, soltero, casado, divorciado, viudo, padre o abuelo? ¿Te definirías por tu desempeño: inteligente o tonto, hermoso o no tanto, duro o débil, amado u odiado, responsable o irresponsable, organizado o desordenado, ganador o perdedor, alegre o deprimido, etc.?

¿Quién soy?

Tu respuesta a esa pregunta forma su identidad y vida. Como te ves es tu identidad. Nuestra cultura habla de la identidad como autoimagen o autoestima. Como cristianos no nos definimos por nosotros mismos, sino por nuestra relación con Dios. Quizás las dos cosas más importantes que podemos aprender en la Biblia es quién es Dios y quiénes somos. La Biblia nos dice primero quién es Dios y luego nos dice quiénes somos en relación con Dios.

Es crucial conocer tu identidad porque determina lo que haces. Cuando sabes quién eres, sabes qué hacer. Conocer tu identidad es lo principal que lo cambia todo.

¿CUÁL ES EL BASE DE ENTENDER QUIÉNES SOMOS?

¿Quién crees que eres? ¿Cómo podemos contestar esa pregunta enorme? Vamos a comenzar en el principio. Eres un portador de la imagen de Dios.

Génesis, el libro de principios, 1:26-27 dice, «Entonces Dios dijo: “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo”. Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó».

El Dios trinitario, que vive en amistad eterna, nos creó para representarlo. Este es un honor únicamente humano. Dios no ha hecho nada más a su imagen. Prácticamente, esto significa que Dios nos hizo para representarlo, o reflejarlo, como lo hace un espejo. En un mundo en el que se nos anima a pasar mucho tiempo mirándonos en un espejo, es útil cada vez que nos miramos en el espejo para recordar que estamos hechos para reflejar a Dios ante los demás. Él nos creó para reflejar su bondad y gloria en el mundo que nos rodea, como Moisés que irradiaba la gloria de Dios después de estar en Su presencia [NOTA: Ex. 34:30]. Fuiste creado por Dios, estás aquí en la tierra para reflejar y glorificar a Dios, y cuando mueras, si estás en Cristo, estarás con Dios para siempre, reflejándolo y glorificándolo perfectamente en un mundo sin pecado.

La pregunta de la imagen es una con la que los humanos han luchado desde la conversación de Satanás con nuestros primeros padres. Solamente por vernos correcta y bíblicamente entre Dios y los animales podemos tener tanto humildad como dignidad en la única posición en que pertenecemos. Al comprender nuestra posición bajo Dios como seres creados, debemos permanecer humildes ante y dependientes de Dios. Al comprender nuestra posición sobre la creación, aceptamos nuestra dignidad como moralmente superior a los animales.

Ludwig von Feuerbach fue un ateo del siglo XIX que declaró insólitamente que Dios no nos hizo, sino que más bien fuimos nosotros los que hicimos a Dios como un producto de nuestra imaginación. Los estudiantes de su pensamiento incluyen a Karl Marx, que aplicó esto políticamente; Sigmund Freud, que lo aplicó psicológicamente; y Friedrich Nietzsche, que lo hizo filosóficamente. Por el contrario, en Génesis 1 y 2 podemos ver que nosotros no creamos a Dios, sino que Dios nos creó a su imagen y semejanza.

Es cierto que son pocos los versículos en las Escrituras que declaran que Dios hizo a los seres humanos a su imagen y semejanza (también conocido comúnmente por la frase latina imago Dei) [NOTA: Gn. 1:26–27; 5:1–3; 9:6; 1 Cr. 11:7; St. 3:9].

Sin embargo, no basta buscar en la Biblia la frase «imagen de Dios». Sinclair Ferguson escribe: «Aunque estadísticamente la frase es poco frecuente, la interpretación del hombre que aquí se consagra lo impregna todo» [NOTA FINAL #1].

Hay doce verdades vitales declaradas en la revelación bíblica de que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Tomadas en conjunto, nos proveen la esencia de una antropología bíblica.

  • Hemos sido creados por la Trinidad. Agustín gustaba señalar que el lenguaje plural de Génesis 1:26, «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros», significa que fuimos creados por la Trinidad. Debido a esto, podemos considerarnos a nosotros mismos no como individuos autónomos sino como portadores de la imagen, hechos para cuatro categorías de relación. Teológicamente, hemos de vivir en relación con Dios. Psicológicamente, tenemos que vivir en relación con nosotros mismos, sabiendo lo que Dios quiere que seamos. Socialmente, hemos de vivir en relación con otras personas, en comunidad. Ecológicamente, debemos vivir en relación con todo lo que Dios ha puesto bajo nuestro dominio, incluidos los animales.
  • Hemos sido creados como personas por un Dios personal. Las Escrituras hacen una nota de esto al explicarnos cómo, a diferencia del resto de la creación, que fue hecha sola por la palabra de Dios, Dios nos formó con sus manos proverbiales y luego nos dio aliento de vida. [NOTA: Gn. 2:7].
  • Dios creó originalmente a la humanidad sin pecado. Génesis 1:31 llama a nuestros primeros padres como algo «muy bueno» en comparación con el resto de la creación, que Dios llama simplemente «bueno». Además, Eclesiastés 7:29 dice: «Dios hizo al hombre recto». Por lo tanto, todo el pecado y la maldición no fueron originalmente parte del mundo creado por Dios para nosotros en amor.
  • Dios nos bendice [NOTA: Gn. 1:28]. De este modo, Dios nos revela que él es un Dios bueno que no necesita que se le pida o que se obligue a dar gracia, sino que se deleita en hacerlo y lo hace sin que se lo pidan.
  • A diferencia de los animales, que fueron hechos según «su género», nosotros fuimos hechos a la «imagen de Dios». Esto hace que la vida humana sea distinta y superior a todas las otras cosas creadas. Somos totalmente únicos y estamos galardonados con dignidad, valor y mérito excepcionales.
  • Dios nos da mandamientos debido a que nos ha hecho portadores morales de la imagen. Podemos conocer el bien y el mal, y responder ante Dios con la obediencia moral como un acto de fe y de amor.
  • Dios nos hizo aventureros curiosos y nos otorgó el permiso para explorar su creación a través de todo, desde un telescopio hasta un microscopio NOTA: Ibid.]. Debido a que Dios nos hizo de esta manera, tenemos una curiosidad insaciable que comienza cuando nacemos y continúa a lo largo de nuestra vida al tratar de experimentar y aprender, viajar por el mundo y explorar cada rincón de la creación.
  • Dios nos creó para ser creativos y nos invitó a generar cultura [NOTA: Ibid]. Esto explica el gusto innato que la gente tiene por todo, desde la moda al cine, la música, el teatro, la arquitectura, la pintura, la fotografía, la danza, la narración de cuentos y otras actividades similares.
  • Dios nos creó para ser reproductivos y tener hijos [NOTA: Ibid]. Esto explica por qué mucha gente desea ser padres y madres y consideran a los niños una gran bendición.
  • Dios nos hizo para desarrollar trabajo significativo [NOTA: Gn. 2:15–17]. Esto ayuda a explicar por qué hay un impulso innato en la mayoría de la gente para trabajar.
  • Dios nos creó como portadores de su imagen, pero no porque nos necesitara de alguna manera. Él nos concedió la dignidad de ser los portadores de su imagen únicamente para nuestro beneficio, no del suyo propio. El padre de la iglesia Ireneo explica: «Dios formó a Adán, no como si él tuviera necesidad del hombre, sino para tener a alguien a quien otorgarle sus beneficios» [NOTA: Irenaeus, Haer. 4.14.1]. Del mismo modo, Lactancio (240-320 d.C.) señaló: «No puede decirse que Dios hizo el mundo para su propio beneficio. Él puede existir sin el mundo. […] Es evidente, por tanto, que el mundo fue construido para el provecho de los seres vivos, ya que son ellos los que disfrutan de las cosas que lo integran» [NOTA: Lactantius, Inst. 7.4].
  • Dios nos creó para vivir coram Deo. Coram Deo significa vivir «delante del rostro de Dios» y fue utilizado comúnmente por Juan Calvino y otros a través de la historia de la iglesia para explicar la vida cristiana. En la práctica, fuimos creados para vivir toda la vida en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, por la Palabra de Dios y para la gloria de Dios. Fuimos creados para vivir toda la vida delante del rostro de Dios, sabiendo que nada en ella es secular o separada de los ojos de Dios, porque toda la vida es sagrada. Vivir de otra manera es sacrilegio.

Después de notar que Dios creó a nuestros primeros padres a su imagen y

semejanza, vemos entonces que, a diferencia de la creación, ellos se relacionan con Dios de una manera única. Para empezar, la humanidad no fue creada para vivir independiente de Dios sino dependiente de Dios. Un teólogo dice, «La relación entre Dios y el hombre no era entre iguales. Tampoco fue uno de autonomía. El hombre depende de Dios para las bendiciones de la vida y el sustento; y el hombre es responsable ante Dios en las áreas de servicio y obediencia» [NOTA FINAL #2]. Además, la relación entre Dios y nuestros primeros padres no es solo de dependencia, sino también de gracia. El Dr. John Piper dice: «Antes de que el pecado entrara al mundo, Adán y Eva experimentaron la bondad de Dios no como respuesta a su demérito (porque no tenían ninguno) sino aún sin merecer su bondad. No puedes merecer ser creado. No puedes merecer ser puesto en un lujoso jardín donde un Padre amoroso satisface todas sus necesidades. Por eso, antes de que pecaron, Adán y Eva vivieron por gracia. Y la voluntad de Dios para ellos fue que vivan por fe en la gracia futura—la provisión diaria de Dios Padre» [NOTA FINAL #3].

Como un niño depende de su padre, somos receptores de la revelación que nos da la capacidad de comunicarnos con Dios, y unos con otros, lo que a ninguna otra criatura le fue dado. Podemos escuchar la Palabra de Dios y vivir en la luz de la revelación de él. Incluso en el estado sin pecado de nuestros primeros padres, ellos eran dependientes de Dios y necesitaban escucharlo. Por lo tanto, en nuestro estado pecaminoso y caído, cuánto más necesitamos desesperadamente escuchar a Dios. Como receptores de la revelación, podemos hacerlo. Esto es porque, a diferencia de la creación menor, como las plantas y los animales, nuestra relación con Dios está ligada con palabras: él nos habla a través de la Escritura y de otras formas de revelación, y hablamos con él por medio de la oración y del canto.

Como intérpretes, somos capaces de darle sentido a la revelación que recibimos. Simplemente, podemos pensar, reflexionar, considerar, sondear y aprender a diferencia de cualquier otra cosa que Dios ha hecho. Para entender y aplicar correctamente la revelación que recibimos, debemos ejercitar el duro trabajo de amar a Dios con toda nuestra mente, para que los hechos que recibimos puedan llegar a ser no solo información, sino información que contribuya a nuestra transformación.

Como adoradores, la revelación y la interpretación culminan en la exaltación. Debido a que ellos eran portadores de la imagen, nuestros primeros padres fueron creados para adorar a Dios en pensamiento, palabra, obra y motivación. Toda su vida se suponía que iban a vivirla a la luz de quién es Dios, de lo que Dios hace y de lo que Dios dice. Se suponía que ellos iban a interpretar toda la revelación respondiendo en formas que le brindaran a él gloria y a ellos gozo al hacer lo que él había dispuesto que hicieran.

¿QUÉ SIGNIFICA QUE NOSOTROS SOMOS IMAGEN DE DIOS?

La Biblia aclara que los hombres y las mujeres, a diferencia del resto de la creación, están hechos a imagen de Dios [NOTA: Gn. 1:26–27]. Además, la Biblia repite esta verdad después de la entrada del pecado en el mundo, lo que significa que a pesar de que el pecado nos ha manchado y estropeado, seguimos siendo portadores de la imagen de Dios [NOTA: Gn. 5:1–3; 9:6; St. 3:9].

La palabra imagen a menudo se traduce como «ídolo». Un ídolo es algo que hace al dios invisible visible. Es cierto que la Biblia renuncia a la idolatría enfática, repetida y convincentemente. Por lo tanto, ser la verdadera imagen de Dios trinitario de la Biblia es hacerlo a él visible para el mundo cuando el Espíritu Santo refleja el carácter de Dios a través de los hijos de Dios. 2 corintios 3:17-18 dice esto: «Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen».

Ser la imagen de Dios consiste en «reflejar» sus atributos visibles en el mundo, algo así como Moisés, que irradiaba la gloria de Dios después de haber estado en la presencia de Dios. Por lo tanto, no estamos para reflejar a Adán, a la cultura o incluso a nosotros mismos en el mundo. Todas las personas son imagen de Dios en un sentido básico, pero los cristianos lo reflejan más a él que los no cristianos y los cristianos maduros la hacen aún mejor [NOTA: Rm. 8:29, 2 Cr. 3:18, and Cl. 3:10].

Por otra parte, la imagen es tanto personal como comunitaria. Por personal, queremos decir que nosotros, como adoradores individuales, debemos preguntar continuamente si somos buenos reflejos de nuestro Dios. Por comunitaria, queremos decir que las iglesias, las familias y las comunidades cristianas deben preguntarse continuamente si son buenos reflejos de Dios los unos con los otros y para el mundo.

Esta comprensión del propósito de nuestra creación (y posteriormente una de las fuentes de nuestro gozo) es radicalmente diferente de la comprensión del mundo de ser fiel a uno mismo o simplemente de reflejar nuestra naturaleza pecaminosa al mundo. De hecho, esta interpretación de la imago Dei, es incluso, radicalmente diferente de muchas enseñanzas cristianas acerca de por qué existimos.

No somos tazas vacías que necesitan ser llenadas por Dios. Más bien, somos espejos rotos que necesitan ser armados de nuevo por Dios, comenzando con nuestra regeneración y continuando todos los días en nuestra santificación, de modo que podamos cada vez reflejar mejor a Dios.

Ser a la imagen de Dios significa prácticamente que nosotros reflejaremos tanto su imagen moral como no moral. Reflejar la imagen moral de Dios significa ejercitar el poder de decisión, gobernar sobre la creación inferior, vivir en relación social con los demás, sentir nuestras emociones, amar, servir y comunicar. Reflejar la imagen no moral de Dios significa que usamos nuestro intelecto y raciocinio para pensar y que podemos ser creativos con los materiales que Dios ha creado eso también incluye el hecho de que somos inmortales y que viviremos espiritualmente, incluso después de nuestra muerte física.

En un esfuerzo por explicar a Dios de acuerdo con la Escritura, los teólogos han distinguido entre sus atributos no compartidos que le pertenecen solo a él (llamados también atributos incomunicables), y los atributos compartidos de Dios, que nos confiere en menor grado de lo que él los posee (también llamados atributos comunicables).

Antes de examinar los atributos de Dios según se revelan en las Escrituras, consideremos dos puntos que son importantes. En primer lugar, los atributos de Dios no le son simplemente atribuidos, sino que son cualidades inseparables de su propio ser. En todos los sentidos en que Dios existe, existe sin límite, es decir, en la perfección. En segundo lugar, conocemos a Dios por nuestras experiencias a través de una relación con él cuando reconocemos su presencia alrededor de nosotros, cuando reconocemos su provisión en nuestra vida, cuando confesamos nuestros pecados y aceptamos su gracia para vivir por fe. En su amistad amorosa llegamos a una realización más plena de quién verdaderamente es él tal como se revela en las Escrituras.

Los atributos no compartidos

Omnipresencia: Dios está en todas partes en todo momento [NOTA:

Dt. 31:6; Sa. 139:7–12; Prv. 15:3; Jr. 23:24; Cl. 1:17].

Omnisciencia: Dios tiene un conocimiento completo y perfecto de todas las

cosas, incluso del pasado, presente, futuro y de todo lo real o potencial [NOTA: Sa. 139:1–6; 147:5, Is. 40:12–14; 46:10; Hb. 4:13].

Omnipotencia: Dios es todopoderoso y capaz de hacer todo lo que quiera

su voluntad [NOTA: Job 42:2; Sa. 147:5; Mt. 19:26; Ef. 3:20].

            Inmutabilidad: Dios no cambia en su esencia, carácter, propósito ni

conocimiento, pero responde a la gente y a sus oraciones [NOTA: Nm. 23:19, Sa. 102:27; Ml. 3:6; Rm. 11:29; Hb. 13:8; St. 1:17].

Eternidad: Dios no tiene principio ni fin y no está limitado por el tiempo, pero

es consciente del tiempo y trabaja en el tiempo [NOTA: Sa. 90:2; 93:2; 102:12; Ef. 3:21].

Soberanía: Dios es supremo en gobierno y autoridad sobre todas las cosas

[NOTA: 2 Sm. 7:28; 1 Cr. 29:10–13; Sa. 103:19; Rm. 8:28], pero permite la libertad humana [NOTA: Gn. 50:21–22].

Los atributos compartidos

            Santidad: Dios está separado absolutamente de todo mal [NOTA: Ex.

3:5; Lv. 19:2; Sa. 5:4–6; 99:5; Is. 6:3; 8:13; 57:15; Hab. 1:12–13; 1 Pd. 1:14–19; 1 Jn. 1:5]. Somos el reflejo de Dios cuando odiamos el pecado y amamos la santidad al arrepentirnos de nuestros pecados y pelear contra el pecado en el mundo.

Amor: Solo Dios es perfectamente bueno y amoroso, y solamente él es la

fuente de toda bondad y amor [NOTA: Ex. 34:7; Sa. 84:11; Jn 3:16; Gl. 5:22; Ef. 2:4–7; 1 Jn. 4:8–16]. Somos el reflejo de Dios cuando amamos a Dios y a los demás, empezando por nuestras familias, amigos y miembros de la iglesia, y este amor se hace extensivo a los extraños en hospitalidad e incluso a los enemigos para la reconciliación.

Verdad: Dios es la fuente de toda verdad. Él es la encarnación de la verdad

[NOTA: Nm. 23:19; Jn. 14:6; 17:17; 2 Cr. 1:20; Tit. 1:2].

Somos el reflejo de Dios cuando creemos la verdad bíblica sobre la mentira y hablamos la verdad como un acto de adoración.

Justicia: Dios no se ajusta a un estándar de lo correcto e incorrecto, pero lo

correcto y lo incorrecto fluyen de su carácter [NOTA: Gn. 18:25; Ex. 34:7; Dt. 32:4; Hc. 17:31; Rm. 2:11]. Somos el reflejo de Dios cuando luchamos contra la opresión, la injusticia y el mal, y buscamos la justicia, en particular para los indefensos tales como los no nacidos, los enfermos, los pobres, los marginados, los desamparados y las víctimas de abusos.

Misericordia: Dios no da a algunas personas lo que merecen, porque él es

amoroso y lleno de gracia [NOTA: Ex. 34:6–7; Mt. 18:23–35; Rm. 12:8; Ef. 2:4–7; Tit. 3:5]. Somos el reflejo de su misericordia cuando perdonamos a los que pecan contra nosotros y hacemos bien a los que nos hacen daño, en un esfuerzo para llevarlos a arrepentimiento.

Belleza: Dios es bello y su creación refleja su belleza. Dios hizo a los

hombres y a las mujeres a su imagen y semejanza también para crear obras de belleza [NOTA: Sa. 27:4; 50:2; Ec. 3:11; Is. 33:17]. Somos el reflejo de Dios cuando creamos y disfrutamos de la belleza de una manera santa, tal como al administrar la hermosa creación de Dios (incluyendo nuestros propios cuerpos y la salud), disfrutando de las artes e incluso al pintar las paredes de nuestra casa, agradeciendo a Dios que nos dio colores y ojos para verlos.

¿QUÉ SIGNIFICA QUE FUIMOS HECHOS VARÓN Y HEMBRA?

En Génesis 1 Dios declaró que él hizo todo «bueno», pero respecto al hombre y a la mujer, Dios declaró que era «muy bueno». Lo único que nos dice que no era bueno antes del pecado y de la Caída era que Adán estuviera solo [NOTA: Gn. 2:18]. Aún en el estado virginal fuimos hechos para el contacto humano, la amistad y el amor. A pesar de que Adán tenía a Dios por encima de él y a la creación debajo de él, le faltaba un ser igual con quien estar en comunidad, alguien que le permitiera funcionar como la Trinidad, en asociación de pacto como «uno».

La respuesta de Dios a la carencia de Adán fue la creación de Eva como la esposa de Adán y su ayuda ideal [NOTA: Gn. 2:19–25]. Es importante señalar que el término ayuda ideal no denigra a Eva; de hecho, Dios también es referido como nuestro ayudador [NOTA: Ps. 10:14; 118:6–7; Hb. 13:6]. La primera mujer fue tomada del costado del hombre, lo cual ilustra a la perfección que pertenece a su lado en compañerismo, no detrás de él en denigración (como enseña el feminismo). También puede explicar por qué el abrazarse junto a su hombre es el pasatiempo favorito de muchas novias, ya que esto es para ella una especie de regreso a su hogar. A pesar de que la mujer fue tomada del hombre, en la consumación sexual del matrimonio los dos vuelven a ser uno.

Aunque Dios no es engendrado, se revela a sí mismo como Padre, y viene a nosotros como el Dios-hombre Jesucristo. No obstante, él hace tanto a hombres como mujeres a su imagen. En la práctica, esto significa que a pesar de que son en cierto modo diferentes, el hombre y la mujer son iguales en dignidad, valor y mérito, en virtud del hecho de que son igualmente portadores de la imagen de Dios.

Es importante tener en cuenta que Dios creó el pacto del matrimonio; por lo que solo él define lo que es. Su definición de un hombre y una mujer, esposo y esposa para toda la vida, como una sola carne, elimina las alternativas tales como bestialismo, homosexualidad, fornicación, poligamia, adulterio y similares. En la primera boda, Dios en su soberanía trajo la mujer al hombre, la dio a ella como su Padre y ofició la ceremonia como su pastor. Al ver a su novia por primera vez, Adán respondió a su belleza cantando una canción. Las palabras poéticas que Adán le cantó a su novia en el día de su boda son las primeras palabras registradas de cualquier ser humano.

Génesis 2:24 explica a continuación cómo un hombre puede superar su estado de soltería, que no es bueno. En primer lugar, el hombre debe salir de la casa de sus padres y ser su propio hombre. En segundo lugar, un hombre debe casarse con la mujer que ama, que lo ama y que ama al Señor. En tercer lugar, su matrimonio debe ser íntimo en todos los sentidos incluyendo la consumación sexual, y deben pasar el resto de su vida llegando a ser «uno» como el Dios trinitario es «uno» [NOTA FINAL #4]. Tanto Jesús como Pablo repiten este proceso en todo el Nuevo Testamento como el modelo que Dios pretende para el matrimonio y la sexualidad [NOTA: Mt. 19:5; Mc. 10:7–8; Ef. 5:31].

También es importante que, en el relato de la Creación, Dios establece un orden en el pacto del matrimonio organizando a la familia con el esposo como líder y cabeza. Esto está probado en cinco maneras:

  1. Dios crea a Adán primero y le trae a Eva [NOTA: Gn. 2:7, 21-23; 1 Cr. 11:8-9; 1 Tm. 2:13].
  2. La mujer es ayudante, lo que significa que une su fuerza a la de él para cumplir el mandato de Dios de trabajar y proteger el jardín, que primero se le dio a Adán. [NOTA: Gn. 2:15-17, 18].
  3. A pesar de que la mujer pecó primero, Dios buscó al hombre [NOTA: Gn. 3:8–9].
  4. Es el pecado de Adán lo que se imputa a la raza humana, porque él es nuestra cabeza, y este pecado puede ser removido solo por Jesús, quien es llamado «el último Adán» [NOTA: Rm. 5:12–21; 1 Cr. 15:45].
  5. Haciendo eco del relato de la creación de nuestros primeros padres, la biblia declara repetidamente que los esposos deben llevar con su amor sus hogares como cabezas semejantes a Cristo y que las esposas deben someterse a sus maridos [NOTA: Gn. 2:18; cf. Ge. 5:2; 1 Cr. 11:2–16; 14:33–34; Ef. 5:21–33; Cl. 3:18; 1 Tm. 2:11–15; 2:3–5; 1 Pd.. 3:1].

En términos prácticos, esta no significa que el esposo es la máxima autoridad. Solamente Dios lo es, además de otras autoridades que están sobre el hombre, tales como los gobiernos estatales y la iglesia. Tampoco significa que una mujer no tenga ideas propias ni que no trate de influir en su marido, o que deba obedecer un mandato de su marido a pecar, o que es menos inteligente o competente que su marido. Esto quiere decir que marido y mujer son iguales en los roles complementarios (como la mano izquierda y la derecha que trabajan juntas, aunque una es dominante). Como Jesús con el Padre en el Jardín de Getsemaní, mujeres deben expresar sus sentimientos, deseos, y pensamientos a sus esposos [NOTA: Mc. 14:32-26]. Como el Padre contestando los gemidos de sus hijos, esposos escuchan, recuerdan su pacto, cuidan, y ayudan a sus mujeres [NOTA: Ex. 2:23-25; 3:7-10].

El matrimonio cristiano debe reflejar la Trinidad y el evangelio, por que Jesús nos persigue con su amor y asume la responsabilidad por nosotros como un ejemplo para los esposos y padres. Para que esto suceda, los creyentes deben casarse con los creyentes y no con los no creyentes.

Trágicamente, sin embargo, el pecado ha causado mucho dolor y malentendidos alrededor de esta enseñanza, culminando en lo que algunos incluso han llamado las guerras del género o la batalla de los sexos. La única opción saludable es que los maridos y sus mujeres se llenen del Espíritu Santo y se comprometen a hacer todo lo que la Biblia aconseja porque el Dios que nos creó varón y hembra, e hizo el matrimonio, sabe cómo hacer que el matrimonio tenga éxito. Esto comienza por celebrar nuestros géneros dados por Dios, el pacto del matrimonio entre un hombre y una mujer, el placer sexual dentro del matrimonio, sexo sin vergüenza y nuestro esposo como nuestro estándar de belleza que no se puede comparar con nadie más. Así era antes del pecado, y como puede ser debido al perdón de los pecados y la nueva vida en el Espíritu.

¿CUÁLES SON LOS ASPECTOS DE NUESTRA HUMANIDAD?

Las Escrituras hacen referencia a los seres humanos de muchas formas y en diferentes términos que, cuando los entendemos en conjunto, nos dan una imagen completa de los aspectos de nuestra humanidad [NOTA FINAL #5].

Primero describe los seres humanos como un ser en dos partes: lo material o física y lo inmaterial o espiritual [NOTA: Gn. 2:7; Sa. 104:29; 146:4; Ec. 12:7; Mt. 10:28; Lc. 23:46; 2 Cr. 4:16-5:8; St. 2:26]. Además, el parte material afecta el parte inmaterial y viceversa [NOTA: Mt. 26:41; 2 Cr 12:7]. Por ejemplo, la Biblia dice que la fatiga física de los discípulos fue más fuerte que sus espíritus inmateriales y también que un cristiano puede cambiar las acciones de su cuerpo material por renovar su mente material [NOTA: Mt. 26:42; Rm. 6:12-13, 19; 12:1-2; 1 Cr. 9:27].

Muchas personas en nuestro mundo, especialmente los ateos, reducen la humanidad a nada más que máquinas electroquímicas determinadas por nuestra genética y circunstancias mundanas sin libertad, dignidad o propósito [NOTA FINAL #6]. Esto es tristemente común en las ciencias biológicas, la medicina y la educación. Otros reducen la humanidad a sus mentes o conciencia, haciendo que el cuerpo sea temporal, malvado o irreal. Esto se desarrolló a partir de raíces en la filosofía hindú y griega por idealistas del siglo XIX como Berkeley, Kant y Hegel, y en el siglo XX por el existencialismo y la nueva espiritualidad. Se convirtió en mítico con Star Wars, es promovido por Oprah, e impregna muchos consejos contemporáneos de autoayuda y capacitación en liderazgo corporativo.

Aspectos de nuestra humanidad en el Antiguo Testamento

La Biblia habla del alma (nefesh). Nefesh se refiere a la persona más bien como una creación en relación con Dios más que a una sustancia inmaterial e inmortal. El término se utiliza ocasionalmente para Dios. En el sentido más amplio, implica toda la vida biológica. Tanto los seres humanos como los animales se llaman nefesh vivientes en el Génesis, lo que significa simplemente «criatura viviente». No es que las personas posean almas, sino que somos almas.

La Biblia habla del espíritu (ruaj) en referencia a Dios, las personas y los animales. El significado básico es «viento» o «aliento», sobre todo cuando se habla del Espíritu Santo. En los seres humanos, también puede significar «la mente» [NOTA: Ez. 11:5], «determinación» [NOTA: Jr. 51:11] o «voluntad» [NOTA: Is. 19:3]. Ninguno de estos proviene de los propios humanos, sino de Dios que sopló vida en el polvo cuando nos creó para darnos vida.

La Biblia habla de la carne (basar); una tercera parte del tiempo está en referencia a los animales, pero nunca para Dios. Se refiere a lo que los humanos comparten con los animales, pero en contraposición a Dios. La mayoría de las veces significa carne como característica típica de la existencia corporal [NOTA: Job 10:11; Sa. 78:39]. A menudo representa al cuerpo humano como un todo, un concepto para el cual el idioma hebreo no tiene una palabra distinta [NOTA: Nm. 8:7; Sa. 38:3]. Carne en el Antiguo Testamento no tiene ninguna de las connotaciones pecaminosas que encontramos en el uso de Pablo en todo el Nuevo Testamento, para hablar de nuestra inclinación al pecado [NOTA: Dt.. 5:26; Sa. 56:4; Jr. 17:5, 7].

La Biblia habla de la sangre (dam). Se refiere a la vida física de los seres humanos y de los animales [NOTA: Sa. 72:13–14; Prv. 1:16, 18]. Subsecuentemente, derramar sangre es derramar la vida [NOTA: Gn. 9:4–6].

Por último, la Biblia habla del corazón (leb) y casi siempre lo hace en referencia a los seres humanos. Rara vez se refiere al corazón anatómico. El corazón es el meollo de la vida personal: el yo que razona, reacciona y toma decisiones. Es el centro más profundo de la persona humana, la fuerza motriz y los valores más fundamentales de donde provienen nuestras acciones y actitudes [NOTA: Prv. 4:23]. Es tan profundo que solo Dios lo conoce plenamente [NOTA: 1 Sm. 16:7]. El corazón es la fuente de los más profundos anhelos, deseos [NOTA: Gn. 6:5; Sa. 14:1; 21:2] y decisiones de la voluntad [NOTA: Ex. 7:22; Js. 14:8]. El corazón es el centro de las funciones intelectuales y racionales que generalmente atribuimos a la mente [NOTA: 1 Ry 3:9, 12]. Solo en Proverbios aparece unas cien veces, y la distinción entre cabeza y el corazón es totalmente ajena al Antiguo Testamento [NOTA: Prv. 23:7]. Una persona piadosa es una persona que busca conformarse al corazón de Dios [NOTA: 1 Sm. 2:35; 13:14].

Aspectos de nuestra humanidad en el Nuevo Testamento

La constelación de palabras e imágenes en el Nuevo Testamento que hacen referencia a los aspectos de nuestra humanidad están, generalmente, divididas en categorías de lo interno y lo externo de la persona [NOTA: Rm. 7:22; 2 Cr. 4:16; Ef. 3:16]. Nuestra existencia externa es visible, física, orientada al mundo e involucra principalmente nuestro cuerpo físico. Por el contrario, nuestra existencia interna es invisible, espiritual y orientada hacia Dios, e involucra nuestra mente, corazón y espíritu. Es importante destacar que estos son los dos aspectos de una persona y no entidades independientes que operan aparte de los otros. Sin embargo, el Nuevo Testamento distingue, aunque no divide, estos aspectos de nuestra humanidad.

Cuando el Nuevo Testamento habla del cuerpo se está refiriendo al aspecto físico de una persona o de un animal [NOTA: 1 Cr. 13:3; 2 Cr. 10:10; Gl. 6:17]. De esta manera, el cuerpo es nuestra existencia externa en contraste con nuestra existencia interna [NOTA: Rm. 12:1; Hb. 13:15–16]. Los seres humanos son creados para tener un cuerpo por toda la eternidad.

El alma (psuje) para Pablo, en todo el Nuevo Testamento, no es lo inmortal en una persona, ni solo la parte inmaterial de la persona [NOTA: Rm. 2:9; 11:3; 13:1]. En cambio, el alma en el pensamiento de Pablo se refiere a toda la persona creada por Dios con una vida interior de motivación, pensamiento, sentimiento, etcétera. A veces, Pablo también habla del alma negativamente, como la parte de nuestro ser que está manchada y dañada por el pecado, o que vive sin tener en cuenta a Dios [NOTA: 1 Cr. 2:14; 15:44].

Cuando la Biblia se refiere al espíritu humano (pneuma), describe nuestro ser interior como yuxtapuesto a todo nuestro ser externo [NOTA: Rm. 8:10; 1 Cr. 7:34 y es a veces equivalente al alma [NOTA: Flm. 1:17] o a la carne [NOTA: 2 Cr. 2:13; 7:5], pero a veces es contrapuesto con lo que es parecido al alma [NOTA: 1 Cr. 2:14; 15:44].

Cuando el Nuevo Testamento habla del corazón (kardia), como Jesús hace a menudo, alude a seres humanos como emocionales con sentimientos, intelectuales con pensamientos, volitivos con voluntad, morales con decisiones y religiosos con adoración. Por consiguiente, se utiliza para indicar lo que es central y vital en la naturaleza humana.

Por mente (nous), el Nuevo Testamento habla de la persona humana con conocimiento, pensamiento, juicio, autodeterminación y responsabilidad. En muchos contextos, la mente connota una visión sobre la vida, o lo que hoy en día se llama «cosmovisión». Fundamentalmente, se refiere a la actividad racional de la persona y no es exaltada como el summum bonum de nuestro ser, sino más bien como una parte muy vital y útil de nuestra persona.

Al hablar de la conciencia (suneidesis), el Nuevo Testamento se refiere a la capacidad de juicio moral universal. La función principal de nuestra conciencia es advertirnos cuando una acción la viola. Aunque el pensamiento moderno ve la conciencia como un estándar confiable de la moralidad, la Biblia la ve como una herramienta que es de confianza solo cuando está iluminada por Dios.

En resumen, cuando la Biblia habla de los aspectos de nuestra humanidad en diversos términos, no lo hace de manera tan clara y ordenada como algunos preferirían. Y en un esfuerzo por responder a la pregunta sobre la cual se base esta sección, se ha producido un debate sobre lo que se denomina dicotomía y tricotomía.

La dicotomía enseña que nosotros estamos compuestos básicamente de dos partes: la que es material y física, y la que es inmaterial y espiritual. Los cristianos dicotomistas señalan que la Biblia presenta nuestra existencia en dos grupos principales, material e inmaterial [NOTA: Rm. 8:10; 1 Cr. 7:34], y declaran que después de la muerte solo somos dos partes que son separadas hasta nuestra resurrección [NOTA: Ecc. 12:7; Mt. 10:28; Lc. 23:46; Hc. 7:59; St. 2:26]. También señalan que «alma» y «espíritu» son términos que la Biblia a menudo utiliza de manera intercambiable [NOTA: Gn. 41:8; Sa. 42:6; Ecc.. 12:7; Mt. 6:25; 20:28; 27:50; Lc. 1:46–47; Jn. 12:27; 13:21].

La tricotomía está de acuerdo con la dicotomía, con una notable excepción. A diferencia del dicotomista que ve el espíritu y el alma como términos generalmente sinónimos en la Biblia, los tricotomistas declaran que tenemos un espíritu con una consciencia de Dios y una capacidad espiritual a través de la cual nos relacionamos con él, además de un alma con afectos, deseos, razón, emociones, voluntad y autoconsciencia. Aquellos cristianos que abogan por la posición tricotomista apelan a la Escritura [NOTA: Lc. 1:46–47; Fl. 1:27; 1 Ts. 5:23; Hb. 4:12], notando algunos lugares donde se hace una distinción entre espíritu y alma [NOTA: Mt. 20:28; 27:50], y señalando que el Espíritu Santo obra con el espíritu humano [NOTA: Rm. 8:16].

Tenemos la convicción de que la Biblia revela los aspectos de nuestro ser de acuerdo con el punto de vista dicotómico: una vida interna que es espiritual y una vida externa que es física. Además, creemos que lo mejor es ministrar desde el punto de vista personal, donde estamos tratando con una persona total y no solo con algunos aspectos de alguien.

En la práctica, esto significa que, si alguien tiene un desequilibrio químico u hormonal que necesita ser tratado con medicamentos, o si necesita una operación de cáncer, no debe ser ridiculizado por no tener suficiente fe, como si cada tema fuera exclusivamente un asunto espiritual. Por otro lado, a veces la gente está deprimida y se encuentra luchando por motivos espirituales y no físicos; en estos casos, en lugar de darles una pastilla, hay que ayudarlos a crecer en el evangelio y brindarles apoyo como amigos empáticos.

Debemos ministrar a las personas físicamente al considerar su salud, dieta y ejercicio; emocionalmente con amor y compasión; intelectualmente respondiendo a sus preguntas bíblicamente; volitivamente apelando a su voluntad para la obediencia; familiarmente tratando las cuestiones relacionadas con su familia de origen y su dinámica familiar actual; socialmente haciendo frente a la red social y a las relaciones interpersonales, dentro y fuera de la iglesia.

Todo esto es necesario debido a que los aspectos de nuestro ser no están aislados sino que inciden e influyen entre sí, y a que somos personas completas. Una mujer que está luchando con una grave depresión nos servirá de ejemplo. A medida que pasaba tiempo con ella, me parecía posible que algo de su problema fuera físico (tenía una larga historia familiar de depresión clínicamente diagnosticada y con altas tasas de suicidio); emocional (estaba desanimada porque algunos de sus seres queridos habían muerto recientemente y como resultado se sentía sola); intelectual (estaba tratando de entender cómo se relacionaba con Dios con su depresión y erróneamente suponía que un cristiano siempre debería estar feliz); volitiva (no estaba eligiendo orar y leer las Escrituras con regularidad); familiar (sufría porque su esposo había cometido adulterio recientemente); y social (estaba apenada porque se había mudado recientemente a nuestra ciudad desde otro estado y por lo tanto había perdido conexión con sus amistades). Para ella, como para la mayoría de la gente, no hay solo una respuesta para un determinado aspecto de su ser, sino más bien respuestas que abarcan todos los aspectos de su ser, y que explican por qué el ministerio a personas dañadas puede ser un poco complicado.

¿CÓMO DEFINEN LA VIDA HUMANA, LA PSICOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA?

Hubo un tiempo en que las personas no pensaban en sí mismas principalmente en términos individuales. En cambio, lo que significaba ser una persona se definía en gran medida por la relación de uno con comunidades tales como la familia, la historia, los padres, el origen étnico, la nacionalidad, la ciudad, la religión y el comercio. Esto fue consistente con el hecho de que conocemos a cada persona de la Trinidad no en forma aislada sino más bien en relación unas con otras obrando en nuestro mundo y para nuestra salvación.

Sin embargo, todo cambió en los días del padre de la iglesia Agustín. Al escribir su libro Confesiones, puso en marcha una trayectoria histórica que ha cambiado para siempre la forma como respondemos a la pregunta de lo que significa ser humano. Agustín no miró externamente hacia su red social, sino más bien hacia el interior de sus sentimientos, convicciones, anhelos y similares. Esto elevó la importancia del individuo autónomo en la comprensión de la esencia de la humanidad.

Muchos años más tarde, el filósofo cristiano René Descartes, basado en el concepto de Agustín de la persona como un individuo autónomo, definió la esencia de lo que significa ser humano en términos de la mente. Él lo sintetizó con esta afirmación: «Pienso, luego existo».

Sobre la base de Agustín y Descartes, el mejor teólogo estadounidense de todos los tiempos, Jonathan Edwards, enseñó que el individuo racional y autónomo puede ser salvado y mejorado por la gracia de Dios y para la gloria de Dios.

El influyente filósofo no cristiano Jean-Jacques Rousseau luego enseñó que la esencia de lo que significa ser humano es que el individuo racional y autónomo se puede mejorar mediante la autoaceptación y el amor propio; debemos mirar dentro de nosotros mismos y no a Dios por nuestra identidad. De acuerdo con su enseñanza, nosotros no somos pecadores que anhelamos la aceptación de Dios, sino más bien gente buena que necesita aceptarse y amarse a sí misma, para llegar a ser una mejor versión de sí misma.

Posteriormente, el influyente psicólogo estadounidense William James afirmó que el individuo racional y autónomo se puede mejorar mediante la autoaceptación y el amor propio con la ayuda de la psicología. La esperanza de uno entonces se encuentra en manos de un consejero profesional y no en Dios y en su gracia en última instancia. Esta ideología de que los seres humanos son esencialmente máquinas que pueden ser trabajadas por la psicología dio lugar a la formación del consejero profesional como un salvador funcional que hace que la vida de las personas mejore.

Por último, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, sostuvo que el individuo racional y autónomo es mejorado por la autoaceptación y el amor propio con la ayuda de la psicología para la autorrealización, que es el principio que define lo que significa ser humano. Ser fiel a sí mismo ha reemplazado ser fiel al carácter de Dios.

Por lo tanto, las razones históricas para esta perspectiva actual, fútil y prevaleciente sobre la personalidad son evidentes, pero todavía tenemos que entender lo que Dios enseña acerca de quiénes somos como seres humanos. Esto es increíblemente importante, como un rabino ha dicho: «Nos convertimos en lo que pensamos de nosotros mismos. […] Lo que determina nuestro ser es la imagen que uno adopta» [NOTA FINAL #7].

Por lo tanto, la transición de casi milenio y medio desde Agustín hasta la actualidad ha dado lugar a la creencia común de que Dios no nos salva para su gloria con el fin de hacernos parte de su pueblo, la iglesia, para crecer en santidad. Más bien, en esencia nosotros nos salvamos a nosotros mismos a través del amor, de nuestra autoaceptación y por seguir el consejo de la psicología. El objetivo final de esto no es que se glorificaría a Dios, sino que alcanzaríamos nuestro potencial, experimentaríamos nuestra grandeza o, en términos teológicos, viviríamos para nuestra propia gloria como adoradores de nosotros mismos, siendo todo lo que podemos ser, experimentando todo lo que podamos experimentar y haciendo todo lo que podamos hacer. El egoísmo ha reemplazado Dios como el centro de la vida humana.

El sociólogo Christian Smith ha dicho que la verdadera religión de la mayoría de la gente en Occidente hoy en día, sin importar qué religión profesen tener, es el deísmo terapéutico moralista. Por moralista él quiere decir que nosotros somos buenos individuos que podemos mejorar, no pecadores que necesitamos verdadera salvación. Por terapéutica, él quiere decir que son la consejería y la terapia, no Dios o la iglesia, las que permiten nuestro mejoramiento. Por deísmo, él quiere decir que Dios no está realmente involucrado en nuestra vida; esencialmente estamos por nuestra cuenta, con excepciones ocasionales de Dios respondiendo a nuestra oración o enviándonos una visión concisa para ayudarnos en nuestra superación.

¿CUÁLES SON ALGUNOS ERRORES COMUNES CON RELACIÓN A LA DOCTRINA DE LA IMAGEN DE DIOS?

En términos generales, los cristianos son propensos a tres grandes categorías de error con respecto a la doctrina de la imagen. La primera es no mantener el lugar correcto de la humanidad en el orden creado por Dios. La segunda es el reduccionismo que pretende hacer de una parte de nuestra humanidad el aspecto que define lo que significa ser humano. La tercera es la definición de lo que significa ser portadores de la imagen de Dios en términos de algo que hacemos, en lugar de lo que somos. Nos ocuparemos de cada categoría de error a continuación.

Primero, erramos con respecto a la doctrina de la imagen cuando fallamos en mantener la tensión teológica como lo hace la Escritura. Génesis 1 y 2 (especialmente 1:26) revelan que la humanidad fue hecha bajo Dios en y sobre el resto de la creación. En términos generales, casi todos los errores de la antropología nos ponen arriba, semejantes a Dios, o nos empujan hacia abajo, para ser animales como el resto de la creación.

El primero es común cuando se pasa por alto la depravación humana y hay una creencia errónea de que somos de alguna manera parte de lo divino, como es habitual en el panteísmo y el panenteísmo, como si tuviéramos al menos una chispa de la divinidad dentro de nosotros.

Lo último es común cuando los seres humanos son vistos como poco más que animales altamente evolucionados, incapaces de negar nuestros instintos depravados. Esto explica por qué, por ejemplo, cosas tales como el pecado sexual suelen ser toleradas en nuestra cultura. Según esta opinión, somos poco más que animales y por lo tanto no tenemos la capacidad de vivir por encima de nuestros deseos básicos y pecaminosos, lo que en realidad es una forma sencilla de disculpar y promover el pecado con la excusa de la evolución. Además, aquellos que sostienen el pensamiento evolutivo, el ecologismo radical y el activismo por los derechos de los animales están más propensas a ubicar a la humanidad en o cerca del mismo nivel que las plantas y los animales. Ejemplos de este error incluyen los esfuerzos legales ocasionales para extender los derechos humanos a los animales tales como los chimpancés que en realidad están siendo considerados en algunos tribunales como casos aceptables.

Segundo, numerosos errores surgen cuando se cree que, en lugar de ser portadores de la imagen de Dios, tenemos la imagen de Dios en alguna parte específica de nosotros. Esto se conoce como el punto de vista sustantivo y ha sido la posición predominante de la historia. Paul Ramsey escribe que, en esta forma de pensamiento, la imago Dei se refiere a «algo dentro de la forma sustancial de la naturaleza humana, alguna facultad o capacidad que el hombre posee» y que distingue «al hombre de la naturaleza y de otros animales» [NOTA FINAL #9].

La verdad es que no es solo una parte de nosotros la que lleva la imagen de Dios, mientras que el resto de nosotros no. Por el contrario, tenemos totalmente (mente, cuerpo, alma, etcétera) la imagen de Dios. Cuando se piensa que una parte de nosotros tiene la imagen de Dios, o por lo menos el aspecto que define lo que significa ser humano, ella es entonces elevada por encima del resto de nuestra persona de diversas maneras.

Para algunos, somos completamente materia de tal modo que nuestro cuerpo es la totalidad de nuestra humanidad. Los defensores de esta creencia niegan cualquier aspecto inmaterial o espiritual de nuestro ser, tal como el alma. El ateísmo y la negación de la vida después de la muerte son creencias comunes relacionadas con esta posición.

Para otros, es la mente, nuestra capacidad de razonar, de comunicarnos, de aprender y similares, el aspecto que define lo que significa ser humano. Este tipo de creencia era quizás el más popular durante la era de la modernidad, que estuvo marcada por el racionalismo.

Tal vez el error más popular para aquellos que están orientados religiosa y espiritualmente es la creencia de que solo el alma es el aspecto que define lo que significa ser humano. Incluso el gran maestro de la Biblia Juan Calvino se equivocó al elevar el alma inmaterial al nivel de lo que la Biblia señala como imago Dei. En algunas religiones orientales (por ejemplo, el sijismo, el bahaísmo, el hinduismo), nuestro cuerpo físico tiene poco valor, lo que explica por qué utilizan la meditación y el yoga en un esfuerzo por conectarse con su alma y desconectarse de su cuerpo.

Muy popular desde la época romántica es la creencia de que la esencia de nuestra humanidad se encuentra en nuestros sentimientos y emociones. En esta ideología, ser humano implica estar profundamente conectado con los sentimientos, y el peor de los pecados es no ser fiel a las propias emociones. Este tipo de pensamiento es promulgado por corrientes tales como la psicología popular y la enseñanza prevaleciente sobre el amor propio y la autoestima. El resultado es que somos definidos no tanto por el amor de Dios hacia nosotros, sino por nuestro amor hacia nosotros mismos. Algunos incluso tratan en vano de «cristianizar» este pensamiento diciendo que el aprender a sentir amor por nosotros mismos nos permite en cambio amar a Dios, cuando la Biblia dice que Dios nos ama primero [NOTA: 1 Jn. 4:10]. Además, la consecuencia práctica de esta enseñanza es que debemos ser fieles a nuestros sentimientos por encima de los mandamientos de Dios. Esto es una excusa para el pecado en nombre de ser fiel a uno mismo, lo cual con frecuencia y simultáneamente resulta en ser falso con Dios.

Por último, a medida que psicólogos tales como B.F. Skinner se han popularizado, es cada vez más común para las personas definirse en función de su entorno. Esta enseñanza dice que lo que somos es en gran parte el resultado de nuestro medio ambiente, así que, generalmente hablando, somos víctimas de las condiciones ambientales que están más allá de nuestro control. En términos populares, esto explica por qué tantas personas están inclinadas a culpar a sus genes, a su padre, a la economía, a los medios de comunicación y a la cultura por lo que son y cómo actúan. En cierto modo, esta es una versión más sutil y refinada de «echar la culpa» que nuestros primeros padres hicieron cuando Dios los confrontó respecto a su pecado. El problema con cada uno de estos errores se encuentra en Romanos 1:25, que define la idolatría como adorar cualquier cosa creada. Al tomar un aspecto de nuestro ser (por ejemplo, cuerpo, mente, alma, emociones, medio ambiente) y considerarlo como el aspecto definitivo de lo que significa ser humano, somos culpables de adorar esa parte de nuestro ser, en lugar de vernos a nosotros mismos como una persona completa portadora de la imagen de Dios.

El tercer error con respecto a la imago Dei se produce cuando definimos nuestra humanidad en términos de las cosas que hacemos. Este punto de vista a menudo se llama el punto de vista funcional ya que hace énfasis en una función humana, usualmente, el ejercitar dominio sobre la creación [NOTA FINAL #10]. El problema con esta perspectiva es que los que no son capaces de funcionar como la mayoría de la gente lógicamente serían considerados como menos humanos que el resto de nosotros. Sin embargo, el no nacido, el enfermo, el comatoso, el anciano y similares son tan portadores de la imagen de Dios como los que pueden hacer ciertas cosas.

En síntesis, creemos cinco cosas en relación con la imago Dei. (1) Los seres humanos son los únicos portadores de la imagen de Dios. (2) Como portadores de la imagen de Dios los seres humanos están bajo Dios y por encima de la creación inferior, y un gran error surge cuando son levantados hacia Dios o empujados hacia abajo con los animales. (3) Los seres humanos son imagen de Dios, y este hecho no está limitado a algún aspecto de su persona o desempeño. (4) Como portadores de la imagen de Dios, los seres humanos tienen dignidad, valor y mérito particulares. (5) Como portadores de la imagen de Dios, los seres humanos fueron hechos para reflejar a Dios como un acto de adoración, el cual solo es posible cuando nos volvemos hacia él.

¿CUÁNDO COMIENZA LA VIDA HUMANA?

Debido a que los seres humanos son portadores de la imagen de Dios y a que se les dotó la dignidad, valor y mérito particulares, la cuestión de cuándo comienza la vida es increíblemente importante. La importancia de esta pregunta se amplifica por la práctica generalizada del aborto y la cuestión de si este acto es realmente un delito contra la vida humana y, por tanto, asesinato.

Científica y médicamente, no cabe ninguna duda de que la vida humana comienza en la concepción. Desde la primera unión del esperma con el óvulo, el pequeño bebé está vivo, es distinto de su madre, y está viviendo y creciendo como un ser humano [NOTA FINAL #11].

Aunque la habilidad de expresar la humanidad y la personalidad cambia a través de todo el ciclo de la vida, la esencia y la personalidad humanas son innatas al ser viviente. No importa qué tan pequeño o débil sea, el ser humano merece el apoyo a la protección por ser portador de la imagen de Dios. El profesor de Princeton y exmiembro del Presidents’s Council on Bioethics (Consejo Presidencial de Bioética) Robert P. George dice correctamente:

Los embriones humanos no son […] algún otro tipo de organismo animal, como el de un perro o de un gato. Tampoco son una parte de otro organismo, como un corazón, un riñón o una célula de la piel. Ni tampoco son un conglomerado desorganizado, o un simple grupo de células, a la espera de alguna transformación mágica. Más bien, un embrión humano es un miembro vivo completo de la especie de Homo sapiens en la primera etapa de su desarrollo natural. A menos que sea severamente dañado, o rechazado o privado de un medio ambiente adecuado, un ser humano en la etapa de madurez: la etapa fetal. Las etapas embriónica, fetal, infantil y adolescente son fases en el desarrollo de una entidad específica y perenne—un ser humano—que viene a la existencia como un organismo unicelular (el cigoto) y se desarrolla, cuando todo va bien, hasta alcanzar la edad adulta muchos años después.

No obstante, ¿significa esto que el embrión humano es una persona digna de total respeto moral? ¿Que no debe utilizarse nunca al embrión prematuro como un medio para el beneficio de los demás, simplemente porque es un ser humano? La respuesta […] es «Sí». [NOTA FINAL #12]

Más aún, hay muchos textos de la Escritura que confirman que la vida humana empieza en la concepción y que un bebé no nacido es portador de la imagen de Dios. El Salmo 51:5 revela que no solo somos seres humanos, sino pecadores, desde la concepción: «Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre». Dios llamó a Isaías y a Jeremías para el ministerio profético desde el vientre de su madre [NOTA: Is. 49:1b; Jr. 1:5]. Además, Lucas 1:15 dice de Juan el Bautista «será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer».

Tal vez la sección más extensa de la Escritura sobre la vida humana en el vientre materno es el Salmo 139:13-16, que afirma:

Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo

y me entretejiste en el vientre de mi madre.

¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!

Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.

Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,

mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz.

Me viste antes de que naciera.

Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro.

Cada momento fue diseñado

antes de que un solo día pasara.

Los cristianos siempre han seguido las enseñanzas judías del Antiguo Testamento, relativas a que el aborto de un niño antes de nacer y la exposición a la hipotermia de un niño recién nacido son pecados asesinos. En la Didaché, un antiguo manual de instrucciones para la iglesia, leemos: «No matarás. […] No debes procurar el aborto, ni cometer infanticidio» [NOTA FINAL #13]. Algunos podrían argumentar que hay una diferencia entre un niño en el vientre de su madre y otro fuera de él; sin embargo, la iglesia primitiva los consideró igualmente como personas vivas y cualquier posible atentado en contra de la vida de ambos como asesinato.

El médico Lucas escribió más del Nuevo Testamento que cualquier otra persona. El Espíritu Santo que conoce la vida en el vientre dice lo siguiente a través del Dr. Lucas, quien usa la misma palabra griega en cada versículo que sigue:

  • … Al escuchar el saludo de María, el bebé [Juan el Bautista] de Elisabet saltó en su vientre y Elisabet se llenó del Espíritu Santo. [NOTA: Lc. 1:41]
  • … Cuando escuché tu saludo, el bebé [Juan el Bautista] saltó de alegría en mi [Elisabet] vientre. [NOTA: Lc. 1:44]
  • … Y lo reconocerán por la siguiente señal: encontrarán a un niño [Jesús] envuelto en tiras de tela, acostado en un pesebre. [NOTA: Lc. 2:12]
  • … Y allí estaba el niño [Jesús], acostado en el pesebre. [NOTA: Lc. 2:16]
  • Cierto día, algunos padres llevaron a sus hijitos a Jesús para que él los tocara y los bendijera… [NOTA: Lc. 18:15]
  • Este rey [El Faraón] explotó a nuestro pueblo y lo oprimió, y forzó a los padres a que abandonaran a sus recién nacidos para que murieran.. [NOTA: Hc. 7:19]

Las Escrituras usan la misma palabra (brefos) para el niño nonato de Elisabet

(Juan el Bautista) que la usada para el bebé nonato Jesús, en el vientre de María y también, para los niños traídos a Jesús. Simplemente, en las páginas inspiradas divinamente de la Escritura, Dios nos revela que un niño dentro del útero y un niño cantando y danzando alrededor de Jesús en adoración son igualmente seres humanos portadores de la imagen de Dios. El no extender protección legal a niños nonatos, ya sea por la edad, tamaño o fase de desarrollo, es una grave discriminación y una injusticia equivalente al racismo, al sexismo y a la discriminación por edad.

¿POR QUÉ LOS CRISTIANOS SE OPONEN AL ABORTO?

Cuando mi esposa Grace y yo nos conocimos en la escuela secundaria, yo estaba firmemente a favor del aborto y la ideología eugenésica de Thomas Malthus, también promulgado por Margaret Sanger, la fundadora de Planned Parenthood. Yo incorrectamente creí que las personas menos aptas deberían ser esterilizadas, no permitidas a concebir y alentadas, tal vez requeridos, a abortar. Gané muchos debates sobre este tema en la secundaria y universidad.

Grace era la hija de un pastor que creía en la Biblia y estaba contra el aborto. Yo gané muchos de nuestros argumentos desde un punto de vista retórico, pero ella tenía razón y yo estaba equivocado. Hoy somos padres de cinco hijos increíbles, y no puedo entender lo que estaba pensando. Como nuevo cristiano, la Biblia transformó por completo mi mente sobre este tema.

Detrás del aborto es el racismo que comenzó con Malthus, un nazi, que trajo la muerte a campos de concentración para reducir las poblaciones minoritarias y Sanger que trajo la muerte a las clínicas en áreas con muchas poblaciones minoritarias. Sí, las clínicas son pequeños campos de concentración. Tratando de promover el darwinismo social, Sanger estableció las primeras clínicas en los vecindarios más pobres y marginados étnicamente para reducir los “menos aptas” [NOTA FINAL # 14].

El teólogo Wayne House dice, «En 1933 la revista para Planned Parenthood, conocido en los días de Sanger como Birth Control Review publicó “Esterilización eugénica: Una necesidad urgente” por Ernst Rudin, el director de esterilización genética de Hitler, y fundador del Nazi Society for Racial Hygiene» [NOTA FINAL #15]. Además, en el mismo año, la revista «publicó un artículo por E.A. Whitney, titulado “Esterilización selectiva” que defendió los programas raciales de los nazis» [NOTA FINAL #16].

Sanger vio los contraceptivos como la forma más efectiva de erradicar a las personas “mentalmente inferiores”, o que tenían capacidades mentales menos desarrollados [NOTA FINAL #17]. Sanger también dijo, «Los contraceptivos atraen a los radicales avanzados porque son calculados para mitigar la autoridad de la iglesia cristiana. Deseo ver la humanidad libre de la tiranía del cristianismo y el capitalismo» [NOTA FINAL #18].

Hoy, los proveedores de abortos continúan con el racismo, de hecho, del millón de abortos cada año en los Estados Unidos, la mayoría son para poblaciones minoritarias.

Aquí hay un resumen de las ocho verdades bíblicas principales relacionadas con el tema del aborto.

  1. Dios es el Creador y el Autor de la vida humana [NOTA: Gn. 1–2; Dt. 32:39; Sa. 139:13–16].
  2. Dios creó a la humanidad a su imagen, lo que hace que la vida humana sea única y sagrada [NOTA: Gn. 1:27; St. 3:9].
  3. Dios quiere que los seres humanos llenen la tierra [NOTA: Gn. 1:28, 9:1].
  4. Dios confirmó que la vida comienza con la concepción y declara que un bebe no nacido es una vida sagrada [NOTA: Ex. 1:16–17, 21:22–25; Lv. 18:21; Jr. 7:31–32; Ez. 16:20–21; Mc. 6:7; Mt. 2:16–18; Hc. 7:19].
  5. Dios nos conoce desde el vientre de nuestras madres [NOTA: Jr. 1:5; Job 10:9–12, 31:15; Sa. 119:73; Ec. 11:5].
  6. Dios declara que cuando la vida humana se toma sin una causa justa (por ejemplo, pena capital, guerra justa, defensa), se comete el pecado de asesinato [NOTA: Gn. 9:5; Ex. 20:13].
  7. Dios es soberano sobre el vientre y puede abrirlo y cerrarlo como lo desee [NOTA: Gn. 20:18, 29:31, 30:22; 1 Sm. 1:5–6; Is. 66:9; Lc. 1:24–25].
  8. Los niños son una bendición de Dios para ser provistos y atendidos por los padres, así como por la familia extendida y la iglesia, incluidos aquellos que son adoptados como Jesús fue [NOTA: Gn. 1:28a; Sa. 127:3–5, 128:3–4; Mt. 18:5–6; Mc. 9:36–37, 10:16; 1 Tm. 5:8].

Yo una vez escribí para Fox News y dije, «De los diez mandamientos, el número seis es el único que tenemos como ley, “No cometas asesinato.” Desde 1973, abortos legales en los Estados Unidos han cobrado las vidas de 55 millones de personas…Ese número representa 17.5% de la población del país, es más que la población de cualquier estado, y es más que la población de 219 países, incluyendo Sudáfrica, Corea del Sur, España, Australia, Argentina y Canadá. Cincuenta y cinco millones son casi lo mismo que la población de los 25 estados más pequeños y Washington D.C. combinados» [NOTA FINAL #19].

Incluí mi entrevista con Dr. John Piper sobre su conversación con un médico abortista. Piper dijo, «Antes de que podía articular mis primeros 10 argumentos, el doctor dijo, “Mira, yo sé que estoy matando a niños.” Piper fue asombrado y le pidió al doctor una explicación. “Para ser honesto, mi esposa quiere que yo lo haga porque es una cuestión de justicia para las mujeres y el menor de los dos males en su mente» [NOTA FINAL #20].

Adicionalmente, la Biblia asume que un bebé no nacido es una vida humana y asigna la pena de muerte a alguien que toma una vida no nacida porque es asesinato. Éxodo 21:22-25 dice:

Supongamos que dos hombres pelean y, durante la lucha, golpean

accidentalmente a una mujer embarazada y ella da a luz antes de

término. Si ella no sufrió más heridas, el hombre que golpeó a la mujer

estará obligado a pagar la compensación que el esposo de la mujer exija y

que los jueces aprueben. Pero si hay más lesiones, el castigo debe ser acorde a la gravedad del daño: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, moretón por moretón.

Dios vino a la tierra como un bebé, y crecía hasta convertirse en un hombre

que murió en la cruz para perdonar todos y cada uno de los pecados—incluyendo tomar la vida de un bebé no nacido. Para los cristianos, este debate es personal. María probablemente era una adolescente, pobre, poco educado, que vivía en un pequeño pueblo rural. Ella quedó embarazada fuera del matrimonio en un contexto cultural altamente religioso. Si hoy en día entrara en una clínica, sabemos lo que animaría a hacer. Pero María dio a luz a Dios. Jesús vino al mundo a través del vientre de una mujer que se ajusta al estereotipo de alguien que “debería” abortar. Gracias a Dios, María valientemente trajo a Jesús al mundo para que pudiera salvar al mundo de la muerte.

¿CÓMO ES LA BIBLIA LA ÚNICA DEFENSA REAL DE LA IGUALDAD HUMANA?

Las religiones mundiales no crearon la idea de la igualdad de derechos. Tampoco se originó en una perspectiva secular, no religiosa.

Ninguna fe, aparte del cristianismo, exige un compromiso profundo con la igualdad de todas las personas. En cualquier otra religión, ciertas personas y clases están sobre otros en una escalera de espiritualidad. Están más ilustrados, santos, avanzados en pagar su deuda kármica, cercanos a Dios por causa de sus buenas obras, etc. Y el resultado puede ser desigualdad terrible. Por ejemplo, en la cultura hindú el sistema de castas hace ciertas personas no tocables. En la cultura musulmana, la ley de Sharia da derechos y privilegios a los hombres que las mujeres y extranjeros no disfrutan. Eric Metaxas, autor de Amazing Grace: William Wilberforce and the Heroic Campaign to End Slavery, lo resume de esta manera en una entrevista por email que yo tenía con él:

En India, el concepto de castas es un perfecto ejemplo de cómo algunas

culturas hoy en día actúan con la creencia que algunos seres humanos están inherentemente mejores que otros. En muchos países musulmanes hoy no se considera a un judío o cristiano un ser humano, sino monos y cerdos que deben ser exterminados o esclavizados. La sujeción crea la ignorancia y el dolor. ¿Cuándo se pregunta “Las religiones de este mundo contribuyen a la igualdad?”, la respuesta honesta es no.

La fundación de una cosmovisión secular dominante en nuestro día—la evolución—concluye que algunos están más aptos que otros. Algunos merecen ganar y otros morir. Al poner a los animales y a los humanos en un continuo de desarrollo, la evolución ha contribuido a las creencias racistas de que algunas personas y razas están más avanzadas que otras. En un debate en que yo participé en ABC Nightline, Deepak Chopra, por ejemplo, me llamó “primitiva”.

Similarmente, Charles Darwin escribió un libro famoso con un título más largo que normalmente vemos, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favored Races in the Struggle for Life. Darwin también escribió, «En algún período futuro, no muy distante según lo medido por siglos, las razas civilizadas [sic] del hombre casi seguramente exterminarán y reemplazarán a las razas salvajes en todo el mundo» [NOTA FINAL #21]. Una visión evolutiva de la humanidad no puede llegar en igualdad porque algunas razas son más evolucionadas y aptas que otras, lo que culmina en la supervivencia del más apto.

Durante el siglo XX, 170 millones de personas fueron asesinadas por otros seres humanos [NOTA FINAL #22]. De estos, 130 millones murieron a manos de personas con ideologías ateas y evolutivas [NOTA FINAL #23]. Stalin mató a 40 millones, Hitler a 6 millones judíos y a 9-10 millones de otras personas (en su mayoría cristianos), y Mao mató a 70 millones de chinos [NOTA FINAL #24]. Además de este número se podrían agregar los más de mil millones en todo el mundo que fueron abortados y asesinados en el vientre de sus madres durante el siglo XX.

Comparativamente, aproximadamente 17 millones de personas fueron asesinadas por cristianos profesos en veinte siglos totales de historia cristiana. Ningún cristiano hoy los elogia o los llama héroes aparte de los casos de preservación de defensa propia. Entonces, en toda la historia, aquellos que han proclamado ser cristianos (pero que posiblemente no profesan la fe cristiana) han matado solo una pequeña fracción del número de personas que los ateos y seguidores de otras religiones han matado en un siglo.

A diferencia de las religiones y filosofías humanas, la Biblia defiende la igualdad:

  • No tuerzas la justicia en asuntos legales al favorecer al pobre ni al ser parcial con el rico y poderoso. [NOTA: Lv. 19:15 NIV]
  • Nunca es bueno mostrar parcialidad [NOTA: Prv. 28:21 NLT]
  • No importa si uno es judío o gentil, si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo o libre. [NOTA: Cl. 3:11 ESV]
  • ¿Cómo pueden afirmar que tienen fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo si favorecen más a algunas personas que a otras? [NOTA: St. 2:1 ESV]

La igualdad de todos seres humanos es una idea bíblica que ha tocado

sociedades alrededor del mundo y ha sido adoptado incluso por nuestros oponentes más ruidosos.

La académica Nancy Pearcey indica que el eminente ateo Friedrich Nietzsche atribuyó al cristianismo el concepto de la igualdad. En The Will to Power, él escribió, «Otro concepto cristiano…ha pasado aún más profundamente en el tejido de la modernidad: el concepto de la igualdad de las almas ante Dios. Este concepto proporciona el prototipo de todas las teorías de igualdad de derechos» [NOTA FINAL #25]. Pearcey cita Richard Rorty, un filósofo posmoderno ateo radical, quien admita que «La idea de derechos humanos universales fue completamente nuevo en la historia del mundo, derivado de la enseñanza bíblica que “todos seres humanos son portadores de la imagen de Dios”». Pearcey comenta, «Rorty admita que los ateos como él no tienen bases para los derechos humanos en su propia cosmovisión. Se llama a sí mismo un “cargador libre ateo” porque sabe que está robando las ideas de los derechos humanos y la dignidad del cristianismo [NOTA FINAL #26].

Si otros lo reconocen o no, esta creencia cristiana básica ha iniciado la lucha por la igualdad de derechos a lo largo de la historia. Pearcey mantiene que el éxito de muchos movimientos seculares que advocan la igualdad hoy deriva de «una belleza que viene de su origen en la cosmovisión bíblica». Los argumentos son arrancados de su contexto cristiano, redefinidos y distorsionados, pero conservan una medida de su poder original [NOTA FINAL #27]. Ella dice que, «La única razón del éxito de los movimientos de igualdad es que toman prestadas sus mejores líneas del cristianismo» [NOTA FINAL #28].

Los cristianos iniciaron la batalla por la igualdad racial. ¿Por qué? La Biblia enseña que cada persona es un portador de la imagen de Dios y desciende de la misma familia con los mismos primeros padres. Cada uno tiene la oportunidad de ser adoptado en una familia espiritual con Dios como Padre y Jesús como Gran Hermano.

En una entrevista por email que yo conducí, Eric Metaxas describe una intervención similar de los cristianos en la lucha contra la esclavitud en Inglaterra y el Imperio Británico en el siglo XIX.

Fueron cristianos que lucharon apasionadamente contra la esclavitud y el

comercio de esclavos. William Wilberforce y otros cristianos se opusieron

los secularistas y apoyaron los esclavos africanos porque creían que todos

hombres son hermanos y portadores de la imagen de Dios. Aquellos que no

creían en la Biblia pensaban que esa noción era una broma y pensaban que

las razas de piel oscura eran tan obviamente inferiores a las razas de piel

clara como los perros eran superiores a las ratas o los insectos.

El erudito Wayne Grudem agrega que, de todos los abolicionistas estadounidenses, dos tercios eran cristianos que predicaban contra la esclavitud. Más recientemente, eran cristianos como Rosa Parks, Jackie Robinson, y Martin Luther King Jr. que utilizaron imágenes y lenguaje bíblicos para inspirar a los Estados Unidos a luchar contra la injusticia racial, algo más que Metaxas indicó en nuestra entrevista.

Los cristianos a lo largo de la historia han seguido el ejemplo de Jesús por dar la bienvenida a todas personas. Hoy, Jesús es adorado entre más razas y culturas en más idiomas que nadie en la historia. Simplemente no existe una organización de ningún tipo que tenga tanta diversidad como el cristianismo porque la Biblia enseña que todos llevamos igualmente la imagen de Dios.

¿QUÉ SUCEDE CUANDO NO REFLEJAMOS A DIOS?

Fuimos creados por Dios para reflejarlo. Cuando no lo reflejamos, reflejamos a alguien diferente. Este simple hecho explica mucha de nuestra fascinación por las celebridades, las redes sociales y nuestro mundo sin salud, felicidad y santidad.

Dr. Drew Pinsky es un experto regular en televisión sobre adicción, el comportamiento y la cultura. Hace algunos años fui a Los Ángeles para ser coantifitrion de su programa de radio, Loveline. Mi esposa Grace y yo también fuimos entrevistados por él en su programa de televisión sobre el matrimonio y el sexo desde una perspectiva cristiana.

En nuestras conversaciones, el dijo algo profundo. No creo que es cristiano, pero como profesional siguiendo los hechos llegó a una conclusión increíble que concorde con la Biblia, culminando el un libro llamado The Mirror Effect (El efecto espejo). Su tesis es que las celebridades modelan el comportamiento y las personas los reflejan. Esto explica cosas como los influenciadores en las redes sociales y un apetito insaciable por saber todo sobre personas famosas, desde la comida que comen hasta la ropa que usan, los autos que conducen, las cirugías que tienen y pornografía que filman.

Este frenesí ha creado celebridades que son menos funcionales cada día, y los medios que son más invasivos cada minuto. Hoy, para ser famoso, no necesitas tener ninguna virtud ni lograr nada honorable o útil. Pinsky dice, «Las celebridades de hoy son más conocidas por sus cuerpos, crímenes, y tiempo en rehabilitación que por sus talentos. Es porque el compartimiento de las celebridades de hoy es dramáticamente menos funcional que hace una década»

¿Por qué?

Para llamar la atención, o la adoración en términos bíblicos, las personas tienen que hacer algo peligroso, chocante, escandaloso, o tabú. Como “dioses” hacen cosas que sus seguidores reflejan. Si una persona famosa usa una marca específica de ropa, se vuelve popular. Si una persona famosa bebe cierto tipo de licor, otras personas lo compran. Si una persona famosa toma drogas, tiene una operación para cambiar su sexo y compromete su privacidad con un reality show, sus seguidores se drogarán, serán operados y nos dejarán mirar a través de las redes sociales y YouTube. Las súper-celebridades crean sus propias marcas y productos para vender a sus seguidores como un tipo de diezmo a sus dioses y diosas. Este es exactamente la historia de la familia Kardashian.

Pinsky refiere a este efecto de espejo como, «compartimiento disfuncional, usualmente en cuatro áreas específicas: imagen corporal, hipersexualidad, abuso de sustancias y adicción y actuación nociva» [NOTA FINAL #30].

Las personas normales no son lo suficientemente impactantes como para llamar mucho la atención. Las personas anormales sí son lo suficientemente impactantes como para llamar mucho la atención. Después de ver algo varias veces, se pone normal. Por eso, si eres una celebridad, ya no eres interesante a menos que hagas algo más extremo. Similarmente, un desconocido que quiere ser conocido solo tiene que hacer algo más loco que todos los demás. Esto explica la industria de la pornografía que siempre está devolviendo mientras crece en popularidad y riqueza.

Lo que era amoral y indeseable ahora es normal y tentador para muchos jóvenes por el Internet y las redes sociales. Pinsky dice, «Los adolescentes en particular tienen un alto riesgo de reflejar un comportamiento tan peligroso …»

El 3,7% de todas las adolescentes sufren de anorexia.

4.2% sufren de bulimia

46% de los adolescentes de 15 a 19 años han tenido relaciones sexuales al menos una vez

25% de los adolescentes tienen una ETS

28% de los adolescentes admiten consumir alcohol

El 10% de los alumnos de 12° grado usan la receta Vicoden por razones no médicas

El 10% de los alumnos de octavo grado usan marihuana

[NOTA FINAL # 31]

Estas estadísticas están empeorando a medida que todos estos comportamientos se normalizan debido al efecto espejo. Ya sea que se trate de celebridades en línea o de los niños geniales en la escuela, algunos reflejan un comportamiento que la mayoría refleja.

Para empeorar las cosas, tenemos las redes sociales. Pinsky dice, «Estés sitios sin vigilancia…invitan a los usuarios a crear nuevas “personas” que no tienen nada que ver con sus vidas reales. Es una versión de lo que los psiquiatras profesionales llaman un “seudo-ser”, un mecanismo clásico de afrontamiento social entre narcisistas» [NOTA FINAL #32]. Las celebridades no solo crean identidades falsas, sino que no saben quiénes son. Consumidos por ellos mismos y su imagen y respuesta de los fanáticos, este es el caldo de cultivo para alentar y multiplicar el narcisismo donde las personas quieren ser como Dios y tener tantas personas como sea posible sus seguidores e imitadores o, para usar palabras bíblicas, conversos y adoradores.

Fuimos creados a reflejar a Dios. Cuando no lo reflejamos, reflejamos a las personas. Este es la idolatría. Romanos 1:25-32 explica esto en detalle. Primero, «cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó, pero no al Creador mismo». Segundo, su comportamiento cambia y, «Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas». Tercero, reflejar a las personas crea la perversión sexual: «Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras. Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros». Cuarto, mientras el pecado empeora, el resultado es una cultura marcado por planes de estudios que lavan el cerebro: «él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse». Quinto, además de la falta de salud sexual, toda cultura se llena «de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes». Sexto, los más pecadores son los más populares porque sus seguidores son «traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres. No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión». Séptimo, luego tendrán desfiles de cosas vergonzosas que tienden en línea porque, «saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen». Por último, esta idolatría de celebridades no está oculta ni es discreta, ya que literalmente llamamos a las celebridades nuestros ídolos y tenemos programas de televisión en los que la gente normal puede tratar de convertirse en ídolos de celebridades.

Jonathan Edwards dijo que los que idolatramos, eventualmente demonizamos. Pinsky dice lo mismo, «Los mismos instintos que nos inspiran a reflejar a estas celebridades también nos puede animar a destruir a los ídolos que creamos. Este deseo de destruir lo que no podemos tener a menudo parece como participar en chisme sobre las vidas de las celebridades que hacen cosas que nos hacen sentir incómodos. Esto, a su vez, alimenta la locura de los tabloides: ofrece nuevos episodios constantes de los últimos accidentes de trenes de celebridades en progreso» [NOTA FINAL #33]. El resultado final de este ciclo demoníaco y destructivo es la cultura moderna del oeste, y nuestra única esperanza es dejar de reflejar cosas creadas para poder reflejar a Dios, nuestro Creador.

¿CÓMO ATACA SATANÁS NUESTRA IDENTIDAD?

            Lo que haces viene de quien eres. Como cristianos, vivimos desde nuestra identidad, no para nuestra identidad. Somos definidos por quienes somos en Cristo, no por no que hacemos o fallamos a hacer para Cristo. Cristo nos define por quien Él es y lo que ha hecho para nosotros, en nosotros, y a través de nosotros. Comprender esta información es la clave de su transformación. Cuando sabes quien eres, sabes como vivir. Si tu identidad está basada en tu relación con Dios sobre todas las circunstancias de tu vida, puede sobrevivir cualquier prueba.

Satanás declara guerra en nuestra identidad porque sabe que es esencial en la relación entre nosotros y Dios. Satanás no pudo aceptar la identidad que Dios le dio porque quería crear su propia identidad aparte de Dios. Nos tienta a hacer lo mismo, lo cual es demoníaco. Dios te creó con una identidad, y Satanás quiere que viva con una identidad falsa.

La guerra demoníaca en la identidad comenzó cuando nuestros primeros padres, Adán y Eva, encontraron la serpiente, quien fue «más astuto» que todo lo demás que Dios había creado [NOTA: Gn. 3:1]. La serpiente comenzó por atacar la identidad de Dios, «—¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal» [NOTA: Gn. 3:4-5].

Como cristiano, debes basar tu identidad en dos cosas, los dos más importantes que puedes aprender a través de estudiar la Biblia: (1) quién es Dios, y (2) quien Dios dice que tú eres. No es sorprendente que muchos ataques demoníacos comienzan con la identidad. Si tienes una visión errónea de Dios y/o de quien eres en relación con Dios, pierdes control de tu vida, como lo que pasó a Adán y Eva.

Satanás quería que ellos vivieran desde una identidad aparte de Dios para que «serán como Dios». Anteriormente, Dios dijo, «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo» [NOTA: Gn. 1:26]. Dios nos creó en su “imagen” y todo lo que tenemos que hacer es recibir esta identidad. Cuando Satanás tentó a nuestros primeros padres, les mintió porque ya eran “como Dios” y solamente tenían que confiar en ese hecho por fe.

Satanás intentó este mismo truco con Jesús. Lucas 4:1-13 dice que Jesús pasó cuarenta días en el desierto, donde «fue tentado por el diablo». Luego, «el diablo le dijo: Si eres el Hijo de Dios». Satanás estaba atacando la identidad de Jesús como Hijo de Dios. Pero antes, en el bautismo de Jesús, Dios Padre dijo, «Tú eres mi Hijo muy amado y me das gran gozo» [NOTA: Lc. 3:22].

No hay ninguna autoridad en toda la creación igual o superior a Dios el Padre. Cuando Jesús dice que es el Hijo de Dios, es un hecho permanente. Con la presencia de la trinidad en el bautismo de Jesús, el Espíritu Santo viene a fortalecer a Jesús a vivir su identidad como Hijo, que también hace hoy para los cristianos.

¿Puedes ver como Jesús vivía desde la identidad que recibió del Padre, no de uno que creó para sí mismo? Antes de que Jesús predicó un sermón, preformó un milagro, o echó un demonio, el Padre sentía «gran gozo». Lo mismo es cierto para ti. Eres un hijo de Dios, y esa identidad está fija. Puedes vivir en esa identidad con alegría y felicidad, sabiendo que el amor del Padre está seguro.

Fuerzas demoníacas frecuentemente atacan a las identidades de los cristianos, pero normalmente no somos conscientes. Al igual que un jugador de póker con un “tell”, el sutil comportamiento de Satanás es detectable. Hablando a Adán, Jesús y tú, los demonios hablan en la segunda persona, o ustedes. A Adán y Eva, Satanás dijo, «Ustedes no morirán» y «Ustedes serán como Dios». Hablando a Jesús, Satanás dijo dos veces, «Si eres el Hijo de Dios».

Cuando hablas de ti mismo, usas el pronombre de la primera persona, “yo”. Cuando alguien más te habla, usan el pronombre de la segunda persona “tú”. Cuando un ser físico nos habla en la segunda persona, reconocemos fácilmente quien nos habla. Pero cuando un ser espiritual nos habla en la segunda persona, debemos decidir si estamos escuchando a Dios o al diablo y sus demonios. A veces cuando un demonio nos habla, podemos ignorar el hecho de que es un demonio porque no los podemos ver.

Aquí están algunos ejemplos de ataques demoníacos comúnmente lanzado a las identidades de los cristianos, que son mentiras falsas que contradicen la verdad de lo que Dios dice sobre su gente:

  • Tú no vales nada.
  • Eres un fracaso.
  • Obtuviste lo que merecías.
  • Nunca vas a cambiar.
  • Tú estás desesperado.
  • Eres asqueroso.
  • No eres un verdadero cristiano.
  • Dios está harto de ti.
  • Si la gente supiera cómo eras realmente, todos te odiarían.
  • Probablemente vas al infierno.
  • Deberías matarte.

Frases de esta variedad son demoníacas. Nuestro Padre no dice cosas así a sus hijos.

Trágicamente, muchas personas ignoran lo demoníaco y piensan que están diciendo cosas así a sí mismos. Asumen erróneamente un diálogo interno negativo y una baja imagen de sí mismo cuando la verdad es que están bajo ataque. Esto lleva al autodesprecio.

Peor aún, algunas personas confunden los mensajes demoníacos como una Palabra de Dios. Esto lleva al desprecio de Dios, ya que Satanás es tan complicado que tratará de hacerte creer que su ataque es en realidad de tu Padre celestial.

Cuando recibes un mensaje sobre tu identidad en la segunda persona, debes probarlo por la Palabra de Dios. Jesús hizo esto. Cuando Satanás atacó su identidad, siguió citando las Escrituras porque la verdad arroja mentiras y la luz arroja oscuridad. Jesús siguió diciendo: “Está escrito…” y citando las Escrituras. Jesús no se puso a la defensiva ni se vio obligado a discutir. Jesús permitió que la batalla fuera entre el enemigo de Dios y la Palabra de Dios porque esa es una batalla que la Palabra siempre gana.

Si olvidas esto cuando el enemigo ataca tu identidad, terminarás como la triste historia de Gladys. Tendrás un Dios que te ama y está presente contigo todos los días como un esposo, pero no recordarás quién es Él ni quién eres.

¿CÓMO AYUDA EL ESPÍRITU SANTO A JESÚS Y NOSOTROS A REFLEJAR A DIOS?

La próxima vez que te mires al espejo, recuérdate que Jesucristo fue el espejo perfecto de Dios Padre al mundo. Él es el único reflejo perfecto. Muchos versículos del Nuevo Testamento, e incluso Jesús mismo, declaran esto:

  • Cristo, quien es la imagen de Dios. [NOTA: 2 Cr. 4:4].
  • Él es la imagen visible de Dios invisible. [NOTA: Cl. 1:15].
  • El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios. [NOTA: Hb. 1:3].
  • Pues, cuando me ven a mí [Jesús], están viendo al que me envió. [NOTA: Jn. 12:45]
  • ¡Los que me han visto a mí han visto al Padre! [NOTA: Jn. 14:9]

Continuando con la metáfora que hemos usado a lo largo de este capítulo,

como pecadores (un tema que discutimos más en el siguiente capítulo) somos los espejos de Dios, pero espejos que han sido arrojados al piso, rotos y esparcidos en numerosos fragmentos y pedazos. En consecuencia, reflejamos mal la gloria y la bondad de Dios.

La restauración de la imagen de Dios, o la colección de todos los pedazos para restaurar nuestro espejo, se encuentra solamente en el poder renovando del evangelio. Martin Luther dice:

El evangelio ha traído la restauración de esa imagen. La inteligencia y voluntad sí han permanecido, pero muy dañados. Y así, el Evangelio revela que estamos formados una vez más de acuerdo con esa imagen familiar y de hecho mejor, porque nacemos de nuevo en la vida eterna o, más bien, en la esperanza de la vida eterna por la fe, para que podamos vivir en Dios y con Dios unidos con Él, como dice Cristo (Juan 17:21). [NOTA FINAL #34]

Pablo también explica esto en Romanos 8:29, «Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos». Ser conformado a la imagen de Jesús significa que el Espíritu hace que la reflección de nuestra vida sea como la de Jesús. La renovación de la imagen de Dios en hombre es un proceso que Dios guía por la santificación. Es importante notar que esto no es meramente algo pasivo que Dios hace para nosotros, sino algo en que, por la gracia de su Espíritu, tenemos el honor de ser participantes [NOTA: Ef. 4:22–24; Cl. 3:1–10]. Colosenses 3:9-10 habla de «la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él». En 2 Corintios 3:18, Pablo dice, «Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor». Es cierto que, como cristianos, pecamos, perseguimos la locura, y en nuestros peores momentos parecen estar rompiendo nuestro espejo mientras Dios lo está reparando. En cualquier caso, para representar a Dios se requiere un arrepentimiento humilde y continuo y una firmeza ferozmente dedicada para cambiar a medida que Dios lo ordena y con Dios recoge los pedazos de nuestra vida destrozados por el pecado.

Como creyentes, podemos trabajar con Dios si continuamente nos preguntamos: ¿Cómo mis palabras y acciones pueden reflejar el carácter de Dios a los demás? Esto es lo que significa glorificar, o reflejar, a Dios. Porque fuimos creados a reflejarlo, Él es glorificado y estamos alegres cuando su gloria está reflejada a los demás por nosotros.

Sorprendentemente, después de la muerte, esta vida no solo continúa, sino que se perfecciona, y el espejo de nuestra vida, junto con toda la creación, se restaura por completo y reflejará la luz de la gloria de Dios de manera perfecta, hermosa, magnífica, incesante e interminable. Pablo describe este reflejo que experimentaremos para la gloria de Dios y nuestro gozo en el estado resucitado y perfeccionado: «Al igual que ahora somos como el hombre terrenal, algún día seremos como el hombre celestial» [NOTA: 1 Cr. 15:49]. Además, «En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador. Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él»  [NOTA: Flp. 3:20–21].

PREGUNTAS PARA REVISTA PERSONAL Y / O DISCUSIÓN DE GRUPOS PEQUEÑOS

  1. ¿Crees que tu vida se vive de manera saludable con Dios y otras personas, o te encuentras demasiado relacionalmente aislado?
  2. Al reflexionar sobre las formas en que Dios ha sido bueno contigo al crearte a Su imagen, ¿por qué estás más agradecido y por qué?
  3. Dado que Dios te hizo para una relación con él, ¿cómo calificarías tu relación actual con Él de 1 (casi inexistente) a 10 (cálido y cercano)?
  4. Cuando piensas en alguien que refleja cada vez más el carácter de Cristo año tras año, ¿a quién se te ocurre? ¿Cómo podrías animarlos hoy?
  5. ¿Cuántos espejos tienes en tu casa, automóvil, oficina, etc.? Cuando mires al espejo para ver tu reflejo, recuérdate que eres el espejo de Dios y que Él quiere verse a ti mismo en tu vida.
  6. ¿Con cuáles de los atributos no compartidos de Dios estás más familiarizado? ¿Con cuáles de los atributos no compartidos de Dios estás menos familiarizado?
  7. ¿En cuáles de los atributos compartidos de Dios crees que Dios está haciendo crecer tu carácter durante esta temporada de tu vida?
  8. ¿Puedes pensar en alguien que conoces personalmente que tenga una visión errónea de la humanidad? ¿Qué podrías hacer para discutir amorosamente este tema con ellos para compartir una cosmovisión más bíblica?
  9. ¿Hay algún aspecto de tu humanidad en el que tiendes a enfocarte demasiado (por ejemplo, tu aprendizaje mental)? ¿Hay algún aspecto de tu humanidad en el que tiendes a enfocarte demasiado poco (por ejemplo, tu salud física)?
  10. ¿Realmente ves a todos como iguales, o honestamente hay algunas personas a las que favorece erróneamente? ¿Por qué?

NOTAS

  1. Sinclair Ferguson, «Image of God [Imagen de Dios]», in New Dictionary of Theology, ed. Sinclair Ferguson, David Wright, and J. I. Packer (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1988), 328. Publicado en español con el título Nuevo diccionario de teología.
  2. Strassner, K. (2009). Opening up Genesis [Abriendo Génesis] (pp. 25–26). Leominster: Day One Publications.
  3. Piper, J. (1995). Future grace (p. 76). Sisters, OR: Multnomah Publishers.
  4. La misma palabra hebrea para «uno» es usada para esposo y esposa en Gn 2:24 y para la Trinidad en Dt 6:4/
  5. El siguiente material está resumido en gran parte de William Dyrness, Themes in Old Testament Theology (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1979), 79–96. Publicado en español con el título Temas de la teología del Antiguo Testamento.
  6. Muchos ateos hoy en día siguen la expresión clásica de B.F. Skinner, Beyond Freedom and Dignity.
  7. Abraham J. Heschel, Who Is Man? [¿Quién es el hombre?] (Stanford, CA: Stanford University Press, 1965), 7–8.
  8. See Christian Smith and Melinda Lundquist Denton, Soul Searching: The Religious and Spiritual Lives of American Teenagers [Almas en busca: La vida religiosa y espiritual de adolescents estadouidenses] (Nueva York: Oxford University Press, 2009), 162ff., 166.
  9. Paul Ramsey, Basic Christian Ethics [La ética cristiana básica] (Louisville, KY: Westminster, 1950), 250, énfasis en el original.
  10. Para otro resumen de ayuda sobre estas opinions, ver Millard J. Erickson, Christian Theology [Teología cristiana] (Grand Rapids, MI: Baker, 1998), 517–36.
  11. Ver Douglas Considine, ed., Van Nostrand’s Scientific Encyclopedia, 5th ed. [Enciclopedia científica de Van Nostrand] (Nueva York: Van Nostrand Reinhold, 1976), 943; Keith L. Moore and T. V. N. Persaud, Before We Are Born: Essentials of Embryology and Birth Defects, 6th ed. [Antes que nazcamos] (Philadelphia: W. B. Saunders, 2001), 2; Bruce M. Carlson, Patten’s Foundations of Embryology, 6th ed. [Las fundaciones de embriología de Patten] (Nueva York: McGraw-Hill, 1996), 3 [Publicado en español con el título de Langman embriología médica]; Jan Langman, Medical Embryology, 3rd ed. (Baltimore: Williams & Wilkins, 1975), 3; Ronan O’Rahilly and Fabiola Müller, Human Embryology and Teratology, 2nd ed. [La embriología y teratología humanas] (New York: Wiley-Liss, 1996), 8, 29.
  12. Robert P. George y Christopher Tollefsen, Embryo: A Defense of Human Life (New York: Doubleday, 2008), 3–4. Publicado en español con el título Embrion: Una defensa de la vida. George es un profesor de jurisprudencia y director del James Madison Program in American Ideals and Institutions in Princeton University y exmiembro del President’s Council on Bioethics. Los argumentos del derecho a la vida típicamente han estado basados explícitamente sobre fundamentos morales y religiosos. En Embrión, los autores arguyen que no hay espacio para un «dualismo moral» que considera al ser una «persona» solamente como una etapa dentro de la duración de la vida humana. Un embrión no existe en una etapa «prepersonal», etapa que no merezca los derechos inviolables de otro modo atribuidos a las personas. En su lugar, argumentan los autores, el derecho a no ser asesinado de forma intencional es inherente al hecho de ser un ser humano, y que el estado se inicia en el momento de la concepción. Por otra parte, al igual que nadie debe ser excluido de las protecciones legales y morales basados en la raza, sexo, religión u otro origen étnico, nadie debe ser excluido sobre la base de la edad, tamaño o estado de desarrollo biológico.
  13. Didache 2.2.
  14. Para más información sobre la historia de Planned Parenthood, George Grant, Grand Illusions: The Legacy of Planned Parenthood [Grandes illusions: El legado de Planned Parenthood] (Nashville, TN: Cumberland, 2000).
  15. Ernst Rudin, «Eugenic Sterilization: An Urgent Need [Esterilización eugénica]», The Birth Control Review (April 1933): 102.
  16. Leon Whitney, «Selective Sterilization [Esterilización selectiva]», The Birth Control Review (April 1933): 85.
  17. H. Wayne House, «Should Christians Use Birth Control? [¿Deben las cristianas usar anticonceptivos?]» Christian Research Institute, http://www.equip.org/site/c.muI1LaMNJrE/b.2717865/k.B30F/DE194.htm.
  18. David Goldstein, Suicide Bent: Sangerizing America [El suicidio] (St. Paul: Radio Replies Press, 1945), 103.
  19. Mark Driscoll, «What do 55 million people have in common? [¿Qué tienen en común 55 millones de personas?» https:// www.foxnews.com/opinion/what-do-55-million-people-have-in-common.
  20. Ibid.
  21. Charles Darwin, The Descent of Man (1871), Volume I, Chapter VI: “On the Affinities and Genealogy of Man,” 200–201.
  22. D. James Kennedy and Jerry Newcombe, What if Jesus Had Never Been Born? [¿Qué tal si Jesús nunca había nacido?] 225.
  23. Ibid.
  24. Ibid., 235.
  25. Nancy Pearcey, «Sexual Identity In a Secular Age [La identidad sexual en una edad secular]».
  26. Ibid.
  27. Ibid.
  28. Ibid.
  29. Drew Pinsky and S. Mark Young, The Mirror Effect: How Celebrity Narcissism Is Endangering Our Families – And How To Save Them [El efecto espejo: cómo el narcisismo de las celebridades está poniendo en peligro a nuestras familias, y cómo salvarlas] (Nueva York: Harper, 2010), 2–3.
  30. Ibid., 11.
  31. Ibid., 12.
  32. Ibid., 73.
  33. Ibid.,15.
  34. Martín Lutero, “Lectures on Genesis Chapters 1–5,” 1:64.

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